τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

sábado, 27 de septiembre de 2008

II Quedada Forobici. La Barranca 08

Por Peguero.

Cuando hace unos meses, varios foreros reconvertidos en amigos después de un intenso y productivo fin de semana en Liérganes, propusimos realizar una nueva quedada; a todos nos pareció que era la forma de desquitarnos de la desilusión que nos produjo el no poder rodar por el itinerario previsto. La fecha y el sitio parecían gozar del beneplácito , no solo de los participantes de aquella quedada, sino de muchos otros.

Pero no siempre puede hacerse lo que uno quiere, de forma que por distintos motivos, algunos graves o ineludibles, iban a hacer que varios de los foreros más esperados no acudieran a la cita. Así que vaya por ellos la crónica de lo que más o menos fue esta quedada. Ante todo agradecer la asistencia a los que vinieron de más lejos (Clara, Oriol, Atoloquede, Carlos, ...) Habíamos tenido una semana muy aceptable en la Sierra de Madrid en cuanto a lo meteorológico. Pero a las ocho de la mañana del sábado 27, el panorama no podía ser más desolador. El cielo estaba totalmente cubierto y comenzaba a llover con cierta intensidad. Las previsiones no eran nada halagüeñas. El fantasma de la repetición de la quedada de mayo sobrevolaba nuestras cabezas... pero mi idea es, que cuando se queda, se asiste; si llueve se sale y si después de una hora estás calado, te vas a tu casa.

La gracia fue que cuando llegamos al aparcamiento de la Barranca dejó de llover. Eso sí, bajo un cielo amenazante, pero sin lluvia. Tímidamente apareció algún claro, haciéndonos concebir más esperanzas de no mojarnos, así que después de los saludos, presentaciones y charletas de rigor, nos preparamos para salir. Como ya habréis leído la crónica de carretera, no voy a extenderme más sobre ella. Veinte aguerridos bikers nos lanzamos carretera abajo, a lo que para mí es uno de los recorridos de montaña más completos y atractivos que puedan hacerse en la zona centro. Aunque a veces haya que enfrentarse a la estadística más fria. Y estadísticamente demostrado está, que en un numeroso grupo de ciclistas de montaña, los contratiempos aumentan en proporción directa al número de participantes. Verdad de perogrullo. Los habituales pinchazos, alguna caída sin consecuencias y alguna pájara inoportuna, forman parte de las incidencias normales en cualquier salida medianamente decente. Lo que ya no es tan normal es darte un hostión como el que se dió nuestro amigo Victor (Calviniano), al poco de salir.


Muchos alguna vez nos hemos dado un talegazo de ese pelo. En el sitio más inesperado. Aparte del dolor producido por magulladuras y raspones, la consecuencia inmediata es que la sangre se te baja a los pies y no te quedan fuerzas ni para sentarte. Después de comprobar que no tenía daños graves, se aplicó la máxima del amigo Sergio (Carpetano): "Cuando uno rompe el casco (con la cabeza dentro), se va a su casa y se dan las gracias al Cielo y sobre todo al casco, por haberte permitido seguir en este mundo. Pablo, Juanma y Eduardo, acompañaron a Victor hasta el Hotel deshaciendo los tres o cuatro kilómetros recorridos. Los demás, con un "algo" en el cuerpo difícil de describir, continuamos la ruta con la esperanza de que los acompañantes de Calvi, nos alcanzaran más adelante. Sin más contratiempos, aparte de un pinchazo de Kiko, nos dirigimos hacia la Fuenfría enlazando una maraña de senderos y caminos muy bonitos y divertidos.

En el mirador Vicente Aleixandre llamo a Pablo por teléfono para saber donde están. Entrecortadamente oigo algo de la Fuenfría y que se están quedando helados. Habían subido como balas para no hacernos esperar y mira tú.... Como pajaítos estaban en la cima del puerto. Rápidamente aparecen barritas, frutos secos, chocolate, ....pero ¡venga, vámonos, el carril del Gallo nos espera!


Tantas veces hemos descrito este maravilloso camino, que hacerlo más veces cansa. Solo se me ocurre proponerlo para monumento nacional ( o por lo menos provincial) al mountain bike. Rampas, pinos, piedras, trialeras, badenes, trompicones, salidas por las orejas, Clara agarrándose a dos pinos pequeños para no caer por el barranco,... de todo tiene este descenso. Las cosas normales que suele tener un disfrute de estas características. Pero tanto disfrutar, tanto disfrutar, no puede ser bueno, así es que la subida al Pto de Cotos por el camino viejo del Paular, nos esperaba con los dientes afilados para que expiáramos nuestras culpas, por tanto pecar con un Gallo.

La penitencia impuesta, era una hora de rampas del 11 al 15 %. Incluso alguno tuvo un plus de penitencia al romper el alojamiento de la cala de la zapatilla (Pablo), y tener que pedalear con un pie a lo tonto, con lo que jode. Claro que algún otro penó aún más de lo debido, llegando arriba con más castigo de lo recomendable. No siempre el cuerpo responde como a uno le gustaría, comentó Oriol al llegar arriba. Menos mal que estaba Kiko acompañándole para hacer más llevadera su penitencia. Tanto penar, tanto penar, hizo que en un momento dado se nos apareciera la Virgen al llegar a Cotos.

Lo que ocurría es que la Virgen se parecía bastante a uno que pocas horas antes se había dado un golpazo de muerte. -¡Anda, pero si es Calviniano! -¡No jodas! -¡Será su espíritu! -¡Sí, sí, su espíritu, pero trae bocatas y acuarius y cocacolas y plátanos y hasta un melón. -Bueno, pues a partir de ahora le llamaremos San Calviniano. Sí, señores. Victor en carne y hueso con un saco de provisiones. Este caballero, después de llegar al hotel, magullado, dolorido y supongo que cariacontecido, marchó a su casa que está a un zurrón de kilómetros, duchóse, curóse y comprónos el que sin duda ha sido el mejor avituallamiento de mi vida. Cualquiera, y yo el primero, después de lo sufrido por este hombre, nos habríamos ido a casa a lamernos las heridas con el rabo entre las piernas con una sobredosis de mala hostia difícil de cuantificar. Pero el amigo Calvi, positivizó rápidamente esa circunstancia adversa, colaborando desinteresadamente de esta forma tan grata para los demás. Además su aparición sirvió para llevarse a Oriol hasta el hotel. Saquen ustedes sus conclusiones.

Recuperadas las fuerzas después de un breve descansito, vino la carretera y manta hasta el Pto de Navacerrada. En unos minutos estábamos en el inicio de la última ascensioncita del día. Un pedregoso camino de kilómetro y medio nos llevaría al punto más alto de la ruta. Desde el pie de la Bola, a mil novecientos y pico metros de altitud, damos vista al monte de la Maliciosa. Y abajo todo el valle de la Barranca, donde se encuentra nuestro destino. La primera parte del descenso de las Cabrillas es un pedregal por el que cada uno va bajando como puede. El camino mejora paulatinamente a medida que descendemos. Paradita obligada en el mirador de la Barranca. Paisaje, relajo, no queremos que esto se acabe aunque sean las cinco de la tarde. Buena temperatura, no viento, bellas panorámicas, mejor compañía, ...


Todo esto a pesar de que nos queda otra maravilla de camino: el sendero Ortiz. La bajadita hasta el comienzo de esta senda, tiene un punto de emoción en un sitio, pues bajar por una rápida pista de grava suelta, genera una cierta incertidumbre. Y sobre todo en una curva a derechas bastante cerrada, donde más de uno hemos hecho un recto para no ir al suelo. Qué miedo da esa grava suelta cuando vas a mucha velocidad. Un pequeño despiste hacen que Pablo y Eduardo alarguen un poco el Ortiz en su principio. El resto hemos cogido un atajo por una cierta pendiente entubada. Siempre es igual de rápido este camino, frecuentado normalmente por senderistas, por sus pocas dificultades técnicas. Alguna si acaso, por no llevar el desarrollo adecuado en algún corto repecho. Intentar seguir el ritmo de bajada de Carrascosa es una entelequia. En dos o tres curvas desaparece de mi vista. Miro hacia atrás y tampoco veo a nadie. Espero un poco y van llegando algunos.


La guinda del descenso hasta la meta, es otra senda que se coge después de cruzar un rio y cruzar un complicado repecho trialero vencido sin poner pies por Javi (funchifuni). Esto lo hace así de bien porque a él no le cuesta y a los demás sí. No sé si tiene nombre este camino, pero podríamos llamarle el slalom rompehombros, pues se pasa tan rápido y tan cerca de algunos pinos que... Carrascosa sabe algo de eso. En pocos minutos estamos en el hotel....

domingo, 14 de septiembre de 2008

Colores de Montejo IV. Revisited (Estreno de la Opción IV)

Uno de los recorridos más duros que se pueden hacer en la provincia de Madrid es el que sale de Montejo de la Sierra y sube al Pico Tres Provincias. Estoy hablando de llegar a los 2216 metros de este pico después de 3 horas de pedaleo prácticamente sin parar de subir.

Los que me conocen saben mi atracción por este tipo de rutas. Debe estar relacionado con el masoquismo, no lo se. En esta ocasión necesito volver a hacer esta ruta para resarcirme de la caída que tuve tres meses atrás cuando la realizaba con mi amigo Frenetikow. El resultado de la caída fue de dos costillas rotas y dos semanas de inactividad ciclista. Demasiado para no tomarme la revancha.

La idea, además, era realizar la ruta con una variante que me había comentado Juanma y que la alargaría 16 kms. Se trataba de subir, desde el collado donde se coge la pista para bajar a Horcajuelo de la sierra, al collado del Mosquito y bajar por pista hasta el Puerto Cardoso y por carretera hasta Montejo. Vamos a ver como se da.

A las 9:54 dejaba el pequeño parking a las afueras de Montejo de la Sierra con 9ºC y el día despejado. Antes de cruzar el primer portón veo a dos ciclistas delante que van un tanto despistados. Sigo mi camino hacia el Puerto del Cardoso donde hago el tramo por carretera para coger poco después la pista que me llevará hasta el Collado del Mosquito, ascensión de 10 o 12 kms que no se hace especialmente dura y ofrece buenas panorámicas de las montañas que rodean mi posición, una distracción perfecta ante la ausencia de compañía en una subida tan larga.

Ya en la cumbre hago una pequeña parada para comer una barrita y festejar con alguna foto las vistas que me ofrece el día. Impresionantes. A mi derecha sale la pista en dura ascensión que está bautizada como Opción 2, y que lleva hasta Tres Provincias de una forma más directa que la Opción 3, la más popular entre los miembros de la PQ.

Monto de nuevo y tiro por la pista principal que lleva hasta Somosierra. Firme más o menos regular y en descenso rápido durante unos cinco o seis kms hasta la desviación a la derecha donde ascenderé de manera directa, sin tregua y mortificadora hasta Tres Provincias. Los dos o tres primeros kms tras el desvío se hacen entre abundante vegetación, pinos de decenas de metros de altura protegen al paseante, biker o incauta alimaña de la mirada del sol y otras estrellas del firmamento. Aquí el plato pequeño es la mejor compañía, más que nada para no reventar en las criminales rampas que vendrán unos kms más tarde.

Poco a poco, los pinos se van abriendo y permiten las seductoras vistas que te enseñan las montañas peladas de la Sierra pobre, apelativo que recibe la zona de la Tejera Negra en la provincia de Guadalajara. El ritmo es ágil pero sin forzar demasiado, voy solo y quiero ir cómodo. Una vez que he cogido la suficiente altura hago una segunda parada para regocijarme en la naturaleza que me rodea.

La parada vuelve a ser corta ya que no quiero acumular demasiado tiempo sin pedalear. Se que desde el coche hasta Tres Provincias no se baja de las tres horas de actividad y no quiero alargarlo con minutos innecesarios. Recupero las pulsaciones y continúo subiendo. Ahora la vegetación ha perdido el protagonismo para cedérselo a la aridez de las rocas y el color ocre del camino que he de seguir. En la encrucijada donde se incorpora la pista de la Opción 2 me cruzo con dos motoristas que me miran incrédulos.

Ahora solo queda la pista a Tres Provincias, mi “Pe” y yo. Poco a poco voy ganando metros, el terreno, bastante roto, como siempre, no hace sencillo avanzar, y es necesario una mezcla de fuerza y equilibrio para mantener las calas dentro de los pedales. El panorama a estas alturas es desolador, una serie de toboganes con pendientes cercanas al 20% nos indican el camino a seguir. Y cuando has culminado uno de ellos siempre aparece otro que deja insignificante al anterior, lo cual es una tortura difícil de digerir. Las rampas van pasando y me mantengo más o menos erguido con el piñón 13, manteniendo uno de reserva por si la cosa se pone imposible.

Y llega el momento en el que el terreno da paso a una pared de imposible digestión. Una rampa en curva a derechas con pedrolos sueltos al estilo Cueva Valiente pero con más inclinación y ante la que mis piernas han cedido, antes o después, siempre. Es el momento de aprovechar la parada para contemplar las estupendas panorámicas y descansar unos minutos para coger fuelle. Aquí y a estas alturas no es difícil avistar zorros, buitres, cervatillos e incluso algún lobo despistado en busca de topos o algún otro pequeño mamífero o ciclista desahuciado. Por ello, no pierdo demasiado tiempo y continúo en busca de los tres últimos toboganes que me dejarán al pie de la cima del Pico Tres Provincias, un gigantesco mirador a 2216 metros de altura hacia Castilla León donde quedarse embaucado por el infinito horizonte es parte del trato.

Me tumbo en el dólmen a descansar después de tres horas de ascensión en poco más de 30 kms desde Montejo de la Sierra y cerca de 1400 metros de desnivel positivo. Al poco tiempo aparecen en el lugar los dos bikers que advertí al comienzo de la ruta. Pero bastante desmejorados como todo aquel que osa subir a este santuario.
Después de una corta pero amena charla con mis amigos decido salir hacia Somosierra. Me estaba empezando a quedar un poco frío y todavía quedaban más de 40 kms por delante, aunque los siguientes doce son un descenso por diferentes terrenos en los que hay que mantener la guardia alta. Pistas rotas, pendientes negativas importantes y trampas de todo tipo salpican la bajada hasta Somosierra. Tomo mis precauciones y tal y como había prometido a mis acompañantes bajo de forma prudente. Me tengo que recordar que voy solo y que cualquier caída fea puede convertirse en un contratiempo fatal.

Llego sin novedad a la pista que había abandonado para subir al Pico y giro a la izquierda para continuar el descenso por el sendero que baja en zig-zag junto a la A1 y que termina en el Chorro, el mayor salto de agua de la Comunidad de Madrid. En esta última bajada tomo especial cuidado ya que tres meses atrás fue aquí donde me rompí dos costillas en una desafortunada caída.

Paso por el Alto de Somosierra y desciendo por carretera hasta la valla que me meterá de nuevo en el bosque. En este punto comienza de nuevo una subida que se hace bastante cómoda si te la tomas con tranquilidad. Se trata de unos 4 kms por un Coto de Caza por el que se rueda por una pista con roderas de 4x4 y que termina en el alto del collado en el que, normalmente, tomas la pista que baja hasta Horcajuelo de la Sierra, preámbulo del final de la ruta denominada como Opción 3. Pero yo había venido a sumar una unidad más, buscaba terminar la ruta con la Opción 4, y aquí, en este collado, en vez de bajar por la citada pista, debería tomar el camino que sale a mi izquierda para ascender de nuevo al Collado del Mosquito.

Mi estado físico se mantenía por encima de la reserva. Llevaba unos 48 kms y me quedaban algo más de 23. Los próximos seis, previa parada para verificar en el mapa mi posición y el recorrido a realizar, iban a resultarme bastante duros, con los inevitables dolores de cervicales y las piernas muy desgastadas. Lo bueno que tiene esta subida es que la has bajado tres horas y media antes y visualizas los puntos de referencia que te animan cuando el final está cerca.

Una vez en el Collado del Mosquito, apoyo la bici en un poste y me tiro en el suelo con dolores hasta en las pestañas. La satisfacción en este momento es enorme porque la ruta está prácticamente terminada, ya solo queda descender por pista hasta el Puerto Cardoso primero y, desde este punto y por carretera, hasta Montejo de la Sierra. Un verdadero deleite de bajada aunque tengo que tirar de frenos en un par de ocasiones por unos potrillos y unos senderistas que no advirtieron a tiempo mi fulgurante aparición.
Poco después, ya en la carretera, viajo a 50 y pico por hora por un firme rodeado de hayas y robles y con una sonrisa en la boca que transmite la felicidad que te dan momentos como este. Son las 4:19 de la tarde y Montejo de la Sierra me recibe con 21ºC y un cielo azul con luz de tarde. Ha llegado el final de esta ruta, en solitario y con un montón de sensaciones encima difíciles de explicar.

Como siempre, el recuerdo para mis compañeros de rutas que, por uno u otro motivo, no me han podido acompañar en esta aventura. A ellos va dedicada.

Datos finales:
71,7 kms
5:10 de pedaleo
13,87 de media
67 de máxima
2200 de desnivel acumulado aprox.