La bici preparada ante el amenazante cielo de la mañana en Montejo de la Sierra. Ya me estaba insinuando que ella así no salía. Caprichosa!
El día comenzó con el típico madrugón cuando hay que coger el coche para irse a la sierra. Tenía decidido hacer la ruta del Cerro Porrejón que bordea la Puebla de la Sierra que ya hice con Tony el año pasado por estas mismas fechas pero... una vez en Montejo de la Sierra y ya en marcha, las nubes negras que amenazaban toda la zona y los 8ºC me hicieron dar media vuelta con 200 metros pedaleados y ala!, el pensamiento de "adónde vas tú?" esta vez si me frenó en seco. Al coche...
Vista de El Atazar desde el embalse.
Esta reculada, ¿significaba que me quedaría sin ruta?... y con una semana menos para el inicio de los objetivos de este año que, viendo como está el patio, el Soplao va a ser de nuevo el primero en vez de la tan esperada 101 de Ronda. Según deshacía kms con el coche dirección a Madrid, el cielo se iba clareando y mi cabeza funcionaba deprisa: "Qué tal salir desde El Atazar... la misma ruta pero con distinto punto de salida... bueno habrá que subir el cerro de la Torrecilla... venga... vamos a intentarlo".
Embalse de El Atazar.
Y así fue, en el km. 45 de la Nacional I tomo el desvio hacia Torrelaguna y en un periquete me planto en la localidad que da nombre al mayor embalse de agua de la Comunidad de Madrid. A todo esto, me había comido ya media mañana porque, cuando me puse a pedalear, eran las 11:30. Vaya horas! "Los primeros de Colmenar Viejo ya estarán terminando".
Eje de la ruta donde se unen los dos bucles. La pista de la izquierda es el comienzo y final de la ruta y sube al Collado de la Torrecilla; por la de la derecha se viene de Alpedrete de la Sierra.
Ya en marcha, y en frío, me tocaba la subida al Cerro de la Torrecilla. Son unos 7 kms con 500 metros de desnivel donde según te vas elevando recoges unas vistas de la denominada "Sierra Pobre" dignas de postal. La pizarra y el color ocre de las montañas mezclado con el indispensable cielo azul son las características genéticas de la zona. En el último km adelanto a tres trail runners que subían que daba gusto. "Eso si que debe ser duro", pensaba.
Avituallamiento 307. El Atazar
Una vez arriba y con unas sensaciones de piernas bastante mediocres, me dejo caer hacia Alpedrete de la Sierra, y tras superar alguna tachuela más, terminaría en el Atazar dos horas después del inicio y con 43 kms recorridos.
Y aquí está el porqué del título de esta entrada. En el Atazar, abro el coche, y la mochila que llevaba en el coche. Ahí dentro se escondía un fabuloso bocadillo de jamón serrano y queso y una CocaCola en una neverita tipo paya. Increíble!, se me hace la boca agua. !Qué momentazo! Terminado el bocata, cojo un par de barritas y un gel y lleno el bidón en la fuente del pueblo. En total, 12 minutos, lo que a la postre fue mi única parada en toda la ruta. Pero qué parada, cómo me supo este avituallamiento. La clave sin duda para ir bien alto de moral.
Cerrado el avituallamiento, digo el 307... me pongo en marcha. La segunda parte de la ruta iba a ser más complicada, larga y dura que la primera. Salí del Atazar dirección Robledillo de la Jara para, tras un pequeño puerto, coger la degradada carretera que une este pueblo con la Puebla de la Sierra y, un km más adelante, tomar una pista que se va adentrando en territorio inhóspito y salvaje... Aquí, el come-come de la cabeza, la soledad, el silencio sepulcral del bosque y yo que se qué mas, hacen pasar por tu retina el titular de la sección de sucesos del día siguiente: "Biker comido por los lobos en las cercanías de Puebla de la Sierra".
Hacia el Cerro Porrejón.
Esta pista va tomando altura poco a poco, y termina después de unos 7 kms de dura ascensión en Peña Cuervo. La subida es de las que hacen afición, tapado por los miles de pinos que se encuentran en la base del Cerro Porrejón no es difícil encontrar sombra que mitigue la dureza de estas rampas. Aquí es bastante factible cruzarse con cervatillos y jabalíes... y vete a saber qué otras alimañas. Es, desde luego, el tramo más duro de toda la ruta y un lugar clásico para una buena pájara. En mi caso, y aunque llevaba casi 60 kms en las patas, subí con buenas sensaciones, lejos de las que había tenido en la Torrecilla. En cualquier caso, este año tengo verdaderas dificultades para levantar las pulsaciones y es que ayer no pasé de 160 ppm en toda la ruta.
Terminado el tramo que podía haber convertido esta ruta en la peli de terror: "Devorado", inicio la búsqueda hacia la carretera que viene desde el Puerto de la Hiruela, paso obligado si hubiera salido desde Montejo, para desviarme por una pista que sale a la derecha y que enlaza con el Collado Salinero y el de las Palomas, lugares muy frecuentados por los cazadores de la zona.
Carrtera hacia Puebla de la Sierra. Territorio inhóspito.
Hasta el final, solo quedaban unos 20 kms de pista a media ladera con unas panorámicas de vértigo -se circula de forma permanente con un precipicio a la derecha de la marcha-, donde varios subibajas me hicieron tomarme un gel a modo de precaución. La aparición del cerro de la Torrecilla, indicaba que hasta el final ya era todo bajada, salvo el último km para subir al Atazar que se hace por un rampón que me dejó en "mi" avituallmiento particular pero, esta vez si, para poner punto y final a la pedalada del día.
Esta opción con la salida desde El Atazar alcanzó los 94 kms en un tiempo de 5h08 (+12 parado), algo menos que la versión del año pasado saliendo desde Montejo, que terminamos con 113 kms (me llegó a pasar por la cabeza bajar hasta este pueblo cuando estaba cerca de la Hiruela, pero..., alguien puso un poco de cordura en mis endiabladas ideas). Los 2400 metros de desnivel acumulado fueron los mismos y la media por km también.
Fin de la excursión. Satisfacción. Disfrute y curtido.
Lo que también cambió con respecto al año pasado, además de la siempre divertida presencia de Tony, fue la bici, y sobre todo, la transmisión, ya que era la primera ruta de montaña en la que me embarcaba con un 39x26 en los platos. En este sentido terminé encantado Y todas las dudas con respecto a una transmisión 2x9 fueron aclaradas. En todas las subidas me sobraron piñones y lo mejor de todo, puedes optimizar todas las marchas sin llevar cruzada la cadena con lo que cambias muchísimo menos de plato. Salvo en las subidas de cadencia y con porcentajes altos, vas siempre con el plato grande. Un acierto, sin duda. La ruta también!