Una vez superado este histórico escollo, pedaleamos hacia Zarzalejo en un ambiente relajado donde Chango saca a relucir sus cualidades como fotógrado y caza las primeras instantáneas en movimiento, siempre un lujo para recrear los recuerdos de las rutas.
Aprovechamos estos primeros kms sin ninguna dificultad para acelerar el ritmo y adentrarnos en el Camino de las Hoyas y sus rápidas pistas, que en un plis nos dejan en la carretera de las antenas de la base aeroespacial de Robledo de Chavela. Estos apéndices de hierro llegan a tener 70 metros de diámetro para no perder detalle de lo que ocurre allá afuera.
Dejamos atrás el complejo de la NASA y giramos hacia la derecha para comenzar a subir a la Ermita de Navahonda, que toma el nombre de un desaparecido poblado medieval y que fue construida a finales del siglo XVI. Proponemos la primera parada porque en este punto las tonterías se han acabado. Comemos barritas y galletas y, por supuesto, hacemos las fotos de rigor, nos miramos las cubiertas que llevamos unos y otros (por si alguien las ha cambiado y tiene que hacer algún comentario positivo o negativo) y charlamos de lo que se nos viene encima.
Y lo que tocaba era subir por unas rampas con unos porcentajes considerables durante 1,5 kms aproximadamente hasta el Collado de la Almenara. Lo peor de la subida lo tenemos al principio, donde una sucesión de rocas, la mayoría de ellas redondeadas, pondrán en dificultad nuestro paso con continuos resbalones y harán muy difícil la permanente estancia de las calas dentro de los pedales, aunque como bien avisa Carpetano “es bastante factible subirlo del tirón” si tienes un pelo de suerte en dos puntos clave; máxime cuando han mejorado-estropeado la ascensión y allanado su firme respecto al año pasado para que las procesiones y romerías no sufran tanto las inclemencias del terreno. Aunque, eso sí, los porcentajes no se los han llevado. Y, en ellos, Frenetikow sigue desenvolviéndose como pez en el agua. Es tremendo lo que le cunde al chico su viaje a tierras griegas.
Del Collado de la Almenara hasta Robledo de Chavela se coge bastante fuelle tras la extenuante ascensión ya que se disfruta de un descenso rapidillo aunque con zonas de bastantes piedras que te hacen ir muy alerta. De todas formas, esta bajada también ha sido “tocada” por los fieles.El cielo sigue nublado pero no amenaza agua y la temperatura, no muy alta pero sin viento, hace bastante agradable la pedalada. Cruzamos tranquilos Robledo recordando la subidita que nos espera a las afueras del pueblo para llegar al Collado del Fraile. Esta remontada, dividida en dos partes, nos termina de machacar (bueno a algunos, no). La primera, al norte de Zarzalejo, nos obliga a circular por una pista muy rota con porcentajes suaves pero que exige una concentración alta para no perder de vista la trazada buena y evitar así poner pie a tierra. La segunda parte, eleva considerablemente los porcentajes y tiene un firme arenoso y desigual que, además, está agravado por el paso de quads y motoristas que dejan unos surcos muy tramposos para nuestras “finas” cubiertas. Lo único bueno de este tramo es que no es demasiado largo y que, una vez arriba, nos espera la bajada por el Sendero de los Indios, un deleite para el mountain bike y para los ojos por las espectaculares vistas que ofrece de las montañas que rodean El Escorial.
En el Collado del Fraile algunos insinúan alargar la ruta y subir por las Zetas de Abantos, pero son rapidamente acallados por la mayoría del grupo, y como esto es democracia… Algún día tenemos un golpe de estado.Tras el breve descanso nos vamos en busca de los Indios, siempre detrás de Carpetano, que realizó a la perfección sus funciones de cicerone. Este trecho nos obliga a ir en fila de a uno y con distancia entre las unidades para no tener sustos ya que el sendero en muchas zonas está contraperaltado y nos podría empujar ladera abajo en una tarascada de varios cientos de metros. Además, restos de la nieve caída en las últimas semanas trabajaba a favor de la prudencia.

Tras disfrutar de este trayecto llegamos a las dos barreras que mantienen el ganado en su sitio, pero que nosotros tenemos que saltar para continuar con las emociones del día. Y las que llegaban eran las más fuertes de la ruta. Primero para bajar por un rampón con un 25% de desnivel aunque bastante limpio hasta el bosque de la Herrería, y después para deslizarnos paralelos a la tapia del Castañar por lo que los escurialenses conocen como el sendero o “atajo Saligari”, un descenso espectacular de 1 km aproximadamente con continuas eses y firme copado de hojarasca por el que tienes que intuir el paso a más de 40 kms/h derrapando en las curvas y pasando a cms de muchos de los robles que pueblan el lugar. Impresionante.
De este lugar hasta la estación de Ferrocarril de El Escorial solo quedarán unos minutos de regocijo por el día de bici pasado, sin caídas, pinchazos ni averías (salvando alguna salida de cadena). Llegamos al final de la ruta a las 13:50 con 5 grados de temperatura y mas contentos que unas castañuelas aunque tocados físicamente por la dureza del recorrido, que concentra sus poco más de 1000 metros de desnivel en dos subidas, aunque te lo paga con buenas y variadas bajadas.Los datos finales que salieron fueron:
48,7 kms
3h22 minutos de pedaleo
14,4 km/h
1020 de desnivel acumulado
Ha sido un placer.
Y como muy tarde que se repita el último finde de 2009.
La Ermita de Navahonda from Carrascosa on Vimeo.



