τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

domingo, 26 de junio de 2011

Montejo-La Hiruela-Alpedrete-El Atazar-Cerro Porrejón-El Mosquito... Muevo ficha

No se si es más duro preparar una prueba/locura de 211 kms y 7000 dap ó la prueba/locura en sí. Y no se si tengo más ganas de que llegue el día D para disfrutar de la locura o para dejar atrás la preparación para que la locura no me engulla. Bonito dilema, ¿verdad?

Sea como fuere, este domingo preferí coger la BTT para hacer una ruta larga por el monte dentro de las posibilidades que me dan en casa, que no son pocas.

Para esquivar los calores extremos del medio día puse el despertador a una hora indecente. Un buen madrugón ayudaría a no torrarme desde la salida, aunque cuando tienes tantas horas por delante, da igual que da lo mismo. En cualquier caso a las 8:45 de la mañana ya estaba rodando.


Mi objetivo lo situé en Montejo de la Sierra con un recorrido que conozco bien y que atraviesa toda la Sierra de la Puebla. Es uno de mis lugares preferidos de la sierra de Madrid: Montañas imponentes con bastante desnivel, pistas, caminos y senderos poco técnicos, paso por pueblos que te avituallan y fuentes localizadas en mitad de la nada, así como paisajes espectaculares y posibilidades elevadas de cruzarte con corzos, zorros, jabalíes, buitres... lobos¿?


La intención era deshacerme lo antes posible de los primeros 100 kms y 2.300 de dap para acometer desde el Puerto del Cardoso un segundo bucle con dos puertos más. Aprovechar esos primeros momentos de la mañana donde la temperatura se mantenía en los 20º y todos los caminos estaban en sombra iba a ser vital. Las previsiones de calor para el medio día daban miedo.

Los primeros 15 kms se hicieron durillos: en frío y con casi todo el camino para arriba hasta que se llega al puerto de la Hiruela por un espectaculat y denso robledal. Hasta aquí empleé 55 minutos. Luego, hasta el Collado Salinero, la Torrecilla y Alpedrete tenía una serie de toboganes a media ladera y un descenso que se hace rápido. En Alpedrete paré para rellenar los bidones (dos) de agua. Nada más. Quería llegar lo antes posible a El Atazar, del que me separaban unos 20 kms.


A partir de las 11:30 el sol ya pegaba fuerte y los árboles ya no hacían sombra en los caminos. El calor se iba intensificando por momentos y aunque uno no lo siente, el desgaste se acelera hasta que te deja tieso. Como no quería que esto sucediera, en el Atazar (km 71) paré en un bar, me tomé dos Coca-Colas y un pequeño bocadillo de queso. Tenía claro que no iba a salir con prisas -como normalmente-, porque podría ser mi guillotina. Mientras me preparaban el bocadillo, me puse de charleta con un grupo de lugareños que me preguntaron de dónde venía y a dónde iba.

Con el estómago lleno y teóricamente hidratado salí de este pueblo a la vez que unas decenas de Lamborghinis que se habían concentrado en este pueblo para hacer de las suyas por las carreteras de la zona. Desde este punto hasta el inicio de la subida al Cerro Porrejón, primero me tocaba una zona bastante árida donde el calor ya era insoportable, y después un puertecillo hasta la carretera que baja a la Puebla de la Sierra y un tramo de pista destrozado por una máquina que, sin entender su sentido, había ensanchado la pista y la había dejado totalmente rota. Qué falta de sentido tienen estas cosas.


No iba a gusto. Ni por el estado de la pista, ni por las sensaciones. El calor me ahogaba. Una fuente en el camino me invitó a parar y no lo dudé. Fuera casco y fuera guantes. Metí la cabeza bajo un potente chorro de agua helada que me dio la vida. Ufff, que delicia.

Con las primeras rampas (algunas al 20%) que suben al Porrejón (lugar inhóspito donde los haya), comprobé como el calor me estaba desgastando sin remisión. Subí las pendientes rectas de este puerto a un ritmo pausado y pensando que estaba cerca de caer en la tostada. Durante toda la mañana había seguido más que nunca la ecuación de comer y beber, especialmente lo segundo. No se los litros de agua que pude beberme y tirarme por cabeza y cuello. Incluso había estrenado una bolsita tipo "Ironman" que se coloca en el tubo horizontal de la bici junto a la pipa de la dirección para no llevar los bolsillos del maillot atufados de barritas y poder comer más comodamente. Este utensilio si que pasó la prueba para Austria.


Superada la cima del Cerro Porrejón y pasado ese momento crítico donde ya me dolían hasta las uñas de los pies, los cuales llevaba ya medio dormidos, tomé la carretera que me bajaría hasta la Hiruela. Fue un soplo de aire fresco dentro del sufrimiento general. Desde allí volví a tomar la variante por la que ya había pasado por la mañana y que me acercaría al puerto del Cardoso en unas condiciones en las que cada repecho lo iba superando de aquella manera.

Se acercaba el momento clave del día. Fin del primer bucle. Primeros 104 kms superados. A la izquierda, la carretera que me bajaba hasta Montejo de la Sierra; de frente el inicio de la pista que me subiría hasta el Collado del Mosquito, e inicio del segundo bucle. ¿Qué hacer? ¿Retirada o valentía? Me paré en la fuente que hay justo en el alto del Cardoso e inicié la misma rutina de deshacerme del casco, los guantes y demás enseres. Metí otra vez la cabeza bajo el chorro frío bajo la atenta mirada de unas vacas que por allí andaban a la solanera. Esto me llenó algo la batería así que la decisión fue tirar hacia el Collado del Mosquito.


Hasta arriba tenía casi 11 kms de puerto sin rampas duras y con un porcentaje medio que no llega al 5%, pero a esas alturas y en esas condiciones cualquier cosa era un mundo. Comencé a subir de un modo aceptable pero según transcurrían los kms iba teniendo más claro que la aventura se iba a finiquitar con este puerto. Los casi 25 kms que alargarían la ruta desde este puerto hacia Tres Provincias, bajar a Somosierra y volver a subir el Mosquito por su otra vertiente, los eliminaba de la orden del día.

Y así fue, llegué arriba por puro trámite, sumando por sumar, e intuyendo que esos kms, ya con las pulsaciones por los suelos, no servían como entrenamiento ni como nada. Bueno si, sirven para endurecer el espíritu y fortalecerte ante el sufrimiento, que no es poco.

Durante el descenso fui disfrutando del paisaje, sintiendo el aire en la cara, y sabiendo que acababa de mover la ficha otra casilla más hacia la Salzkammergut Trophy. Madre mía, lo que hay que hacer. Y lo peor de todo es que nos gusta esto una barbaridad. Es lo que más me preocupa.

Cuando llegué al coche poco antes de las 5 de la tarde, Montejo tenía una temperatura de 35º, pero estoy seguro de que en buena parte de la ruta, especialmente en la zona de Alpedrete de la Sierra y el Atazar, había rozado los 40ºC. En fin, es lo que tocaba.


El Polar me marcó 131 kms recorridos, 2900 metros de desnivel acumulado y 7h15 de pedaleo, aunque con todas las paradas el tiempo total se me fue por encima de las 8 horas. Una gaita.

* Las fotos están sacadas de Internet ya que con las prisas la cámara se quedó en casa. Error!

domingo, 19 de junio de 2011

Morcuera, Navafría y Canencia. Buscando los últimos ahorros

Fin de semana de Quebrantahuesos. Debe tener algo esta prueba para que ya hayan corrido 20 años y se siga celebrando con una participación escandalosa. No se si he leído que en esta edición iban a superar los 11.000 inscritos, y otros tantos que se han quedado fuera. Tremendo. Nunca he hecho una marcha sobre ruedas finas y creo que para bautizarme en el sector, nada mejor que viajar a Sabiñánigo y meterme una QH entre pecho y espalda. Quizás lo pruebe el año que viene.

Hoy toca sufrir un poco más

Pero no me voy a desviar, que lo importante es lo que tengo por delante este año. Fino, filipino! Una vez hecho un pequeño parón tras el Soplao y la Madrid Bikex, queda invertir los pocos ahorros que me quedan dentro para salir adelante en la Salkammergut Trophy. Con la edad, los talluditos ya no podemos tener alegrías del tipo: "Me apunto a todo lo que tenga una parrilla de salida para ir ganado forma", si no todo lo contrario. Hay que tener una previsión de gastos porque la pasta acumulada durante el invierno, como en la vida real, vuela que da gusto, y tras dos o tres eventos de intensidad máxima, la luz de la reserva puede encenderse en cualquier momento.

Para ir llenando algo la hucha en las tres próximas semanas, con más pereza que ilusión, las ruedas tienen que seguir rodando. Ante el porrón de horas que me esperan en Austria, es muy importante no dejar que el cuerpo se acomode, y para que eso no ocurra hay que seguir buscando rutas con cierto kilometraje y desnivel acumulado.

Domingo 19 de junio. 9 horas algo pasadas. Comienzo a pedalear desde la estación de FFCC de Tres Cantos hacia el carril bici que me lleva en subes-subes a Soto del Real. Estos 20 kms, más o menos llanos (menos que más), sirven de calentamiento. Con QH o sin ella, el número de ciclistas es elevado y no hay casi diferencia con un domingo normal.

Ambiente de ciclismo en la Morcuera.

Soto del Real-Miraflores de la Sierra-Morcuera. Hasta Miraflores hay unos 10 kms ondulados donde me uno a tres ciclistas que me llevan a buen ritmo hasta el inicio del puerto, donde sin respiro comenzamos a subir los 9 kms de la Morcuera buscando sensaciones positivas. Y para esto veo que lo mejor es dejar irse a mis tres compañeros porque iban un punto por encima y no quería quemarme con todo lo que tenía por delante. Hasta el km 4 voy más o menos correcto, pero en los dos kms centrales me atranco y tengo que retorcer los 39 dientes del plato pequeño un poco para salir adelante. En cambio los tres kms finales los termino bastante bien. Arriba llego un minuto peor que mi mejor tiempo, con lo que hay margen de mejora. Poca pero la hay.

Morcuera-Rascafría-Lozoya del Valle. Con una temperatura gloriosa, cielo absolutamente despejado y casi sin aire, la bajada de la Morcuera hacia Rascafría es un puro disfrute. Trece kms de velocidad buscando atrapar a una grupeta que iba unos metros por delante. Y resulta que cuando comienzo a pasar algunas de sus unidades, una de ellas me dice -"Ahí delante tienes otro garrapatero". Es Carlos, al que no tenía el gusto de conocer en persona aunque si a través de las fotos de las rutas de los Pandilleros. Con este grupo voy charlando los siete kms que nos separan de Lozoya del Valle, lugar donde yo iniciaré la subida al puerto de Navafría.

Alto de Navafría

Puerto de Navafría. Un ascenso de casi 12 kms al 6% de media donde el tiempo puede pasar despacio o rápido según el día que tenga uno. Los primeros tres kms pasan a todo meter ya que las rampas son muy tendidas, pero una vez que llega la primera revuelta la carretera se va empinando y te obliga a desarrollos ágiles. Las sensaciones iban siendo buenas, las pulsaciones en su sitio y la cadencia aceptable, pero algo me decía que las fuerzas se iban a acabar en breve. A tres kms del final, tras otra de las revueltas me encuentro a un grupo de carreteros parados y un coche de la Guardia Civil unos metros por delante. Saludo al grupo y tiro para arriba. Ya en el alto, cuando yo comencé a bajar, me cruzo de nuevo con este grupo y me fijo que uno de los ciclistas iba empujando una bici. "No creo que hayan salido así desde casa", asi que algo habrá pasado con la Guardia Civil... En este puerto invierto casi tres minutos más que el pasado mes de mayo.

Hacia Canencia

Lozoya-Canencia. Bajar los puertos en flaca con buena temperatura, buen firme y poco tráfico es una delicia. Si además el paisaje es de ensueño y se da una concentración arbórea fuera de lo común, el placer es gigantesco. Pasado este cúmulo de adrenalina, en Lozoya cojo de nuevo la carretera hasta el desvío a Canencia. Tal como barruntaba en la subida a Navafría, las fuerzas estaban ya bajo mínimos, así que era momento de contemporizar. En el pueblo de Canencia paro en una fuente a llenar uno de los bidones. Hace calor. La gestión del agua con estas temperaturas debe ser más alegre que cuando el termómetro racanea grados.

Ahí, ahí... un euro de aquí, otro de allá...

Huy, ahí hay un billete de 5€

Para mí el puerto de Canencia comienza casi a la salida del pueblo y ahí es donde pongo el crono a funcionar. Como llevo el motor casi sin gasolina, pienso en entretenerme haciendo fotos ya que esta vertiente de la sierra es muy bonita. Los primeros kms pasan rápido y el firme solo se pone duro a 3 o 4 de la cima. Las piernas duelen y van quejándose del maltrato continuado al que se han visto sometidas hoy. Las últimas rampas las supero a base de cabezazos. Intento ir de pie sobre la bici ya que el culo comienza a astillarse. Arriba llego con un discreto tiempo de 32 minutos. Y sin mayor historia me tiro puerto abajo hacia Miraflores buscando ya esos momentos donde mentalmente ya te desengrasas con la bendita frase: "Los deberes de hoy ya están hechos".

Espectácular Canencia

La carretera se pone dura...

En esa revuelta hay unos céntimos...

Miraflores-Soto del Real-Tres Cantos. Es la parte final de la etapa. Al alto de Canencia llegué a las 13:49, me quedaban unos 40 kms, y me marqué llegar al coche antes de las 15:00 horas. Llegué a las 14:58. He de decir que el terreno es totalmente favorable y me fui dejando llevar, solo la salida de Soto hasta la carretera de Cerceda pica un poquitín para arriba.

Trabajo hecho

En Tres Cantos la temperatura ronda los 30ºC. Esto hace mella. Me bajo de la bici un poquitín tocado, pero satisfecho. Han caído 149 kms, 3 puertos y 2400 de desnivel positivo acumulado en algo menos de 6 horas con dos paradas para asuntos propios.

Espero que la hucha se haya llenado un poquitín más... quedan tres semanas para buscar ahorros por todos lados.

domingo, 5 de junio de 2011

Madrid BikeX 2011. 3ª etapa

Buenos días!!! Vaya día que amaneció el domingo 5 de junio. Un cielo azul intenso sin una sola nube había inundado el firmamento para presenciar la 3ª y última etapa de la Madrid Bikex 2011. Faltaban por recorrer 62 kms con un desnivel que apenas llegaba a los 1200 metros para terminar la primera edición de esta iniciativa que ha recorrido buena parte de los lugares más emblemáticos de la Sierra de Guadarrama. No sería mala idea que año tras año fueran variando los itinerarios para incorporar otros lugares imprescindibles... Ya se verá.


Al lío. Tras levantarme de la cama fui consciente de lo que iba a ser mi caballo de batalla en esta etapa. No podía apenas sentarme. Tenía el trasero reventado. Preveía tortura. Sin pensar demasiado en ello, bajé a desayunar y me senté en una mesa junto con otros tres corredores, que además eran conocidos de Edu (Frenetikow). Uno de ellos había compartido aventuras en Marruecos con nuestro inquieto amigo.


Con Ignacio Blasco. Este en unos años va a estar delante. Muy delante.

La salida estaba prevista para las 10:00 am, y más o menos la organización fue puntual con el plan previsto. Las caras de los corredores denotaban cansancio y había una sensación general de querer terminar cuanto antes. Los cuerpos y las mentes ya no estaban para muchas alegrías.

Esta etapa era la más light de las tres por kilometraje y desnivel, pero no iba a ser moco de pavo. Tenía varias trampas en su recorrido entre las que destacaba la bajada por el GR10 desde el puerto de Canencia hasta la carretera de Bustarviejo, también conocida como el Pedregal de Bustarviejo. Sin duda la zona más técnica de toda la carrera y una penitencia para mí y mi rígida.

Antes de la salida

Todavía tranquilos

Como los dos días anteriores, la organización nos llevó neutralizados hasta situarnos a un par de kilómetros de la subida al Collado del Hontanar por la Majada del Cojo, un puerto con unos 8 kms y 650 metros de desnivel positivo. Allí parados, en un puente, atendimos a nuestras necesidades fisiólógicas por si no hubiera momento para volver a detenerse.

A punto de caramelo.

Y tras el preparados, listos, ya... como todos los días, como si fuera un sprint de 500 metros. Cada uno salió como le permitieron sus piernas, pero todos a tope. Al final te ves rodeado de los mismos día tras día, aunque con el paso de los kms unos llevan una progresión más lenta o más rápida según se pueda. El caso es que en esta etapa me venía todo al revés, el puerto se encontraba demasiado pronto y mis piernas no respondieron como me hubiera gustado. Tanto los del Escorial, los Blasco, y todos los que me precedían en la general se me fueron ya en los primeros metros, y como las pulsaciones ya no subían como el primer día, tocaba contemporizar y no cegarse. Como dice Eduardo, chini-chano, comer y beber... Qué gran lección. Durante la subida por la Majada apenas podía saludar a los muchos senderistas que nos íbamos cruzando en nuestro lento avanzar. Iba con la soga al cuello.

Los de delante se escapan.

El camino de este primer puerto tenía bastantes piedras que me hacían ir botando sobre el sillín, pellizcándome el culo y haciéndome ir en un grito de dolor. Hubo momentos en que cada metro era una conquista. Cuando desembocamos a la pista que sube hasta Canencia, me pareció mentira. Toda planita ella. Terminé la ascensión junto con Miguel Ángel Poveda, del Bike Aventura Daganzo, con quien fui charlando del Soplao y alguna que otra batalla. El tío este año se tuvo que retirar pero el año pasado se lo metió en 8h20!!!

Los Blasco tirando. Volaron en esta etapa.

Las averías hicieron mella en esta etapa, y antes de llegar a Canencia nos encontramos a dos del Red Ciclista con problemas mecánicos con mala pinta. No fueron los únicos.

El enlace hasta Canencia fue a través de una pista rápida en leve descenso que nos dejó al borde del famoso pedregal. Con que "ganas" llegué yo aquí. En la bajada no quise arriesgar nada. Lo único que me animó un poco fue ver a Jesús veinte metros por delante de mí, pero con todo el GR por bajar todavía. Se me hizo una pelota terrible, un mundo. Buena parte desmontado y cuando conseguía rodar iba pensando -"me voy a matar", jajaja. Vaya momio!

Finalizado el sufrimiento y perdidas no se cuántas miles de posiciones llegamos al avituallamiento del km 25 donde paré a llenar el bidón y comer del tirón tres pastelitos. De allí salí encendido detrás de una pareja que iba de azul y blanco y que me me sirvió para tener un rebufo potente por delante. El pisteo nos fue acercando hasta Miraflores de la Sierra a buena velocidad, para frenarnos en seco en otra trialera peligrosa que, esta vez si, pude bajar montado hasta el río. Y aquí el sálvese quien pueda fue la tónica general ya que el caudal no permitía pasar montado ni de chiste y si mojarte hasta los güitos.

Del 1º al 2º avituallamiento solo había 15 kms que pasaron volando. Y volando pasé por ese lugar. Era el km 40 y quedaban solo 25 para terminar. Llevaba una barrita y líquido en el bidón, así que había que ahorrar ese par de minutos.

La aridez de la pista que rodea Miraflores se fue transformando según nos acercábamos a la Hoya de San Blás. Las zonas de pinares volvían a tomar protagonismo y esto la vista lo agradecía. Antes de entrar en los caminos que bajan de la Morcuera pasamos por un cenagal donde poner el pie era llenarse de líquidos negros hasta el tobillo, así que el grupo tuvo que sacar fuerzas de flaqueza para superar estos tramos.

Cabrona!!!

Tras superar dos pequeñas subidas en la falda de la Hoya, solo quedaban unos 10 kms. Y vaya 10 kms. No se quién de nosotros se volvió loco o pensó que le perseguía el diablo, pero nos contagió al resto.  Y en la locura, una avispa se enredó en la cinta lateral del casco y me metió un picotazo que me puso el lóbulo de la oreja derecha como un balón de playa. Pero ya daba igual, sin querer perder la rueda del de delante nos metimos un calentón épico hasta meta, a donde llegué en el puesto 26º de los individuales con un discreto tiempo de 3h06:35 de carrera y una sensación mezcla de placer y alivio por haber terminado que no la he experimentado en ningún otro lugar.

Mi entrada en meta, se acabó.

Tras el arco de llegada, una vez más, mis peques y mi santa mujer estaban esperándome estoicamente, lo cual me dio un plus de energía al llegar que, sin duda, me hacía falta. Fueron momentos muy intensos. Fotos con unos y con otros... Y abrazos con todos los compañeros. Jesús, que había llegado 15'' antes que yo; José Ramón, que había hecho un etapón en 2h52:15; los Blasco que se salieron finalizando en 2h51:43 y quedando novenos en parejas masculinas... y muchos otros que he tenido el placer de conocer durante estos tres días de BTT.

Tales para cuales.

Adivinanza: El presente, el pasado y el futuro.

"Nos vemos en Austria"

Borja Chivato. Pedazo de campeón.

En la clasificación final en individuales pude adelantar alguna posición para situarme 21º con un tiempo total de 12h11:48. Como me dijo mi mujer, "te tenían que dar el premio a la regularidad por las posiciones de los tres días": 22º, 24º y 26º. Pero ese premio creo que se lo ha ganado más que yo Borja Chivato, 1º, 2º y 2º, y finalmente campeón de de la Madrid Bikex en individuales. Enhorabuena máquina!!!


Maillot finisher Madrid Bikex 2011


Terminada ya esta primera aventura, recorridos 233 kms y más de 5000 metros de desnivel, es casi seguro que, si hay edición en 2012, repetiré sin dudarlo. Todo ese cúmulo de sensaciones, las duras y las menos duras, las alegres y las desesperantes, las de amistad y compañerismo. Todas. Hay que volver a vivirlas.

Quiero agradecer a la organización, y en especial a Nuria -cabeza visible-, el esfuerzo por montar todo este tinglado y conseguir los permisos necesarios para que las etapas hayan ido surcando algunos de los lugares mas bellos de la Sierra de Guadarrama. Realmente nos han hecho disfrutar.

No quiero olvidarme de que su buen hacer me permitió recuperar mis zapas de la bici que me dejé olvidadas en una bolsa entre todo el mogollón de la llegada del último día y que pude recoger en la tienda Golpe de Pedal de Moralzarzal.

Y por supuesto, dar la enhorabuena a todos los participantes que terminaron esta aventura independientemente del número de horas que hayan tenido que utilizar para conseguir el objetivo.

Hasta la próxima...

sábado, 4 de junio de 2011

Madrid BikeX 2011. 2ª etapa

Después de una noche de sueño escaso por la juerga que había montada en el hotel, a las 8:30am me recogió el taxi que me llevaría al lugar de salida de la 2ª etapa de la Madrid Bikex. La organización nos había citado con tiempo suficiente para evitar los desajustes de última hora. El día,  a pesar de barruntar desde las previsiones agoreras tormentas vespertinas, había amanecido con un cielo azul intenso y buena temperatura. Un problema menos. Y así, poco a poco, y con cierta pereza, fuimos recogiendo las bicis y preparándonos para la salida, mientras charlábamos con unos y con otros de lo que nos esperaba.

El perfil

De mañanita... (Foto E. Sevilla)

Vaya dos demonios para compartir la Salzka...

Bufff, que nervios, rodeado de campeones, los hnos Blasco y Borja Chivato.

Recibiendo lecciones de Borja Chivato (Foto E. Sevilla)

Ahí se quedan los equipajes, pero Sevilla toma nota. (Foto E. Sevilla)

Y Plash! Del Pabellón Perico Delgado a Segovia fuimos rodando neutralizados con la Guardia Civil, que nos abría paso mientras los paisanos nos daban ánimos y nos aplaudían. Así avanzamos unos 6 ó 7 kms hasta el Acueducto de la capital castellana, donde, de nuevo, nos paramos unos minutos. La verdad es que fue emocionante pasar por debajo de los arcos de medio punto de la colosal obra romana vestido de "romano" y con casi 200 guerreros más a tu lado. Sin duda fue una de las imágenes de toda la carrera.

Al lider con el maillot verde se le ve nervioso ¿?... (Fotos E. Sevilla)

Jesús y Jose Ramón, del CC Escurialense cogiéndole la rueda a Sevilla. (Foto E. Sevilla)

Esto va a empezar. (Foto E. Sevilla)

De nuevo nos pusimos en marcha con dirección hacia las afueras de Segovia, y todavía con la Guardia Civil encabezando el pelotón multicolor. Son momentos de tranquilidad nerviosa donde el rozamiento de cientos de ruedas gordas con el asfalto te aviva los sentidos y te pone la carne de gallina. Y nuevo parón.

Después de casi 10 kms neutralizados, por fin se da la salida y se pone el reloj en marcha... Por delante 88 kms ¿? y más de 2000 ¿? metros de desnivel acumulado con dos cotas puntuables en el alto de Navafría y en el alto de Malagosto. Y, como el día anterior, alguna sorpresita...

Última parada antes de la locura (Foto E. Sevilla)


La primera parte del recorido se hizo por la Cañada Soriana Occidental dirección este hacia Collado Hermoso y Navafría. Y... "maricón el último". Lo que iba a ser un paseo más o menos llano se convirtió en una locura de 35 kms rompepiernas a todo lo que daban las bielas. Para empezar intenté situarme lo más delante posible, cerca de la cabeza, pero pronto se separó el grano de la paja, y yo me quedé con la paja, claro.


El grupo de Chivato (no más de 4) tiró a la velocidad de la luz; luego se juntaron unos veinte -entre los que se encontraban los hermanos Blasco, Jesús y José Ramón, y algún conocido más- de los que me descolgué voluntariamente ya que no iba a reportarme nada bueno seguir un ritmo que no era el mío. Así que me puse a encabezar un pelotoncillo, en plan persecución, sin perder nunca la referencia visual de los que nos precedían.

Todo esto ocurría por una pseudo pista con más baches que la leche, contínuos cambios de sentido, vadeos de arroyos, etc... Mantener un ritmo tampoco era fácil. Y así me pasó, que en un despiste me metí por unas rodadas de todoterreno que no me tiraron al suelo de milagro mientras mi pelotón me abandonaba. Eeeeeh!... Y todavía yo tuve suerte por que en una caída en los de delante hubo quien se rompió una clavícula.

"Joder con la Cañada"... Seguí avanzando sin ofuscarme demasiado ya que supuse que muchos de los que iban en esos momentos cegados, lo pagarían en los puertos. Y en esto que comencé a notar como mi cala izquierda iba bailando sobre el pedal. Se había soltado. Así fui hasta el avituallamiento del km 35. Pero antes, a punto de llegar a Navafría, mientras subíamos una pista nos encontramos de frente a un pelotón de unos 10 corredores echando humo por las orejas. Pérdida!!! Mordían!!!

Recuperado el camino correcto, llegó el primer avituallamiento, donde David Blasco me prestó su multiherramienta para apretar la cala, mientras el tío me hizo de gregario llenándome el bidón y poniéndome un plátano en el bolsillo del maillot. Chapaeu!!!

Salimos con un mínimo de recuperación y medianamente hidratados hacia las rampas del puerto de Navafría. En los momentos previos a las primeras cuestas los hermanos Blasco ponen de nuevo el turbo y se me vuelven a escapar. "Vaya dos". De nuevo, pudimos comprobar como la organización había buscado el mas difícil todavía. Se subió por los "caminos" que hay en la vertiente más oriental de esta montaña y que hacen el ascenso más duro y largo. Por primera vez comencé a ver bikers que desmontaban de la bici  y subían andando por unas rampas con bastante porcentaje pero sin mayor problema para hacerlas montado. Comenzaba a pasar factura el calentón de la Cañada...

A medida que el puerto avanzaba yo me iba encontrando mejor, las sensaciones en las piernas iban llegando y comenzaba a carburar. Como siempre, los abuelos, o los Momios -como dice Luis-, vamos de menos a más... La cota de Navafría estaba en el km 50, y la verdad es que pasé este puerto casi sin enterarme. Eso sí, el paisaje digno de ser revisado en una ruta tranquila.

Terminado de subir Navafría llegó el 2º avituallamiento. Allí estaba Jose Ramón Millán padre dando consejos a Jose Ramón Jr; y los Blasco, que salían cuando yo llegaba. Paré dos minutos, dos trozos de sandía, llenar el bidón y dos tragos de Coca Cola, y vámonos!!! "Jesús ha pasado hace 5 o 10 minutos y va con calambres", me dijo Millán padre cuando me iba. Lo justo para encenderme la mecha!!!

Jose Ramón jr. salió detrás de mi y yo salí tras los Blasco. Me costó alcanzarles lo suyo después de un buen rato dando gas-gas. Jose Ramón terminó por claudicar y yo, aunque había alcanzado a los dos demonios, iba forzando para no descolgarme de su ritmo. Pero ahora que les tenía no se me podían ir otra vez... Eran momentos de pisteo a media ladera con leves bajadas y subidas.

En el km 58, y tras un "divertido" descenso, comenzaba el segundo puerto del día, el temido Malagosto. "Otra vez la p*ta cala floja", y otra vez David que se paró a dejarme la multiherramienta. Un caballero!!! Por delante teníamos unos 15 kms durillos hasta la Cruz de Juan Ruiz, y un cresteo a 2000 metros que iba a convertirse en un infierno. Si uno tiene una avería en este lugar, se le come el Yeti.

En los primeros compases del puerto pongo un ritmo vivo que va descolgando a gente hasta que me quedo solo. Miraba para atrás en las revueltas para ver la diferencia con el grupo. Estaba abriendo brecha. "Bueno, a ver si dura", pensaba. Iba haciendo cábalas con el kilometraje y no me salían las cuentas. Con lo que habíamos recorrido (cerca de 80) deberíamos estar ya en plena bajada hacia meta. A no ser que la etapa no tuviera 88 kms y se añadieran los momentos que fuimos neutralizados (entonces casi serían 100!!!). Y mientras, el de los calambres no aparecía por delante. "Joer que no le cojo, que no le cojooo"...

En el cresteo me pasó una pareja de Dr.Bike a los que volví a pasar cuando el terreno se hacía ya insufrible. Nadie a tus espaldas. Ahora si que echabas la vista atrás y tenías una panorámica desoladora. Puntitos avanzando lentamente por la altiplanicie de los Montes Carpetanos a más de 2000 metros de altura. Esta zona fue de lo más comentado de la carrera por su dureza.

La última dificultad en subida antes de comenzar la ansiada bajada fue una trialera de unos 300 o 400 metros con bastante piedra suelta y un buen porcentaje que se hizo muy dura para subir montado. Pero una vez superada, la salida hacia la pista que nos bajaría hasta Rascafría estaba ya bajo nuestras ruedas.

La llegada de Alejandro Carrión, ganador de la 2ª etapa con un tiempo estratosférico

Las cámaras para el ganador...

Cuando llevábamos apenas tres kms de placentero descenso, nos encontramos con que las cintas nos sacaron a la izquierda hacia un sendero por el que haríamos el resto de la bajada hasta Rascafría. "No me lo puedo creer", iba maldiciendo, a pesar de la belleza del paraje. El caminillo no era muy técnico pero tenía su aquel, y me supuso perder dos o tres posiciones y a buen seguro unos minutos con los que venían por detrás. En un trastabilleo con unas piedras saltó disparado el bote de aceite del maillot para alojarse en unas zarzas... "Que le den por culo, ahí se queda"...

Entrada en meta a 1h 10' de los marcianos en el puesto 24º de los individuales.

Al poco tiempo, dejamos paso al sendero para meternos en una pista ultra rápida que nos llevaría ya hasta la meta. Tiempo de llegada: 5h05 y posición 24º en la individual. Jesús había llegado 12 minutos antes, "joer con el acalambrado", casi me dejo la vida para cogerle y mira... "Ains, esos minutillos de la pérdida".

La alcaldesa de Rascafría con los líderes en parejas masculino.

Cambio de maillot verde en individual. Carrión por Chivato

Pero lo más grande de todo fue ver a mi mujer y a mis dos peques esperándome en la meta, mi hijo ofreciéndome una barrita y la nena apretujándome con unos abrazos que fueron el mejor recuperador. Ufff!!!

Disfrutando de una merecida comida junto a la familia...

Para mí esta fue la etapa reina, más larga y exigente que la primera, con el cuenta marcando 96 kms y 2100 de desnivel positivo. Gloriosa etapa de alta montaña en BTT.


El resto de la tarde se pasó muy rápido, con un agradable paseo por Rascafría, unas jarras de cerveza en una terracita, y una buena cena, que dio paso a un merecido descanso en un apartamento que cogimos en esta misma localidad serrana... Hasta mañana!