τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

sábado, 23 de agosto de 2008

99,96 kms por las montañas cántabras

Son los últimos 100 kms de los 10000 del Soplao, 2760 de acumulado positivo con 4 puertos interesantes: El Moral por sus dos caras, los 15 kms de subida a Cruz de Fuentes con pájara incluída y la dura subida de Ozcaba a Venta Vieja. Edu y Jose saben de lo que hablo, Juanma casi. El día 13 la íbamos a hacer juntos pero la lluvia hechó por tierra nuestros planes.


Tremenda locura, teniendo en cuenta que esta ruta la hice solo y, además, me dio por subir los 12 kms del Moral con sus casi 800 de acumulado positivo a buen ritmo (1:06) lo que me lastró la ascensión a Cruz de Fuentes. Tardé 1:30 en terminar con los 16 kms y 812 de desnivel con una segunda parte dramática, casi parado, y con buenos dolores de cervicales.

Tras parar un buen rato en la cumbre de este puerto y contemplar el paisaje, pruebo a seguir sin saber si recuperaré el aliento lo suficiente como para terminar lo que me quedaba por delante. La bajada y posterior subida al Puerto de Palombera me devuelve las buenas sensaciones. Y así continúo hasta Ozcaba y la subida dura hasta Venta Vieja. De aquí a los Tojos se baja rápido por pista con precipicio en el margen derecho. Pienso en comer en este pueblo para descansar y recuperar fuerzas. Aunque tengo un frío del carajo por la humedad de las prendas que llevo puestas, me siento en la terraza de un restaurante que se encuentra en mitad de la localidad. Un bocadillo de lomo y un litro de agua me devuelven la vida.
Poco después, ya repuesto, emprendo de nuevo la marcha. Lo siguiente que me encuentro es la bajada por carretera hasta el arroyo Juzmeana donde empieza el último calvario del dia: la subida por la cara oeste del Moral. Y al tran tran y con alguna parada llego arriba. La ruta ha tocado a su fin, queda bajar el Moral por el lado este y rodar hasta Ucieda 5 kms por carretera.

El cuenta me echa una buena bronca. Los datos que se ha tenido que meter rozan los 100 kms y ls 2800 de acumulado en 6:10 de pedaleo a una media de 16,16 kms/h.

Hasta el mes de mayo amiga!!!!

sábado, 16 de agosto de 2008

En busca del puerto de la Braguía

De las rutas que tengo previsto realizar durante las vacaciones de agosto en Santander varias son “full asfalto”. Si, y con una MTB y, además, doble. Y todo para que mi familia no me eche de casa. Muchas mañanas salgo prontito y me doy una vuelta de 40 o 50 kms por los pueblos de los alrededores. Para endurecer el recorrido suelo rematar con la subida a Peña Cabarga, de poco más de 6 kms y 550 de acumulado positivo. Así, en dos horas estoy de nuevo en casa para compartir el día con mis peques y mi santa esposa.

El caso es que no me pareció tan mal lo de rodar por carretera, así que diseñé un par de rutas por asfalto con kilometraje suficiente para engordar un poco las piernas.

Una de ellas la comienzo en Puente Viesgo, famosa localidad cántabra por su balneario y por las cuevas prehistóricas del Monte Castillo que visitan miles de turistas todos los años.

Para este recorrido aprovecho un día que comenzó gris y poco a poco fue abriendo. Las primeras pedaladas me dirigen del aparcamiento hacia la Vía verde que tomo dirección sur hacia San Vicente de Toranzo, localidad en la que salgo a la N623 que utilizo para atravesar Ontaneda y Entrambasmestas. Aquí giro a la izquierda dirección a la Vega del Pas.

Las sensaciones por asfalto son bien distintas a lo que estoy acostumbrado. Desde el principio con el plato grande metido y los piñones más pequeños son los únicos que engranas. A toda leche.

Del desvío de Entrambasmestas a la Vega de Pas habrá unos 9 kms que transcurren por una carretera secundaria que serpentea entre árboles y prados verdes con las montañas por testigo de todo lo que sucede.

Son las 11 y pico y todavía hay poco tráfico lo que me da cierta tranquilidad. Un ciclista con una flaca me precede desde hace ya tiempo a unos 200 metros. Decido mantenerme a esa distancia. Por despacio que vaya él, si no me descuelga, yo no iré tan mal. Tras una parada necesaria para expulsar líquidos le pierdo, aunque no definitivamente ya que entrando en la Vega de Pas vuelvo a percibir su silueta delante de mí. La Vega es un pueblo precioso, totalmente restaurado, famoso por ser el eje del valle que lleva su mismo nombre y donde se diseminan varias villas del mismo estilo y belleza.

Una vez atravesado el pueblo y nada más pasar por encima del Puente Romano, que guarda el cauce del río Pas, la carretera gira a la derecha para presentar las primeras rampas del puerto de la Braguía, que ascenderá durante 6,5 kms para superar 352 metros de desnivel. Mi amigo carretero me sigue precediendo aunque tras el primer kilómetro me pongo a su rueda aunque adopto la postura de no pasarle y seguir a su ritmo, que no era malo.

Llego a la cima del puerto chupándole la rueda al carretero. Aquí nos despedimos, él comienza el descenso y yo me paro a disfrutar el momento y el lugar. En unos minutos empiezo a bajar. Tras un par de curvas, la montaña deja de protegerme del viento y tengo serias dificultades para no saltar al carril contrario. Hay que reducir la velocidad para no estamparse contra el quitamiedos. Nunca he sufrido este efecto “vela”, las rachas te movían de un lado a otro como si fueras una plumilla de gaviota.

Según perdía altura Eolo se iba tranquilizando. En una curva a izquierdas tipo herradura me paro a contemplar las vistas: a mis pies, Selaya; un poco más allá, Villacarriedo, y al fondo y entre las montañas se aprecia el mar. Solo por este instante ha merecido la pena esta ruta.

Termino el descenso, no sin antes cruzarme con algún carretero al que todavía le quedaba puerto para subir y me miraba con cara de “que hará este tío con esa bici por aquí”. Cruzo Selaya, llego a Villacarriedo donde en un cruce tomo la carretera de la izquierda dirección Villafufre, dato que confirmo con una pasiega que asomaba de su bar.

Los siguientes tramos pican para arriba con rampas entre el 5 y el 10%, y si los tomas con fuerza hacen daño y van minando las reservas. Los kilómetros se van acumulando –no se cuantos llevo porque tengo la manía de no mirar el cuenta hasta el final de las rutas- y eso se nota en las piernas.

Como todo lo que se sube, luego hay que bajarlo, ahora toca recuperar, pero es difícil dejarse llevar en las bajadas sin buscar más velocidad de la aconsejable.

Poco después llega el cruce donde a la derecha tengo a 10 kms Puente Viesgo, mi punto de partida. Pero cojo la opción de la izquierda para buscar el inicio de la Vía Verde por la que inicié la ruta, y por la que días atrás había paseado con mi pequeña dormida en el carrito, y me dirijo hacia Santiurde de Toranzo. Atravieso Iruz y Villasevil por una carretera estrecha y sin tráfico prácticamente. Los quitamiedos se cambian por preciosos empedrados que delimitan cientos de hectáreas de parcelas y prados.

Voy un poco sin rumbo ya que no tengo muy claro en qué punto he de coger la Vía Verde que me lleve de nuevo a Puente Viesgo. Tengo como referencia un antiguo paso elevado del ferrocarril construído en acero y que estaba próximo a San Vicente de Toranzo. Y así sigo unos 10 o 12 kms. Eran cerca de la una de la tarde y decido salirme de esa carretera y coger un camino vecinal que terminó, por fin, en la Vía Verde.

Comienzo a darle pastilla a los pedales, el piso es totalmente llano y sin obstáculos para poder mantener constante una velocidad entre 35 y 38 kms/h hasta Puente Viesgo. A este ritmo los kms pasan muy deprisa, y en un plis se me echa encima el Monte Castillo. Ya en la población, callejeo con la satisfacción de la ruta terminada, cruzo el puente y llego al aparcamiento.

Es hora de mirar el cuenta. Han salido 79 kms en 3.12 de pedaleo a una media de 24,8 km/h.

La sensación de cansancio no es tan intensa como en las rutas de mountain. Quizás noto las piernas más hinchadas de lo normal. Es una forma diferente de hacer ciclismo que sirve para desgastar el plato grande y coger bastante fondo. A tener en cuenta.

Un recuerdo para los carreteros de Forobici que quedaron en Liérganes. Esta ruta les hubiera ido al pelo a todos ellos. Tenedla en cuenta.

sábado, 9 de agosto de 2008

Redención en Collado Pelea

Hoy ha sido el día elegido para enfrentarme a uno de mis fantasmas del pasado. La ruta por Picos de Europa donde tuve mi primera caída seria en bici.

Por tercera vez comienzo este recorrido, y en esta ocasión con una inquietud añadida porque voy en solitario. De las dos anteriores guardo un sabor agridulce. Fue la primera gran ruta que hizo la Pandilla Quedadas fuera de Madrid, dos meses más tarde repetida con Juanma, Jose y Raúl; pero tambien me proporcionó la primera lesión seria en aquella caída bajando a Sotres desde los Puertos de Áliva, a la vez que me enfrentó a una de las peores rampas, si no la peor, a las que se puede encarar un ciclista en la montaña: Collado Pelea.

El día, igual que un año antes, ha salido de los que se marcan en el calendario como “el mejor del verano”. Buena temperatura, sin viento ni nubes que acechen el futuro de esta aventura.

A las 10:20, y después de un trayecto en coche de una hora, salgo de Potes por la carretera hacia Fuente Dé. Cinco kms después cojo el desvío hacia Mogrovejo. Desde este punto hasta los Puertos de Áliva me esperan unos mil y pico metros de desnivel acumulado en mas menos 10 kms. La cuenta sale fácil, durante 10 kms el desnivel medio será del 10 %. Interesante.

La batalla que libra uno contra si mismo en estas situaciones entra dentro de la épica de este deporte. Y seguramente es lo que más engancha. No se si esta ruta está dentro de las capacidades físicas de un biker normal como yo, posiblemente no; pero el hecho de poder acabarla significa algo tan especial que todo el sufrimiento que inyecta este brutal recorrido merece la pena. Ya lo creo.

Culminado Peña Oviedo, la pista continúa subiendo hasta los Puertos de Áliva y el porcentaje se suaviza algo aunque continúa siendo notable. Un par de toros en mitad del camino me mantienen parado un rato. La longitud de sus cornamentas son como para darse la vuelta e irse a casa.

En Áliva el espectáculo se multiplica por infinito. Las montañas de granito y los recuerdos del grupo pasando por estos parajes se echan encima de mis pensamientos. La pradera que tengo delante evoca algo prehistórico y solo la presencia de cientos de animales de este mundo, vacas, caballos, ovejas… me impide ver algo más allá.

En medio del valle, dos roderas paralelas de los 4x4 indican el camino y los ladridos de un perro pastor agilizan mi salida de allí y me dirigen hacia Sotres, en Asturias. Esta población te da la bienvenida con rampas del 15% a la entrada y te despide con rampas del 15% a la salida. Un dolor.

A continuación, el Vao de los Lobos, un denso robledal por el que transitar en solitario da cierto respeto. Las vistas del salto de la cabra, un cortado hacia el infierno, invitan a observar Tresviso al otro lado del cañón. Por aquí hay que pedalear y parar varias veces para apreciar la belleza y el poder de la naturaleza. En la primera ocasión que visitamos esta zona una estremecedora tormenta nos avisó de que aquí no valen despistes ni tonterías porque se pagan caro.

El siguiente pueblo es Bejes, ya en Cantabria de nuevo, muy próximo al desfiladero de la Hermida, su salida por carretera natural. Para evitar este peligroso tramo la alternativa es meterse en una subida de 2,5 kms con 366 metros de desnivel en la que tardo 51 minutos de reloj a 3,1 kms/h de media. Las rampas de este puerto, conocido por Collado Pelea o el Infierno Pelea, son de hormigón rallado y agarran las ruedas en su tran-tran mientras el ciclista hiperventila sus pulmones para mantener el pulso y el equilibrio. Pero lo más probable es que, al menos, un 20% de la ascensión se haga andando.

En la cima siempre sale el mismo pensamiento: “Es la última vez que aparezco por aquí”. Aunque yo ya llevo dos, y conozco a otros cuantos con el mismo número de visitas.

En este punto de la ruta solo queda la bajada hacia Potes por unas rampas del mismo calado que las que acabo de subir y que exigen llevar unos frenos en condiciones para no matarte. Los últimos kms son por carretera y las piernas los agradecen porque después de 7 horas de ruta (5:15 de pedaleo) se sienten aliviadas. Yo también, mi mujer, mi padre y mis hijos me esperan en Potes para comer.

Es más que probable que vuelva el próximo verano. Los 2261 metros de acumulado de esta ruta enganchan de verdad.

Anterior edición de esta ruta.