τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

sábado, 6 de noviembre de 2010

Pasapán endurece el ansiado reencuentro

Un año y una semana después de su última ruta (se dice pronto), decidió volver a la actividad bicicletera uno de los miembros más activos (además de co-fundador) de la cuadrilla ciclista que se juntaba regularmente a dar pedales por la Sierra de Madrid y aledaños hace no demasiado tiempo. Elegía para ello un recorrido que no es quizás el más idóneo para reengancharse a este deporte tras tan larga inactividad: casi 70 kms y 1900 de acumulado con guinda en Pasapán y varios regalitos nada desdeñables salpicados por el camino (Fuenfría, los rampones de la cañada soriana, el collado Marichiva...). El atrevimiento del elemento era más bien una inconsciencia. Pero la alegría del grupo era enorme. Juanma volvía al redil!!!


Pero no es que el resto seamos unos cabrones y quisiéramos la sangre de nuestro compañero sobre el tapete. El recorrido con Pasapán como telón de fondo se había fraguado como recepción a Jose Feria, nuestro amigo cordobés que nos visitaba este fin de semana y siempre fiel compañero en los Soplaos año tras año. Y Jesús (con quien no coincidía en ruta desde la Quedada de Forobici 2008), Jorge (un año sin montar juntos -aunque a éste le veo más-), Tony (mi jefe de filas en las últimas maratones que no me da márgen a bajar la guardia) y yo mismo habíamos quedado en reencontrarnos sobre una bici con esta bonita pero dura ruta. Juanma, entonces, decidió aprovechar la cita para reencontrarse con las viejas sensaciones y los viejos compañeros de aventuras.


La subida a la Fuenfría se hizo tranquila. Fueron doce kms tendidos con charlas de lo más amenas que nos iban haciendo entrar en calor y perder de vista los escasos 6ºC con que comenzábamos pasadas las 9 de la mañana en Cercedilla.


Jose Feria y Tony, vaya dos. Dios los cría y ellos se juntan. La bici de Jose caia en Madrid de estreno, una Cube HC Elite de carbono que supera los 9 kgs por muy poco. Preciosa.


Jesús, Jorge y Juanma. Los dos primeros, como buenas Garrapatas siamesas, con monturas casi iguales, unas espectaculares Stumpjumper con las que hay que verles bajar. Porque seguirles es imposible.


A mitad del descenso desde la Fuenfría hacia las praderas de Valsaín, una charlita con barrita. Y entre otras cosas, se vuelve a comentar la situación intolerable del alto de la Fuenfría, donde unos cuantos ciclistas y senderistas nos mirábamos casi sin poder escucharnos ante el ensordecedor ruido de las escopetas de unos cazadores que ejercían su “deporte” a pocos metros de las transitadas pistas.


Los tramos rápidos iban tocando a su fin. El embalse de Revenga, a poco más de 1.100 metros de altitud nos abre la puerta hacia la Cañada Soriana. Tony por fín respira aliviado: “Pensé que en esta ruta sólo se bajaba, si casi no hemos hecho otra cosa desde que hemos salido”, refunfuñaba hacia sus adentros.


Y como primer plato un rampón de 100 metros con cerca de un 30% provoca las primeras sobre excitaciones en el grupo. Hasta el momento ni una queja de Juanma, lo cual no dejaba de sorprendernos a todos.


Avanzar por estos praos conlleva gozar de un esplendoroso paisaje con las montañas más occidentales de la siera de Guadarrama a nuestra izquierda y las primeras poblaciones segovianas a nuestra derecha.


Mientras unos rodaban tranquilos, otros, los más inquietos, se dedicaban a ir abriendo los numerosos portones que nos fuimos encontrando en nuestro camino.


Bueno, alguna puerta si que abrí.


A menos de 1 km de la entrada a la pista que nos subiría a Pasapán, la fuente que hace memoria a Paco “El Campero”, nos brinda otra oportunidad para echar unas risas antes de echar los bofes en la escalada a los pies de la Mujer Muerta. Jorge en esto se las brinda solito e iba provocando continuas carcajadas. Un maestro. Y el de azul que aparece en primer término, fresco como una lechuga. Está claro que quien tuvo, retuvo.


Aquí comenzaban los 9 kms hasta la cima del puerto y dos más hasta el refugio de la cumbre del Pico de Pasapán (alt. 1998 metros). Antes de comenzar a pedalear, y tras sortear la tapia que separa el comienzo del ascenso de la Cañada Soriana, un ciclista entrado en años nos anima en nuestra aventura y nos recuerda la dureza de las rampas finales de este coloso, cercanas al 17%.


“Hombre trae pa'ca la cámara y te hago una foto que si no tú no sales”, me dice el más que amable personaje. “No, hombre, pero monta y así te la hago como a ellos”. Qué simpático. Un saludo desde aquí, amigo.


Al poco de comenzar a ascender formamos tres grupitos que irán avanzando conforme las necesidades de cada cual. Sin agobios.


El animalito cordobés y su nueva máquina, un conjunto que dará mucho que hablar en las próximas citas de 2011. Espero que su antigua Lapierre no le pierda comba, jajaja.


Y yo convencido de poner líquido a las cubiertas y prescindir de las dichosas cámaras cuando compruebo que este sistema también tiene sus problemillas.


Con el parón por la pérdida de aire en la bici de Jose, nos alcanzaron Jesús y Tony, que subían charlando y disfrutando del paisaje. Con el reagrupamiento y la cima tan cerca se desataron las hostilidades. En una revuelta Tony me incita a no bajar el ritmo. Si lo hacía me pasaba por encima. Peleón, como siempre, quería conquistar la meta volante del collado de Pasapán. Clack, clack, y el amigo pega un tirón que me cuesta un pulmón seguir, engancharme y finalmente tocar la valla del alto de Pasapán en primer lugar.


La conquista del Pico ya fue otro cantar. Desde el puerto hasta la cima real de la montaña hay una pista rota que apenas alcanza los dos kms y 150 metros de desnivel. Tony puso el ritmo y yo intenté no perder su rueda, asunto que casi me cuesta el otro pulmón. A medio km del final veo que la rueda trasera de la máquina corrupia se me empieza a escapar. “Como le de dos metro, adiós”. Y el tío seguía sin ceder. La llegada al refugio -Tony delante y yo sellado a su rueda trasera- fue todo un poema. Los gestos desencajados. Son esos momentos en los que piensas: “esto dura 2 minutos más y fallezco”. Qué tío, se pica hasta con las piedras.


Al poco, llega Jesús, que se tomó la subida de una forma menos rápida pero más inteligente. El resto del grupo prefirió dejar la visita al refugio para mejor ocasión. Se perdieron unas vistas de la meseta espectaculares, Riofrío y su palacio, Segovia... , pero ganaron unos años de vida.


Después de que Jorge y Juanma terminaran su ascensión, salimos de la cima buscando los tramos de bajada que nos llevarían a la trialera que desemboca en el embalse del Espinar. Para disfrutar de este descenso que tiene tramos de más del 34% de desnivel negativo, todavía habría que superar algún regalito de los de barbilla en el cuentakms. A estas alturas de la ruta, ya se merecía una medalla especial Juanma “el increíble”. Tras pasar algunas penurias en Pasapán, bien acompañado y animado por Jorge, ahí seguía, con el pabellón bien alto, vaciándose y disfrutando como el que más. Y es que quien tiene madera de campeón...


Detrás de Jesús, bajamos el resto. Quien quiera seguirle en los descensos, o le pone unas alas a la bici, o sabe que se tiene que jugar el tipo.


Al fondo, Montón de Trigo vigilaba nuestros movimientos y nos protegía de los peligros que nos rodeaban. El próximo escollo a superar era el Collado Marichiva y su tremenda pendiente sobre un piso pedregoso e irregular. Ya un clásico. Unos 600 metros con 200 de desnivel+ que yo, al menos, nunca había sido capaz de superar del tirón.


El ritmo de subida, al tran-tran. Jose abría camino con Jorge, Jesús y Tony por detrás. Juanma decidió subir con la estrategia de minimizar los daños. A estas alturas, después de un año sin montar, bastante había hecho ya. ¡¡Angelito!!


A la cima llegamos escalonados. Casi todos logramos superar esta diabólica pendiente sin sacar el pie de la cala, salvo los que habían tropezado con esa piedra cabrona que te descabalga sin remisión. Muchas veces, más que de fuerza es una cuestión de suerte.


Para bajar a Cercedilla decidimos dividirnos. Jose y yo acompañamos a Juanma por la pista, bajada más larga pero de menos desgaste. En cambio Jorge, Jesús y Tony prefirieron exprimir sus dotes de bajadores por uno de los senderos que salen del mirador Vicente Aleixandre.


A las 15:45, ya en los coches, se podía decir que el reencuentro había sido todo un éxito. La ruta se había completado sin pérdidas y, dado el perfil de la misma, no dejó de ser un milagro que Mr. Mazo no encontrara nunca al atrevido y pelín inconsciente de Juanma.


Completar el perfil de 68 kms y 1900 de desnivel positivo nos llevó 6h35 minutos (4h40 de pedaleo) de disfrute y risas. Los bocadillos que cayeron como premio en el Romantic de Guadarrama son de los que hacen afición. Si digo que tenían cada uno de ellos casi medio metro estoy seguro de que no exagero nada.

Consumado este ansiado reencuentro confío en que estas rutas se repitan más a menudo. Fue todo un placer volver a compartir pedaladas con cada uno de ustedes. Gracias.