τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Ruta por los puertos clásicos de la sierra de Madrid

Está visto que la carretera me tira. O que yo me tiro a la carretera a la más mínima. No lo sé. El caso es que cada vez me enganchan más las rutas en asfalto y como voy con MTB peno más de la cuenta. Ya sé que todos me vais a decir lo mismo, y tenéis razón. Pero en la economía, el ministerio de hacienda de mi casa me grava con demasiados impuestos. Muy a mi pesar, de momento la flaca tendrá que esperar. Claro que otra opción sería el divorcio… Ummm!

Asfalto.

Otra consideración: Ha llegado el frío. O, por lo menos, el domingo yo pasé un frío de mil narices. Se está acabando lo del pantaloncito corto y el maillot de verano, en adelante habrá que abrigarse mejor. Lástima, con lo cómoda que es este tipo de ropa.

Esta “Clásica de los Puertos”, o “los Puertos Clásicos de la sierra madrileña”, llámese como se quiera, se me ocurrió como preparación para la Euskadi Extrem que haremos en un par de semanas Tony, Miguel Ángel y el que suscribe. Una buena cantidad de kms y un buen desnivel acumulado son garantías para comprobar las condiciones en las que afrontaré la megaruta por las tierras vascas.

Sobre el recorrido del domingo, poco hay que comentar. Es de sobra conocido en los ambientes carreteriles y, puede decirse, amén del Puerto de los Leones y Abantos, que toca todos los pasos de montaña clásicos de la Sierra de Madrid. Sólo había que ponerle un lugar de comienzo, y éste fué Collado Mediano, a unos 10 kms del puerto de Navacerrada, primera ascensión de la ruta.

Tras las primeras pedaladas, pasadas las 9 de la mañana y con 7ºC, uno comienza a avanzar con cautela. La longitud tanto horizontal como vertical de la excursión no iba a permitir fanfarronadas, así que piano-piano.

Al inicio del Puerto de Navacerrada alcanzo a otro betetero con el que hago los casi 10 kms hasta la cima. Nos fuimos dando relevos y charlando sobre nuestras respectivas rutas. La suya trazaba la escalada hasta la Bola del Mundo una vez conquistado el alto de Navacerrada. Y luego para casa, en Villalba. La mía también subía hasta la Bola del Mundo, pero unas cuantas horas más tarde. De esta manera no se hicieron muy pesados los primeros 700 metros de desnivel.

En el alto de Navacerrada, con 5 heladores grados y sensación de aún más frío, me despido de mi compañero, y me dirijo hacia Cotos para bajar hasta Rascafría. Con los guantes cortos iba con los dedos helados, y casi sin sensibilidad para frenar con garantías en las revueltas que tiene esta carretera. “A ver si termina la dichosa bajadita”, pensaba. Hay que ver. Menos mal que había salido del coche con los manguitos y cogí el chubasquero para las bajadas. Si no, me muero!

Subida a Canencia.

Ya en Rascafría, y con la pérdida de altura, la temperatura se recuperó algo. Sigo rodando hacia Lozoya del Valle camino del desvío que me llevaría hacia Canencia y al puerto del mismo nombre. Ésta subida no es muy dura, Son 9 kms al 4% de desnivel medio y en media hora estaba arriba.


Reir o llorar.

Otra vez, chubasquero, mordisco a una barrita y larga bajada hacia Miraflores de la Sierra, lugar donde encadeno otra ascensión: el puerto de la Morcuera. Esto ya son palabras mayores. También tiene 9 kms pero con un desnivel del 7% y rampas muy, muy constantes. Ni un descansito. Todo para arriba. En la cumbre, a 1796 metros y con casi 90 kms en las piernas, éstas ya comienzan a doler. Llevaba tres puertos, y quedaban otros dos de categoría E: Cotos y la Bola del Mundo, aunque éste último no tenía muy claro si lo iba a terminar subiendo.

Área Recreativa de Canencia y su famosa fuente.

La bajada del alto de la Morcuera la hago detrás de una Mercedes Vito que me frena en algunos puntos, pero el conductor no estaba por la labor de dejarme pasar y en cuanto tenía 20 metros de recta, aceleraba, no vaya a ser que… pero llegaban curvas y… “otra vez el tío de la bici pegado”, que pesado, pensaría.

Otra conquista más.

Una vez terminado el descenso, llego a Rascafría donde paro en un super a comprar la Coca Cola de turno, botellín de agua y relax durante 10 minutos al sol. Allí si que se estaba bien.

Descansito en Rascafría observando...

... el ambiente de domingo.

Pero había que seguir. Próximo destino: Cotos. Una ascensión desde el desvío de las Presillas de casi 13 kms y 700 metros de desnivel. Que laaargo se me hizo. Como en toda la ruta intenté subir con el plato mediano y piñones medios e intentar que la velocidad no decayera a la cifra única. “Siempre dos cifras, siempre dos cifras”, iba pensando. Los carteles de altitud tardaban en llegar una eternidad. Altitud: 1200 metros… Altitud: 1300 metros... Altitud: 1400 metros… y así hasta el que anunció los 1800 metros. Un puertaco de narices subido con unas piernas que parecían estacas. Gracias que la carretera surca un bosque de pinos y helechos increíble en la cuenca del Lozoya, y que la sombra está garantizada hasta la misma cumbre.

Más de 1 hora desde Las Presillas hasta este lugar. Buffff!!!

Arriba, ya en Cotos, con 120 kms en las piernas y el trasero bastante dolorido, paro en la fuente de Bernardo Quirós, relleno el bidón y pongo la directa hacia el alto de Navacerrada. Solo me separaban 7 kms prácticamente llanos, pero no se si quería terminarlos porque una vez allí, me esperaban las endemoniadas rampas que suben hasta la Bola del Mundo, quinta y última subida del recorrido.

En ese estado y en ese lugar, no había vuelta atrás, iba a llegar hasta los 2265 metros si o sí. No podía desertar. Lo que no sabía muy bien era cómo lo haría. A medio camino, entre Cotos y el alto de Navacerrada, paro a dar cuenta de media barrita que me aporte “algo” diferente. Sin ese “algo” la subida a la Bola iba a ser una calamidad.

Literalmente agotado.

Este último puerto “solo” consta de 3 kms y 400 metros de desnivel. No se si empecé fuerte y terminé débil o si comencé débil y terminé fuerte. Subí amotinado. Tenía rampas ante mí donde el cuenta me llegó a marcar un 28%. Solo pensaba en que era el último esfuerzo del día y había que terminarlo de la manera más digna posible. En el suelo, las recientes pintadas de ánimo a los ciclistas de la Vuelta a España, en especial a Ezequiel Mosquera y Carlos Sastre, también me motivaban a mí. Iluso. Arriba me senté en una piedra y disfruté de lo que me ofrecía el lugar mientras recuperaba el fuelle. Unas vistas indescriptibles. De subir en plato mediano, nada de nada. Tenía la coartada de 130 kms detrás de mí y no quise ni intentarlo.

Rampas, ahora negativas.

Vistas despejadas desde las antenas.

Ya solo quedaba descender hasta el punto de partida: Collado Mediano. Primero, y con mucho cuidado bajar de la Bola del Mundo. Ahora, las rampas eran negativas, y la bici cogía una velocidad donde ya podrían responder los frenos porque… Ummmm, no quiero ni pensarlo.


El Alto de Navacerrada desde arriba.

El puerto de Navacerrada debe ser una delicia bajarlo con flaca. Con las ruedas gordas apenas llegué a 65 kms/h, claro que el viento lateral tampoco ayudó. Con mucho cuidado con el tráfico terminé esta aventura bastante desgastado. Finalmente la excursión llegó hasta los 153 kms y 3.200 de desnivel acumulado. El tiempo empleado fue de 7h40 (7h09 pedaleando) con una velocidad media de 21,5 kms/h. Un rutón de narices que creo que me deja “preparado” para la Euskadi Extrem. Preparado para sufrir.


"Hasta la próxima".

Por la tarde, un informativo ofrece la funesta noticia de dos ciclistas muertos en Sevilla mientras pedaleaban en una carretera supuestamente bien señalizada. Nada se puede hacer contra la imprudencia humana. Qué fragilidad la nuestra. En mi ruta, el comportamiento de todos los conductores fue ejemplar. Pero basta que haya uno que no lo tenga para crear la tragedia. En fin, mi pésame desde aquí a las familias.

El perfil de la excursión.



El Track.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Maratón Sierra de Ayllón. Mi primer 'top ten'.

Cuando suena un despertador a las 6 de la mañana la cabeza de uno ni siquiera está enroscada al cuello y son varios los minutos que uno necesita para saber el porqué de tan infernal ruido. Una vez procesado y superado ese primer momento me doy cuenta de que ese era el día en el que tocaba meterse una kilometrada superlativa en coche para llegar a la población segoviana de Ayllón.

Los garrapateros con la moral y las fuerzas intactas.

Allí había quedado con Nacho y Tony, que a su vez conocía a otros muchos amigos que se dan cita cada año en esta maratón por estos montes en el linde con Soria y Guadalajara. En esta edición éramos más de 300. Tras superar la hora y media de coche y el sueño por el madrugón, me cambió el gesto en el momento que llegué a mi destino y comencé a notar la concentración de ciclistas, los dorsales, la puesta a punto...

Ambiente pre-salida.

Nacho dándose de codazos con todo el que se cruzaba en su camino :)

Por las calles de Ayllón neutralizados y ansiosos.

La salida, como casi siempre en este tipo de eventos, neutralizada por las calles de Ayllón. Los codos salen a relucir. Los nervios provocan las primeras caídas y uno piensa que si el madrugón y la hora y pico de coche se ven truncados por un traspié estúpido en estas estrechas calles es para darse collejas hasta perder la nuca.

Una vez en la carretera comencé a adelantar puestos, aunque la furgoneta que marcaba a la cabeza del pelotón seguía delante. Me puse a la altura de Tony, que iría entre los treinta o cuarenta primeros, y esperé a la entrada de la pista, momento en el que podríamos dar rienda suelta a las bielas.

La serpiente multicolor se estira.

Los primeros kms se hicieron de forma frenética. Sin saber muy bien cómo, nos situamos entre los quince primeros tras el primer acelerón. Uno, que no se ha visto en otra como esta, piensa que hay que intentar mantener la posición a toda costa. Tony iba por delante y encabezaba un grupo de unos cinco bikers que rodaban a mil por hora. Delante los primeros nos ganaban terreno poco a poco, pero de momento se les mantenía con la vista.

Tras los primeros 20 kms de subibajas con dirección a la sierra, la razón me aconsejó que debía dejar escapar a mis compañeros si no quería perecer y ser comido por los buitres. Así seguí rodando unos buenos kms, con el grupo a unos 200 metros por delante y sin aparentes amenazas por detrás, aunque intuía que como aflojara demasiado, me iban a empezar a pasar por todos lados.

La que nos perdimos!!!

Al comienzo del puerto que nos subiría al Collado del Infante, mantenía la distancia con el grupo delantero, y a media ascensión, a la altura del primer avituallamiento, logré unirme a ellos. Tras la breve parada, éramos cinco los que pedaleábamos juntos. Tony siempre por delante y yo cerraba el grupo intentando recuperar un poco. Las sensaciones no eran malas, pero las pulsaciones no subían de 160, o lo que es lo mismo, tenía el turbo estropeado.

Tony? subiendo el collado del Infante.

Tras culminar el Collado del Infante, había que tener cuidado en una bajada muy pronunciada. Ibamos hablando del número de bikers que podían ir por delante. "Estaremos entre los diez o doce primeros", dijo alguien. Aunque por detrás veíamos gente a medio km más o menos la situación estaba bastante controlada. ¿Pero podríamos aguantar esto hasta el final? No habíamos llegado todavía al km 35 (mitad de carrera) y el ritmo había sido diabólico.

En el segundo avituallamiento, y con el grupo reducido a cuatro, paramos todos menos Tony. Me tomé medio aquarius y medio plátano, ni un minuto. Salí y comencé a tirar de mis dos compañeros pero éstos no respondían. En un rampón del 20% se quedó uno de ellos, y el otro siguió detrás durante cinco o seis kms hasta que finalmente se descolgó.

En mi mente ya sólo aparecía cazar a Tony, pero no conseguía divisarlo. La persecución duró unos 20 kms de terreno rompepiernas, senderos ratoneros, sembrados y pistas. La organización, que tenía marcado el camino de lujo, puso referencias y señales en los últimos 15, 10 y 5 kms. No había manera, aunque en algunos momentos comencé a ver a mi amigo, las distancias se acortaban de manera insustancial y los kms pasaban volando. "Joder, cómo entrena este tío en la intimidad", pensaba.

La meta y el final de esta aventura.

Tras pasar por la piedra de los últimos 5 kms y con mi posición a buen recaudo, comencé a dejarme llevar y a saborear la carrera, había rodado al 100% y, en esta ocasión, no pude con Tony. "Confórmate con lo que has conseguido que es posible que no lo tengas nunca más", barruntaba hacia mis adentros. Cuando llegué a la meta, vi como una cinta separaba la llegada de los dos recorridos, el corto de unos 50 kms, y el completo de 65 kms y 985 de da+. Me paré en la mesa que toma los tiempos y me informaron de que había entrado en 7ª posición con un tiempo de 2h39:40 (a un minuto de Tony -hay que ver lo largos que a veces pueden ser 60 segundos-, y a 14 minutos del ganador.) con una media de 24,38 kms/h (mi cuenta dió 22,7 kms/h pero contó con los kms neutralizados por las calles de Ayllón).

Cuando me bajé de la bici no estaba ni más ni menos satisfecho que otras veces, lo había dado todo, como siempre y, en esta ocasión había tenido la suerte de probar las mieles de un 'top ten'. En el fondo, te queda la satisfacción de haber pasado unas horas extraordinarias encima de la bici con una compañía insuperable en el marco de una carrera muy bien organizada. Te sientes hasta un poco triste de que el sufrimiento, la persecución, la ruta, todo... haya acabado por hoy.

Enhorabuena a Tony, que se marcó un carrerón genial, rodando mucho tiempo en solitario. En cuanto a Nacho solo puedo decir que es un placer y un orgullo verle luchando cada día más y mejor en este tipo de marchas. Se le nota que disfruta como un enano.

Por lo demás, día soleado y temperatura ideal. Felicidades a la organización y a todos los participantes. Procuraré volver el año que viene.

***Fotos cedidas, salvo primera, por CC MTB DISTRITO 18***

domingo, 12 de septiembre de 2010

Tres Provincias ya es Garrapatera

Me resisto a que pase más de un año sin repetir aquellos recorridos de MTB que me han dejado una profunda huella por una u otra razón. Suelen ser rutas con una suma de kms destacable, con un desnivel importante, con subidas a puertos categoría “E” y que recorren lugares con un interés paisajístico increíble. Una de las rutas que entran en este catálogo de indispensables es la que sube al Pico Tres Provincias (alt. 2130), o Cebollera Vieja, desde Montejo de la Sierra.


La pasada edición de esta aventura se remonta a noviembre del año pasado, así que ya tocaba refrescar la zona con un paseo con la bici. La pena es que Nacho no pudo acompañarme a descubrir estos parajes en lo que hubiera sido su primera ascensión a Tres Provincias. Otra vez será.


Desde la salida de Montejo de la Sierra, poco más allá de las 9:30 de la mañana hasta el vértice geodésico situado en la cumbre de Tres Provincias, hay que pasar unas cuantas penalidades. Primero, la subida al Puerto del Collado del Mosquito, 11 kms casi con un 6% medio que da para sufrir lo que quieras según la velocidad a la que decidas subir.

Desde el Mosquito, siempre decido bajar unos 5 o 6 kms por la pista que lleva hacia Somosierra hasta un sendero en el que me desvío a la derecha. De esta forma hago la subida hasta Tres Provincias desde la altitud mínima posible y me embadurno de naturaleza casi virgen durante el tramo que conecta con la cuerda de esta zona de la sierra.


Ya en la cuerda comienzan las penas. Aquí no decides tú la velocidad. Esa decisión pertenece a la montaña. Estos tramos son un devenir de toboganes con rampas que llegan hasta el 25% y que no supondrían demasiada dificultad si no fuera por la cantidad de piedra suelta y tierra que tiene la zona. Al final, todo lo subo montado salvo una rampa que se abre a la derecha donde las piedras me obligan a poner el pie. Ahí se necesita una potencia de paso que yo no tengo.


Después de 2h40 desde la salida de Montejo termino con esta infernal subida que, ahora sí, te ofrece la recompensa de unas vistas increíbles a casi 2200 metros de altura. La meseta norte a mis pies y a la derecha Ayllón, el destino del próximo fin de semana.


Tras charlar un rato con un senderista que llevaba un ejército de moscas en su cabeza, dispongo la bici y la mente para la bajada hasta Somosierra que me hace perder 500 metros de altura en 7 kms. El descenso es peliagudo por la pendiente y por el piso roto y deslabazado. Hace dos años ya me rompí un par de costillas en esta misma bajada, así que la cosa no es para tomársela en broma.


Vale la pena de vez en cuando levantar la vista para seguir admirando las vistas que ofrece mi posición. Un deleite absoluto.


A mis espaladas la cima de Tres Provincias se despide, como máximo, hasta dentro de un año. Ella seguirá allí vigilando Castilla y ofreciendo su dolmen para el reposo de todos los intrépidos que se atrevan a visitarla.


En las proximidades de Somosierra con la N1 unos cientos de metros más abajo.


Somosierra. Tras terminar el descenso hay que cubrir un par de kms de asfalto en subida antes de llegar hasta esta población. Después de estar un buen rato bajando, las piernas se acomodan y este pequeño tramo de carretera se hace asqueroso. Un pequeño supermercado me hizo las veces de avituallamiento, aunque para evacuar a las dos personas que estaban en la caja antes que yo casi tengo que llamar a una grúa. Qué manera de enrollarse con la cajera!!!


Las nubes de tarde van tomando posiciones aunque no tiene pinta de que vaya a llover.


Desde Somosierra, tras bajar por carretera otros dos kms, hay que desviarse a la izquierda para comenzar a subir otra vez. Primero 4 kms hasta el Collado Gamonoso, lugar que tiene salida hacia Horcajuelo. Y luego 8 kms más hasta el Collado del Mosquito. Porque volví, como siempre, por el mismo sitio, alargando la ruta y subiendo el Mosquito también por su vertiente norte.



Segundo paso por el Mosquito. Desde la salida había recorrido 55 kms y ya tenía todo el acumulado de la ruta en la buchaca (1900 metros). Ahora solo queda bajar a Montejo por donde hice la primera subida del día. Unos 15 kms para desarrollar los sentidos al máximo y apreciar el entorno natural de esta zona.

La llegada al coche fue poco antes de las tres de la tarde. Tras 71 kms y 5h22 minutos de tute (4h37 pedaleando), la sensación de goce ayer fue mayor que en otras ocasiones ya que pude bautizar a Tres Provincias como garrapatera. Ya se puede decir para siempre que Tres Provincias es Garrapatera.