τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

sábado, 24 de mayo de 2008

Los 10000 del Soplao 08


Vamos con un pequeño relato de lo acontecido el fin de semana del 23, 24 y 25 de mayo de 2008.
Viernes, 23 de mayo.- Eduardo (Frenetikow) es puntual como siempre y a las 9:30 estaba en la puerta de mi casa. Hacemos el trasvase de bicis y una vez que todos los equipos están en mi coche partimos rumbo hacia Burgos por la NI. El día había amanecido revuelto. Habíamos quedado con Jose (Joseferia) en el km 50 (desviación Torrelaguna). Según hacíamos kilómetros, más negro se presentaba el cielo. Llegados al punto de encuentro y esperamos a Jose unos minutos.

Cuatro horas después estábamos entrando en Cabezón de la Sal, lugar de salida de los 10.000 del Soplao, en un atardecer nublado pero con una temperatura agradable y las ilusiones muy elevadas. Recogimos el dorsal, el chip y el libro de ruta y otra vez para el coche. Nuestro cuartel general lo ubicamos en Somo, a 50 kms al este de Cabezón de la Sal y enfrente de la ciudad de Santander. Un lugar espectacular lleno de prados verdes, casonas, pajares y gallineros que ha evolucionado hacia el turismo residencial menos que otros puntos costeros. Un lujo.

Por la tarde, después de comer algo, nos dimos un paseo reparador por la zona durante una hora disfrutando del sol y los pastos verdes. Más tarde, tras charlar con unos amigos, nos fuimos a Liérganes a cenar. Allí, todavía se respiraba un cierto ambiente a ruedas flacuchas. El menú de la cena estuvo repleto de hidratos de carbono que nos llenó las barrigas de energía positiva para el día siguiente. A la salida de la cena, la lluvia nos anuló el paseo previsto, así que a casa… A dormir… A soñar.

Sábado, 24 de mayo.- 6 de la mañana. Tiiiiiic, tiiiiiic, tiiiiiic, el móvil de Jose rompe el silencio y anuncia que nuestro día ha llegado. No saltamos de la casa precisamente. Poco a poco nos vamos incorporando. Miramos por la ventana y “HORROR”. Desapacible total. Nublado, viento y unos 10ºC. Desayunamos unos bocadillos, zumos, fruta y unos yogures.

El tiempo apremia. La salida se daba a las 8:00 y eran las 7:10. Al coche y zumbando hacia Cabezón de la Sal. Llegamos a las 7:45. Aparcamos rápido al lado del pabellón donde se encontraban las duchas y las pistolas para lavar las bicis. Perfecto.

Montadas las bicis, salimos pitando para la salida. De camino, miro a Jose y le veo sin casco. “Pero, y el casco?”, le digo. Sin decir nada y con cara de “me cago en todo”, se da la vuelta para recoger de su coche el protector de su cabezota. Llegamos tarde, eran las 8:12 según el reloj electrónico de la salida y solamente los últimos ciclistas rezagados andaban todavía por allí. “Estamos apañados”. Edu y yo pasamos por la pancarta de meta donde se activa el chip y nos dirigimos a la carretera general rodando a la espera del señorito andalú. En un suspiro ya le teníamos con nosotros. Pero aquí no acaba todo. A la pregunta “Jose, has pasado por la salida?”, él responde “pues no lo sé, creo que sí, pero…”. “Anda y baja no vaya ser que no hayas activado el chip”. Tremendo. Vaya comienzo. Qué desastre. Y para rematarlo comienza a chispear.

Salimos los tres por fín de Cabezón de la Sal en dirección a Rioturbio. Pronto, cogemos una pista a la derecha que estaba llena de grandes charcos pero con suelo compactado. Vamos rodando tranquilos y tenemos la referencia de dos grupos delante nuestro. Sin prisa. Nos quedan 160 kms. La pista comienza a picar hacia arriba, pero nada especial. La verdad es que no sabes que ritmo poner con este kilometraje, y pecamos de conservadores. Aún con el ritmo bajo comenzamos a cazar unidades que también iban sin prisa. Ascendemos entre enormes helechos y arboledas muy tupidas. De pronto, el mar delante, el Mar Cantábrico. El contraste del verde intenso de la vegetación con el azul grisáceo del océano provoca un goce especial.

La pista comienza a descender hasta Caviedes, km 22 de carrera, lugar del primer avituallamiento. Aquí ya se veía a más gente siendo unos 50 ciclistas los que coincidimos en este punto. En 5 minutos ya estábamos montados otra vez y, por carretera, nos dirigimos a un bonito pueblo llamado La Cocina y en donde ya se notaba el calor del público. Afortunadamente dejó de llover, aunque el cielo muy nublado rebosaba humedad.

Llega el primer puerto del día. La subida al Soplao, que linda con la parte norte del Parque Natural de Cabárceno. Suponía superar 500 m de desnivel en 8 kms, siendo los primeros dos mil metros por una trialera infernal donde el 99% de los participantes ponen pie a tierra. Hay 2 que no, que tiqui taca, con la barbilla en el manillar tiran para arriba. “Joder con esta juventud”, dice un biker cuando los dos elementos rebasan a su grupo. Los dos elementos éramos Jose y yo, que subíamos a 4,5 km/h con las ruedas patinando encima del barro. Pudimos pasar a más de 40 bikers durante la subida, pero, Hay amigo!! La trialera se vengó de nosotros y no dejó que nos fuéramos de rositas. A pocos metros para llegar arriba, la cadena comenzó a bloquearse. Pie a tierra, y los últimos 50 metros a hacerlos andando. Como todo Dios!!

Ya arriba, el aspecto de la bici era dantesco. Las ruedas, la transmisión y la cadena completamente llenas de barro. Y mientras intentábamos limpiarlas nos iban pasando poco a poco todos aquellos que subían andando. Qué bien!! Le digo a Jose que así no podía seguir. Pasa Edu, y nos pregunta que qué hacíamos. “Qué cachondo!!” Le digo que estoy pensando en retirarme porque 140 kms con la transmisión atascada eran inviables. Vaya grito que me pegó “Tú estas loco. Tira para delante, anda”. Logramos aligerar un poco la bici de barro a base de aquarius a presión y aceite verde.

Continuamos unos 300 metros andando encima del barro y sobre una pendiente que se suavizaba lentamente. En cuanto el suelo se endureció, montamos de nuevo, y con la rabia del momento pasado, empezamos a tirar duro para arriba dirección El Soplao en el que nos esperaba otro avituallamiento. Allí nos encontramos los tres de nuevo. Llenamos los botes de líquido y comemos un plátano y tigretones. Salimos. Nos espera un descenso vertiginoso que será el más peligroso de toda la ruta hasta Puentenansa. Bajaríamos 400 m de desnivel por una trialera arcillosa primero, piedras y roderas (donde por lo visto hubo bastantes caídas y alguna fractura) y hormigón rallado tipo Collado Pelea al final. En esta bajada reconozco que me la jugué un poco, bajé como un poseso adelantando a más de 10 ciclistas a los que pedía paso desaforadamente.

Ya en Puentenansa, con Edu por delante y Jose por detrás, veo como unos vecinos habían sacado una manguera a la calle para que limpiáramos las bicis. La mía estaba totalmente cubierta de arcilla. Ví abierto el cielo. Además, se estaba despejando y algunos rayos de sol comenzaban a filtrarse entre las nubes. Después del lavado, otro chorrito de aceite y a tirar.

De Puentenansa salimos por carretera, cruzamos un río –en el que la organización se preocupó en poner unas tablas para que el paso fuera más fácil-, en el que hubo que mojarse un poco –yo pasé andando con la bici encima-, y entramos tras girar a la izquierda en una pista que enseguida nos pone a los pies del Monte Aa. Desnivel de 500 m sobre hormigón rallado con rampas contínuas al 20-23%. Una gloria. En poco más de media hora de sufrimiento habíamos ascendido a 600 metros por encima del nivel del mar y contemplábamos unas vistas de postal. El sol ya calentaba a radiar, el cielo estaba despejado y las sensaciones de las piernas eran buenas aunque ya llevábamos 52 kms de machaque. Nuestras posiciones seguían siendo las mismas, Edu delante en un punto indeterminado y Jose 200 metros por delante de mí. Al pobre le llevé retenido 95 kms sin dejar que se escapara.

Del monte Aa a Ruente hay una bajada por pista espectacular de 8 kms entre robles y saltos de agua. En este punto habíamos completado el primer bucle. Vamos superando ciclistas poco a poco; calculo que desde la salida dejaríamos atrás a unos 100. En ese momento las bicis iban más o menos bien, con algunos lógicos ruidos, pero rodaban que no era poco. Termina la bajada y salimos del bosque para dirigirnos a Ruente. Este pueblo estaba colapsado de gente gritando, rompiéndose las manos a aplaudir. Familias enteras tiradas en las cunetas haciéndote sentir un campeón (gracias a todos ellos). Joder que fuerte, me estoy emocionando al recordarlo otra vez. Todos esos niños agachados dándonos ánimos. Es una foto que espero no se me olvide nunca.

De Ruente teníamos 6 kms por asfalto estrecho y con una vegetación que envolvía el entorno hasta estrangularlo. Esta parte picaba hacia arriba hasta el Área Recreativa Casa del Monte (un lugar muy recomendable), paraíso frondoso acompañado de un poderoso río que fluía paralelo a la carretera. Estos kms me los tomo como recuperación, pero no de piernas, sino de tiempo. Plato grande piñones pequeños y a tirar. Adelanto a dos grupos de 4 o 5 ciclistas que me dan ánimos al pasar. Con uno de ellos estuve charlando un rato más adelante.

En el Área Recreativa Casa del Monte llevábamos 66 kms encima. Aquí teníamos un avituallamiento con bocadillos y todo tipo de comida y bebida. Los tres mosqueteros nos encontramos de nuevo en este punto, lugar en el que estuvimos unos 10 mtos.

Lo que se nos venía encima ahora eran palabras mayores. Tras una curva a la derecha comenzamos a subir el peor y más largo puerto que he ascendido nunca: El Moral. Nos obligará a salvar casi 1000 metros de desnivel positivo en 12 kms interminables. Edu se toma tranquila la subida, iba charlando con unos de Valladolid, Jose y yo, en plato pequeño con piñones medianos íbamos a buen ritmo. En los primeros 7 kms, adelantamos cerca de 30 posiciones. La velocidad de subida no pasaba de 10 kms/h. AUPA! ARRIBA! VAMOS! Podíamos escuchar mientras adelantábamos a cámara lenta. Un ambientazo tremendo. Mirabas hacia delante y una serpiente de a uno multicolor se fundía con los prados verdes y el cielo azul de ese momento. Todos nos íbamos abriendo paso en esa poderosa ladera de la montaña.

Jose comienza a despegarse y pienso “que no puedo ni debo seguirle”. Aprovecho para bajar un poco el ritmo y subo un piñón para terminar de incrustarme en un grupo con el que terminaré prácticamente el puerto. Comienza a nublarse según nos acercábamos a las puertas del cielo. Delante, Jose a 200 metros y una curva a izquierdas donde parece que se termina el puerto. Los cojones!! Cuando sobrepasamos ese ángulo, se abre la vista hacia nuevas rampas que se pierden en el infinito. Aquí comenzaron los pensamientos pesimistas. Qué martirio de subida. Se sigue nublando. Al rato, corono. Milagro! Madre que extenuación. Estábamos en el punto kilométrico 80 y pico. Tengo que parar para ponerme el chubasquero para la bajada y comer algo. Me tomo un plátano y un botellín de agua. Comienza a chispear. Tras un par de kms de sube y baja por la cuerda de la montaña comienza el ansiado descenso que nos llevará hasta Bárcena Mayor (km 95). Vamos pues. Son 10 kms de descenso hasta el arroyo Juzmeana (hago notar a los lectores que no se hayan dormido que este descenso tendremos que subirlo en unas tres horas), y de allí 4 más por carretera hasta Bárcena.

En el descenso intento recuperar las piernas, me dejo caer, para luego rodar fuerte en la carretera. Jose va delante pero no le veo, y Edu detrás no se a cuánto. A media bajada del Moral sube un Jeep de la organización voceando: “Atención, suben los primeros”. “No puede ser, pienso”. Efectivamente, unas curvas más abajo me cruzo con el 1º, que ya estaba volviendo y al que le quedaban unos 30 kms para meta. Nos sacaba más de 3 horas (5:20h al final). Un extraterreste el tal Evaristo. Llego a la carretera donde había unos Guardias Civiles cortando el tráfico y mucha gente aplaudiendo y dándonos ánimos.

Ya en Bárcena atravieso el pueblo y llego al 4º avituallamiento. Me encuentro a Jose metiéndose un bocata de jamón. También me encuentro con Toni, el amigo de Bruna con el que coincidí en la marcha por los Montes de Toledo. Después de unos 12 minutos Jose y yo salimos. Toni ya había salido un poco antes. Nos espera una subida al alto de Cruz de Fuentes de 17 kms que atraviesa la reserva natural del Saja Besaya y donde nos endosaremos otros 800 metros de desnivel positivo. La subida es un recreo para los sentidos. Un bosque lleno de hayas y robles con poderosas rocas llenas de musgo y helechos de tres metros saludaban al camino y casi se lo comían. Jose me pone su rueda para que le siga y le aguanto no más de 2 kms. Le digo que se vaya, que me deje morir en soledad. Argggggg!! La espalda me estaba matando y las piernas no me iban. En 2 curvas a Jose le perdí de vista. Yo pienso en aflojar para coger fuelle. Iba fundido. El sol sale otra vez y ya nos acompañará toda la subida. Fueron momentos muy duros en los que los espacios tan largos te invitan a pensar, a interiorizar. Los niños, tu mujer, que sentido tiene esto, qué cojones hago yo aquí quedándome sin sudor. “Joder, Pablo, párate”, pensaba. Me costaba hacerlo y seguía erre que erre con el plato pequeño y el atepenúltimo piñón. Vaya desgaste.

La espalda me dolía mucho, y sólo el hecho de alargar el brazo para coger el bote de líquido suponía un latigazo insoportable. “Ya está bien”, paré y me metí un gel. El tiempo que estás parado sirve para recuperar algo, ya te digo que sirve. Me pasan dos ciclistas y luego tres más. Éstos me preguntas si todo iba bien. Me reía por no llorar. “Todo bien”. Me monto y continúo pedaleando, las piernas estaban más relajadas pero la espalda seguía castigándome sin piedad. Un par de kms más adelante vuelvo a parar para tomarme un Ibuprofeno. Un coche de la organización pasa a mi lado y me pregunta si necesitaba algo, “no”, respondo. “ Todo bien, gracias”. A Pinoccio le creció la nariz por bastante menos.

Había llegado el momento de inflexión de la ruta, ya que entre el gel y el antinflamatorio mi cuerpo estaba reaccionando. Al cuarto de hora el dolor de espalda había desaparecido y podía ir subiendo más cómodo. Uffff, qué alivio. Comienzo a ver la Cruz que preside el alto del puerto. Recupero un par de posiciones y un vasco me pregunta si sé lo que queda para el final. “Dos o tres kms”, le digo. “Me cago en la leche”, me responde. Qué gracia me hizo esa expresión llena de desconsuelo. Ya llegamos, quedan 100 metros y habré culminado el Cruz de Fuentes. Hecho. Arriba, cojo una de las tres botellas de agua que había en el suelo. “Pobres, espero que los que vienen por detrás tengan líquido suficiente”. Allí me informan que estaba a punto de llegar una furgoneta con más bebidas. Y es que este pequeño avituallamiento no estaba en el Road Book. Fue improvisado y se agradeció. Uno de los de la organización estaba tomando posiciones (km 108) en la llegada al alto. Le pregunto y el hombre me enseña la tremenda lista: el 373º!!! Me pareció estar demasiado atrás, pero… “hay que entrenar más”, pensé. La ilusión de entrar entre los 200 primeros se convirtió en una utopía. Coger a 170 animales más era una misión imposible.
Tocaba descender hasta la carretera que sube al Puerto de Palombera. Se trataba de unos 4 kms de pista en los que estuve acompañado de 4 bikers que no iban muy rápido. Preferí no jugar a una bajada loca por ganar estas posiciones. Al llegar a la carretera me encontré muy recuperado, así que comencé a tirar a plato los dos kms hasta el alto de este puerto. Dejé a mis acompañantes y una vez en el alto, me enfrasco en una bajada en solitario a toda leche. Se estaba cerrando la niebla, pero la carretera, con buen asfalto, ofrecía curvas amplias aunque había que tener cuidado con los coches que subían en sentido contrario.

Tras cinco kms, un desvío a la derecha nos dirige al avituallamiento de Ozcaba donde ofrecían café caliente además de las cosas de costumbre. La niebla apenas dejaba ver a 20 metros. Me vuelvo a encontrar con Toni, pero el que ya no estaba era Jose. “A este ya no le veo más”, pensé. Toni sale con su grupo y yo esperé algo más para comer más. Venga!! Me monto de nuevo y enfilo una pendiente que nos llevó a la segunda zona de barro del día. Decidí no hacer la misma estupidez que en la trialera del Soplao. Anduvimos unos 3 kms sorteando el barrizal, montando y desmontando, evitando el camino y yendo campo a través sobre la hierba.

Ya arriba, pongo un poco de aceite a la cadena y continúo. Voy acompañado de un grupo de 10 integrantes por la cuerda de la montaña. En Venta Vieja (km 121) comenzaba el descenso hacia Colsa, Los Tojos y la Ctra de Bárcena Mayor. Doce kms de bajada donde los 8 primeros eran por pista con bastantes piedras y curvas que si te salían mal te despedías al vacío. Decidí jugármela por que son unos tramos que ya conocía y le doy a los pedales de lo lindo. En el descenso, frenético, dejo atrás a mi decena de acompañantes. Seguí bajando un rato solo hasta que me logré enganchar a la rueda de un biker que trazaba que daba gusto. A veces se me iba, y otras le recuperaba en alguna apurada de frenada alocada. De lo mejor de la ruta. Juntos entramos en Colsa donde nos esperan con mangueras para limpiar las bicis. Otro detallazo. En este pueblo, a Jose, un abuelo le echó aceite del coche a su cadena. Impresionante. Ya con la cadena limpia salí fustigando a las bielas hacia Los Tojos, y de este pueblo hasta las eses que desembocan en la ctra de Bárcena. Otro momento de matrícula de honor.

Abajo, en la carretera había numerosos espectadores que gritaban, aplaudían y nos tiraban fotos. VAMOS, VAMOS, QUE QUEDA POCO! YA ESTÁ HECHO! ÁNIMO CAMPEONES! Ya quedaba menos, es verdad. Sólo 37 kms hasta la meta. En el inicio de la subida al Moral por su otra vertiente, había otro avituallamiento en el que vuelvo a encontrarme con Toni. Llevábamos jugando al ratón y al gato 50 kms. Él vuelve a salir antes. Una chica me pregunta si quiero un café. La respondo que sí. Y ella, me dice “con orujo”? “Sí mujer, con lo que tu quieras”, la suelto pensando que estaba de coña. Pero cuando le dí el primer sorbo al vaso, uffff, de broma, nada. Buaajjjjj!!!, lo escupí y salí monte arriba. Los primeros 3 kms de esta nueva ascensión de 9, eran mas o menos llevaderos y los hice a buen ritmo junto con otro ciclista con pinta de pro al que no agradó mi compañía. Me miraba continuamente e intentaba acelerar para dejarme atrás. “Lo tienes claro”, me dije… “Si no me ha dejado Jose hasta el km 95, no me vas a dejar ahora tú”, y me pegué a su rueda disimulando que no me importaban los acelerones. Al poco tiempo terminamos charlando e incluso le ofrecí darle algún relevo. Pero cuando las pendientes se endurecieron el ritmo bajó y nos cogieron dos ciclistas por detrás. Delante Toni y su grupo como a 250 metros. UFF, “creo que me quedo”, pensé. Y es que era mejor no forzar y subir a ritmo más tranquilo que jugarme una pájara. Íbamos todos muy castigados. Finalmente, mi compañero se fue con los dos ciclistas. Delante, gente andando y empujando la bici. Fui subiendo como pude los últimos kms del puerto. Lo curioso es que la sensación de cansancio no existía, pero las piernas no iban. Vigilaba la cumbre, cubierta de una densa niebla, y las vistas a las partes bajas del puerto, donde se apreciaban puntos diminutos con formas de ciclista. Velocidad de crucero, 7 kms/h. “Así voy a tardar una hora en llegar arriba”, mucha tela. Decidí hacer una nueva parada para tomarme el último plátano que llevaba en la chaqueta y acelerar. Nada, 30 segundos.

Según avanzaba la pendiente se iba suavizando, estaba a punto de terminar de meterme otros 450 m de desnivel. Delante veía sombras fantasmales a no más de 15 metros. La niebla matizaba los cuerpos hasta convertirlos en espectros. Buen final para esta infernal aventura. Ni al pelo. En la cumbre del Moral, la organización revisaba el estado de los participantes ya que la bajada con esta meteorología no era apta para dudas. Quedaban 25 kms para el final. “ESTÁ HECHO, PABLO, COÑO!” me dije.

Comienza el descenso, 18 kms de bajada con todo metido. Junto con la bajada del Soplao y la de Venta Vieja y los Tojos, fueron los momentos en los que piensas que ha merecido la pena venir. Piensas en positivo. Iba recortando espacio con el que llevabas delante hasta llegar a su altura, momento en el que le pedías paso. Y así, 12 o 15 veces. Una vez en el Área Recreativa Casa del Monte, intuyo delante la figura de Toni. “No me lo puedo creer”. Ya era carretera, todo llano. Pude cogerlos para llegar todos juntos a Cabezón. Y fue más fácil porque junto a otro que bajó detrás de mí, formamos una grupeta de cinco. Faltaban 6 kms. Penúltimo pueblo, Ucieda. Allí casi se nos cae el culotte a los 5. Gente agolpada en la carretera gritando “VAMOS, VAMOS QUE YA ESTÁ” y un “GRACIAS CAMPEONES”, que nos llegó al alma. Joder que fuerte. Que fuerte. Yo de mayor quiero ser ciclista. Se me ponen los pelos de punta. Saludábamos y nos aplaudían más. Precioso.

Ya se veía Cabezón. Quedaba una última recta de 2 kms. Relevos, sprint suicida, los coches tocando el claxon. Entramos en las calles de Cabezón finalmente en fila de a uno, y así llegamos hasta la meta. El caos, la gente, el speaker, los aplausos, enhorabuenas del público, de la organización… Maravilloso. No estaba ni cansado.

Me abrazo con Toni, con todos los suyos, doy la mano a un par de chavales que me miran y me voy entre la gente hacia la carpa donde lo primero que hago es tomarme una cerveza mientras veo a los fisios dando masajes a quien lo pidiera. Llamo a los míos para decirles que había terminado entero y les doy las gracias porque se lo merecen. Llamo a Jose que estaba ya en el coche dispuesto a ducharse. Edu llegó al rato. Cenamos y bebimos. Hablamos con la gente. Todo el mundo tenía el mismo sentimiento. Una pasada. A las 12 y pico de la noche (y hasta 4 horas más tarde) seguían entrando ciclistas.

Al final no pude recuperar aquellos 170 puestos desde el Alto de Cruz de Fuentes. Solo 20 más para acabar el 354 (146 de mi categoría). Terminaron la marcha 533 de 700 que la comenzaron aunque había 900 inscritos (Moleeee!!)

25 de mayo de 2008.- Edu, Jose y yo volvimos a Los Tojos, que nos recibió con una importante granizada. Esta vez nuestra intención era comernos un buen cocido montañés y un chuletón de buey de 1,5 kgs. Paseo, al coche y a Madrid a relamer la aventura.

Gracias compañeros.

Los datos ya conocidos.
170 KMS
4400 de denivel positivo
15,2 de media (12,5 contando paradas)
11:16 horas de pedaleo
13:06 horas totales
>La versión de Tony

Estimados amigos, esta vez no sé si puedo describir a la perfección tantísimos kilómetros de ruta montañera, pero si puedo describir lo bien que me he sentido estando junto a mis dos grandes compañeros, arropado en todo momento, nunca fallaron, siempre donde tenían que estar. Gracias Lord, gracias Edu, por dejarme compartir esta marcha con vosotros, desde principio a fin. Sin vosotros no sé si hubiera terminado, pero si lo hubiera hecho, sin ninguna duda habría sido muy diferente.

Hubo una cosa que me impacto enormemente; oir gritar a las personas que nos animaban después de 12 horas en la bici, lloviendo y casi de noche: "gracias campeones por venir hasta aqui", eso te hace seguir, intentar mejorar, aunque siempre cueste un poco más, pero a esos aficionados les hace ser grandes, muy grandes.

No sé la clasificación, creo que estaremos entre los 300 o 350, pero en esta carrera y a día de hoy, carece de importancia. Lo verdaderamente importante es la huella que dejó en mi las 13 horas de bici con ese paisaje verde, esas vacas pastando, esa lluvia intermitente, ese tímido sol y toda la buena gente que allí había.

No puedo hablar por mis compañeros, pero cuando llegamos fue inevitable buscarnos para felicitarnos. Fue hasta gracioso como un chavalote de la organización, ya en línea de meta se abrazó al Edu dándole la enhorabuena y las gracias por participar. Se respiraba buen rollito. Todos llevábamos un chip de control de tiempo en la bici pero parecía que no estábamos dispuestos a dejarnos influir.

Quiero seguir dando gracias a todos aquellos que mandasteis mensajes a nuestros móviles para saber de nosotros, a aquellos que llamasteis por teléfono a las 7 y media de la mañana para desearnos suerte y, a todos aquellos que desde el correo durante días antes ya estabais dándonos ánimos. Nuestro esfuerzo es vuestra recompensa.

Eran las seis y media de la mañana cuando sonó el despertador. Empezó el dia. Chocokrispies, barritas y unos platanitos para nuestros mortales cuerpos. Fuera llovia pero parecia no hacer frio. Empiezan las dudas: dos windstoppers o uno??, de largo o con perneras??, con mochila o sin ella?? Joder, vamos Edu despierta!!! son las 7, descendemos al infierno a las 8!! y nos queda llegar desde Comillas a Cabezón.

Si señores, Eduardo Ezquerra, todo un personaje al cual quiero mandar mi más cariñoso abrazo de Bigardo de las Cumbres. Como dijo el Lord, "que raza tiene el cabrón". Pero es que manda huevos... salimos tarde y cuando llevamos unos kilómetros "el Tony" que se le ha olvidado la mochila de la ropa de repuesto… a volver a Comillas y, ya que estamos por allí, Edu aprovecha para plantar un pino y dejar un recuerdo que según él era típico de sus tiempos de profesional (podeis preguntar al Lord, él lo descubrió, jajaja!!). Por fin llegamos a Cabezón, antes habíamos hablado con Pablo un colega mio que estaba por allí e iba a participar, también iban tarde. Aparcamos la furgo un poco retirados pero cuesta abajo para empezar bien. "venga, venga, vamos coño que no nos da tiempo ni de coña" quedaban 5 minutitos, sacamos las bicis y… Edu tiene la rueda pinchada, "cagón tó!!" . A desmontar, "tienes cámara??" "que siiiii" Empezamos bien, bueno somos tres, lo haremos rápido, pero habrá que ir a comprar otra cámara a la tienda que sorprendentemente estaba abierta. Edu empieza a desmontar y "coño!! Si esta cámara es más pequeña, ahh!! Debe ser de la bici de Hernan (el peque de su casa)" "No me jodas Edu". Lord le dejó su cámara y tiró para comprar otras dos a la tienda, yo me quedé con Edu, que cuando empezó a montar la cámara ya estaban pasando el grueso del pelotón a nuestro lado. "Joder…vamos tarde de cojones", menos mal que son 165 Km y van a reventar unos cuantos, jajajaja!! Edu todavía no se había calzado ni las zapatillas con las calas, asi que decidí bajar a buscar a Lord que debía estar que mordía. La lluvia pegaba fuerte. Me reencontré con Lord (casi me muerde, jajajaja!!) y dejé a Edu poniéndose las zapatillas por lo que Lord y yo decidimos pasar bajo el arco para activar el chip de control. Se suponía que Edu tenia que estar por allí pero no estaba asi que pensamos que nos habíamos cruzado con él y que nos cogería en un minuto, asi que; comenzamos el Infierno del Norte!!!!

Edu, demostrando que todo le importa un huevo y que está por encima de los tiempos y de las carreras al ver que no estábamos por allí pues no pasó por el arco y tiró en busca y captura de sus compañeros perdidos, y digo perdidos porque debíamos llevar unos diez o 15 minutos de retraso con el pelotón y por tanto ni coche escoba, ni apoyo, ni ostias, asi que a buscar flechitas que indicaran el puto camino.

No tardamos Lord y yo en alcanzar algunos ciclistas, y poco a poco fuimos ganando posiciones, las mismas que ganó Edu que estuvo con nosotros en muy poco tiempo.

Ya desde el principio nos dimos cuenta de que la gente iba muy, pero que muy tranquila, se respiraba miedo. El ambiente húmedo pero sin frio hacia un pedaleo fácil. El inicio fue tranquilo, picando pero suave.

En uno de esos comentarios estúpidos se me ocurrió preguntar que si lo que teníamos que subir ahora era el Monte Aa y me dijeron que no. Tocaba el Soplao pero que no me preocupara porque cuando llegara al Aa lo reconocería rápido y entendería porque le llamaban Aahhh (es un juego de palabras difícil de escribir!!). Bien pues coronando un montecillo comenzamos el descenso donde decido ponerme el chubasquero que ya nunca me quitaré a lo largo de la carrera, al igual que Edu. No lo decide así Lord que como es del norte le mola lo del agua a todas horas.

Llegamos al Kilómetro 20 y primer avituallamiento. Bien, tranquilos, cómodos, sobra el agua pero… Dicen que viene el Soplao, qué será??, cogemos las bicis y nos dirigimos a un caminillo que se entra a fila de uno, "coño!!" "que es esto??" Peazo de rampa embarrada hasta las trancas. En los laterales la gente se amontona para animar a todo aquel que la supere montado, asi que como estamos en el Km 20 pues a dar satisfacción a los presentes y a tirar de molinillo, que para eso está!! Y ahí nos veis a los tres machotes entre aplausos y vítores, subiendo montados por una rampa de un 20% con barro hasta las orejas y lloviendo como si no hubiera llovido nunca, pero para arriba con dos huevos. Sin embargo, llegó lo evidente 5 minutos después, aunque la rampa no era tan dura el barro hacia derrapar la trasera y perdías el control, empezaba a ser ridículo intentar subir montado porque suponía un gran esfuerzo y quedaban aún 140 Km, que se dice pronto!! Pues pies a tierra y a empujar la bici hasta un pequeño descanso donde el barro ya parecía perdonar. Allí empezaron mis penurias. Me quedé haciendo fotos y Lord y Edu me adelantaron. Durante el barro la cadena se me iba chupando, pero mi "cacharro antichupado" había funcionado perfectamente, manteniendo a raya dicha cuestión. Pues bien, guardo la cámara de fotos me decido a montar y la bici empieza a tener un ruido muy, pero que muy extraño, de repente se bloquea la rueda trasera y me impide el avance, "la puta cadena, fijo!!" Me bajo pero sólo veo barro y más barro, intento avanzar de nuevo pero algo está pasando. Mierda, se acabó la carrera para mí y estoy en el Km 25 más o menos. La gente empezó a venir para ayudarme cuando vieron que tenía dificultades, al menos pararon dos o tres en bici, y otros tantos aficionados que estaban bajo la lluvia y el barro. Por fin limpiando la bici de barro descubrí que la chapa antichupado se había aflojado y estaba rozando en la cubierta, clavándose los tacos de la misma en la chapa e impidiendo el avance, "cagón tó!!" herramientas en mano, aflojo, recoloco, aprieto y a seguir. Todavía no estarán lejos, me he retrasado unos 15 minutos. Empiezo a montar otra vez sobre el pesado barro, pero esta vez está más pesado, y claro un compañero me dice: "tio has pinchado" No puede ser, no puede ser.. putos tubeless. 2 años sin pinchar y pincho aquí, manda huevos!! Saco trastos de matar, desmontables, cámara y bomba, y cuando me decido a desmontar, un aficionado se acerca a ayudarme y me dice que si llevo tubeless con líquido porque no pruebo a inflar, dar vueltas y a ver si sella. Coño, pues no le falta razón, por probar.. Gracias amigo, me salvaste de una engorrosa situación!! Asi terminé la carrera y asi sigue hoy la rueda, inflada!!

Pero lo mejor estaba por llegar, cuando coroné el puerto del Soplao 25 o 30 minutos de retraso, me encuentro a Edu que me estaba esperando y a Lord que se había bajado un poco por aquello del frio. Si señores, me habían esperado, porque suponían que habría pasado algo y no era normal que tardara tanto. Como agradecí verles allí, por fin alguien conocido en quien apoyarme de nuevo.

La bajada del Soplao fue espectacular, barro rojo hasta las orejas, la bici culeando y yo que venia calentito baje como que deprisa, (como me acordé del Luque en esta bajada, jajajaja). Cuando llegamos al pueblo, la gente de las casas tenían preparadas mangueras para limpiarnos las bicis, "la caña!! " como se agradece que te dejen la bici nueva y engrasada, dispuesta a seguir la ruta como si nada hubiera pasado.

De nuevo, reencuentro y comentario: " joder ha sido durillo el puerto, parece que voy cansado y todo" " si, pues quedan 130 Km".

Comienza un llaneo y cruce de un rio, después la subida al Monte Aa. Que verdad decían por ahí!! . En la entrada había un cartel : "ánimo, 23% + IVA" , coño que entrada. Las primeras rampas fueron fuertecitas, fuertecitas, ahí se nos descolgó Edu que aún no manejaba bien la bici de montaña y eso de que tenga tantos cambios… jajajaja!! La subida fue dura, pero que bonita, que paisaje, impresionante. Bajada rápida y en busca del avituallamiento del Km 66 donde prometían bocatas que ya nos hacían falta. Llegamos al avituallamiento y nos recibieron con gaitas y bocatas. Descansamos entre música, griterío y cierta inquietud para afrontar otro gran puerto, el del Moral. Después de comer, Lord y yo empezamos a subir antes que Edu que tardó algo más en recuperarse del Aa. Pronto nos dimos cuenta de que este puerto era un poco cabrón. Yo me enganché a un prenda de Santander y estuve charlando con él manteniendo un ritmo lento pero seguro. Lord por delante y Edu por detrás. Poco a poco fui comiendo terreno a Lord que iba perdiendo fuelle. Cuando llegué a su altura a mi ya me dolían las piernas y tenia que ir cambiando la posición, a veces sentado, a veces de pie, a veces con plato, a veces con molinillo, en fin buscando. "Lord, qué tal vas??" "ya voy jodido" "venga, venga" Empecé a subir y cuando llegué arriba Lord estaba lejos, pero Edu vino en un par de minutos, había recuperado y empezaba a entrar en su distancia, ya se encontraba como un chaval, jajaja!! Lord llegó un poco perjudicado al avituallamiento, que se encontraba junto a un cartel que ponía: " ya solo quedan 120 Km" (en realidad quedaban menos, unos 100). La bajada se hizo con frio y ya llevábamos 6 horas en la bici. A mitad de recorrido de la bajada un coche empezó a subir pitando y metiendo ruido, "coño!! " el primero estaba volviendo. No os podeis hacer una puta idea de cómo subia el muy cabrón, que ritmo, que energía, el pavo estaba en su kilómetro 140 más o menos, y nosotros llevábamos unos 80. Luego a unos 5 minutos pasó el segundo, el tercero, y hasta el 7 conté, después debió haber un corte importante (desde el primero al 7 habia un puerto entero de 9 Km). Estaba visto que no íbamos a ganar, jajajaja!!

Llegamos al Km 90 y Lord se quedó estirando iba jodido, no se encontraba bien. Le habían dado dos tirones nada agradables y decidió descolgarse de la grupeta. Edu empezó a subir el puerto de Fuentes (17 Kilómetros de puertecito). Yo me quedé hablando con Pablo, el colega que me había llamado, por fin le dimos caza, jajaja!! . Tiré a por Edu pero tampoco yo iba sobrado, me di cuenta en cuanto empecé a intentar forzar un poquito, asi que decidí ir a molinillo. Era un hayedo de 17 km, un perfecto lugar para poder pasar 15 dias de vacaciones. Poco a poco fui recuperando posiciones y llegue a ver a Edu un par de curvas más adelante. Ya sabéis que encima de la bici da tiempo a pensar muchas cosas, y yo pensaba en que Lord lo estaría pasando francamente mal, que mala suerte!!. Mientras los potrillos dormían plácidamente en las praderas verdes y el sol tímido asomaba de vez en cuando. Por fin el final del puerto, ahí estaba Edu, y cuando nos dimos cuenta, Lord estaba detrás, qué gran máquina!!! El muy cabrón había muerto y había resucitado, un par de estiramientos y subir un poco la tija, le habían solucionado sus problemas físicos, su fuerza de voluntad y las ganas de seguir sus problemas mentales. Según dijo después, el vernos en el puerto le hizo recuperar esa alegría por terminar.

A esas alturas, yo por mi parte, ya había tenido unas cuantas tentaciones de mandar la bici rodando por una de esas enormes praderas verdes y montarme en el coche escoba, llegar al apartamento, darme una ducha calentita…uhmmm!! Pero tenía que seguir, había que terminar, quería terminar!! Edu confesó sentirse mal en ese puerto, le había costado subir.

Ahora quedaba una bajada y un par de puertecillos más y un puerto grande. La bajada fue una de las más bonitas de mi vida, la velocidad no quiero ni mirarla, pero es que el Lord lleva el diablo en las venas y yo no podía ser menos, jajajaja!! La verdad que en esas bajadas se echa de menos una doble, pero un kilo es un kilo, jajajaja!!. Después de bajar, en el pueblo nos volvieron a limpiar las bicis y a engrasarlas, que buena gente!! No eran gente de la organización, era gente voluntaria del pueblo que tenían mangueras y nos daban aceite de las motosierras, sorprendente!!

Llegamos al puerto de Palomberas por carretera. Lord era un tiro. Yo no sé si lo de subir el sillín era efectivo, pero la transfusión de sangre que le hicieron en el km 90 seguro que si, jajajaja!!. Bajamos y tomamos un cafetito que nos vino muy bien, porque la lluvia volvía a pegar. Quedaba subir Los Tojos, y decían que estaba un poco perjudicado. Coño!! perjudicado!! Jajajaja!! Aquello era un puto barrizal impracticable por el ser humano (por supuesto ahí no incluyo a los 10 o 12 primeros), asi que tramo a empujar bici y, barro hasta las rodillas. Menuda mierda de puerto, la cantidad de tiempo perdido!! En fin terminamos el puerto y Edu no daba señales de vida, decidimos seguir al siguiente avituallamiento ya en el último puerto, el puerto de "el Moral" ese donde nos habíamos encontrado subiendo al primero hacia ya casi 6 horas, jajajajaa!!! .

El Lord se apretó un buen café con licor para recuperar energías, yo preferí seguir con el acuarius, aunque eso sí dejé los plátanos, y es que en todos los avituallamientos nos comimos un par de plátanos y claro a estas alturas el comentario era "no nos entra un plátano más ni por el culo". Bueno, café en cualquier caso reconfortante y después de la bajada de los Tojos meritorio, dado que la bajada fue también friki de cojones.

En el avituallamiento nos volvimos a encontrar con Pablo que venía un poco arrastrado pero aguantando. Edu seguía sin dar señales. Decidimos subir porque ya estábamos cansados, muy cansados. Salimos y empecé a notar que la probabilidad de tirones era alta, asi que decidí arriesgar y subir con plato mediano y mucho tiempo de pie, acerté!!.

Teníais que haber visto a Lord, que ritmo impuso. La subida del último puerto fue espectacular, yo sólo pude arrimarme a su rueda y aguantar el tirón todo lo que pude. Me subió todo el puerto, el con su molinillo, yo con mi plato, ambos concentrados y venga pasar gente, adelantamos a muchos ciclistas que iban medio muertos, otros iban un poco mejor, pero nosotros a tren. Cuando coronamos, no me quedó más remedio que darle las gracias a Lord, posiblemente sin él, lo hubiera pasado muy mal en ese puerto. Ya iba cansado, con ganas de abandonar. No lo hubiera hecho pero me hubiera pasado factura. Ya cuando coronamos, no quedaba más que un par de falsos llanos y bajar hasta el pueblo.

En uno de los falsos llanos, de repente escucho: "qué tal Tony??" Coño!! El Edu. Ha recuperado y ha subido como una puta flecha por el puerto. Según contó él, subió con mucha alegría, pero alegría fue verle allí con nosotros. Solo quedaba la bajada y allí estábamos los tres dispuestos a llegar juntos y cada uno con sus momentos de crisis. Y es que como conclusión, en una carrera de este tipo, te da tiempo, a hundirte, recuperarte, volverte a hundir y volver a recuperar.

La bajada del puerto, como no podía ser menos, espectacular. Todas las bajadas que he hecho en esta carrera se podrían clasificar casi de suicidas pero todavía había quien arriesgaba más. Si, si, ya en el asfalto siento que me tocan la espalda y me dicen "te cazé", no me lo puedo creer… Pablo!!, "Coño, que subida has hecho??", contesta: "no, no!! Qué bajada he hecho" Según contó arriesgó todo lo que pudo y más. Pero que guay, los cuatro juntitos llegando a meta. Sólo restan 5 km llanos y hemos terminado.

Pero como dice Edu, nunca se ataca una vez sino dos o tres o cuatro, asi que rodamos a plato los 5 km y con ganas de dar espectáculo hicimos una serie de ataques que culminaron con el éxito de nuestra grupeta en este Infierno del Norte que os recomendamos a todos y que os hará volar hasta el Paraiso.

Mi más sincero agradecimiento a todos aquellos que habéis sido capaces de terminar este relato ciclista poco interesante, pero muy reconfortante.

Saludos pa´tos Tony

domingo, 18 de mayo de 2008

Dos en una. Loma del Noruego+Pasapán

Sábado, 17 de mayo de 2008.-

Queda una semana para los 10.000 del Soplao, una de las marchas de MTB más duras a las que pueda enfrentarse un ciclista en un solo día. Se trata de superar 165 kms con 4.300 de desnivel positivo. Ninguno de los que nos hemos inscrito en esta locura conoce, ni de lejos, tamaña exposición a los límites de lo imposible. Va a ser, sin duda, el mayor reto físico afrontado por cualquiera de nosotros.

Por esta razón, quisimos preparar una ruta semejante, no en longitud, pero si en dureza, para llegar a la prueba sabiendo mejor lo que nos espera. Para ello juntamos dos rutas de la Sierra de Madrid de carácter “duritas”. Ámbas con desniveles positivos en torno a los 1700 metros y kilometrajes cercanos a los 60. Un dos en una. La conexión entre ámbas rutas se realiza en un punto (La Fuente de la Reina), km. 15 de una de ellas (inicio de la ruta al Pasapán) y el 40 de la otra (casi el final de la ruta de la Loma del Noruego).

8.30 am. Cercedilla. Tres coches llegan casi al unísono. Sus conductores (Edu, Jose y Pablo) se bajan con un grado de emoción más alto del habitual. No hay saludo con choque de manos. Nos enfundamos directamente en un abrazo, conscientes de que solo el hecho de estar allí ya nos confiere un cierto mérito.
La meteorología ha abierto sus inclaudicables condiciones y ha dibujado en el cielo unas nubes blancas de cuento infantil que nos dan una cierta tranquilidad. La temperatura para la hora del día y el lugar no está mal, 8ºC. Todo dispuesto.

8:46 am. Comienza la subida por la carretera hacia la pista dirección Alto de la Fuenfría. Por primera vez se completa esta subida de 13 kms y 600 m de desnivel con un ritmo pausado, dialogante, sin excesos. Un hormigueo cerebral no permitía soltar las piernas. La ignorancia sobre la respuesta física que tendríamos cuando la jornada ya estuviera bien avanzada invitaba a ser muy cauto. El alto de la Fuenfría había cambiado su paisanaje habitual de senderistas por un rebaño de vacas que saludan con sus vaivenes de cabeza.

A las 10.00 am y sin pausa, los tres bikers dejamos atrás el alto de la Fuenfría para adentrarse en el Camino Smith, que nos llevará en cinco kms al Alto de Navacerrada. El Smith es un sendero muy técnico por la cantidad de raices, piedras y desniveles que uno se encuentra en el camino, pero tiene un plus por el entorno. Es un paraje inigualable donde la vegetación, los árboles de troncos delgados y altura infinita y el musgo de las grandes rocas proyecta al pasajero a la película Excalibur.

En unos 35 minutos, el bosque se abre para dejar paso a la pista de esquí de Navacerrada, y un poco más abajo a la carretera que viene de la Granja y baja al pueblo de Navacerrada. Una vez cruzada la carretera, nos dirigimos al segundo puerto del día, la ascensión a la Bola del Mundo, punto ciclable más alto de la Comunidad de Madrid. Se trata de una subida de 3,4 kms donde hay que superar un desnivel de 400 metros para situarse a 2.260 m. La pista de subida es de hormigón por lo que la tracción no es un inconveniente. Si lo son sus rampas, todas ellas entre el 10 y el 20%. Pero en media hora estamos los tres arriba y bajo las majestuosas antenas rojas y blancas.

Toca descansar. Unas barritas y se deslizan los primeros comentarios serios de las sensaciones. El tiempo amenaza pero parece que retiene su furia de días pasados. La temperatura y un aire molesto nos invitan a salir de allí tras los retratos de rigor. Nos dirigimos a Cotos por la técnica bajada de la Loma del Noruego, un pedregal los tres solventamos sin mayores dificultades (aún con susto incluído de Jose). La parte final se suaviza bastante y nos anima a evolucionar la velocidad de bajada.

Tras salir a Cotos de entre los pinos ante las miradas atónitas de los paseantes y senderistas, cruzamos la carretera y sin pausa nos dirigimos hacia el Camino antiguo del Paular, impresionante descenso hasta el Puente de la Cantina por el cual solemos penar más de lo habitual cuando lo cogemos en sentido contrario. Aquí pronto perdemos de vista a Edu, quien parece que baja esquinado sobre su montura. Aunque hay variantes en este descenso y todas ellas muy emocionantes, elegimos la bajada natural por el cauce del río y la parte final por el tubo que practicamente te escupe a las Siete Revueltas.

En este punto, enganchamos con el GR10 y, por asfalto, toca eliminar un buen desnivel hasta la Fuente de la Reina. Aquí cada uno pedalea a su ritmo porque las fuerzas comienzan a estar en reserva. Como no podría ser de otra forma, Jose se distancia de nosotros dos, y luego es Edu el que me deja a mí. Es una subida a la que tengo cierta manía y que no termino de hacer cómodo nunca. Pero afortunadamente, y después de unos 40 minutos, toca a su fin.

Ahora el cuerpo pide a gritos un descanso con algo de alimentación y buena bebida; llevamos alrededor de 40 kms y aunque nos hemos quitado partes muy duras, queda un plato fuerte muy destacable: Pasapán.

El descenso hasta la Cruz de la Gallega y el posterior hasta el Caserío de Santillana se hace muy divertido. Pistas, senderos y alguna trialerilla suave nos ayudan a soltar adrenalina después de grandes momentos de esfuerzo y sufrimiento.

Aquí, en el lado segoviano de la sierra, el cielo nos saluda con bondad. Nos abre grandes claros y mantiene esas nubes de inclinación vertical propias de los cuentos infantiles más clásicos. Me adelanto para retratar a mis compañeros en marcha porque el entorno lo merece.

A la altura de la pradera donde se almacenan miles de árboles cortados cerca de Valsaín intuímos, unas decenas de metros más abajo, compañía ciclista que se dirige a las trialeras y senderos previos a las ruinas del Caserío de Santillana. Aquí nos salen los demonios que llevamos dentro, ya sin miedo al cansancio -porque tienes domesticado el cuerpo-, emprendemos una caza sin cuartel con el objetivo de llegar antes que todos ellos al mencionado lugar. Poco a poco vamos superando bikers en las bajadas, a este se le avisa, a este otro se le grita, aquel oye un zumbido por detrás y se aparta… pero hay uno destacado que nos ha visto y baja rápido, muy rápido. “Ese y no otro es el objetivo”, pienso… Parece una película de indios persiguiendo a vaqueros. No me dan las piernas para dar pedales bajando y, torsionando la bici más de lo recomendable, comienzo a ganar terreno a mi “presa”. Mis dos compañeros me siguen. El portón que da paso a la Cañada Soriana se acerca y, finalmente, cuando el sendero se estrecha y el piso es uniforme, paso a mi “amigo ciclista”, para llegar a la supuesta meta 3 segundos antes que él. En ese momento la satisfacción por llegar primero no existe; lo que te lleva al acto en si, es la emoción de enfrascarte en una bajada suicida y en superarte a ti mismo. En fin, creo que mis compañeros entienden a lo que me refiero.

Superado estos momentos de estrés ciclista positivo, cogemos la vereda que nos llevará durante un buen rato por la Cañada Real Soriana Occidental que, además, atraviesa varios ranchos. Esto supone ir abriendo y cerrando unos cuantos portones para que el ganado no se mezcle. El terreno, primero sobre pista cómoda hasta el Embalse de Revenga, se vuelve complicado desde este punto. Primero con una inmensa rampa de no más de 200 metros pero con un 25% de desnivel; y luego con un prado verde atraparuedas y viscoso por la cantidad de agua de lluvia retenida que hace difícil el pedalear con fluidez fuera del plato pequeño. Y todo esto sin perder de vista los cientos de cornamentas afiladas que vigilan nuestro paso… Un impulso de cualquiera de ellas y estamos perdidos.

Justo antes de la verja que separa la Cañada con la entrada de la pista que sube a Pasapán hay una fuente que nos invita a tumbarnos y disfrutar de un descanso merecido. En este punto llevaremos cerca de 60 kms y unos 1800 de desnivel acumulado. Todavía queda.

Comenzamos la subida al coloso. Sabemos que son 9 kms con buenas rampas y casi 700 de desnivel. La puesta en marcha es suave. Los tres vamos justos, aunque por diferentes razones. Unos por lo físico, otros por lo psíquico, y alguno por un dolor insoportable en el culo. Claro que solo se le ocurre al cordobés llevarse unas mallas sin badana para hacer callo para el Soplao. Hay!
Suavemente vamos ascendiendo primero entre pinares y a media subida entre rocas y vegetación baja. Edu decide tomarselo muy en calma para evitar al hombre del mazo. Jose y yo vamos tirando, pero sin excesos. A unos tres kms del final decidimos esperar a Edu, ya que no se le adivinaba pista abajo, y en un portón nos tumbamos mirando al cielo y exportando tensiones. “Esto es demasiado”, pensamos. Y no llevamos ni 70 kms. Dentro de una semana nos quedarán 100 kms más. Imposible.

Reunidos los tres continuamos hacia la cima a la que llegamos unos diez minutos mas tarde. Allí, y detrás de la valla de piedras, nos recostamos a relinchar y a hacer cuentas. No sale ninguna. Si el Soplao es como dicen que es, no podremos terminarlo. Bien es cierto que en la ruta que nos ocupaba no habia avituallamientos, íbamos justos de agua y salvo Edu, que llevaba su cuerpo lleno de plátanos, Jose y Pablo se habían alimentado de barritas de cereales durante las últimas seis horas. En Pasapán compartimos los últimos víveres, reparto de agua, frutos secos y barritas. Una de ellas, de gelatina, nos dio fuerzas extra para continuar el camino.

Salimos de Pasapán dirección el Embalse del Espinar por una pista que después de bajar unos metros continuó a media ladera hasta una arrastradera con una pendiente de más del 30% y demasiadas piedras. Alguna otra vez que pasamos por este mismo lugar, la empinada rampa estaba en mejores condiciones, menos piedras y más tierra. Aún así, bajar este monstruo montado en la bici es todo un reto, y llegar abajo, un logro.

Continuamos hacia la izquierda por la pista y en pocos minutos y tras un descenso de los que hacen afición, nos encontramos bordeando el embalse. Y de aquí a Marichiva hay un paso. Subir este collado y sus 200 metros de desnivel era el último trago del día, así que sin más dilación tiramos para arriba. El camino es ancho pero con bastantes piedras y una pendiente cerca del 20%. Consigo llegar arriba montado, gracias a la gelatina de Jose, creo. Ya en lo alto del collado y con la satisfacción de tener la aventura casi terminada, tan solo quedaba debatir qué descenso a Cercedilla elegíamos: la pista para alargar y redondear los kms hasta los 90; la trialera del mirador Vicente Aleixandre, muy exigente y técnica; o, el descenso que se inicia frente al portón de Marichiva, pedregoso en su primera parte, pero excitante en su final.

Decidimos coger la tercera alternativa. La más disfrutona. Madre mía que bajada, que gozada, rozando los pinos una y otra vez, por senderos muy rápidos donde tan solo la pendiente y algunas raíces exigían un extra de atención. La bajada terminaba y llegamos a las Dehesas, donde el asfalto nos escupe hasta los coches a casi 80 kms/h.

19:23 pm. Al final el cuenta decía que esta locura de juntar dos rutas en una supuso meterse 85 kms y 2800 de desnivel acumulado en 7h23 de pedaleo, pero en 10:37 de tiempo total.

Antológica ruta, como antológicos fueron los megabocadillos que nos metimos en Guadarrama.

Un verdadero placer compañeros!!!!

domingo, 11 de mayo de 2008

La Interminable

Por Jesús Carrascosa

Recorrido: Villalba-Guadarrama-La Jarosa-Cuerda de Abantos-Embalse de la Aceña-sendero de los Cerdos-Abantos-El Escorial-Villalba

Suena el despertador “tiruririru-tiruririru-tiruririru” lo apago y… joder!! que no era el despertador que era el teléfono, miro quien ha llamado y era Edu (Freneticow), le llamo y me dice que ya ha llegado que va descargando la bici. Ya son las 7:35.. menos mal que me ha llamado sino me duermo. Me visto, desayuno, pillo la bici y salgo pitando. Llego al lugar de encuentro y allí están Edu y Pablo (PabloBike1). Falta Miguel (Delfibike1), me acerco a buscarle y ya venia de camino. Bueno, pues ya estamos unos pocos.. nos saludamos, nos fijamos en el cielo diciendo: nos lloverá no nos lloverá...en fin tendremos que esperar para saberlo. La verdad es que pinta mal pero en ese momento yo confío en el pronóstico del INM.

Nos ponemos en marcha y vamos al encuentro de Kiko y Jorge (Chango). Pasamos por el siguiente punto de encuentro donde se suma Kiko al grupo. Más saludos, comentarios de su nueva bici.., y continuamos al encuentro de Jorge. Antes de llegar al siguiente punto de encuentro vemos a Jorge en una pasarela de la N-6 desde donde nos hace unas fotos (ya sabes Jorge, a ponerlas). Esta vez no paramos para no perder más tiempo, nos saludamos en marcha y ponemos rumbo a Guadarrama. Atravesamos Guadarrama para dirigirnos a la Jarosa; un valle de la sierra del Guadarrama lleno de pinos con un embalse en el centro.. un sitio muy bonito. Empezamos a subir tranquilamente. Durante la subida, de vez en cuando me doy media vuelta y subo un rato con Kiko; se esta haciendo a la bici y todavía le cuesta un poco, así que le voy animando. Poco a poco vamos tomando altura, nos vamos metiendo en las nubes que nos amenazan con descargar en cualquier momento.

Hacemos una parada para agruparnos y comer algo. Llegamos a la pista que nos lleva hasta el Collado la Mina, esta sigue subiendo, y cuanto más subimos más dentro de las nubes estamos y más nos mojamos, así que nos ponemos los chubasqueros. Ya en el Collado la Mina dejamos la pista y tomamos un sendero/pedregal que sube al refugio “La Salamanca”. Por este pedregal que vamos subiendo como podemos nos encontramos con un gran grupo de senderistas a los que vamos superando. Según voy subiendo, concentrado en no poner pie en tierra, me parece ver de reojo un culo (si un culo!!) a la vera del sendero, me fijo mejor… y efectivamente era un culo… no es el primero que veo ehh!!, pero es que me sorprendió, gracias a Dios era de mujer, sino hubiera sido muy desagradable. Llegamos al refugio donde hicimos una parada para reponer fuerzas y despedirnos de Jorge, que lamentablemente se tenía que volver para ir a currar (Jorge, esta la repetimos).

La temperatura había bajado considerablemente, 5º marcaba mi cuenta. Llevamos un rato allí parados y ya me estaba quedando frío, hasta nos adelantaron los senderistas. Nos ponemos de nuevo en marcha. Ya estamos en la cuerda y ahora toca bajada. Si el pedregal de antes era malo este es peor (por lo menos al principio). Aquí tuvimos la primera caída (la mía); iba buscando el mejor paso y en un momento de indecisión la rueda de delante se me engancho con unas piedras y.. al suelo (sin consecuencias, no hace falta que preguntéis por mi estado..jejejeje). Según avanzábamos el sendero iba mejorando, aunque de vez en cuando venia algún tramo complicado, y en uno de estos tramos la segunda caída (la de Pablo), según lo vi yo, una de dos, o iba al suelo o a un medio barranco que había, lógicamente opto por ir al suelo (también sin consecuencias).

Habíamos descendido unos cuantos metros y las nubes habían subido otros tantos, de manera que por unos momentos pudimos disfrutar de unas vistas espectaculares; justo a nuestros pies teníamos la Jarosa con su embalse en el centro rodeado de pinos; y rodeando a la Jarosa se veía un gran valle con un infinidad de tonalidades verdes que va hasta Cercedilla por la izquierda, y hasta Villalba por el frente. Terminamos esta bajada y empezamos a subir de nuevo, ahora la subida es por un sendero con una fuerte pendiente 18-23%, donde Pablo tira para arriba con un par. No es muy larga y enseguida empezamos a bajar de nuevo. Pero antes de bajar volvemos a disfrutar de las vistas; ahora lo que tenemos a nuestros pies es el valle de los caídos con su gran cruz en el centro. Comenzamos a bajar otra vez por un pedregal.. mejor dicho por un rocagal!.. piedras de 1x1m que hay que superar pateando.

Enseguida volvemos a subir para llegar hasta otro refugio (este no se como se llama). Aquí hacemos otra paradita. Cuando llegan Miguel y Kiko nos cuentan que habido otra caída (la de Kiko), parece que se ha hecho daño en la mano, pero se le va pasando.. (ya van tres). Aquí dejamos la cuerda y nos dirigimos a la “fuente las negras”, y de ahí a la casa las cuevas. El tramo de cuerda que hemos hecho, en alguna de sus partes es algo penoso para ir en bici y en otras es todo lo contrario, así que sopesándolo, en mi opinión, merece la pena hacerlo (le estoy dando un poco de publicidad para que se anime la gente para la próxima jejejeje) En la casa las cuevas cogimos un sendero para llegar a una bajada “el tubo” (creo) que te deja en el embalse de la Aceña. Aquí nos despistamos un poco, nos costo encontrar el camino, pero al final lo hicimos (ay peguero!! como nos acordamos de ti). Entretanto Kiko dice - nos vamos a mojar - a esto que empiezan a caer unas gotas sin importancia al principio, pero que cuando llegamos al embalse estaba cayendo pero bien. Por la hora que era y por lo que estaba cayendo decidimos acortar la ruta, así que tomamos dirección Abantos por el camino o sendero de los cerdos (hoy el nombre le iba bien al camino, ya que íbamos finos de barro).


Yo miraba para arriba y solo veía unos cuestones que te cagas!!, así que, mirada al suelo.. y a tirar p’arriba. En mitad de la subida pasamos un cruce, veo que el camino sigue de frente y que hay buena visibilidad para que Miguel y Kiko vean por donde tiramos. Continuamos, cuando en mitad de una rampa empieza a sonar el móvil; por la hora pienso que será mi mujer para preguntar cuando voy a llegar, así que, entre el rampón, la lluvia y que lo que le iba a decir no era lo que ella quería escuchar.. decido no cogerlo. Continuamos subiendo. Alcanzamos y superamos a un grupo senderistas con menos detalles que un panda (era un grupo grande pero iba en pequeños grupos de dos o tres y bastante separados entre ellos), no había manera de pasarlos.., no digo, que yo tenga preferencia, pero es que el camino tenía 2 o tres metros de ancho y a poquito que se hubieran molestado habíamos pasado todos perfectamente.

Por fin terminamos la subida y nos refugiamos a la vera de un pino para refugiarnos de la lluvia y agruparnos. Después de un rato esperando, Miguel y Kiko no llegan, estamos calados y nos estamos quedando fríos. Decido ir a buscarles para entrar en calor, bajo y no les veo, me pregunto: no se habrán desviado??.. saco el móvil para llamarlos y veo que la llamada perdida de antes era de ellos, les llamo y… me cuentan que Kiko va con un buen pajarón y que además van por diferente camino al nuestro, van dirección “alto Malagon”. Me vuelvo a buscar a Edu y a Pablo y nos vamos buscarles al “alto Malagon”. Ya en el “alto Malagon” nos agrupamos. Kiko llega bastante mal, Miguel había subido con él dándole ánimos. Aquí llueve menos y de vez en cuando nos llegan unos rayos de sol que nos dan la vida, pero nos bajamos corriendo en busca de unos grados más y un poco de sol. Bajamos por “los puntos” hasta la fuente, por aquí Edu hace un poco de patinaje jejejejeje. En la fuente paramos a que Kiko se recuperase un poco. No llueve y la temperatura muy buena. Terminamos de bajar y cogemos el camino del camping dirección Villalba.

Vamos por una pista bastante ancha llena de charcos, Kiko se ha adelantado un poco y tiramos para alcanzarle, cuando de repente oigo no se que de los charcos seguido de un uyuyuy miro, y veo a Miguel y Edu enganchados ya casi en el suelo… menudo hostión!!.. Edu se levanta rápidamente, parece que esta bien, Miguel no se levanta, se ha hecho daño.., después de un rato en el suelo se levanta, tiene abrasiones y contusiones varias, Kiko le echa un poco de agua en las abrasiones mientras él se recupera un poco del golpe (parece que la cosa no va a más). Recogemos las bicis que están tiradas en el suelo y vemos que la bici de Edu tiene una maneta completamente doblada (es una putada pero.. mejor la bici que él). Nos ponemos en marcha de nuevo. Atravesamos el barrizal que se prepara detrás del camping (prefiero el barrizal a la carretera), y una vez superado continuamos por una pista llena de charcazos (5x3m algunos) que vamos esquivando haciendo eses, y así hasta casi Villalba. Ya en Villalba quitamos el barro de las bicis en una gasolinera. Kiko se separa del grupo, nos despedimos de él y continuamos hasta llegar a los “Delfines”.

Y aquí nos despedimos de Pablo y Edu deseándoles que tengan un buen “soplao” y hasta la siguiente... un placer amigos!! Al final: 74km y 1670m de acumulado, y eso que no la hemos terminado.. pero esto no se va a quedar así. Gracias y hasta la próxima.

sábado, 3 de mayo de 2008

Colores de Montejo 2. Una visita anunciada a Tres Provincias

Crónica: Tres Provincias. Una culminación anunciada.

Como parece que últimamente va de tríos, no quisimos ser menos en esta ocasión: El sábado, 3 de mayo, Juanma (Sportbilly), Edu (Frenetikow) y yo mismo nos citamos en Montejo de la Sierra, allá por el km 82 de la NI que une Madrid con Burgos. La mañana había salido perfecta, sin nubes, sin aire, 14º… y un entorno de lo más colorista.

Cuando llego sobre las 9.30 al punto de encuentro, Juanma ya esperaba y, casi sin darme tiempo a aparcar, aparece Edu. Abrazos para el nuevo peregrino, comentarios varios y loas al valiente. Nos disponemos a montar las bicis. Pero un “no me lo puedo creer!!!”, rompe el sosiego del momento. La voz salía de lo más hondo del cuerpo de Edu, y es que el amigo peregrino buscaba y rebuscaba dentro de su coche la rueda trasera de su Trek. No estaba!!!. Lamentable baja que nos dejaba fríos a todos sin saber qué hacer. La faena se agranda cuando el compañero de piso de nuestro amigo no encuentra el objeto perdido en el lugar del delito. Qué faena. Y tal que llegó, se fue. Sin poder hacer la ruta prevista y con una bici mutilada por un olvido.

El trío se quedó pues en pareja, y ésta decide comenzar a andar ya. El reloj marcaba las 10.05 y la ruta es de las que se las trae. Desde Montejo hasta la pista que sube al collado del Mosquito hay un buen trecho, y hasta su cumbre son unos 17 kms sin descanso que hacemos con buena charla y sin forzar el ritmo ya que el plato fuerte hoy era otro. Durante la ascensión se comienzan a posicionar nubes altas que mitigan los rayos solares. “Casi mejor”, pensamos. Esta ruta con exceso de calor puede ser un calvario. Tras un portón que nos abren unos ganaderos, nos observan inquietas algunas vacas y “toros!!!”, “Muuuuuuuuu”, dice uno. Tira, Juanma, tira que nos está avisando. La subida, en su parte final se hace pesada y sólo el bello paisaje que nos rodea, lleno de pinadas y hayedos, collados y montañas, nos aligera esa sensación. “Mira, aquí paramos con Jesús y Kiko la primera vez”, recordamos al pasar por un punto determinado.

Ya arriba, tras culminar el Collado del Mosquito en 1h30 desde los coches y comernos la primera barrita, una mirada hacia el norte nos trae pensamientos pesimistas y barruntamos acortar la ruta. Algunas nubes se acercaban empujadas por un viento que comenzaba a soplar fuerte. Teníamos la casi seguridad de que aquellos nubarrones no iban a descargar agua, pero el viento subiendo Tres Provincias es un nefasto compañero.

“Qué hacemos”, nos preguntamos. Yo estaba decidido a hacer la ruta prevista, y Juanma demostró pronto que también. Esos pequeños titubeos son parte de la incertidumbre que conlleva una ruta de estas características.

Decidida la opción, comenzamos a bajar raudos por la pista que nos pondrá en pocos minutos al pie de un sendero que esconde uno de los ascensos más complicados a una montaña de la sierra de Madrid: la cumbre del Monte Tres Provincias, a 2130 metros. Al poco tiempo, la ropa de abrigo que nos habíamos puesto para la última bajada sobra por completo. Tras una breve parada seguimos. Unos caminantes nos desean buena ascensión, sin imaginarse cual era nuestra meta, ya que de haberlo sabido a buen seguro nos hubieran intentado detener. Tras dejar atrás el sendero, el paisaje se vuelve agreste, árido, casi lunar. Ningún tipo de vegetación nos saluda ya. Es como si nuestros porteadores nos abandonasen en el viaje al lugar prohibido. Primera super rampa. Buffff! Salvada. El piso quizás no estaba tan blando como la última vez, pero allí estaban esas piedras, todas juntas, sin posibilitar una trazada clara. Delante se presentaba una situación desoladora, la pista o pared de ascenso con sus múltiples rampas que se pierden en el horizonte. Lo mejor, mirar al suelo; si no, te hundes.

Segunda pared, comenzamos a subirla mientras recordamos las penurias de hace unos meses. “Cuántos piñones te guardas?”, le pregunto a Juanma. “Uno”, me dice; “Pero tu llevas un 32”, le digo. En este terreno los 34 se agradecen. Y se exprimen. “Yo, todavía me guardaba 2 piñones, aunque pronto echaría mano de ellos.

La cadencia de subida es lenta, 4, 5, o 6 kms/h en las partes duras del 22 o 23%. Si bien en este lugar hay algo peor que la pendiente: el suelo, una trampa esponjosa que succiona las ruedas de las bicis hacia el centro de la tierra.

Superadas las cuatro rampas finales sin poner un pie en el suelo salvo para inmortalizar un momento del recorrido, llegamos al Pico Tres Provincias, pero Juanma no está satisfecho, quiere llegar hasta el vértice geodésico. Pues vamos.

El viento había bajado su intensidad, y aunque sin sol, allí nos tumbamos a descansar nuestras doloridas piernas. Tres horas habían pasado desde la salida de Montejo, tres horas en las que habíamos recorrido 34 kms de pura y dura subida a una media de 10,4 y con un desnivel positivo de 1400 metros. Como agradecimiento, allí estaba la meseta norte saludándonos desde su poderosa inmensidad. En sitios así es donde uno se da cuenta de lo insignificantes que somos. Y allí, a vista de pájaro, casi llegamos a imaginar las cumbres del Soplao.

Tras no más de media hora, decidimos comenzar a descender. Lo que tardas en subir 3 horas lo bajas en 25 minutos. Curioso. Mención especial para la bajada que nos dejó a los pies del Chorro, el mayor salto de agua de la Comunidad de Madrid, donde como dice el buen amigo Miguel, “parece que nos da igual caernos”. Menos mal que las ruedas aguantan lo inaguantable. Menos mal.

En el Chorro, y ante la mirada atónita de paseantes, paramos para hacer alguna foto al salto de agua que, por cierto, escupía un buen caudal. Seguimos la ruta. Abajo la temperatura es ideal, unos 22ºC y sin sol. Todo perfecto para, una vez atravesado Somosierra, comenzar a subir los caminos de Dios por los que Negris nos venera todos los días. Es la última ascensión de la ruta, pero es pesada, con un desnivel de unos 250 o 300 metros en no más de siete-ocho kms. Se pena en esta subida, la verdad, aunque creo que esta vez la hemos hecho más ágiles que en anteriores ocasiones.

Ya sin agua en los Camel, paramos en el portón que desciende hacia Horcajuelo. Barrita y risas. Recordamos las altas velocidades que esta pista ofrece, pero nos invitamos a tener prudencia por las vacas y caballos sueltos. Un accidente a estas alturas de la película resultaría fatal para el próximo viaje a Cantabria y, así, nos dirigimos al final de la ruta. Qué maravilla de pista, aunque para ser justos, no cogimos las velocidades de la última vez.

Abajo y tras cruzar Horcajuelo, hacemos el tramo de carretera que nos deja en Montejo sin novedad y satisfechos por el deber cumplido, aunque tristes por la baja de Edu a última hora y recuerdos a todos los valientes que en alguna ocasión también la finalizaron. Pronto la repetiremos, que hay unos cuántos que le tienen ganas a estos parajes. Peguero, cuánto bien te harías si vinieras a una próxima cita con TRES PROVINCIAS!

Por cierto que hemos propuesto este recorrido como futura carrera dentro del I Maratón Sierra Norte Pandilla Quedadas. En fin.

El fin de ruta se tradujo en una sentada en un bar de la plaza de Montejo con unas cervezas y bocadillos de pan de leña deliciosos.

Datos de mi cuenta:
5h51 de ruta
4h21 pedaleando
57,5 Kms
13,21 de media
61 kmh máx.
1754 metros de desnivel acumulado
Entre 14 y 25 ºC