τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

martes, 10 de enero de 2012

"Quillo", el carril del Gallo, Cotos y alguna cosa más.


Que alguien te diga al finalizar una mañana de bici que "posiblemente haya sido la ruta más bonita que he hecho nunca" es un placer para cualquiera que haya hecho de cicerone. Si además te lo dice una "máquina" que devora los kms a unas velocidades de susto, y que, además, es asiduo a las primeras posiciones de todas las carreras donde participa, el halago es mayúsculo.

Dicho esto, vamos con la secuencia de los hechos. Ya hace una semana de esta ruta con Antonio, uno de los compañeros del Club Ciclista de Algeciras (UCA) que conocí este verano por tierras gaditanas. El pollo, que no se anda con medias tintas, se vino desde su tierra con la flaca y la MTB en el coche para no perderse ninguna posibilidad de salida. Y así fue, ya que no dejó de montar un solo día. Y no vayamos a pensar que le valía cualquier cosa, no, no. Las salidas con la de carretera se las enciscaba con los Ozone de Las Rozas que no son unas almas de la caridad precisamente. Luego nos preguntamos como algunos andan tanto. La respuesta está en  lo felices que son encima de una bici, tenga ruedas finas o gordas.





Lo malo de quedar con este pura sangre era mi lamentable estado de forma, con apenas un mes de rodaje desde la deserción ciclista anual y unos entrenos más que suaves en mis piernas. "Creo que las voy a pasar canutas", pensé cuando cerramos el día de la quedada. Intenté que nos acompañara algún amigo más, pero las obligaciones navideñas imposibilitaron cualquier otra compañía que la del bicho algecireño.

Me tocaba preparar un recorrido "sin fallo posible", uno de esos que sabes que salen disfrutones y que tienen un poco de todo: subidas tendidas, subidas menos tendidas, bajadas técnicas pero ciclables, trialeras y senderos con un poco de todo. Contamos con la suerte de tener muchas zonas del recorrido elegido con el piso cubierto de una fina capa de nieve perfecta para disfrutar a lo grande de una mañana de MTB por la sierra de Madrid. Un sol espectacular con temperaturas suaves para esta época del año condimentaron un perfecto comienzo de ruta.

¿Qué cuál fue el recorrido? Pues "cohonne", cual va ser... Cercedilla-Fuenfría, carril del Gallo, subida a Cotos, Alto de Navacerrada, Camino Smidt, Fuenfría y bajada a Cercedilla por el sendero que sale frente al portón de Marichiva. Apenas 45 kms con casi 1300 de desnivel positivo despachados en 3 horas en movimiento.

Los casi 13 kms de ascensión hasta la Fuenfría los hicimos con "relativa" calma, buscando no sobrepasarnos con las pulsaciones... ¡! Paramos en el mirador de la Reina donde mi compi disfrutó de las vistas que se aprecian desde esta atalaya como lo hice yo la primera vez que pasé por aquí hace no demasiado tiempo. Hicimos alguna foto para inmortalizar el momento, y de nuevo las monturas se movilizaron para subirnos al final de un puerto que se asemeja bastante a la subida de las Corzas en los Alcornocales algecireños. Es allí donde esta gente te lleva con el gancho "si" o "si". "Si" no es uno, es otro, y "si" un día le aguantas la rueda a uno, al dia siguiente es otro el que te mete el hachazo... Gentuza.


De la Fuenfría cogimos el carril del Gallo, donde pronto comprobé que también iba a penar en las bajadas. Por este espectacular sendero de unos 4 kms de longitud se disfuta como en pocas zonas de nuestra geografía. Es una bajada con varios zig-zag, curvas abiertas, piso con piedra manejable, alguna raiz traicionera, un riachuelo que se cruza... y zonas graníticas sombrías donde pueden asaltarte un ejercito de duendes si andas descuidado. Hay que ir salvando, por un estrecho caminillo (casi carril), los troncos de los árboles que intentan abrazarte mientras el silencio sepulcral del bosque observa los movimientos de los aventureros. Disfrute total.




A media bajada hicimos una breve parada en la pradera de Navalazor, lugar idílico con todas las vistas abiertas hacia Valsaín y Segovia... "Quillo, os tenéis que apuntar a la Madrid Bikex", le dije a Antonio. "Se sufre como un perro pero pasar por estos lugares en carrera alivia un poco el dolor"... No digo más. "¿Apostamos algo a que en junio tengo a la UCA en masa por aquí?"



Tras cruzar el río Eresma jugándonos el resbalón y el subsiguiente chapuzón, nos dirigimos hacia las Siete Revueltas para conectar por carretera con el GR-10 que nos subiría a Cotos. Aquí aproveché para darle una probatura a la S-Works que llevaba a mi lado y comprobar si el dueño no la había trucado... Si este chico en enero está así, no me quiero imaginar lo que va a ser en el Soplao, 24Doce y alguna más que se tercie. ¡Esto son puestos para atrás, leñe!

Las primeras rampas hacia Cotos ya se hicieron durillas. Apenas hay cinco kms de subida, pero los porcentajes no suavizan y conozco a más de uno que el pasar por aquí le provoca un mal trago. Tomé la iniciativa de la ascensión para intentar contener a mi acompañante y sufrir con mi ritmo y no con el suyo, que deja de llamarse sufrir para pasar a ser agonizar. Ante su iniciativa de hacer unas fotos en un pequeño descansillo, no lo dudé y asentí afirmativamente. La verdad es que era como para no parar. Toda la pista nevada desde la carretera hasta la cima nos exigía un plus al pedalear pero, a la vez, una vistas y unas sensaciones de privilegio inigualables por estar metidos en aquel lugar escuchando la nieve romperse ante el paso de nuestras ruedas...



Para salvar el tramo final nevado de la subida a Cotos sin poner pie a tierra tuve que tirar de corazón y ponerlo al 99% de mi frecuencia máxima, algo que no alcanzo en ninguna carrera... Ya arriba y como una lapa, compruebo que Antonio también ha coseguido subir del tirón aunque con su cardio más relajado, claro.

Sea como fuere, aprovechamos la Venta Marcelino del alto de Cotos para sacudirnos una cerveza con limón y echar unas risas en la terraza del famoso restaurante. Creo que esa imágen viajó hacia Algeciras a la velocidad de la luz.


Lo que nos quedaba de ruta era poca cosa. Las subidas practicamente habían terminado y tan solo tendríamos que rodar por carretera 8 kms hasta el Alto de Navacerrada y enlazar con el camino Schmidt por los remontes de la estación de esquí para terminar de nuevo en la Fuenfría. Aquí tuve que poner orden en clase, ya que si me descuido, mi compañero se encarama a la Bola del Mundo y todavía estoy buscándole... En la próxima.

El Schmidt, en su primera parte estaba bastante frecuentado por el turisteo ocasional muy propio de la Sierra en estas fechas. Dando avisos pudimos ir salvando escollos humanos mientras rodábamos por el piso escarchado que daba "un grip a la bici parecido a la arena", según Antonio. Yo no lo tenía tan claro e iba con la prudencia que me retrasaba cada vez que la pendiente se volvía negativa.


Casi en la Fuenfría, en el repecho de 150 metros final antes de llegar a la planicie donde se encuentra el monumento a Jose Antonio Cimadevila, comprobé como se quita la carbonilla don Antonio. Se metió un sprint en subida sobre piedras que me dejó con la boca preparada para la entrada de un enjambre de moscas. "¿Será la S-Works?", me pregunté. Quiero pensar que si.

Como última estación de la ruta teníamos los senderos que bajan hasta Cercedilla desde el collado de Marichiva. Es un descenso que me impongo de obligado cumplimiento cada vez que paso por la zona para no perder la poca técnica bajadora que tengo. Un inoportuno pinchazo que el líquido no supo frenar retrasó un poco la llegada al coche. Reparado éste, en el desenfreno final faltó el canto de un duro para que me tragara una cancela y la alambrada de pinchos que la sujetaba. Mal asunto si llega a suceder.

Con final feliz y en hora, llegamos a nuestro punto de partida donde, ya desmontados, escucho aquello de "posiblemente haya sido la ruta más bonita que he hecho nunca", lo que me dejó tan o más satisfecho que la ruta en sí. El mérito, por supuesto, de la Sierra de Guadarrama y de quien supo disfrutarla, un lugar maravilloso para practicar bici en cualquier modalidad, donde además, los que están acostumbrados a entrenar a nivel del mar, ven glóbulos rojos detrás de cada pino, de cada roca o piedra del camino.

Un placer Don Antonio, hasta cuando quieras!