τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

domingo, 7 de enero de 2007

Día 1. El principio de la locura

Al final el 7 de enero de 2007 culminé mi bautizo ciclista en la sierra. Me acompañaron en el hito los compañeros Peguero y Sportbilly, y la localización de la ruta nos adentró desde Cercedilla, a 1.215 metros de altitud, hasta el puerto de la Fuenfría (1.969), la cuenca del río Moros, el alto de los Leones, y terminó, al fin, en nuestro punto de partida.

La salida, sobre las 9:50 de la mañana y a 3 grados C., nos empuja hacia las primeras cuestas que, una hora y pico después, nos dejarán en la base de la Fuenfría, algunas de ellas con un 10% de pendiente. La subida se torna amenizada por la conversación de… Peguero y Sportbilly. “Qué tal vas”, me dice Peguero a mitad de ascensión. Tardo unos 10 segundos en responderle entre balbuceos: “Bastante tengo con procesar lo que escucho”, le respondo. Ya arriba, hacemos un alto en el mirador de la Reina, donde las vistas nos provocan una evasión de la realidad. El día estaba totalmente despejado, aunque algo de neblina se esboza en la base del valle.

Continuamos pedaleando, por una pista en buenas condiciones y bordeando el embalse del Espinar a 1555 metros. Hemos dejado atrás a los últimos senderistas que se han atrevido con las rampas de Cercedilla y poco a poco comenzamos a descender hasta el desvío que nos llevará a una buena trialera para los amigos Peguero y Sportbilly. Para mí fue una bajada infernal con cantos rodados del tamaño de un casco que provocan que la parte de atrás de mi bici vaya por libre. Sólo una buena dosis de milagro impide que me rompa los dientes en la bajada. Una vez terminada, miro a mis compañeros con ojos de: “No se como conseguís levitar por encima de las rocas”.

Tras bajar unos kilómetros por una pista ancha a buena velocidad y con algún sustillo en alguna curva embarrada, comenzamos a subir de nuevo, esta vez camino a los Leones, puerto al que salimos durante dos kilómetros de subida, más o menos, y donde quien escribe comienza a quedarse, quedarse, quedarseeeeeeee.

Una vez culminado el alto, y bajar tres o cuatro curvas, cruzamos la carretera. Esta vez para tomar la pista que nos llevará hasta Cercedilla, casi toda ella en bajada, y donde mis dos amigos suicidas vuelven a volar como posesos por encima de los cantos de granito de la sierra de Madrid.”Ala pues nos vemos abajo”, pienso. Durante la bajada, nos sorprende una curva cerrada de 180 grados a la que llegamos, aproximadamente, a 63 kmh. Bloqueo de frenos, mis compañeros la pasan, pero yo veo que no, que no, que termino haciendo parapente encima de la bici. Uf, salvado.

Y sin mas incidentes, llegamos a Cercedilla, unas cuatro horas después de la salida sin incidentes destacables y 46 kilómetros en las piernas. Un buen día, sin caídas ni pinchazos.

Pues eso, perdón por la extensión.
Saludos.