τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

martes, 30 de agosto de 2011

Asfalto cántabro

Los últimos días de agosto ya han pasado, y con ellos se ha ido hasta el último suspiro de las vacaciones estivales. En la recta final del descanso decidimos transladarnos a Santander, exactamente a la pedanía de Langre, una de las siete aldeas que componen el municipio de Ribamontán al Mar y que está geográficamente situado frente a la ciudad de Santander.

Ubicados en una casona en lo alto de una loma, desde donde se divisa un inmenso valle lechero -tengo entendido que es el de mayor producción de toda Cantabria-, y delimitado por unos montes verdes que dan una frescura sin igual a toda la zona, tuvimos el escenario ideal para rematar unas vacaciones que en todos los ámbitos han sido muy positivas.


En lo ciclista, y todavía sobrecogido por las aventuras de Noe en la TransAlp y Ada y Santi en el Ironbike (qué mérito tiene esta gente), finalmente conseguí que la bici pasara la aduana familiar. La dureza de este trámite no es tanto por la permisividad de los agentes aduaneros, que no ponen una sola pega, sino por la sensación interior de no ser capaz de hacer un viaje sin meter "la bicha con ruedas" en el maletero del coche...

Además de intentar no desinflarme del todo antes de la MadridXtrema del 4 de septiembre, tenía muchas ganas de recorrer algunos puertos de la geografía cántabra con la flaca. En años anteriores, cuando no sabía lo que eran unas ruedas finas, ya solía rodar por muchos de ellos buscando esas sensaciones que da el asfalto.

 Carretera comarcar atravesando Omoño

Tras una primera toma de contacto por la CA-141 hasta Santoña, una carretera autonómica que circula paralela a la costa desembocando en la nacional a Bilbao, y que solo tiene una pequeña dificultad con el portachuelo de Ajo, dirigí las miras hacia una salida que me llevara hasta el alto de Peña Cabarga. Arena fina.

 Peña Cabarga

 Tras salir de Langre hacia Beranga, pasando por Güemes, Las Pilas, San Mamés, San Miguel de Meruelo y Praves puse la bici mirando hacia este monte, un puerto que se subirá en la Vuelta a España como colofón a la etapa del próximo día 7 de septiembre. Su longitud es corta, apenas son 6 kms, pero sus rampas llegan hasta el 10% de media con una parte final diabólica al 19% para terminar ascendiendo 450 metros de desnivel. Y claro, no es lo mismo subirlo con una bici de montaña con un desarrollo más o menos cómodo que con un 39-27. A dos kms del final cuando la cosa se pone insufrible llegué a retorcerme encima de la bici como nunca antes. Pensaba: "no me bajo ahora mismo por dignidad, pero como esto no ablande en unos metros, me caigo a plomo". La recompensa arriba es infinita ya que las vistas desde esta cima alcanzan más allá del mar y las montañas.

Por primera vez bajé de la media hora: 29:12.

 Vistas desde la casona de Langre

 La playa de los Tranquilos

Después de otro día de rodaje por las carreteras que atraviesan Somo, Pedreña y Rubayo, diseñé una ruta que no superara los 100 kms y que no me llevara más de 4 horas fuera de casa. Por cercanía geográfica y emocional puse la salida y meta en el precioso pueblo de Liérganes. Desde aquí tomé la carretera hacia La Cavada y subí el Puerto de Alisas y el de Collados del Asón desde Arredondo. Después me dirigí hacia La Gándara y volví por Ramales de la Victoria para rematar la etapa con otra subida a Alisas, esta vez desde Arredondo.


La subida a Alisas desde La Cavada tiene un 6,5% de pendiente media y sus cerca de 10 kms de rampas no son muy duras. En los días claros las vistas hacia el norte ofrecen una impresionante panorámica de la costa. El casi nulo tráfico además del buen asfalto hacen de esta montaña una muy buena opción para salir con la bici hacia el interior.


Aproximadamente en el km 6, la carretera comienza a zigzagear buscando la cima del puerto. Pero antes uno se encuentra a tres ciclistas de metal oxidado cuya labor es rendir un homenaje perpetuo al ciclismo. Es muy gratificante pasar a su lado.



Terminada esta ascensión busqué rapidamente la bajada para no quedarme frío en el alto. En nada y menos estaba entrando en las calles de Arredondo, que es "la capital del mundo", según reza una placa. Poco después y tras girar a la derecha en un cruce comencé a buscar las primeras cuestas del segundo puerto del día: los Collados del Asón. Esta subida se divide en dos partes. Una primera va cogiendo desnivel en una tremenda recta que atraviesa un bosque de hayas que apenas deja pasar la luz del sol; y una segunda, con cuatro o cinco horquillas, terminan de ubicarte a 715 metros sobre el nivel del mar.


De nuevo las vistas son espectaculares y dignas de cualquier postal. Las formaciones calcáreas que las aguas y los hielos van esculpiendo en la montaña no dejan de sorprenderme año tras año. Y es que por algo este Parque Natural es uno de los espacios protegidos que la región cuida con máximo mimo. Da gusto subir puertos como este donde el entorno dirige al disfrute por encima del sufrimiento.

Las últimas horquillas antes de la cumbre

Junto al buitre de granito en la cima del puerto


A diferencia que otros años, cuando enlazaba este puerto con el de la Sía, en esta ocasión me dirigí hacia La Gándara y Ramales de la Victoria por la comarcal 256, una carretera cómoda y revirada con apenas algo de tráfico y donde se puede saborear durante un buen rato las sensaciones que transmite el valle que atraviesa el río Gándara.

De Ramales salí a la comarcal 261 que me llevaría en unos 12 kms hasta Arredondo de nuevo, lugar en el que tendría que eliminar la última dificultad montañosa de la jornada: Alisas por la vertiente sur. Si este puerto desde La Cavada está considerado un 1ª categoría, la subida desde Arredondo es un 2ª. Yo no encuentro grandes diferencias entre las dos vertientes -ni en longitud ni en elevación-. Se hacen cómodas si no quieres exprimirte y muy duras si vas a machete, ya que es la típica montaña donde se sube a base de potencia.

A pesar de ser día festivo en Cantabria y del buen clima no me crucé con demasiados ciclistas, lo cual no dejó de extrañarme ya que este lugar es sacrosanto entre los bikers de la zona y alrededores.


El final de Alisas me indicó practicamente el final de la ruta. Descenso hasta La Cavada y llaneo hasta Liérganes para comenzar a saborear lo que en definitiva fue la última ruta por asfalto cántabro de estas vacaciones.

Paso de La Cavada hacia Liérganes


Ya en el coche paré la bici con los datos más o menos previstos: 100 kms, 1950 de desnivel acumulado sacados en tres puertos y algo menos de 4 horas de ruta. Pero como aún quedaban unos 20' de coche hasta Langre debía de darme prisa en salir de Liérganes para que en cas no hiciera mucho ruido esta salida. Chssssssssssssssss...


domingo, 21 de agosto de 2011

Tres Provincias 5.0

Qué barbaridad, cómo pasa el tiempo!!! Hace ya casi cuatro años de aquella primera excursión al Pico Tres Provincias o Cebollera Vieja (alt. 2129 mts) donde todos los integrantes de aquella ruta quedamos marcados de alguna forma por esta colosal montaña. Algunos incluso dimitieron para siempre en esto de dar pedales. No fue mi caso. En aquellos momentos, donde yo apenas llevaba unos meses encima de la bici, pude comprobar cómo de duras pueden ser algunas zonas de nuestra sierra, y cuántas opciones te regala la montaña para acortar o alargar los días en que decides visitarla.

Desde entonces ha llovido mucho, pero yo intento volver al menos una vez al año a Montejo de la Sierra para realizar la visita a Tres Provincias, punto más septentrional de la Comunidad de Madrid. Al principio me conformaba con realizar el mismo recorrido que en aquel octubre de 2007, pero al pasar los años fui investigando nuevas opciones que alargaban aquella versión hasta llegar a la que completé este pasado domingo. Es la revisión 5.0 de esta ruta.


Después de mi regreso de las playas y montes gaditanos me apetecía rendir pleitesía al coloso madrileño. Bueno, madrileño, segoviano y guadalajareño, que por eso se llama Tres Provincias, y recorrer y sudar el cordal que antecede al Pico desde la pista que baja del Collado del Mosquito. En esta ocasión iba a añadir un sector más a esta ruta: el camino que une el Pto del Cardoso con el Pto de la Hiruela, para desde allí bajar por carretera a Montejo de la Sierra. En total 12 kms y unos 200 metros de desnivel más, que unido a lo anterior seguro que me iban a dejar satisfecho.

Se habrá enterado que tuve una aventura con la Flash???

Salí de casa prontito y según me acercaba a la sierra el cielo se iba poniendo de un gris negruzco preocupante. Y aunque me llegó a caer alguna gota mientras me acercaba con el coche al punto de salida, el día se fue arreglando a medida que pasaron las horas. Todo terminó con temperaturas suaves y nubes altas que matizaban los rayos del sol y que favorecían darse una pequeña paliza por estas sierras del sistema central, muy próximas a los montes de Ayllón.


Dejé atrás Montejo de la Sierra pasadas las 9:30 de la mañana, lo cual también implicó un potente madrugón, ya que en coche se tarda una hora hasta la zona. Desde Montejo al Pto del Cardoso, como siempre, pasé por el rancho que hay a las afueras del pueblo para iniciar los caminos que van calentándote las piernas con subibajas potentes hasta la carretera que se dirige a Cardoso de la Sierra. Allí cogí agua en la fuente y giré hacia la pista que me acercó a las primeras rampas del Collado del Mosquito, un puerto de 10,7 kms y 500 metros de desnivel que se puede hacer a plato sin sufrir demasiado. Durante la subida uno se deleita con el espectácular hayedo de Montejo, del cual dice la leyenda que está habitado con duendes y hadas que engatusan a los visitantes para convertirlos en lagartijas y petirrojos. Cualquier día me pasa.

Espectaculares vistas desde el Collado del Mosquito

Alcanzado el Collado en poco más de 40 minutos, sale un carril a la derecha que se dirige hacia Tres Provincias, pero yo prefiero bajar por la pista que hay al otro lado del paso canadiense para comenzar a subir desde unos kms más abajo. Todo sea por hacer más kms y por subir a Tres Provincias desde la altitud más baja posible.


 Una vez que me desvié para empezar la ascensión me dieron unas palpitaciones tremendas ante la visión que tuve del camino. "¿Pero, qué ha pasado aquí?". El pequeño sendero que te eleva hacia el cordal y que cada año estaba más cerrado por la maleza, se había transformado en una pista ancha perfectamente alisada. Demencial. Una pena haber perdido la sensación donde las plantas te acarician las piernas mientras buscas la mejor trazada a la vez que miras detrás de los arbustos con el rabillo del ojo.

Fui ganando metros rapidamente hasta que desemboqué en el ramal donde se junta el camino que sube del Collado del Mosquito. Allí, giré a la izquierda. Comenzaba el duro cresteo por estas montañas hasta Tres Provincias. Las máquinas también habían entrado hasta aquí... Incomprensible.

La autopista hacia Tres Provincias

El tránsito por la cuerda de la montaña sin las piedras originales que ponían contínuas zancadillas a tu equilibrio se ha convertido en un rodar llevadero y eso sí, la parte de la rampa central que alcanza el 27% y que con las piedras me hacía desmontar siempre, esta vez lo pude pasar sin mayor problema. Para ello me ayudaron los recuerdos de la subida a Las Mulas en los Alcornocales, en cierta manera parecida a esta.


 Lo único que tuve que sortear en estos más de 9 kms de cresteo fueron unas vacas y sus terneros, que me miraban desconfiadas al pasar. Es una zona donde es fácil encontrarse todo tipo de alimañas, incluídos lobos. Por eso es muy tranquilizador comprobar como las posibles presas de los Canis Lupus pasean a sus anchas por estos montes.


Superado todo el cresteo, la llegada al monolito del Pico Tres Provincias es realmente revitalizador. Después de 32 kms desde Montejo de la Sierra, algo más de 1000 ac+ y 2h20 minutos de bici se alcanza esta grandiosa atalaya desde donde se divisa cualquier cosa por lejana que se encuentre.

El monolito de Tres Provincias, uno de los lugares más mágicos de todo el Sistema Central

La salida del lugar hacia Somosierra tiene su miga. Ahí las máquinas no han tenido cojones de entrar. Se desciende por un camino destrozado lleno de piedras de todos los tamaños y con bastante pendiente donde, además, las lluvias han abierto un importante canalón de un metro de profundidad en el lateral de la bajada. Con bastante concentración, un patoso como yo puede salvar esta trampa, pero cualquier despiste y te ves volando por las orejas.

Aquí volví a encontrarme con un buen rebaño vacuno y una manada de caballos con algunos potrillos que, salvajes o domésticos, son un puro espectáculo cuando se ponen a cabalgar.


Alcanzado el punto donde ya se divisa la Nacional I Madrid-Burgos y el final de la Horizontal que une los puertos de Somosierra y Navafría, volví a recordar algunos fantasmas del pasado. La última vez que me caí de la bici con resultado de huesos rotos fue en este lugar. Aquellas dos costillas fracturadas me sirvieron para enterarme de una vez que no llevo el gen del descenso en mi ADN.

Superada la cancela que cierra la pista de Peña Lobo, se accede a otro sendero que ha perdido también su denominación de origen por el de autopista. Era una parte de la ruta que se disfrutaba mucho, ya que con sus zonas más o menos técnicas y sus revueltas entrelazadas te daban algún gramo de adrenalina que ahora es imposible conseguir. Toda la bajada al Chorro de Somosierra también ha quedado apta para los domingueros, sus todoterrenos y los tacones de sus señoras.

En Somosierra, paré en el pequeño Super que hay pasada la gasolinera para beber algo. Eran las 12:30 y aproveché la presencia de dos lugareños para preguntar el porqué de la entrada de las máquinas por todo el monte. "Ni idea". Pues si ellos no lo saben que viven todo el año allí... Cualquier día nos encontramos unos bloques con campo de golf y piscina climatizada encima del monolito.


Hasta Somosierra habían transcurrido unos 45 kms, asi que me quedaba trabajo todavía por delante. Primero tenía la subida desde Somosierra al Collado Gamonoso, punto donde hay una escapatoria hacia Horcajuelo de la Sierra que cogíamos en las primeras rutas por la zona; y después enlazar con la pista que baja desde el Collado del Mosquito para subir otra vez este puerto por su vertiente norte.


Llevaba ya más de 3 horas por el monte y no me había encontrado nada vivo que no fuera animal o vegetal. Es otra de las cosas que me entusiasman de esta zona, la poca proliferación de personas dado sus difíciles accesos desde las poblaciones más cercanas.


A las dos de la tarde estaba de nuevo en el Collado del Mosquito listo para bajar este puerto hacia el del Cardoso y comenzar el nuevo sector que iba a añadir a la ruta. Se trata de un camino que se esconde entre un impresionante robledal y comienza a ganar altura hasta situarse en un punto donde ofrece unas espectaculares vistas al valle donde quedan enclavados Montejo de la Sierra, Prádena del Rincón y Horcajuelo de la Sierra. Esta opción me la descubrió Eduardo hace un par de años cuando hicimos la ruta de Peña Cuervo y el Cerro Porrejón.


Una vez alcancé el Puerto de la Hiruela, la ruta estaba acabada, lo que quedaba era dejarse caer hacia Montejo de la Sierra por una carretera desierta con buen firme que sirvió para destensar las piernas y recordar las imágenes que me había dejado el recorrido de hoy en la retina. Y es que las casi 5 horas que tardé en salvar los 84 kms y 2100 de desnivel positivo dan para rellenar un álbum entero.

Por otra parte todo este disfrute en el monte me ha venido de perillas para preparar la MadridExtrema del 4 de septiembre, prueba que pertenece al circuíto del Open de España de maratón y que a la vez será el Campeonato de Madrid de la especialidad, donde parece que el recorrido será de lo más exigente. Así ya voy curtido.

Puerto de la Hiruela y final de ruta

Pero antes de esta carrera, lo que toca es disfrutar de otra semana de costa y playa, esta vez por Santander. A ver si consigo los permisos para llevarme la bici y así rodar un poco por las carreteras de la región con el fresquito garantizado.

martes, 16 de agosto de 2011

Probando la Cannondale Flash Hi-Mod II

A dos días de terminar mis vacaciones por tierras gaditanas quedaba la guinda que cubrió un pastel ciclista excepcional. La tienda AOS Tarifa me prestó una bici espectacular para que la probara con la ruta que yo quisiera y el tiempo que creyera conveniente. Ni más ni menos que una Cannondale Flash Hi-Mod II, un pepino de 8,5 kg con un cuadro de carbono de alto módulo de 950gr y vestida por componentes de lujo (ver especificaciones). Pude probar cualquier otra, incluídas las nuevas 29'', pero tenía muchas ganas de hincarle el diente a esta pura sangre.


Toda esta historia comenzó días atrás en una de las visitas a AOS Tarifa y ese "haber qué tienen", ya que esta tienda es una de las que ha diversificado sus objetivos de ventas, ya sea en material o a través de cursos y aventuras con guías, entre el windsurf y el kite -las dos disciplinas reinas de la zona-, y la bike. La coincidencia de ir vestido con la camiseta de Madrid Bikex, cuyo patrocinador principal fue Cannondale, y que AOS las distribuye además de ser Test Center, provocó que uno de los vendedores me preguntara por la carrera madrileña. Así comenzó una conversación donde fui enlazando con otros vendedores hasta terminar con Bruno, que fue el que me invitó a probar la bici, además de enseñarme los modelos de 2012 que tenían allí expuestos en exclusiva. Atención a la nueva Scalpel.

Como había que pasar parte al almirantazgo, tan solo les pedí una tarjeta para llamarles en caso de poder encontrar otro hueco en las mañanas pre-playeras. Llevaba varios días seguidos saliendo con la bici en rutas no demasiado largas, pero el cántaro, ya se sabe, de tanto llevarlo a la fuente se termina rompiendo...

Una última carita de gatito abandonado, un "fíjate que bici me dejan, cómo voy a perder esta oportunidad...", y la bondad infinita de mi santa esposa, hicieron el resto. Dos horas después, mientras mi mujer entraba en las "otras" tiendas de Tarifa, llamé a Bruno para que me preparara la bici para el domingo.

Lista para salir

El poniente seguía dándonos unos días espectaculares con una buenísima visibilidad, así que tras acercarme a Tarifa a recoger la máquina, volví a Algeciras para hacer la misma ruta que el día anterior pero omitiendo el camino de las Mulas. Vivir en esta ciudad es como quien reside en Manzanares El Real -por poner un ejemplo madrileño-, tienes el acceso a la Pedriza y a un sinfín de montes solo poniendo el pie fuera de tu casa.

Entre pitos y flautas hasta pasadas las 11:00 de la mañana no me puse en marcha, y el calor ya apretaba lo suyo. Nada más dar las primeras pedaladas noté muy buenas sensaciones de aceleración, rigidez y peso, aunque no iba del todo cómodo encima de la bici. El manillar SLK de 600mm me resultaba excesivamente largo y su posición algo elevado. Pero lo peor fue encontrar el reflejo para cambiar otra vez con los pulgares sobre los pulsadores X0, ya que en mi bici llevo mandos giratorios que me resultan infinitamente más cómodos.

Cuando circulaba por el carril previo al cortijo que da entrada al monte, me crucé con un grupo de la UCA que cerraban Salvador y Antonio. Nos paramos unos minutos de charleta pero el calor a pleno sol nos estaba cociendo así que lo mejor fue ponerse en marcha nuevamente. "Aprovéchala subiendo que es una escaladora nata", me despidieron estos dos máquinas.

Aunque la bici no llevaba cuentakms, metí en el maillot el Polar para tener un cronómetro en caso de querer probar el ferrari que llebava entre las piernas en algún tramo. Aunque me encontraba pesado de piernas y apenas llevaba 10 kms con la geometría de la Flash -que además era talla M-, puse el crono a funcionar para tomar tiempos en los dos sectores de la subida al Puerto de la Higuera.

Sin encontrar la chispa de días anteriores, por el mirador pasé 37'' más lento, y terminada la ascensión acumulaba 1'20'' de desfase con respecto a la Lapierre. Salvo la bici, todas las condiciones de la prueba fueron desfavorables: el calor, la acumulación de salidas sucesivas, la geometría... A poco que se igualasen estos condicionantes y con un poco más de rodaje sobre la Flash, tenía la sensación de poder hacer volar a aquel cacharro.

Más contento que un niño con zapatos nuevos...


Era el momento de poner la máquina cuesta abajo y ver el funcionamiento de la Lefty XLR. Las referencias que tenía de esta horquilla eran magníficas: extremada suavidad, buen tacto, bastante rigidez y un bloqueo excepcional que se accionaba desde el propio manillar. El bloqueo es verdad que funcionaba a las mil maravillas, pero no noté una diferencia de tacto ni de suavidad con respecto a la Fox RLC que llevo yo. Además, seguramente por la falta de rodaje, me sentía inseguro cuando quería meter la rueda delantera por la mejor trazada del descenso. En dos de las revueltas me llevé un par de sustos que también atribuí a las cubiertas, unas Schwalbe Racing Ralph, que iban ya un pelín gastadas.

 África sale al fondo entre un mar de nubes en el Estrecho

 Al fondo, las Antenas

La idea de la ruta era subir a las Antenas por el camino tradicional y bajar a Tarifa por pista primero y carretera después. Allí, tras de devolver la bici me encontraría con la familia en la playa. Al iniciar los primeros metros de las rampas buscando la fuente que me descubrieron el día anterior los compañeros de la UCA, comprobé que, siendo cerca de la una del medio día, no eran ya horas para ponerte a subir paredes del 20% a casi 35ºC. Tras meterme casi entero dentro de la fuente, decliné seguir subiendo y tomé el camino que me llevaría entre molinos gigantes a la parte final del Puerto del Cabrito, uno de los escenarios exteriores de la película de Enrique Urbizu, "La Caja 507".


En la carretera que baja hasta Tarifa sentí un placer especial al pasar por el arcén a miles de coches que se encontraban atascados camino de las playas de la región a esas horas tan intempestivas... Siempre que me he visto metido en una parecida he pensado lo mismo: -"Si tuviera una bici...".

A pie de playa despidiéndome de mi fugaz compañera

En apenas 50 kms y poco más de dos horas de prueba pocas conclusiones se pueden sacar más allá de los datos puramente objetivos: peso, rigidez y estética. Todos ellos esta bici los pasa con sobresaliente. Lo que menos me satisfizo era quizá donde yo tenía más expectativas, el funcionamiento de la Lefty... Quizá hubiera necesitado más kms y otro tipo de ruta donde se pueda exprimir más su eficiencia. Desde luego, en las comparativas con las mejores horquillas del mercado sale muy bien parada. Por algo será, pero tras el breve test me quedo con la Fox.

En cuanto a la competencia que la Flash pudiera hacerle al S-Works que tengo como objetivo para lo antes posible, creo que el precio del cuadro suelto más la Lefty y la rueda delantera completa compatible con la horquilla monobrazo, hacen de esta máquina un deseo con un precio excesivamente elevado.

Pero en cualquier caso, quiero agradecer a Bruno y a Carlos de AOS Tarifa todas las facilidades que me dieron para probar este pepino, así como su trato, especial y exquisito. Desde luego han ganado un cliente que cae fielmente por aquellas tierras todos los veranos.

Y así terminó mi secuencia de salidas ciclistas por los montes que rodean Algeciras, con casi 490 kms y algo menos de 28 horas de tiempo robado al sueño, a los desayunos familiares y a alguna mañana de playa. Mucho más de lo que había previsto.