τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

jueves, 16 de diciembre de 2010

Comienza 2011

Tras casi tres semanas de absentismo ciclista, el pasado martes retomé esto de dar pedales dentro de la jaula en que he convertido para mí la Casa de Campo, lugar idóneo para pegarse unas buenas panzadas sobre el sillín a escasos minutos del centro de Madrid.

La misión trata de ir llenando la hucha poco a poco durante un buen número de semanas, ya se sabe, rodar mucho a bajas intensidades, evitar los gastos innecesarios y facilitar al organismo a que se vuelva a acondicionar al pedaleo. Lo que los pros llaman “Periodo de base”, vamos. Solo hay un problema para que esto funcione: el tiempo que cada cual le puede dedicar a esta bendita afición, y con un trabajo a jornada partida como el mío (y sin rodillo en casa) hay que hacer encaje de bolillos :(

Este periodo es, quizás, el más duro de todo el año: están prohibidos los piques y se debe asumir que hasta los caracoles van a andar más que uno. La verdad es que parece que todo tiene su lógica. Yo, por la experiencia de otros años, creo a pies juntillas en que quien ahorra durante el periodo invernal puede gastar más en la temporada de compras.

Y las compras en 2011 tienen tres fechas marcadas:

- El 7 y 8 de mayo: 101 de Ronda. Tengo unas ganas enormes de participar en esta prueba, una de las más populares de todo el calendario andaluz y con una organización y dirección de carrera más que sobresaliente a cargo de La Legión. La sombra del Soplao -casi en las mismas fechas- me ha hecho tirar para el norte en los últimos años.


-3, 4 y 5 de junio: Madrid Bikex. Nueva prueba en la Comunidad de Madrid que constará de 3 etapas y que unirá las localidades de Manzanares El Real, Segovia y Rascafría para terminar, de nuevo, en Manzanares El Real tras 225 kms y 6.000 metros de desnivel acumulado. Promete.

-16 de julio: Salzkammergut Trophy o “la locura del año”. 211 kms y 7000 metros de desnivel acumulado por los Alpes austriacos. Para esta prueba creo que no basta hacer un buen periodo de base, que también. Habrá que complemantarlo con entrenos de calidad para los que no se si dispondré del tiempo necesario. El listón en esta carrera es sufrir lo justo (que será mucho), disfrutar (que espero sea también mucho) y acabar (para lo cual hay que superar hasta 5 controles de paso jodidillos). Ya está todo reservado con lo que ya no hay vuelta atrás :(


Qué locura de perfil...

Espero que pueda abarcar y disfrutar de estos tres retos en la primera mitad de 2011. Ya veremos que hacemos con la 2ª mitad.

Y si hablamos a largo plazo, ya que el Mundial de fútbol de Qatar se anunció ya para 2022, me atrevo a decir que en lo ciclista, y si la economía y las fuerzas acompañan, 2012 será año de desierto. Ahí lo dejo ;)

lunes, 6 de diciembre de 2010

Pero, ¿quién es este individuo?

A través del blog Mountain Bike y Más  me enteré que en el mes de diciembre la revista Planeta MTB publicaba un reportaje de la Euskadi Extrem que se celebró el fin de semana del 9 y 10 del pasado mes de octubre.

Aproveché la visita a un VIPs para ojear la revista mientras mi hija revoloteaba tocando todos los expositores.

Cuando abrí la primera página para leer el índice, mis ojos fueron en busca del susodicho reportaje. "Ahí va!, y esa foto?"

Ya en la página 86, casi me caigo al suelo. Me empiezan a sudar las manos, mientras mi pequeña sigue haciendo de las suyas cogiendo unos cromos de Hello Kitty.

La foto a toda página que daba entrada al reportaje es la de un globero de Madrid que me resulta demasiado conocido, jejeje "Y esa montura?". Desde luego que no ha podido tener mejor homenaje antes de la retirada.


Me giro hacia mi hija y le suelto con voz temblorosa: "Mira Mamen, quién es este?". "Anda, se parece a papá", me responde desde la ingenuidad de sus 4 añitos. "No, no. Es papá", le corrijo atónito. "¿Y tú que haces en la revista?", me preguntó intrigada. A esta cuestión no supe que responder, jajaja.


Voy pasando las páginas recordando la aventura de los dos estupendos días de travesía por El País Vasco sin entender muy bien nada de lo que tenía entre manos.





Unas páginas más adelante me encuentro una entrevista en profundidad con Jose Antonio Hermida por su reciente Campeonato del Mundo. Los pelos se me ponen como escarpias al pensar que mi foto está compartiendo espacio en papel couché con semejante megacrack.

En fin, que esta si que ha sido buena. Finalmente, por supuesto, me compré la revista, además de los cromos y el álbum de Hello Kitty que Mamen me pidió. La pobre no sabía que en ese momento de hipnosis si me pide que le compre la colección completa de la dichosa muñeca, se la lleva de calle...

sábado, 6 de noviembre de 2010

Pasapán endurece el ansiado reencuentro

Un año y una semana después de su última ruta (se dice pronto), decidió volver a la actividad bicicletera uno de los miembros más activos (además de co-fundador) de la cuadrilla ciclista que se juntaba regularmente a dar pedales por la Sierra de Madrid y aledaños hace no demasiado tiempo. Elegía para ello un recorrido que no es quizás el más idóneo para reengancharse a este deporte tras tan larga inactividad: casi 70 kms y 1900 de acumulado con guinda en Pasapán y varios regalitos nada desdeñables salpicados por el camino (Fuenfría, los rampones de la cañada soriana, el collado Marichiva...). El atrevimiento del elemento era más bien una inconsciencia. Pero la alegría del grupo era enorme. Juanma volvía al redil!!!


Pero no es que el resto seamos unos cabrones y quisiéramos la sangre de nuestro compañero sobre el tapete. El recorrido con Pasapán como telón de fondo se había fraguado como recepción a Jose Feria, nuestro amigo cordobés que nos visitaba este fin de semana y siempre fiel compañero en los Soplaos año tras año. Y Jesús (con quien no coincidía en ruta desde la Quedada de Forobici 2008), Jorge (un año sin montar juntos -aunque a éste le veo más-), Tony (mi jefe de filas en las últimas maratones que no me da márgen a bajar la guardia) y yo mismo habíamos quedado en reencontrarnos sobre una bici con esta bonita pero dura ruta. Juanma, entonces, decidió aprovechar la cita para reencontrarse con las viejas sensaciones y los viejos compañeros de aventuras.


La subida a la Fuenfría se hizo tranquila. Fueron doce kms tendidos con charlas de lo más amenas que nos iban haciendo entrar en calor y perder de vista los escasos 6ºC con que comenzábamos pasadas las 9 de la mañana en Cercedilla.


Jose Feria y Tony, vaya dos. Dios los cría y ellos se juntan. La bici de Jose caia en Madrid de estreno, una Cube HC Elite de carbono que supera los 9 kgs por muy poco. Preciosa.


Jesús, Jorge y Juanma. Los dos primeros, como buenas Garrapatas siamesas, con monturas casi iguales, unas espectaculares Stumpjumper con las que hay que verles bajar. Porque seguirles es imposible.


A mitad del descenso desde la Fuenfría hacia las praderas de Valsaín, una charlita con barrita. Y entre otras cosas, se vuelve a comentar la situación intolerable del alto de la Fuenfría, donde unos cuantos ciclistas y senderistas nos mirábamos casi sin poder escucharnos ante el ensordecedor ruido de las escopetas de unos cazadores que ejercían su “deporte” a pocos metros de las transitadas pistas.


Los tramos rápidos iban tocando a su fin. El embalse de Revenga, a poco más de 1.100 metros de altitud nos abre la puerta hacia la Cañada Soriana. Tony por fín respira aliviado: “Pensé que en esta ruta sólo se bajaba, si casi no hemos hecho otra cosa desde que hemos salido”, refunfuñaba hacia sus adentros.


Y como primer plato un rampón de 100 metros con cerca de un 30% provoca las primeras sobre excitaciones en el grupo. Hasta el momento ni una queja de Juanma, lo cual no dejaba de sorprendernos a todos.


Avanzar por estos praos conlleva gozar de un esplendoroso paisaje con las montañas más occidentales de la siera de Guadarrama a nuestra izquierda y las primeras poblaciones segovianas a nuestra derecha.


Mientras unos rodaban tranquilos, otros, los más inquietos, se dedicaban a ir abriendo los numerosos portones que nos fuimos encontrando en nuestro camino.


Bueno, alguna puerta si que abrí.


A menos de 1 km de la entrada a la pista que nos subiría a Pasapán, la fuente que hace memoria a Paco “El Campero”, nos brinda otra oportunidad para echar unas risas antes de echar los bofes en la escalada a los pies de la Mujer Muerta. Jorge en esto se las brinda solito e iba provocando continuas carcajadas. Un maestro. Y el de azul que aparece en primer término, fresco como una lechuga. Está claro que quien tuvo, retuvo.


Aquí comenzaban los 9 kms hasta la cima del puerto y dos más hasta el refugio de la cumbre del Pico de Pasapán (alt. 1998 metros). Antes de comenzar a pedalear, y tras sortear la tapia que separa el comienzo del ascenso de la Cañada Soriana, un ciclista entrado en años nos anima en nuestra aventura y nos recuerda la dureza de las rampas finales de este coloso, cercanas al 17%.


“Hombre trae pa'ca la cámara y te hago una foto que si no tú no sales”, me dice el más que amable personaje. “No, hombre, pero monta y así te la hago como a ellos”. Qué simpático. Un saludo desde aquí, amigo.


Al poco de comenzar a ascender formamos tres grupitos que irán avanzando conforme las necesidades de cada cual. Sin agobios.


El animalito cordobés y su nueva máquina, un conjunto que dará mucho que hablar en las próximas citas de 2011. Espero que su antigua Lapierre no le pierda comba, jajaja.


Y yo convencido de poner líquido a las cubiertas y prescindir de las dichosas cámaras cuando compruebo que este sistema también tiene sus problemillas.


Con el parón por la pérdida de aire en la bici de Jose, nos alcanzaron Jesús y Tony, que subían charlando y disfrutando del paisaje. Con el reagrupamiento y la cima tan cerca se desataron las hostilidades. En una revuelta Tony me incita a no bajar el ritmo. Si lo hacía me pasaba por encima. Peleón, como siempre, quería conquistar la meta volante del collado de Pasapán. Clack, clack, y el amigo pega un tirón que me cuesta un pulmón seguir, engancharme y finalmente tocar la valla del alto de Pasapán en primer lugar.


La conquista del Pico ya fue otro cantar. Desde el puerto hasta la cima real de la montaña hay una pista rota que apenas alcanza los dos kms y 150 metros de desnivel. Tony puso el ritmo y yo intenté no perder su rueda, asunto que casi me cuesta el otro pulmón. A medio km del final veo que la rueda trasera de la máquina corrupia se me empieza a escapar. “Como le de dos metro, adiós”. Y el tío seguía sin ceder. La llegada al refugio -Tony delante y yo sellado a su rueda trasera- fue todo un poema. Los gestos desencajados. Son esos momentos en los que piensas: “esto dura 2 minutos más y fallezco”. Qué tío, se pica hasta con las piedras.


Al poco, llega Jesús, que se tomó la subida de una forma menos rápida pero más inteligente. El resto del grupo prefirió dejar la visita al refugio para mejor ocasión. Se perdieron unas vistas de la meseta espectaculares, Riofrío y su palacio, Segovia... , pero ganaron unos años de vida.


Después de que Jorge y Juanma terminaran su ascensión, salimos de la cima buscando los tramos de bajada que nos llevarían a la trialera que desemboca en el embalse del Espinar. Para disfrutar de este descenso que tiene tramos de más del 34% de desnivel negativo, todavía habría que superar algún regalito de los de barbilla en el cuentakms. A estas alturas de la ruta, ya se merecía una medalla especial Juanma “el increíble”. Tras pasar algunas penurias en Pasapán, bien acompañado y animado por Jorge, ahí seguía, con el pabellón bien alto, vaciándose y disfrutando como el que más. Y es que quien tiene madera de campeón...


Detrás de Jesús, bajamos el resto. Quien quiera seguirle en los descensos, o le pone unas alas a la bici, o sabe que se tiene que jugar el tipo.


Al fondo, Montón de Trigo vigilaba nuestros movimientos y nos protegía de los peligros que nos rodeaban. El próximo escollo a superar era el Collado Marichiva y su tremenda pendiente sobre un piso pedregoso e irregular. Ya un clásico. Unos 600 metros con 200 de desnivel+ que yo, al menos, nunca había sido capaz de superar del tirón.


El ritmo de subida, al tran-tran. Jose abría camino con Jorge, Jesús y Tony por detrás. Juanma decidió subir con la estrategia de minimizar los daños. A estas alturas, después de un año sin montar, bastante había hecho ya. ¡¡Angelito!!


A la cima llegamos escalonados. Casi todos logramos superar esta diabólica pendiente sin sacar el pie de la cala, salvo los que habían tropezado con esa piedra cabrona que te descabalga sin remisión. Muchas veces, más que de fuerza es una cuestión de suerte.


Para bajar a Cercedilla decidimos dividirnos. Jose y yo acompañamos a Juanma por la pista, bajada más larga pero de menos desgaste. En cambio Jorge, Jesús y Tony prefirieron exprimir sus dotes de bajadores por uno de los senderos que salen del mirador Vicente Aleixandre.


A las 15:45, ya en los coches, se podía decir que el reencuentro había sido todo un éxito. La ruta se había completado sin pérdidas y, dado el perfil de la misma, no dejó de ser un milagro que Mr. Mazo no encontrara nunca al atrevido y pelín inconsciente de Juanma.


Completar el perfil de 68 kms y 1900 de desnivel positivo nos llevó 6h35 minutos (4h40 de pedaleo) de disfrute y risas. Los bocadillos que cayeron como premio en el Romantic de Guadarrama son de los que hacen afición. Si digo que tenían cada uno de ellos casi medio metro estoy seguro de que no exagero nada.

Consumado este ansiado reencuentro confío en que estas rutas se repitan más a menudo. Fue todo un placer volver a compartir pedaladas con cada uno de ustedes. Gracias.

domingo, 17 de octubre de 2010

Maratón 'Sierra Norte' 2010

Después de la aventura vasca llegó la “Sierra Norte”. Éste maratón traía este año algunas novedades producto del cambio del club organizador (CC Madroño), patrocinador y localidad de salida-llegada (El Berrueco). Persistía, eso sí, el espíritu de otros años, el tipo de recorrido (mucho sendero, caminos rompepiernas y zonas de trialeras) y la longitud y desnivel del mismo (80 kms y unos 1.500 metros).

Esta marcha se merece el reconocimiento de todos los aficionados al MTB de la Comunidad de Madrid, ya que es de lo poco bueno que nos queda en el calendario madrileño. Sin entrar en detalles de los porqués de esta penosa situación si nos comparamos con otras regiones, solo cabe decir que esperamos que la situación se reconduzca. La vuelta de la ausente este año 88 de Mammoth y la I edición de la pometedora Madrid Bikex son muy buenas noticias en este sentido.

El lugar en el calendario de la “Sierra Norte” (finales de octubre) me hace mirar a esta marcha/carrera como el último reto anual con efectos “competitivos”. Si se puede llamar “competitivo” a la  ilusión por intentar mejorar el tiempo del año anterior y/o, simplemente, sentirme agusto pedaleando en pos de una clasificación lo más cerca posible de los de delante. Este año parecía que el resultado podía ser plenamente satisfactorio. Todos los signos señalaban en esta dirección.

De izquierda a derecha, Bruna, Tony, Galán y yo mismo.

El día amaneció despejado pero muy frío. El viento del norte llevaba colándose por la Península varios días y las temperaturas estaban siendo bastante frescas. En el momento de la salida rondábamos los 7ºC, aunque una vez te pones en movimiento los fríos se olvidan rápido. Lo más duro fue aguantar hasta el pitido inicial.

Ya en marcha, como siempre en mitad del pelotón por mucho que uno intente pegarse a las primeras líneas de salida, los zigzageantes senderos se hacen especialmente incómodos por las aglomeraciones y un sol cegador que comenzaba a levantarse perezoso de entre las montañas que custodian el embalse de El Atazar.

Los primeros costarrones me descubren en la bici el típico problema de la cadena nueva cuando los piñones ya tienen algunos kms, saltos en el camio trasero cuando se le fuerza en exceso. Este problema se fue apagando según pasaban los kms y los eslabones se iban estirando, pero hasta que esa situación se consolidó, cada “track, track” era un duro golpe a la moral y una pequeña herida en el avanzar con continuidad.

A todo esto, la compañía de Tony ya se había esfumado en los primeros minutos, pero a cambio disfruté de unos instantes junto al maestro Peguero y Bruna. Mientras, el caprichoso destino estaba dictando que este no fuera mi día de laureles. En el km 23, tras una bajada pedregosa, sentí como mi rueda trasera había perdido todo el aire de golpe. Un “Joderrrrrrr, será posible...”, o “a la mierda con todo”, fue lo más suave que se deslizó entre mis labios.

El reventón me había pillado en un senderín de subida con hierbecillas de 30 cms a ambos lados del caminillo que dificultaban una maniobra de reparación rápida. Corrí unos metros hacia arriba buscando el mejor lugar posible para el cambio de cámara y, ala, a dar la vuelta a la bici... El crono comienza a correr transformando los segundos en una minutada del copón.

“¿Necesitas algo?”, “¿Todo bien?”, comencé a escuchar mientras intentaba operara a toda velocidad. Cuando no, “¿Coño Pablo, que ha pasado?”, “¿Pablo tienes de todo?”, y un definitivo “¡Joder Pablo, te ha dicho Azanedo mil veces que le pongas líquido a las cubiertas!”. En este último comentario en tono de bronca distinguí la voz de Sergio, del CC Escurialense. “Qué razón tiene -pensé-, parece mentira que siga confiando en las dichosas cámaras”. Una cosa he de decir bien alto: Gracias a todos por vuestro apoyo, sé que si lo hubiera pedido habríais parado sin chistar. ¿Si?, ¿no?!

El tiempo que pudo pasar hasta que reparé el pinchazo pudo estar rozando los 15 minutos ya que tuve serias dificultades para meter la cámara nueva en la cubierta sin el apoyo de una bomba que me la hinchara un poco. Una bobona de CO2 fue todo el aire que pude insulflar a la rueda, en torno a 1,5 bares de presión.

“La carrera ya está acabada”, me iba repitiendo una y otra vez, aunque una pista de asfalto roto en subida que encontré tras unas trialeras, me hizo apretar los dientes y tirar hacia adelante. El ir ganando algunas posiciones desde ese momento no hacía si no encenderme más y más. Llegado el primer avituallamiento seguí de largo, y solo frenaba ante los controles de paso para que los chicos me marcaran el dorsal.

Poco a poco fui llegando a la altura de cascos conocidos y, al pasar al lado de cada uno de ellos, me daban ánimos para seguir hacia adelante. En el segundo avituallamiento, sobre el km 45, me paré a beber un vaso isotónico y pedir una bomba de pie para hinchar la rueda trasera. Como no había no esperé ni un minuto en salir de allí a toda prisa. Lo hice detrás de la rueda de Miguel Galán y Ramón (Mammoth) y de Jimmy (CC Pandilleros Garrapateros). Estuve un buen rato a la vera de ellos tres ya que tocaba zona técnica y prefería ir detrás de alguien que me marcara la trazada. La verdad es que es una gozada pasar por estas zonas de planchas graníticas y senderos serpenteantes que hay en las inmediaciones de la Cabrera.

En torno al km 50, tras quedarme solo de nuevo y agilizar la visión para no perder de vista las marcas del camino (el recorrido estaba muy bien señalizado), comenzaba la subida al Medio Celemín. Iba comiendo y bebiendo continuamente. Llevaba tres barritas en el maillot que me estaban salvando la vida. Las buenas sesaciones me ayudaron a superar este puertecillo con bastante facilidad e ir superando posiciones con regularidad, aunque en la bajada, que también hice solo, tocaba ser prudente. Con la presión que llevaba detrás podía tener otro reventón a poco que cogiera una piedra en mala posición.

El tercer avituallamiento estaba al final de este descenso y tuve que parar porque también era un control de paso. Vaso isitónico y para adelante. Con qué ilusión estaban los niños que te marcaban el dorsal junto a sus madres orgullosas. Menudos campeones que tenemos ahí! Otro acierto de la organización.

En la salida de este avituallamiento unos operarios nos hicieron señas para que fuéramos despacio ante las maniobras que estaba haciendo una grúa de gran tonelaje para salir a la carretera. No pasé por encima de la grúa de milagro.

El recorrido ya giraba hacia el punto de salida. Quedaban unos 20 kms rompepiernas con bastantes zonas de piedras que no iban a dar tregua. En esos momentos, ajeno totalmente a mi posición, solo podía guiarme por el tiempo transcurrido desde la salida. Sabía que si seguía apretando y la rueda aguantaba podría llegar al Berrueco con unas 4h30 más o menos. Ese fue mi tiempo en la edición anterior en un recorrido muy parecido a este y llegué en la posición 44º. Aunque el éxito del año pasado era un resultado insuficiente para este. En cualquier caso había que luchar por ello.

Mi batalla era contra el reloj, el tiempo pasaba a toda pastilla y los kms muy despacio. Con 63 kms en las piernas estos tramos finales son donde se suelen marcar las diferencias a favor o en contra. De momento seguía con buen ritmo aunque comenzaba a tener sensación de vacío en el estómago. Por el cuarto avituallamiento pasé sin parar. Iba bien de agua y la meta estaba demasiado cerca como para desperdiciar ni un segundo.

Los últimos 10 kms los hice junto a tres tipos que iban bastante rápido y a los que solo pude mantenerles la rueda. En las bajadas iban más fuertes y seguros que yo, y en los llaneos y subidas me volvía a pegar a ellos.

Con el rostro desencajado.

El cartel de El Berrueco nos hizo esprintar a todos llegando juntos a meta. En la mesa de tiempos me dieron la posición 49º con 4h38', a 59 minutos del primero. Mi primer pensamiento fue “vaya desastre”. Según pasaron los minutos fui aplacando mi furia a medida que me iba sumergiendo en las gratificantes conversaciones con mis amigos de ruta (Peguero, Javi, Sergio, Jimmy y Miguel Ángel) mientras degustábamos una merecida empanada y un buen plato de pasta. Felicidades a todos ellos por lo buenos que son encima de la bici, y mención especial para Jimmy cuya progresión está siendo increíble. Lástima no poder esperar a la llegada de Nacho y Bruna.

El perfil rompepiernas.

Un mensaje de Tony dándome su tiempo y posición me alentó un poco más ya que, al menos él si había conseguido un fantástico puesto (32º) -mi enhorabuena, amigo-, y mirando clasificaciones, comprobé los lugares de compañeros rodadores en la Casa de Campo (27º) con los que comparto algunos kms de eso que llamamos “soltar piernas”, jejeje.

Pero la realidad es que sigo yendo con cámaras dentro de las cubiertas, y mientras no de un giro al tubeless creo que seguiré corriendo un serio riesgo de que mis apariciones por este tipo de maratones sean un fiasco. De nada vale que los signos y sensaciones apunten hacia una buena carrera. A ver si hago caso ya de los que saben...

Por último, es justo dedicar unas líneas a mi vieja amiga y compañera de tantos miles de kms que dijo adiós en ésta su última maratón. Después de trece años de existencia, el betusto pero siempre fiel cuadro Peugeot dejará paso a un Lapierre que rebajará bastantes gramos la montura y la hará ganar en rigidez. Espero estar a la altura de su anterior dueño, el maestro cordobés Mr. Feria.

*** Fotos cedidas desde la web del club organizador CC Madroño.

domingo, 10 de octubre de 2010

Euskadi Extrem 2010. Día 2


Levantarse de la cama sin estar repuesto de una paliza para meterse en otro desaguisado similar, de verdad que cuesta un esfuerzo titánico. Creédme. Durante el desayuno con mis tres compañeros en el salón de la casa Arregui, en Oñati, con los ojos hinchados, sin fuerzas, y, desde luego, sin ningunas ganas de montar en bici, tuve claro que nunca podré afrontar una carrera por etapas tipo Titan desert o Cape Epic. En un día creo que soy capaz de cualquier ruta... pero darle continuidad al esfuerzo durante varios días, eso es harina de otro costal. Ante mi insinuación, Tony me hizo un guiño como diciendo: “Deja de decir tonterías y desayuna que te va a hacer falta”.


Después de abandonar nuestro lugar de descanso, y con los estómagos llenos, cogemos las bolsas, mochilas y demás bultos y los cargamos en nuestras espaldas. Había que bajar hasta el pueblo en bici y dejar nuestros enseres en el camión que nos los llevaría a Lekeitio.




La salida se iba a dar a las 10:00 am, con lo que nos daba tiempo suficiente de firmar y tomarnos un café antes de ponernos manos a la obra. Según pasaban los minutos y los músculos entraban en calor, la pereza se iba diluyendo. La mañana, nublada y templada, parecía que aguantaba seca, y esto ya era mucho.



Las últimas noticias avisaban de un recorte en el recorrido de esta 2ª etapa de unos 10 kms, con lo que ésta se quedaba en un “paseo” de apenas 70 kms por la cerrada y agreste orografía vasca.


10:00 am. Puntuales, en la Plaza del Ayuntamiento, la organización de la Euskadi Extrem lanza el cohete que nos pone a todos en ruta. No sé si sería cierto que en la 1ª etapa abandonaron 100 participantes, lo que si era seguro que en esta segunda tomábamos la salida más ciclistas que el primer día, o al menos así me lo pareció a mí por el increíble pelotón que salió neutralizado de Oñati. Es probable que existiera la posibilidad de inscribirse sólo en una de las dos etapas.


Situados en mitad del pelotón, pronto nos comenzamos a disgregar por el mismo como chicos traviesos. En un abrir y cerrar de ojos me encontré sin elementos conocidos a mi alrrededor. Esta segunda etapa, creo que llevaba el disfraz de carrera.


Última vez que vi a Tony hasta el Polideportivo de Lekeitio. Barruntaba que la cámara de fotos iba a salir a pasear en menos ocasiones que el día anterior.


El cielo seguía manteniendo su semblante amenazador, pero sin disparar agua, asunto de vital importancia para el devenir del trayecto y para mantener elevada la moral de la tropa.


La montaña se acercaba. En el km 8 se terminaba la aventura neutralizada y comenzaban 3 o 4 kms de festín. El pelotón se puso a mirar hacia el cielo en unas rampas que rompieron las piernas a muchos.


De mis compañeros 'nothing'. Intuía que iban por delante, así que no cedí en la ascensión y me dejé llevar a lo que daban mis pulsaciones. Es curioso como una vez que estás en medio del fregao, el día anterior ya no cuenta, ni pesa, ni nada. Todo se concentra en superar lo que el recorrido de turno proponga.


Pasado el primer puertaco, el recorrido comienza a crestear por unos lugares con una concentración de vegetación increíbles. Pero como no hay nada perfecto, las precipitaciones nos visitaron de nuevo para casi no abandonarnos hasta la costa. Con lo que había llovido por la noche y lo que estaba por caer, el terreno estaba ciertamente impracticable: barro, barro y más barro.


Mientras Tony, que seguía con su grupo, disfrutaba ajeno a la posición de sus compañeros. Cada uno de nosotros íbamos avanzando sin conocer exactamente donde nos encontrábamos el resto.


Tras el avituallamiento de Elgeta, me enganché a un grupo de unos 15 ciclistas (todos vascos). Volvemos a los senderos rompepiernas, con subidas y bajadas continuas, con el barro impidiendo a la bici avanzar con normalidad, pero de una belleza espectacular. Es posible que sin estos increíbles parajes naturales, el ánimo para pedalear en estas condiciones adversas hubiera invitado al abandono.



Seguimos pedaleando entre pendientes imposibles de subir en seco, no digo ya en mojado. Al patear y empujar la bici sobre el barro y las rocas húmedas uno se resbalaba con facilidad, así que algunos cuestones tipo cortafuegos fueron un duro ejercicio de equilibrio. En una aldea unos viejecitos nos sacaron una manguera para aligerar las bicis de barro mientras se reían de nuestras caras llenas de tierra. No era para menos. Cuando salimos del lugar con la transmisión adecentada y vimos el paredón que teníamos enfrente no hubo ni uno del grupo en el que me encontraba que gastara fuerzas en subir un metro montado. Miradas al suelo y a sufrir!


Con el paso de los kms la grupeta se fue desmoronando. Al Alto de Areitio, mitad de recorrido más o menos, subí con otros tres bikers. “Ya se huele el mar”, decía uno de ellos. Fueron momentos en los que la lluvia nos ofreció una tregua y las nubes se alzaron para que pudieramos apreciar el espacio natural por el que transitábamos. Aquí, el recorrido se introdujo en la Reserva Natural de Urdaibai, declarada por la UNESCO Reserva de la Biosfera. Un paisaje único, como el de casi todo el trayecto.

En el km 46, en Zenarruza, la organización puso el segundo y útimo avituallamiento antes de meta.


A estas alturas la típica Coca Cola y el bocadillo de lo que sea, aliñado con un vaso isotónico y una barrita son tan imprescindibles como el pavo en Nochebuena. Creo, incluso, que sientan mejor que éste. La pobre bici, que tiene un régimen perpetuo, descansa tirada con la lengua fuera.


Antes de irme de este bello lugar, decido dar un bocao más de lo que pille y de paso proponer mi queja ante la ausencia de mangueras a una de las chicas que tan amablemente nos atendían. En este caso, la receptora no tuvo la respuesta más adecuada ante mi sugerencia: “Es que esto es extreme”, atinó a decir. Sin ganas para discutir me di la vuelta y sin esperar nada más, comencé a dar pedales hacia el bosque.


Sin saber los unos de los otros, me tocó hacer los 20 kms finales practicamente en solitario, aunque de vez en cuando cogía la estela de alguna pareja perdida en la inmensidad de estos parajes.

Superadas todas las subidas destacables solo quedaba un punto en el que había que mantener plena atención. Una bajada sobre hormigón de unos 300 metros con un porcentaje del 35% donde solo se piensa en la respuesta de los frenos. Si estos fallan, adiós!

El resto fue un devenir de caminos con una señalización un tanto deficiente (llegué a perderme en dos ocasiones y salvé a un nutrido grupo del camino equivocado cuando regresaba del segundo extravío) Con la vuelta de la lluvia, los pasos sobre puentes de madera se convirtieron en trampas mortales. En uno de ellos, mi rueda delantera patinó y el hostión fué de los que no se olvidan. Esos milisegundos en los que uno no termina de pararse fueron especialmente angustiosos ante la posibilidad de caer al río. Mientras estaba en el suelo, aparecieron dos cicistas de la nada, y el primero de ellos acabó en una postura parecida a la mía y su bici apunto de hacer migas con las truchas. Solo quedó en el susto.



Lekeitio. 14:38 de la tarde. Aventura terminada. La entrada en la localidad y, minutos más tarde, en el puerto, con un speaker dándote la bienvenida y algunos espectadores aplaudiendo a los finishers que íbamos llegando, provoca algo más que unos cuantos pelos de punta. Son estos los momentos, que aunque breves, me empujan a embarcarme en aventuras como esta. Y, qué demonios, habrá una Titan desert o una Cape Epic en el futuro. Las habrá a pesar de los ojos hinchados de cada mañana y el cansancio acumulado de los días pasados. Seguro.



La 2ª etapa había sido reducida a 70 kms y unos 1500 metros de desnivel acumulado que completé en 4 horas y media de sufri-disfrute. Poco más tarde fueron llegando Tony, Javi (un pedazo biker de Arcones que conocimos tras la 1ª etapa), Miguel y Miguel Ángel. El grupo había finalizado con éxito la travesía propuesta por la Euskadi Extrem en este 2010.

Sin duda, unos de los puntos fuertes de la organización es la intención de variar el recorrido en cada edición, consiguiendo así, una EuskadiExtrem diferente cada año. El de este año, un 10!

Pero será importante que presten atención a las demandas de los paticipantes (léase mangueras en los puntos clave con acumulación excesiva de barro -por muy extrem que sea el recorrido- y la mejora de la señalización).

En cualquier caso, enhorabuena por el gran fin de semana que nos han hecho pasar a cerca de 500 personas. Tarea que, indudablemente, acarrea un trabajo brutal.


Ahí están, descansando por fin tras 196 kms, 4200 metros de desnivel positivo y 14 horas de ruta (12 horas de pedaleo).


La comida final no fue uno de los puntos brillantes de la organización, sobre todo si la comparamos con la que sirvieron el año pasado. Si lo fue la compañía. Unos bikers de Castellón nos emplazaron a participar en alguna de las locuras de ultrafondo que organizan todos los años por aquellas tierras levantinas. Veremos.


Tras dos horas de autobús, la llegada a Laguardia nos ponía a cada uno rumbo a su destino. El nuestro era un viaje de 4 horas hasta Madrid. Al día siguiente había que trabajar... y empezar a preparar la siguiente...


Gracias a los titanes de mis compañeros por compartir este fin de semana de auténtico lujo. Ha sido un auténtico placer...