Ubicados en una casona en lo alto de una loma, desde donde se divisa un inmenso valle lechero -tengo entendido que es el de mayor producción de toda Cantabria-, y delimitado por unos montes verdes que dan una frescura sin igual a toda la zona, tuvimos el escenario ideal para rematar unas vacaciones que en todos los ámbitos han sido muy positivas.
En lo ciclista, y todavía sobrecogido por las aventuras de Noe en la TransAlp y Ada y Santi en el Ironbike (qué mérito tiene esta gente), finalmente conseguí que la bici pasara la aduana familiar. La dureza de este trámite no es tanto por la permisividad de los agentes aduaneros, que no ponen una sola pega, sino por la sensación interior de no ser capaz de hacer un viaje sin meter "la bicha con ruedas" en el maletero del coche...
Además de intentar no desinflarme del todo antes de la MadridXtrema del 4 de septiembre, tenía muchas ganas de recorrer algunos puertos de la geografía cántabra con la flaca. En años anteriores, cuando no sabía lo que eran unas ruedas finas, ya solía rodar por muchos de ellos buscando esas sensaciones que da el asfalto.
Carretera comarcar atravesando Omoño
Peña Cabarga
Por primera vez bajé de la media hora: 29:12.
La playa de los Tranquilos
Después de otro día de rodaje por las carreteras que atraviesan Somo, Pedreña y Rubayo, diseñé una ruta que no superara los 100 kms y que no me llevara más de 4 horas fuera de casa. Por cercanía geográfica y emocional puse la salida y meta en el precioso pueblo de Liérganes. Desde aquí tomé la carretera hacia La Cavada y subí el Puerto de Alisas y el de Collados del Asón desde Arredondo. Después me dirigí hacia La Gándara y volví por Ramales de la Victoria para rematar la etapa con otra subida a Alisas, esta vez desde Arredondo.
La subida a Alisas desde La Cavada tiene un 6,5% de pendiente media y sus cerca de 10 kms de rampas no son muy duras. En los días claros las vistas hacia el norte ofrecen una impresionante panorámica de la costa. El casi nulo tráfico además del buen asfalto hacen de esta montaña una muy buena opción para salir con la bici hacia el interior.
Aproximadamente en el km 6, la carretera comienza a zigzagear buscando la cima del puerto. Pero antes uno se encuentra a tres ciclistas de metal oxidado cuya labor es rendir un homenaje perpetuo al ciclismo. Es muy gratificante pasar a su lado.
Terminada esta ascensión busqué rapidamente la bajada para no quedarme frío en el alto. En nada y menos estaba entrando en las calles de Arredondo, que es "la capital del mundo", según reza una placa. Poco después y tras girar a la derecha en un cruce comencé a buscar las primeras cuestas del segundo puerto del día: los Collados del Asón. Esta subida se divide en dos partes. Una primera va cogiendo desnivel en una tremenda recta que atraviesa un bosque de hayas que apenas deja pasar la luz del sol; y una segunda, con cuatro o cinco horquillas, terminan de ubicarte a 715 metros sobre el nivel del mar.
De nuevo las vistas son espectaculares y dignas de cualquier postal. Las formaciones calcáreas que las aguas y los hielos van esculpiendo en la montaña no dejan de sorprenderme año tras año. Y es que por algo este Parque Natural es uno de los espacios protegidos que la región cuida con máximo mimo. Da gusto subir puertos como este donde el entorno dirige al disfrute por encima del sufrimiento.
Las últimas horquillas antes de la cumbre
Junto al buitre de granito en la cima del puerto
A diferencia que otros años, cuando enlazaba este puerto con el de la Sía, en esta ocasión me dirigí hacia La Gándara y Ramales de la Victoria por la comarcal 256, una carretera cómoda y revirada con apenas algo de tráfico y donde se puede saborear durante un buen rato las sensaciones que transmite el valle que atraviesa el río Gándara.
De Ramales salí a la comarcal 261 que me llevaría en unos 12 kms hasta Arredondo de nuevo, lugar en el que tendría que eliminar la última dificultad montañosa de la jornada: Alisas por la vertiente sur. Si este puerto desde La Cavada está considerado un 1ª categoría, la subida desde Arredondo es un 2ª. Yo no encuentro grandes diferencias entre las dos vertientes -ni en longitud ni en elevación-. Se hacen cómodas si no quieres exprimirte y muy duras si vas a machete, ya que es la típica montaña donde se sube a base de potencia.
A pesar de ser día festivo en Cantabria y del buen clima no me crucé con demasiados ciclistas, lo cual no dejó de extrañarme ya que este lugar es sacrosanto entre los bikers de la zona y alrededores.
El final de Alisas me indicó practicamente el final de la ruta. Descenso hasta La Cavada y llaneo hasta Liérganes para comenzar a saborear lo que en definitiva fue la última ruta por asfalto cántabro de estas vacaciones.
Paso de La Cavada hacia Liérganes
Ya en el coche paré la bici con los datos más o menos previstos: 100 kms, 1950 de desnivel acumulado sacados en tres puertos y algo menos de 4 horas de ruta. Pero como aún quedaban unos 20' de coche hasta Langre debía de darme prisa en salir de Liérganes para que en cas no hiciera mucho ruido esta salida. Chssssssssssssssss...