τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

miércoles, 28 de julio de 2010

Entre Pinilla y Navafría por los Montes Carpetanos

Una de las rutas que debe tener la categoría de "clásica" de la Sierra de Guadarrama, si no lo es ya, es la que conecta las vertientes madrileña y segoviana a través de los Puertos de Malagosto y Navafría. Así lo han entendido también los organizadores de la I edición de Madridbikex, uno de los acontecimientos bicicleteros del próximo curso, sin duda, y que tendrá como recorrido en su 2ª etapa a estos dos colosos como protagonistas.

Allá por el mes de noviembre del año pasado, Luis (Peguero) y yo nos aventuramos a realizar por primera vez esta ruta. Una vez terminada, el gesto de satisfacción de ámbos era absoluto. En ese momento tuve claro que en primavera o verano, con todos los robledales en plena ebullición, tenía que repetir este recorrido.

Pasaron 7 meses desde entonces. Y tocó este pasado domingo. Yo solo con este rutón y el único acompañamiento de un mapa y una mochila que, aunque no me gusta llevar, creí que sería necesaria ante la dura y larga subida a Malagosto y el posterior cumbreo sin ninguna posibilidad de conseguir agua.

Como en noviembre, Pinilla del Valle fue el lugar de partida. Sobre las 9:20 y con tan sólo 16ºC comencé a pedalear por la pista que une Alameda, Oteruelo y Rascafría. Si las primeras pedaladas iban cayendo dormidas y perezosas, tres perros pastores al mando de un rebaño de ovejas que encontré de sopetón en un cruce, me pusieron la adrenalina para ir bien espabilado hasta el final de la ruta.

En treinta minutos estaba en Rascafría, en el paso donde se inicia la subida a Malagosto, un puertaco de los que gusta escalar, casi 13 kms y 800 metros de desnivel acumulado si paramos de contar en la cancela que hay en lo alto del puerto. Tras pasar este paso, las piernas seguirán sufriendo por unos "divertidos" toboganes de hasta el 25% que culminan el paseo por la cuerda en la Cruz de Juan Ruiz.

En el momento del inicio del puerto pongo el crono a funcionar, aunque mi intención era hacer una subida tranquila. Tras superar los dos primeros kms, en una de las revueltas del puerto observo a un grupo de bikers que subían tras mis pasos, y a buen ritmo. "A estos los tengo detrás en menos que canta un gallo", pensé. A la vez, intenté no aumentar la velocidad ya que quedaba mucho que subir. Decidí seguir igual y esperar a que me pasaran y, si no iban como torpedos, intentar seguir alguna rueda.

Un kilómetro después ya escuché el aliento de alguien pegado a mi cogote. Al girarme, sólo vi a un ciclista, el resto seguía más o menos a la misma distancia. "¿Y ahora qué hago?", me pregunté. De una forma intuitiva creo que aceleré un poco el ritmo. Seguía con el plato mediano y una cadencia ágil, aunque, por momentos, hubiera subido piñones. Ya no! "Hasta el final a este ritmo". Decidido, o él o yo.

Pero no me lograba escapar, y él tampoco me sobrepasaba, siempre a mi rueda. Cuando llegamos arriba tras superar una última revuelta donde el porcentaje nos castigó bastante, nos miramos con una cara de cierta satisfacción. Y debimos pensar lo mismo. -Ni él me había sobrepasado, ni yo le había conseguido dejar-. Empate técnico. 59 minutos de compañía silenciosa. El fulano tenía buena pinta y buena máquina, cosa que, si cabe, me satisfizo aún más. Cómo somos! Ni treinta segundos después llegaron dos compañeros suyos y, allí, entablamos una pequeña conversación sobre las posibilidades de esta parte de la sierra. Como si todo lo anterior no hubiera tenido importancia. Como si hubiéramos subido a 120 pulsaciones. En fin...


Continué mi camino mientras el trío de máquinas que me habían machacado en la subida a Malagosto se quedó esperando al resto de su grupo. Por lo visto, iban a tardar. Mi próximo objetivo era un rampón de unos 200 metros con un porcentaje endiablado.


Según iba superando toboganes echaba la vista atrás para localizar a mis "amigos", pero no los volví a ver más.

Ya en la Cruz de Juan Ruiz, me tomé un descansillo y, a pesar del aire que soplaba, me dediqué a saborear las vistas. Increíbes. En cierta medida esta zona de la cuerda de la montaña recuerda a la ascensión al pico Tres Provincias.



A uno también le gustaría que le recordaran así, con una placa a 2.000 metros de altura, y una frase para el recuerdo. Un afortunado este Demetrio.


Una panorámica inconmensurable. El macizo de Peñalara, la Bola del Mundo...

... el embalse de Pinilla, el valle de Lozoya, Morcuera, Canencia...

Pero la aventura había de continuar, todavía quedaba ruta por hacer y no tenía muy claro si la memoria iba a estar a la altura, así que continué en busca de la esplanada donde el pico del Nevero se eleva magestuoso.

Siempre acompañado por unas vistas cautivadoras.

Los toboganes seguían sucediéndose. Tan pronto estás a 1850 metros, como a 2180, para volver a 1900. Pero sabiendo que el sacrificio tiene su recompensa.

Unas simpáticas vaquitas con cuernos de medio metro fueron los únicos seres vivos que pude encontrar en todo el trayecto por la cuerda de la montaña.

Un error de cálculo me deslizó desde las alturas al pueblo de Collado Hermoso en vez de bajar a Navafría como tenía previsto. El desliz supuso 9 kilómetros por carretera, lo peor de la ruta, sin duda, pero la forma más rápida de solucionar el problema. Eran alrrededor de las 12 del mediodía, momento inmejorable para saborear un increíble bocadillo de chorizo y una Coca Cola.

Ya en Navafría comenzaba la segunda ascensión de la ruta, unos 10 kms de puerto con una parte central de unos 3 kms entre el 12 y el 15% que se hacen bastante duros.

Una sombra en el camino. Era lo único que iba quedando del sujeto que salió de Pinilla del Valle.

El calor endurecía la ascensión sobremanera. Afortunadamente la vertiente norte de esta montaña es una explosión de vegetación que ayuda a esconderse del sol.

Mientras las rampas son suaves, se puede poner el piloto automático...

...Y disfrutar de lo que a uno le rodea. Algún cervatillo me metió un susto de muerte que duró ese in pass en el que dilucidé las diferencias entre cabeza de cervatillo y cabeza de lobo hambriento.

La cosa se empieza a poner dura...

Muy dura...

Los kilómetros pasan despacio...

Y el tiempo también.

Buscando las sombras.

Ya arriba, antes de llegar a lo alto del puerto, hay un refugio en plena falda de la montaña cuyo techo hace las veces de mirador hacia oriente. Sabiendo que la subida prácticamente se ha terminado, me paré a disfrutar esos momentos donde la dureza de la ruta ya ha quedado atrás. En los kilómetros restantes tocaba disfrutar de una increíble bajada montaña abajo hasta la M-604, aunque primero había que encontrarla. En noviembre me dejé guiar por la magistral orientación de Peguero, y como un borrego, no me fijé por dónde me metía.


En el descenso del puerto hay una salida hacia un Área Recreativa. Escondida, al final de una esplanada, hay que pasar una cerca giratoria que nos enseña un sendero casi imperceptible.


Es increíble abrirse camino por estas pistas abandonadas donde el monte se come poco a poco los últimos vestigios de las roderas de los 4x4.


Ya llegando a la base de la montaña, un parón se hace obligatorio: Peñalara observa desde sus más de 2.400 metros todo lo que sucede a su alrrededor. Y no está de más rendirle pleitesía y darle las gracias por el entorno que cuida.


La pista me deja justo enfrente del desvío de la carretera hacia Pinilla del Valle. Fin de ruta. Casi 6 horas de regocijo y disfrute en uno de los rincones que más me cautivan de la sierra de Guadarrama: la conexión de los Puertos de Malagosto y Navafría.


Perfil de la ruta.
Datos:
74 kms.
1900 dac+
5h45 tiempo total.
4h46 pedaleando.

sábado, 17 de julio de 2010

Repasando Fuenfría, Cotos y el valle del Río Moros

Hacía ya tiempo que no disfrutaba de una ruta por la sierra de Madrid sin ningún objetivo a corto plazo que me distorsionara el pedaleo hacia una determinada puesta a punto. Los 10.000 del Soplao, primero, y las 24 horas de Guadalix, después, promovieron un determinado tipo de salidas en las que buscaba, dentro de las limitaciones de este humilde globerillo, afinar lo más posible el estado físico.

Cubiertos con mayor o menor éxito estos retos, a partir de ahora, llega el tiempo de las salidas sin otro fin que empaparse de lo que a uno le rodea, sin prisas, tirando de cámara de fotos para inmortalizar los recuerdos que te ofrece la naturaleza; las montañas, los valles, ríos y senderos por los que transcurre la ruta elegida. En el cambio está la virtud. Y es que para intoxicarse de nuevo, primero hay que desintoxicarse.

Este fin de semana me apetecía volver a repasar la zona de la Fuenfría, Cotos y el Río Moros, espacios sombríos al cobijo de los rayos del sol que tan duro pegan en esta época. Es una apuesta segura.



Después de salir desde la Estación de Renfe de Cercedilla sobre las 9:15, pongo rumbo hacia el agradecido Puerto de la Fuenfría. Ya arriba, hay innumerables posibilidades para escoger. Hoy tocaba bajar hacia las Siete Revueltas por el Carril del Gallo.


Bajando el carril del Gallo sientes la sierra como propia. Ni un alma. Ni un ruido. Los inmensos pinos te protegen del sol y dan lugar a una superficie húmeda donde los bosques de helechos son los protagonistas.


El disfrute de esta bajada creo que tiene pocas comparaciones. Se trata de uno de los senderos más auténticos de toda la Sierra de Guadarrama. Ciclable al 100%, solo tiene un par de pasos donde la pericia debe ser elevada, y como no es mi caso, lo que se eleva bastante es el nivel de estress.


A media bajada, las estrecheces del sendero y la opresión del bosque dan paso a una preciosa esplanada que sirve como balcón hacia Valsaín. Es la pradera de Navalazor. No se puede pasar por este lugar sin asomarse a las vistas que ofrece. Espectaculares.

Por un lado, las vistas; por otro, la continuación del Carril del Gallo. Un dilema de difícil solución.


Dejadas atrás las revueltas de la carretera que sube al Puerto de Navacerrada, y tras un par de kms por el GR 10 que conecta con el pueblo de La Granja, toca elevarse hacia Cotos por el Camino Viejo del Paular en una bifurcación que sale a la derecha. Se avecinan rampas…


11 y pico de la mañana. El sol ya calienta lo suyo. La penitencia hacia Cotos, que no llega a 4 kms, es de las que castigan las piernas como quieras subir demasiado rápido. En el desvío puse el crono para motivar un poco a las pulsaciones.


Nueva cámara subjetiva en la bici. En vez de pensar en las rampas del 15, 17 y 20%, me dio por hacer tonterías con la cámara de fotos. Así las piernas se quejaban menos. Ya en la parte alta, el barrizal que había formado en el cauce del arroyo me hace descabalgar y buscar el sendero que marcha paralelo al fangal. Al final culmino en 24 minutos. Ya está bien para 4 kms, verdad?


El árbol de la Fuente de Cotos o “Cima Calvi” en honor de nuestro amigo Víctor. Desde este punto de la ruta, más o menos, se acaban las penalidades de este recorrido. Lo siguiente será rodar 8 kms por carretera hacia el Puerto de Navacerrada, y desde allí enlazar con el Camino Smidt que me llevará hasta el alto de la Fuenfría de nuevo. Así se acaba el primer bucle de la ruta, un delicioso paseo por los valles de la Fuenfría y Valsaín.

Párrafo aparte merece la ya mal denominada Senda Smidt, convertida en un caminito para que el uso del tacón y el traje de domingo no se vean afectados por una raíz mal puesta o una roca asesina. Aún así, para el ciclista sigue siendo divertido el paso, lo que no me esperaba era encontrar a jinetes y caballos haciendo la conexión entre Navacerrada y la Fuenfría. Así estamos. Pronto veremos una terracita con sombrillas en el Pico Tres Provincias.


Dejada atrás la Fuenfría y bajado Marichiva, cojo la pista de la derecha para bordear el Embalse del Espinar y bajar hacia el valle del Río Moros.


El Embalse del Espinar nos deleita con sus aguas y, a estas alturas del verano, puede ser una tentación demasiado poderosa como para decir: “NO”.


El reflejo del calor y la acumulación de kms.


Una paradita más en la valla que nos detiene camino de los Leones.


Superados los dos kms de ascensión que separan el final de la pista con el alto de los Leones, solo queda deslizarse por la carretera km y pico más para enlazar con la senda del Arcipreste, y pocos minutos después entrar en Cercedilla para acabar con la ruta sobre las 13:50 y a casi 35ºC.


Perfil de la ruta, tras 70 kms y 1500 de dap.