τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

martes, 18 de septiembre de 2012

Maratón Sierra de Ayllón 2012. Buenas sensaciones y una oreja!

La Cicloturista de Ayllón la marqué en el calendario como uno de los objetivos a realizar después del verano. Pasado el inesperado éxito de Molina de Aragón en el Open de Guadalajara y el chasco de la MadridXtrema, quería volver a correr una prueba que ya va por el X aniversario desde su creación y que en 2010 me dejó un gran sabor de boca.

Se trata de una "carrera" (aunque los organizadores no quieren llamarla así) que transcurre por una zona que abarca la serranía próxima a Tejera Negra y Montejo, y que linda con la sierra de Guadarrama y la del Rincón. A su vez, la parte de la meseta norte que toca el recorrido le da grandes posibilidades de rodar rápido alrededor de los pueblos de Becerril y Villacorta, al noreste de la provincia de Segovia.

Esta marcha tiene un carácter no competitivo y el nivel general de los participantes no es el de una prueba de open provincial, pero todos, o casi todos los que se apuntan a estas historias van a darlo todo y, además, siempre hay gallos camuflados allá donde reparten dorsales. El recorrido de la prueba es de 65 kms y casi 1000 metros de acumulado que tienen como máxima dificultad la subida al Puerto del Infante (km30) y algunas rampas posteriores cercanas al 20%. El resto es rodar y rodar entre pequeños desniveles que van minándote las piernas sin que uno se de cuenta.

No voy a decir que mi intención era la de ganar, pero si intentar meterme entre los 5 o 10 primeros, sabiendo que hace dos años pude terminar en una también inesperada 7ª posición. Por mi parte, la evolución de las sensaciones desde que terminó todo el periodo de carga veraniego ha sido positiva, con lo que había que salir a pedalear, disfrutar y tener esa pizca de suerte sin la que es imposible que salga nada. Luego, la carrera ya dictaría sentencia.

Y madrugón que te crió. A las 7:00 de la mañana ya estaba bajando por el ascensor. Uno se mira en el espejo según baja al garaje y no se le ocurre otra cosa que llamarse gilipollas bien alto. Vaya pintas, vaya pelo, vaya cara... Menos mal que a esas horas los vecinos duermen... Si me cruzo con alguno se me cae la cara de vergüenza. Ufff!

En Ayllón estaba pasadas las 8:40 con lo que tenía tiempo de sobra para ir con calma en los preparativos. Monté la bici y me fui a recoger el dorsal y la bolsa obsequio a la preciosa plaza ayllonesa. Un lugar clave en las rutas del Románico castellano. La temperatura rondaba los 12 grados y el cielo estaba completamente despejado, así que se preveía un día caluroso. Aún así, me puse los manguitos.

A las 9:45 nos pusimos en marcha los 300 participantes detrás del coche que daría una vuelta por la Villa segoviana, tras la que salimos a una carretera dirección Atienza donde me situé en el grupo de cabeza atento a los movimientos del personal. Cuando el coche nos dió la salida oficial a la carrera y nos desvió a la izquierda a una pista que comenzó enseguida a picar hacia arriba, saltó un corredor del grupo delantero y comenzó a demarrar como si le fuera la vida en ello. "Pues adiós", pensé yo... Ni quería ni podía seguirle, aunque si aumenté el ritmo para quedarme al frente del pelotón y poco después romper el grupo con tan solo otro corredor a mi rueda.

Al primero, y gracias a que atravesábamos campos de cultivo con pocos árboles que estorbasen la visión, le llevábamos controlado como a 300 metros por delante. Por detrás se formó un grupo de unas quince unidades que pensé que tarde o temprano nos terminaría cogiendo. Casi hasta lo deseaba porque el ritmo de los primeros kms fue enorme y escondido en un grupo iría más cómodo. Pero no. Seguía tirando de mi compañero y el grupo perseguidor se iba distanciando poco a poco. El terreno, más o menos llano facilitaba el rodar rápido, demasiado quizás, hasta que cedí un poco para no desgastarme tan pronto ofreciendo el relevo al que llevaba detrás.

Cuando cambiamos las posiciones comprendí que tenía un serio problema con el corredor que tenía a mi lado, un miembro del CD Comarca Pinares de Burgos con una 29er que parecía volar sobre la pista. Me pegué a su rueda trasera y a "aguantar". A los pocos kms, sobre el 15 de carrera, cogimos al escapado e iniciamos al poco tiempo las primeras rampas del Puerto del Infante. Iban a ser unos diez kms de ascensión sin grandes porcentajes entre pinares y robles con unas vistas abiertas a la meseta norte espectaculares.

Cuando comenzó la subida, al grupo perseguidor no se le intuía. Si nada extraño pasaba podía cortar una oreja. Ahora solo quedaba determinar el orden de llegada. Eché mano al bolsillo para coger una barrita y le di un mordisco que casi me deja sin respiración. "A quién se le ocurre comer subiendo"... Mis dos compañeros de viaje se comenzaron a distanciar mientras mis dientes luchaban contra los trozos de barrita y el aire apenas podía entrar en mis pulmones. Cuando lo conseguí había perdido más de 150 metros con los dos de cabeza.

"A lo mío", pensé. "Chini-chano", puse mi ritmo y a ver qué pasaba. En algunas revueltas pude ver la distancia que le sacaba al cuarto y al quinto, que habían recortado tiempo por mi torpeza con la comida. Tras el casi-ahogo las sensaciones volvieron a normalizarse pero la distancia con los de delante se agrandaba poco a poco, hasta que vi como el corredor del CD Pinares Llanos y su 29er se marchaban solos puerto arriba. Ahí forcé yo un poco más para dar alcance cuanto antes al segundo e intentar que el primero no abriera un hueco insalvable.

El segundo tardó poco en caer, pero el primero iba como un misil. En el km 30, en la cumbre del Puerto del Infante, me cantaron alrededor de dos minutos de diferencia.

El resto hasta meta fue un contínuo tirar-tirar-tirar preguntando al vuelo en cada cruce o avituallamiento por la distancia que me separaba del primero y que iba variando entre el minuto y el minuto y medio. Tras el paso por Becerril y Villacorta el recorrido presentó unos senderos donde el tercero se me echó encima de nuevo, pero cuando la pista se puso a picar otra vez hacia arriba pude dejarle otra vez para no verle ya hasta la meta.

A 15 kms del final (la organización tenía marcado desde el km 45 y cada 5 kms lo que quedaba hasta Ayllón), cuando los bosques de pinos dejaron paso de nuevo a los campos abiertos de cereal, la figura de mi objetivo comenzó a aparecer en el visor. Y cada vez más cerca. A diez kms del final, en unas rampas durillas cercanas al 20% me acerqué tanto que casi le tocaba, pero cuando yo terminé esa subida y comenzamos a rodar de nuevo, la distancia seguía siendo sustancial.

Los últimos 5 kms los hicimos por pistas anchas con todo metido a 45 kms/h, pero Ayllón se echaba encima y no terminaba de dar caza al burgalés. Iba tan cegado que la pista por la que rodaba y que terminaba en forma de T casi supone el final de mi carrera. No ví el cruce hasta que estuve encima y no me estrellé contra un árbol porque me vino a ver mi ángel de la guarda. Ahí me despisté y tiré en dirección contraria al recorrido. Entonces en un punto de control me avisaron de que iba mal y me indicaron dónde estaba el camino correcto. Cuando enmendé el error ya había invertido más de un minuto en el despite.

Sin posibilidades de alcanzar ya al primero y preocupado por que el tercero no me pasara, cogí la senda paralela al río que llevaba bajo el arco del pueblo para enfilar los últimos metros de carrera para terminar  segundo a 1:38 del primero. Antes, y en plena plaza, me llevé un buen susto: una niña pequeña que salió de la nada se me cruzó delante de la bici a 20 metros de la meta. Imaginaros los gritos de su madre....

Final de la historia. Con un sabor dulce por las sensaciones que tuve durante toda la carrera y por el nivel de pulsaciones que pude mantener, fui a felicitar al ganador, Alfredo Gallego de la Fuente, un Master30 con el que estuve charlando unos minutos sobre el porrón de carreras que llevaba a sus espaldas, casi todas ellas del Open provincial de Burgos.

Hay que torear en todas las plazas, y es un gusto participar en este tipo de carreras locales donde la organización lo tiene todo milimetrado, el trato es genial, el marcaje del recorrido de diez!!!... y la posibilidad de cortar una oreja es mayor... pero la siguiente corrida, los 125 kms de la Talajara del próximo 7 de octubre y el nivel de los toros de la prueba toledana me van a bajar de la nube y me pondrán en mi lugar, espero que no más allá de los 100 primeros.


(Pendiente de encontrar fotos).

jueves, 6 de septiembre de 2012

MadridXtrema 2012. Plof, ploff... PLOFFF!

Toda mi historia con la MadridXtrema de este año comenzó mal ya desde el inicio. Hayá por el mes de abril, la organización me manda un mail contestando negativamente a mi duda sobre la participación en la carrera competitiva de aquellos corredores no federados. Ante mi asombro, vuelvo a insistir recordando que el año pasado con la licencia de un día si pude correr sin ningún problema la prueba competitiva siendo también puntuable para el Open de España de maratón. Nones...  Muy educadamente, me dicen que si quiero correr tendré que hacer la marcha cicloturista. Plof! Aunque esta es una cuestión federativa, estuve a punto de mandar la carrera al demonio, pero el ansia viva me pudo una vez más y en el último momento me apunté para poder estar en la línea de salida el 2 de septiembre.

La salida de la carrera

Cuando llegué a Chinchón sobre las 8 de la mañana del domingo, la temperatura no pasaba de 11 grados y corría un viento frío bastante insoportable. Me quedé apalancado en el coche, calentito, con una modorra tremenda y sin muchas ganas de salir a correr con la bici. Pero bueno, a la de tres, desperté de mi letargo y me acerqué al castillo de la localidad madrileña para recoger el dorsal y la típica bolsa obsequio. Antes del dorsal, había que pagar 15€ de la licencia del día, y a cambio, los que decían ser de la federación, no daban ningún resguardo sobre dicho abono (primera vez que me pasa). Plof! La bolsa obsequio no podía ser más pobre: unas bridas, el chip y una camiseta técnica conmemorativa talla XL. Bueno, como mantel me vendrá bien. Plof!

Una vez preparada la bici, comencé a dar vueltas por la esplanada de meta esperando que dieran la salida a los competis para que se configurara la parrilla de cicloturismo. Entre unos y otros éramos unos 600 participantes. En esos momentos el speaker suelta el dato de que el recorrido constaba de 80 kms!!!! "Ehhhhhh??? Pero si han estado todo el invierno vendiendo una prueba de 100 kms!!!!". "Otra de arena"!!!". Luego me enteraría de que Medio Ambiente había obligado a recortar kms ante el alto riesgo de incendio en la zona y se había eliminado una zona de pinares que consideraron inflamable?! Plof! A las 8:50 se dió el pistoletazo a la carrera pro, pero tenía tanto frío que no quería quedarme quieto en las primeras líneas cicloturistas esperando al comienzo, y sigo dando vueltas intentando entrar en calor. A las 9:01 se dió nuestra salida, y yo, de los últimos. Bueno, esto sin ser novedad, me obliga comenzar muy retrasado y con casi nulas posibilidades de alcanzar la cabeza de mi categoría. Plof!

Durante la salida neutralizada por las calles de Chinchón intenté meterme por todos los huecos posibles para adelantar posiciones, pero cuando entramos en las pistas de tierra, la cabeza estaba todavía legísimos e iban a todo trapo. Las primeras zonas del recorrido ya nos presentaron lo que iba a tocar durante las siguientes 4 horas... polvo, mucho polvo... pero polvo de talco... En los primeros kms apenas se veía por donde rodabas con el consiguiente riesgo de caída... Pistas donde se circulaba rápido y algunas bajadas iniciales facilitaban que nubes blancas se levantaran del suelo y engulleran al pelotón de ciclistas y casi los hicieran desaparecer.

Dorsales 324 y 361, Rubén González y Felipe Sanchidrián, dos buenos amigos que hicieron una gran carrera.

Cuando nos fuimos estirando, llegaron algunos senderos muy estrechos donde adelantar era imposible. Todos en fila de a uno. Los tapones fueron minando la paciencia de algunos... Los kms pasaban despacio y entre unas cosas y otras no me sentía cómodo encima de la bici. El recorrido presentaba decenas de toboganes y algunos de ellos con paredes imposibles de subir... El bájate-súebete de la bici por que la cuesta no es ciclable o por que los de delante no te dejan avanzar se hizo sinónimo de desesperación. Pero era lo que había y no soy de los de protestar. Callar y pedalear. Siempre digo lo mismo, cada cual está en el lugar de la carrera que se merece; y yo, o me avispo en las salidas, o me tengo que aguantar sin rechistar con estas situaciones.

Perdido en medio de la nada

Cuando los grupos se fueron reduciendo y aparentemente se podía rodar más cómodo y rápido, nos encontramos con otra traba: el marcado del recorrido. Nunca he participado en una carrera donde la sensación de pérdida fuera tan elevada, de hecho tuvimos que rectificar un par de veces por seguir por donde no debíamos, aunque nada comparado con lo que ocurrió con numerosos corredores, que incluso fueron descalificados por "perderse" y aparecer en el primer bucle de meta mucho antes de lo previsto... Plof!

Carreras son carreras, y hay que seguir mirando hacia delante pase lo que pase. Intenté recuperar todo el tiempo que me fue posible y a partir del km 35 comencé a coger  a los competis más rezagados. En ese primer paso por el castillo (Km37) lo hice con un penoso tiempo de 2h03. A partir de ese momento pude tirar todo lo que me dejaban mis piernas sin excusas de tapones, polvo o pérdidas... Fueron los momentos qué mas pude disfrutar de la carrera, con buenas sensaciones y encontrando buenos grupos para rodar rápido.


Los avituallamientos me los fui saltando porque no me faltaba ni bebida ni comida, y en el último de ellos (km 65) llegué a la altura de algunos corredores conocidos de otras batallas, pero... 300 metros después de ese punto kilométrico la bici comenzó a culear de atrás. "Voy pinchado!!!". Me paré. La cubierta había perdido aire pero aun le quedaría algo menos de 1 kg. Localicé una rajita en el flanco de la Rubena y decidí no montar una cámara. Le metí una botella de CO2 y puse un parche rápido en la rajilla (por fuera). Lo demás era rezar y que la rueda aguantase hasta meta, unos 15 kms.

En el km 70 (a siete del final) ya se divisaba una de las urbanizaciones cercanas a Chinchón, pero la rueda dijo basta. En ese momento se terminó mi carrera. Llevaba cámara pero no tenía bomba ni más botellas de CO2. Uno de los corredores que me pasaron me ofreció su bomba, pero la rechacé. "Gracias!" La motivación estaba con la aguja en cero. Pregunté a unos chicos que estaban viendo la carrera por la escapatoria más rápida para llegar a Chinchón, y poco a poco, encima de una rueda trasera aplastada, tomé la carretera que me dejó en algo más de 20 minutos en el coche. PLOFFF! Cuando decidí abandonar llevaba 4 horas de carrera.

La llegada al castillo fue espectacular.

Con la bici en el coche, me acerqué a la esplanada del castillo para ver quién andaba por allí y recuperar un poco las fuerzas y el humor. Entonces comprobé que el despropósito organizativo alcanzó también al festejo post-carrera. Mala y poca comida, menos bebida, caras largas si pedías dos Cocas de una vez, carpas de marcas anunciadas que allí no estaban, los de Powerade dosificando las botellas, en fin... Una pena. Plof!

Eso si, el faraónico escenario que se había montado para acoger el pódium no desmerecía al de cualquier concierto de los Rolling Stones. A buen seguro allí estaba una buena parte de los 27€ de la inscripción que pagamos cada uno de los participantes.

Cuatro días después de la carrera, ya en frío, sigo pensando que la organización no supo medir su capacidad de gestión y perdió el control de un evento que pretende ser una de las pruebas de referencia del MTB nacional. Pero esto no se consigue en dos años. Si se logra, suele ser tras mucho tiempo de avanzar poco a poco. De crecer un poquito cada año. El primer ladrillo lo colocaron el año pasado, y lo pusieron bien. Este han querido levantar uno de los muros del edificio de golpe, y unas cuantas rachas de aire (sic) se lo han llevado al garete.

Dicho esto, asumo lo duro que tiene que ser para el padre de la criatura comprobar el descontento generalizado y valoro muy positivamente el que su cabeza visible haya dado la cara con comunicados oficiales intentando explicar lo sucedido. Pero ha quedado mucho por explicar. Yo por mi parte me siento muy desilusionado con la MadridXtrema, pero como todo el mundo merece un voto de confianza, quizás el año que viene vuelva a participar. Ya veremos. En todo caso, que tengan mucha suerte si se deciden a proseguir con el proyecto. A Madrid le hace falta.

Por cierto que ganó Juan Pedro Trujillo con 3h09!!!!