τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

domingo, 31 de mayo de 2009

Pto. Navafría-Pto. Somosierra-Pto. Navafría o “La Horizontal”.

Último fin de semana del mes de mayo. El Soplao ya ha quedado atrás y hay que buscar nuevas rutas que alimenten las ansias de hacer kms, y aprovechar que el cuerpo está acostumbrado a pasar muchas horas encima de la bici. En el plato de hoy comeremos Juanma y yo. Y como menú del día: “la Horizontal”.

La llamada “Horizontal” es una ruta que conecta el Puerto de Navafría con el de Somosierra a través de una pista que va por la cuerda de la montaña. En principio, y según varios tracks, es una ruta sin demasiado desnivel, así que decidimos cambiar el punto de partida. En vez de salir desde el alto de Navafría quedamos en el Área Recreativa “Peña Alta”, que se sitúa en el km 6 del puerto y desde el que bajaremos 1 km por carretera para coger el camino que nos lleve a la “Horizontal”.

Partimos pues a unos 1450 m entre miles de pinos de gran altura y una vegetación muy densa. La zona tiene cierto parecido con “Las Dehesas” de Cercedilla. La temperatura roza los 14ºC pero pronto se elevará más allá de los 22ºC, y el cielo, de momento, tiene un color azul intenso aunque hay previsión de posibles tormentas por la tarde en áreas de la sierra.

Tras una subida tranquila y apenas 6 kms llegamos a la conexión con “La Horizontal”. Estamos a 1.800 m y, en principio, desde este punto hasta el Pto de Somosierra apenas sufriremos desnivel aunque el mapa indica dos puertos a mitad de camino: El de la Linera y el de Peña Quemada. Esperemos que el tránsito por ellos no sea como el que se realiza para subir a Tres Provincias.

Aproximadamente en el km 20 de ruta los pinares comienzan a desaparecer cambiándose por arbustos bajos y miles de matorrales con sus flores amarillas en plena ebullición que provocan un contraste de tonalidades en el campo espectacular. La exposición al sol ahora es plena, aunque el vientecillo que corre por la cuerda evita la sensación de calor. A nuestra derecha se abre todo el valle del Lozoya con su gigantesco embalse, un deleite que bien merece ser contemplado en más ocasiones.

La ruta seguía y, tras el puerto de Peña Quemada, aparecen los primeros problemas de orientación. Es el km 35. Tras una larga bajada paralela a un vallado, iniciamos una subidita de las de 20%+IVA que nos ubica en un cerro a 1700 m. La maraña de cortafuegos que hay en la zona no ayuda a situarte así que entre el mapa y el GPS del móvil de Juanma intentamos solucionar el problema. Bajamos el 20%+IVA y subimos lo que antes descendimos. Me asomo a uno de los cortafuegos que miraban al este. “Imposible por aquí”. Abrimos una valla, pero nada, por aquí tampoco. Y todo a pleno sol. El caso es que desde este punto divisamos el pueblo de La Acebeda y la pista que nos tiene que llevar a Somosierra. Pero, ¿Cómo cogerla?

El efecto columpio nos había impedido ver que en la valla paralela a tanta subida y bajada había un portón camuflado. Encontrado el camino solo nos restaba pedalear hasta el Pto de Somosierra, del que nos separarían 16 o 17 kms sin mayor complicación. Ja! La pista estaba en unas condiciones deplorables. Creo que nunca he sufrido tamaño calvario en una pista en el que el porcentaje era 0 o -1%. Viajamos a 26-28-32 km/h dando botes y más botes. Y cada bote es una caída sobre el sillín vete a saber en qué zona. Unas caídas son a plomo, otras van con pellizco… Un infierno.

Tanto a Juanma como a mí nos comienza a doler la zona cervical central y no llevamos ningún antinflamatorio. “Aguantar y tirar”, debió pensar un Juanma que me llevó los últimos kms con la lengua fuera.

El puerto de Somosierra se hacía de rogar. Revueltas y más revueltas por este infame camino y el punzón apretando en la nuca. Al fin divisamos la Ermita que hay en el Puerto. Hasta aquí, teníamos en las piernas 54 kms a 19 km/h. “A ver si los mantenemos para la vuelta”, espeta mi compañero. Compramos agua y unos plátanos en el super que está junto a la gasolinera y emprendemos el camino de regreso.

El retorno es desandar lo andado con lo que la tortura la tomas por duplicado. Ahora va picando para arriba cuando no llaneas, pero da igual. El tránsito por este terreno es complicado y no te deja ir ni mucho menos cómodo. Pero como lo que hay es lo que hay, lo mejor es pasarlo cuanto antes.

Una hora después y con una parada de por medio para masajearnos el cuello (cada uno el suyo, eh!), estábamos en el vallado que tanto nos había costado encontrar a la ida. Tocaba superar el pequeño desnivel del puerto de Peña Quemada. A partir de aquí, la pista mejora bastante, con sus lógicas piedras, piñas y trozos de granito, aunque el castigo ha sido de tal magnitud que los dos vamos muy, pero que muy tocados. Además yo continúo con el constipado que cogí una semana antes del Soplao, y tanto bote y tanto sol me habían levantando dolor de cabeza.

Un cervatillo, que se nos cruza atravesando la pista a una velocidad supersónica, nos da la nota silvestre de los parajes por los que estábamos circulando, muy poco concurridos en comparación con otras zonas de la sierra.

En vez de aminorar la marcha los dos continuamos a buen ritmo. Cuando veía que Juanma se quedada un poco atrás le esperaba para que siguiera pegado a mi rueda, y así transcurren un buen porrón de kms hasta que llegamos a la encrucijada de caminos donde nosotros cogimos el de la izquierda para bajar a la carretera del Puerto de Navafría.

Ahora dejo a Juanma delante para que abra camino en el descenso. Intento no perderle más allá de 20 o 30 metros a pesar de que está bajando por encima de los 60 km/h. Qué tío, así la bajada pasó en un suspiro. El km de carretera para llegar al Área Recreativa de Peña Alta pasa rápido. Por fin!

Ruta terminada. 104 kms a 19 km/h en 5h26 minutos de tiempo pedaleado, con un desnivel de 1415 m. “Pues no era tan horizontal”, dice Juanma. Lo que está claro es que cualquier ruta se hace fácil o difícil según el rimo que lleves, y hoy habíamos ido bastante rápido a pesar de las consignas del inicio. El castigo físico ha sido incluso superior al del Soplao. Y en eso coincidimos los dos.

En cualquier caso hecha queda. La buena noticia es que veo a Juanma recuperado tanto fisicamente como para la causa de las “buenas costumbres”; que hemos ciclado por una zona desconocida para los dos; y que aunque hoy me duelen hasta las uñas de los pies, seguro que mañana estamos maquinando una nueva aventura. La mala es que, aparte de los dolores, tengo brazos y piernas achicharrados por el sol. De las tormentas, ni rastro.

Un placer compañero!

sábado, 23 de mayo de 2009

Los 10.000 del Soplao 09. III edición de una carrera épica

Clasificaciones

“Se me ponen los pelos como scorpions”, es lo primero que suelta Víctor cuando recuerda la salida de los 10000 del Soplao de este año. Y es que dar el pistoletazo a 1.200 tíos `to puestos’ en la avenida central de Cabezón de la Sal con los acordes de Thunderstruck de ACDC a todo trapo es para eso como mínimo. A mi me dio por soltar la baba. Impresionante.

Antes que esto, mucho antes, a eso de las 4 de la madrugada del sábado, nos despierta a Juanma, Edu, Victor y a mí una soberana tormenta eléctrica y el consiguiente aguacero. Jose de ésta ni se entera, ya se le pueda caer la casa encima. Tras cuarenta minutos de rayos y truenos logramos, de nuevo, conciliar el sueño a duras penas hasta las 6.45 que suenan los despertadores. Todos pegamos un bote de la cama y bajamos a desayunar tostadas, fruta, bocadillos y batidos recupera ‘almas perdidas’. Otros se meten una tableta de proteínas concentradas para ponerse las pilas rápido.

Mientras nos vestimos asomamos nuestras ilusiones por la ventana para comprobar como andaba el cielo. No llovía, que no era poco, aunque las nubes amenazaban con descargar mientras abrazaban espesas las montañas de nuestros alrededores; la temperatura no era mala, unos 15ºC, suficientes para vestirnos de corto.

Foto por cortesía del blog MTBCantabria

Salimos de nuestro cuartel general en Cos sobre las 7.30, con la suficiente antelación como para pedalear con cierta tranquilidad los 3 kms que nos separaban de Cabezón de la Sal. Una vez en la salida, el speaker, la música, el público, los corredores… “los pelos como scorpions”. La avenida principal de Cabezón era un mar de cascos multicolores y llegar hasta la posición donde nos hubiera tocado salir nos retrasaría por detrás de las 800 o mil unidades, así que como quien no quiere la cosa los cinco nos quedamos a unos 30 metros de la salida al lado de las cintas que delimitaban la zona de corredores. En la pole position llevaban un rato ciclistas profesionales ávidos por batir a Evaristo, el dorsal nº1.

Foto por cortesía de Noe

La providencia quiso que justo a nuestro lado estuvieran situados unos amigos de Santander con los que compartí parte de una ruta por los acantilados de Langre y Galizano la pasada Semana Santa. Así que mientras nos saludábamos y nos dábamos suerte, los ‘Cinco de Cos’ nos colamos por debajo de la cinta. Y ni treinta segundos después una estruendosa petardada anuncia la salida de la III edición de los 10.000 del Soplao.

Empezamos a rodar, el speaker nos desea suerte y el numerosísimo público concentrado en la salida nos aplaude a rabiar. “Así es difícil mantener la cabeza fría”, pienso. La arrancada es cómoda, llevamos una posición entre los 300 o 350 primeros, y como los primeros kms los hacemos por carretera y pican para arriba se puede ir adelantando bicis con moderación. La Guardia Civil tiene cortado el tráfico de la nacional que sale de Cabezón hacia Oviedo, así que toda la calzada es nuestra.

Foto por cortesía de María de Rutas Alternativas

A mi vera aparece Jose, mi ángel de la guarda, y juntos comenzamos a tirar hacia delante. Abandonamos la carretera y nos adentramos en un bosque de eucaliptos dirección hacia Caviedes. Antes, pierdo a Jose durante un rato y pensando que se me había ido por delante inicio la larga bajada a Rioturbio fustigando a mi montura. Llegando al primer avituallamiento en esta localidad, sobre el km 20, aparece por detrás el maillot naranjito de Feria. Pues resulta que iba por detrás, aunque estos acelerones nos han servido para sobrepasar a un buen puñado de ciclistas.

Tras el primer avituallamiento, donde paramos para rellenar el bidón, Jose y yo continuamos juntos a buen ritmo. Yo tenía la intención de hacer los primeros 68 kms en menos de 4 horas para llegar al avituallmiento anterior a la 1ª subida al Moral antes de las 12:00. Si lo conseguía, podía pensar en terminar en unas 10 horas. Pero esto sólo era un sueño a estas alturas.
Después de la tromba de agua de la pasada madrugada, las pistas rezumaban barrillo y las cadenas viajaban por la transmisión de la bici con esa mezcla marrón que tantos problemas pueden llegar a dar. De hecho en la ascensión a Caviedes el plato pequeño comienza a ‘chupar’ la cadena, con lo que tengo que parar, limpiar la suciedad y poner aceite. Mala compañera es esta avería ya que como te cebes puedes llegar a partir algún eslabón. Con esta parada perdí la rueda de Jose para el resto de la marcha, pero encontré otra con la que casi fui a la par –a veces por delante, a veces por detrás-, hasta el final de la carrera: la de Noe.

“¿Quién eres?, me dice una voz femenina fijándose en mi culotte de Forobici. “¿Noe?”, pregunto. Y ante la respuesta afirmativa comenzó un particular vía crucis que fuimos compartiendo en muchos de los puertos que aun nos quedaban por delante.

Llegamos a Caviedes, y salimos a la carretera para bajar por ella hasta La Cocina, mala señal siempre que entramos en esta localidad ya que aquí empieza la subida por la trialera de las Lastras, con unos porcentajes que llegan hasta el 20% y un piso enfangado que termina de machacar la transmisión. Y a todo esto hay que sumarle que empezaba a lloviznar. Mejor no pensar en nada y seguir hacia delante en la medida de lo posible. Subiendo la primera mitad montado y rezando para que cadena y platos no se atasquen, transcurre cerca de media de hora agónica donde la voluntad de uno y los aplausos de la gente que se situaba en muchos puntos de la subida te hace sacar fuerzas y continuar moviendo los pedales. La segunda mitad de esta ascensión la tenemos que hacer todos a pie. Arriba, la organización había situado una manguera a presión y un punto de mecánica, así la subida hasta el Soplao pudimos hacerla con los nervios más tranquilos.

Es el km 38. Estamos a 550 metros de altura cuando antes de subir las Lastras estábamos al nivel del mar, y el avituallamiento del Soplao casi no se visualiza de la cantidad de público que hay allí concentrado aplaudiendo y dando ánimos. Paro a comer un plátano, rellenar el bidón y echar aceite a la cadena e inicio el descenso por la trialera más peligrosa de toda la marcha y que nos dejará a 150 metros por encima del nivel del mar. Al poco de empezar a bajar, delante de mí veo una caída de espanto rapidamente atendida por miembros de la organización. Eso me hace frenar más de lo normal ya que la bajada se presentaba complicada con un aliño de porcentaje negativo, más allá del 20-25%, y un piso resbaladizo y muy peligroso. De tanto retener la bici acabé con los antebrazos destrozados.



Ya abajo, en la población de Puentenansa salimos a la carretera para rodar los próximos 8 kms con pendientes muy suaves y donde el sol comenzó a presentarse como alternativa a los nubarrones que nos habían acompañado hasta entonces. Con el plato metido y los piñones mas pequeños ruedo a buen ritmo adelantando numerosos grupos. Me hubiera gustado unirme a alguno de ellos pero en ese momento iba más cómodo yendo más rápido.

La verdad es que a pesar de los 1.200 participantes, y salvo los momentos de la salida y hasta el km 10, la sensación de pelotón fue tan inexistente que en muchos momentos rodabas sin apenas nadie por delante o en grupos muy dispersos.

Pasados estos tramos de asfalto llega otro grano del recorrido, la subida a Monte Aa, donde pasaremos de los 200 a los 600 metros en 5 kms y donde los porcentajes llegan puntualmente al 23% y se mantienen siempre por encima del 14%. Esta subida la hago a cola de un grupo que subía con buen pedal y del que poco a poco se van descolgando unidades. El sol se mantenía en lo alto, así que el esfuerzo iba acompañado de un cada vez más intenso calor que hacía chorrear sudor por la cara a pesar del pañuelo que llevaba bajo el casco. Es una subida muy dura la subas como la subas pero que tiene reconfortantes premios cuando culminas su cumbre. La primera, la bajada hasta Ruente por una pista que transita entre un hayedo incomparable con amplias curvas, menos dos de ellas de 180º -el que iba delante de mí casi se queda como un cromo pegado a un árbol-; y la segunda, ya en Ruente, donde en el pueblo nos esperaban un clamor de cientos de personas que, muy metidos en el papel de espectadores, gritaban y animaban hasta el punto de emocionarnos a los que no estamos acostumbrados a estos espoleos públicos.

El km 68 se acercaba y también el avituallamiento del Área Recreativa Casa del Monte. Llegamos en grupo unos 10, incluída Noe, con la que había bajado desde el Monte Aa tras unirme a ella al final de la dura subida. En este avituallamiento había de nuevo mangueras a presión para lavar las bicis y aceite, siempre un alivio para volver a la marcha con la transmisión al 100%. Hasta este punto había tardado 3h45 con una media superior a los 18 kms a la hora, aunque si miraba lo que me quedaba por delante, lo pasado era una bagatela. Quedaban los tres puertos más duros, un desnivel positivo de 2.600 y 97 kms de echarse a temblar.

En este momento por lo que decía la organización estaba entre los 180 primeros, y la cabeza de carrera había pasado hacía 1h 20. Lo mío era en ese momento recuperarme con un bocadillo, una coca-cola, un gel y un plátano y para delante. Hubo lugar para mis ánimos telepáticos a mis cuatro compañeros, a los que iban delante y a los que iban detrás, a los que esperaba que todo les fuera bien.

Toca subir el Moral y sus 750 metros de desnivel acumulado en 12 kms. Pronto, en las primeras y más empinadas rampas observo que no ando fino, que el estómago me pesa y no está digeriendo bien lo que le he ofrecido… Ese bocadillo de chorizo no me ha beneficiado, y eso que solo comí la mitad. Además, un dolor en las lumbares me venía avisando de posibles problemas con la espalda. Voy avanzando con un grupo que no aprieta demasiado, parece que a todos nos están costando estas primeras rampas al 10-11% y que se irán suavizando conforme pasen los kms. Uno del grupo me pregunta que si soy de la tienda, “de qué tienda?”, le respondo. Me había confundido con la gente de Karacol por el maillot que llevaba para la ocasión.

Tras una de las revueltas de la ascensión, la situación se me hace inmanejable y decido pararme. Me quito el pañuelo de la cabeza que comenzaba a evacuar el sudor como una cascada y me tomo un Ibuprofeno. Prosigo la marcha y poco a poco voy sintiendo mejores sensaciones, e incluso abandono los achaques lumbares. Las rampas se suavizan y eso también ayuda. A pesar de ello voy más cómodo con el plato pequeño que con el mediano, ya que con éste me obligaba a engranar los piñones más grandes. Consigo coger velocidades de dos cifras, y tras hora y pico llego arriba bastante mejor de lo que comencé el puerto. En la carpa que la organización había montado en la cima nos dicen que los primeros nos llevan una ventaja de 1h45, “este año no me doblan”, pensé. En este punto llevaba 5 horas de marcha y 82 kms en las piernas, así que terminar en torno a las 10 horas estaba ahí ahí.

Tras beberme varios vasos de sales y meterme un botellín de agua en el maillot, inicio la bajada del Moral por su cara sur. Son 9 kms de pista que circulan entre hayedos, robles y un sinfín de cascadas cuyos sonidos te acompañan hasta el pie de la montaña. Aunque esto es más perceptible cuando subes este puerto a 7 u 8 km/h para finiquitar la carrera.

Al finalizar este placentero tramo conectas con 5 kms de carretera que muere en Bárcena Mayor, precioso pueblo situado en el corazón de la comarca Saja-Nansa y en plena reserva natural del Saja-Besaya. Al inico de este sector de asfalto había otro puesto de avituallamiento y muchísimo público aplaudiendo y gritando. Cuando vas en grupo, estos ánimos los compartes con los compañeros, pero cuando vas solo, como era el caso, las loas se personalizan en uno, provocando una excitación que te llena de un placer incomparable. “Joder qué éxtasis, disfruta el momento y no pares”, pensé, y continué dándolo todo.

Los kms hasta Bárcena los hago sin forzar demasiado, ya que pican hacia arriba y hay que reservar fuerzas para lo que para mí es el Puerto Rey de la prueba: Cruz de Fuentes. Justo antes de comenzar a subir este puerto hay otro avituallamiento en el que paré para estirar las piernas, comerme otro plátano, media naranja y un bollito. Pero nada de bocadillos. Esta vez cogí dos botellines de agua por si las moscas, y tras no mas de 5 minutos emprendo la marcha.

Tengo ante mí, 17 kms y 800 metros de desnivel acumulado, y muy posiblemente tarde en torno a 1h30 en terminar, así que paciencia y buena letra, y nada de ofuscarse con nadie. Los primeros kms son con muy poca inclinación y puedes ir a 17 o 18 km/h. En esos momentos me siento bastante bien “a ver si dura”, murmuro, mientras me acuerdo de la pájara que me dio el pasado verano subiendo este puertazo. La zona es de lo mejor de todo el recorrido, la vegetación es una exaltación de tonalidades verdes y los inmensos árboles protegen el camino de agresiones ultravioletas. Aunque la verdad es que esto lo se de otras veces que he pasado por aquí porque en esta ocasión iba concentrado en no perder velocidad sin acelerar las pulsaciones.

Tres integrantes del CC Liébana uniformados de un verde camaleónico me dan alcance, se me van un poco pero logro mantenerme a 10 o 12 metros. Delante observo la figura de Noe, como a 150 metros, quien nos mantuvo en esa distancia bastantes kms. Conmigo un par de chavales que apretaban en los descansos del puerto para bloquearse en las zonas inclinadas. Poco a poco mis compañeros se fueron quedando, conseguí coger a Noe y seguir en la distancia a dos de los ciclistas del CC Liébana. Subíamos bastante bien, a 9-10-11 km/h. De pronto, en el sensacional silencio del bosque comienzan a oirse unos gritos mezclados con aplausos y vítores de todo tipo. El que iba a mi lado me dice “Joder, cómo anima la gente”, y yo le comento que me parece raro que esos gritos vengan de la cumbre ya que todavía quedaban 7 u 8 kms para la cima del puerto. El bociferio cada vez era más plausible y en una zona donde la vegetación te permite ver las siguientes dos curvas, vemos como 10 o 12 aficionados habían aparcado su 4x4 en la cuneta de la pista y espoleaban a todos los que por allí pasaban. Increíble. Cuando me toca pasar a mí, incluso me levanto del sillín y doy 10 o 12 pedaladas de pie, a cambio recibo un “¡Vamos, vamos, vamos, vamos, así, así, venga, que ya estáis arriba”. De lo que te dice la gente, ni caso, si no estás perdido. Todavía quedaba un buen trecho, quizás el más duro del puerto. Arriba, y sin parar cojo un botellín de agua al personal de la organización. Estaba casi en las 7 horas de marcha con 55 kms por delante, así que no había tiempo que perder.

Desde el alto de Cruz de Fuentes hasta la carretera del Puerto de Palombera hay una bajada por pista de unos 3 o 4 kms. En este punto hacía fresco y el cielo se había vuelto a cerrar aunque no parecía que fuera a llover. El tramo de carretera hasta el alto de Palombera es parecido al tramo final de la Morcuera cuando sales de la pista. Unos 2,5 kms que se hacen en plato mediano a 12 o 13 km/h. Y desde el alto toca bajar unos 4 kms en plan videojuego hasta el desvío de Ozcaba hacia Venta Vieja. Aquí había otro avituallamiento que me salté para ahorrar tiempo ya que iba bien de líquido.

Este es otro punto clave de carrera. El año pasado nos tocó sufrir aquí de lo lindo por el barro, y este año, aunque el barro estaba más condensado y se podía circular a duras penas por las roderas de los 4x4 que habían abierto el camino, costaba hacer girar las ruedas ya que el piso te atrapaba. Esta subida de 150 metros de desnivel en no más de 4 kms se hace dura de verdad. A mi se me atragantó sobre manera, e incluso tuve que parar 1 minuto a comerme un plátano y recuperar algo las fuerzas. Esta zona, a unos 1300 m sobre el nivel del mar, transcurre por la cuerda de la montaña y apenas tiene nada de vegetación que te impida ver las duras rampas que se te vienen encima y los diminutos puntitos vestidos de colores avanzando lentamente sobre ellas.

Terminado este calvario llega uno de los momentazos del recorrido, la bajada ininterrumpida hasta la carretera de Bárcena Mayor y que yo estropeé de la manera más torpe al descender más de la mitad de los 12 kms con la horquilla bloqueada. Como recompensa conseguí un dolor de brazos y manos gratuíto que me impidió disfrutar al 100% de estos tramos. Comprobé como al bajar a más de 50 km/h sin absorción en la horquilla provoca que cada bache sea un socavón y cada piedrecita una roca que te desestabiliza la trazada. Así los que venían por detrás me pasaron como balas, en especial los que iban con dobles. De todo el descenso, los últimos 6 o 7 kms son por asfalto, en concreto desde Colsa y los Tojos, por donde pasamos como verdaderas exhalaciones a casi 70 km/h por sus carreteras estrechas ante la mirada impávida de los paisanos del lugar. Y antes de terminar el descenso y como guinda final, las 8 revueltas de 180º que hay que trazar y disfrutar como si bajaras Alpe d’Huez pero con inmensos robles en las cunetas de la calzada.

Y disfrutado todo ello, vuelve el calvario, porque tras dos kms de carretera en los que fui comentando la dureza del recorrido con mi antecesor en la última bajada, comienza la subida por la cara sur al Moral. Antes, otro avituallamiento en el que paro para reponer líquido y coger una bolsa de galletas. Eran cerca de las 5 de la tarde y el punto kilométrico 132, para llegar en menos de 10 horas me quedaba poco más de 60 minutos, un puerto de 9 kms y 600 metros de desnivel positivo y 20 kms de los cuales 15 eran de bajada. Todo esto me hacía despedirme de ese tiempo, ahora solo quedaba intentar llegar antes de las 11 horas. Luego supe que Jose pasó por este punto 18 minutos antes que yo, con lo que hasta este kilómetro había ido bastante bien.

Pero todo cambiaría ahora. Vuelvo a coincidir con los del CC Liébana en el inicio del puerto pero les dejo atrás durante los dos primeros kms que los hago rapidillo ya que la pendiente es escasa y se puede ir a 15 o 16 km/h. Tras estos primeros minutos, el aumento en la dureza del puerto y las pocas fuerzas que me quedan me presentan a dña.pájara y al hombre del mazo… Joder, y llegan los dos juntos. Resultado: 7 kms a 6 km/h cuando la gente subía entre 8 y 11 km/h. Incluso tuve que parar dos veces porque psicológicamente también estaba muy gastado. Bebí y bebí, pero estaba deshidratado, así que en estos casos solo se puede hacer una cosa: seguir, seguir como se pueda, pero seguir. A la dureza que uno lleva por el sufrimiento se le añade la dureza de ver como pierdes posiciones durante casi una hora: cinco, dos mas, otro, dos mas, cuatro, no puedes unirte a ningún grupo ni seguir ninguna rueda, pasa Toni el amigo de Bruna –no le digo nada porque la lengua no me salía de la boca-, petada total… Hasta 40 posiciones perdería en la subida, aunque llegando arriba un Jeep de la organización ofrece botellas de agua, y ahí revives un poco de tus cenizas e incluso bajas dos piñones para acelerar y llegar al alto cuanto antes. Pensaba en la gente que bajaba en esos momentos el puerto y a los que estábamos doblando. “Dios mío, estos pobres se tienen que meter todavía 80 kms”.

Arriba!!! Cumbre!!! La organización te sella el dorsal por tercera vez, te pide el bidón para llenártelo de agua mientras te da un vaso de sales. “Vamos que ya está hecho”, y tiras para abajo, aunque durante 5 kms circulamos por la cuerda de la montaña con subibajas donde lo das todo de nuevo.

La bajada es un apelotonamiento de sensaciones, saboreas el haber terminado otra vez esta locura, miras el reloj con el paso de los minutos y piensas “se acabó, haga el tiempo que haga lo he dado todo y será un buen tiempo”. Y así fue.

Terminado el Moral, y llegado al área Recreativa Casa del Monte solo quedan unos 10 kms de carretera donde viajas a 30-32 kms/h y vacías lo poco que llevas dentro. Este tramo lo hago solo, recupero un par de posiciones e intento limar segundos al reloj. La última recta antes de entrar en Cabezón de la Sal, son 3 kms de aplausos infinitos, con la gente puesta en pie al paso de los ciclistas y tu mente en blanco absorbiendo la gloria.

Llegada a Cabezón, un giro a la derecha, otro a la izquierda, un municipal señalándote el camino, ya se ve la meta, uffff, qué de gente, de nuevo el speaker anunciando tu llegada, la música, me da hasta vergüenza. Llegué! Dos de la organización me rodean, me dan otro vaso de sales, me dan la enhorabuena y miran el ordenador: Tiempo total 10h36; Posición 245. El tiempo de pedaleo había sido de 9:58 (en este sentido si conseguí bajar de las 10 horas).

Y me voy hacia la carpa a entregar el chip y recoger mi maillot de los 10000 del Soplao más feliz que unas castañuelas. He bajado el tiempo del año pasado casi 3 horas y más de 100 puestos, aunque creo que este año el nivel ha subido bastante con el desembarco de algunos profesionales. Solo hay que ver a Evaristo, que el año pasado llegó sacando 20 minutos al segundo y este año ha llegado 4º a casi media hora de la cabeza. En fin, da igual, porque estos son marcianos.

Ya en la carpa como un plato de pasta, una cerveza y me siento a recuperarme. Al rato vi por allí a Noe, que fue 2ª de la clasificación de chicas. Del resto de compañeros no tenía ninguna noticia. Pasado un rato cogí la bici y me fui pedaleando hacia casa por la misma recta por la que había pasado minutos antes cruzándome con todos los valientes que estaban finalizando su aventura, entre ellos Edu, al que doy un grito de ánimo. Ya en casa, saco a Feria de la ducha y me fundo en un abrazo con él. Me comenta que su tiempo ha sido 9h44. Madre mía. Qué animal. Esta juventud nos va a enterrar.

Y mientras Jose se va de nuevo a la carpa de la carrera a ver si encuentra a su cuñado y un amigo, me pego una ducha reponedora de más de media hora y me tiro en la cama a esperar al resto de la banda. Al rato llega Edu, otro abrazo sin fin, comentamos jugadas y tras su ducha nos vamos a Cabezón en busca de Juanma y Víctor que llegarían al rato.

Medalla del “Mérito Extraordinario” para Juanma que logró finalizar la carrera, los 165 kms y más de 4.400 de desnivel con un hombro en plena recuperación y con apenas kms de preparación en sus piernas, así como el de Víctor, cuyo apoyo fue fundamental para el éxito de su objetivo: Terminar.

Y gracias a los 4 por compartir esta aventura y un fin de semana de pura gloria. El año que viene más, aunque no se si mejor.



La versión de Jose:

Preparativos: Son las 6:30 y se rompe el silencio en una bonita casa rural de Cos. Me despierto y miro por la ventana, no veo nada, estoy dormido aún. Bajo las escaleras y me encuentro con Pablo y Edu que están desayunando. Hace frío y según me cuentan ha caído agua por la noche, muuucha agua y muuucha tormenta. Yo no he sentido nada, menos mal, he dormido del tirón.

Subo a la habitación y primer dilema, ¿qué ropa me pongo? Decido echarle valor, culote corto, camiseta sin mangas y maillot corto encima con manguitos, con un par. Bajo a desayunar y la conversación trata sobre alguna que otra ... y de por qué hacemos esto, que si no es mejor seguir durmiendo...etc. Desayunamos fuerte y ..son las 7, hay que darse prisa. Ayudo a Juanma con el vendaje de su hombro lesionado y termino de preparar los útiles que me llevaré. A las 7,30 nos hacemos la foto de rigor en la puerta de la casa. Estamos locos pienso, tengo sueño y las piernas no responden mucho. Gracias Víctor por el radio salil o como se llame que me calentó las rodillas.

Camino de Cabezón, a 3 km escasos, vamos relajados, con poco desarrollo y mucha cadencia perfecto para entrar en calor. Pronto Pablo empieza a adelantarse, mal ...muy mal empezamos ya jejeje, las ganas por llegar podían conmigo pero intenté calmarme y seguir rodando muy despacio.

La salida: En cabezón la calle estaba a rebosar de ciclistas, está todo lleno, ¿dónde nos ponemos? sugiero hacer fullería (mil perdones) y colocarnos en un lateral detrás de la cinta para intentar meternos como podamos y así hicimos. Estabamos a la mitad de los 1000 participantes. Son las 8 y traca de petardos dan la salida. Los primeros km son carretera, picando hacia arriba. Ya no veo a nadie, a lo lejos, veo a Pablo y aprieto para pegarme a él. Su ángel de la guarda como me dijo al verme.

Vamos rápido, menos mal que habíamos calentado, al poco se nos acaba la carretera y empezamos la pista. El barro no es mucho pero la tierra está mojada y hay que ir con cuidado. Pablo y yo vamos tirando, pidiendo paso amablemente y adelantando a bikers. Vamos ascendiendo muy suavamente por Monte Corona.

El paisaje es espectacular, todo verde, mucha arboleda y un chirimiri que no preocupa. Los manguitos empiezan a sobrar y me los bajo. En un repecho veo a uno que no corre, vuela, con el plato metido y como no, el señor Pablo me dió un pasón que ni se dió cuenta de que estaba yo en el grupo al que adelantaba. La bajada que sigue no consigo alcanzarlo, se me escapa. Me pasan unos cuantos bikers ya que no me veía muy seguro con tanta tierra mojada y prefiero no arriesgar tan pronto. Tras bajar dos o tres km hay una carretera llana y viendo a Pablo de lejos...pensé ahora o nunca y lo alcancé. Menuda sorpresa se llevó cuando me vió por atrás. La media era de 19 y pronto pasaríamos por el primer avituallamiento. Llego antes que él pero por poco, bote de agua y Pablo limpia y engrasa su cadena. Estamos listos y a tirar.

Pablo para por problemas de cadena y cuando me doy cuenta ya es tarde, lo he perdido. Tocará un viaje largo y sin mucha conversación...

Subida al Soplao: km 26. Los tramos de enlace entre pistas me los tomo con calma, siempre intentando buscar un grupo para relajar las piernas. Pese a ir más despacio de lo que pudiera ir, lo prefiero ya que la ruta es larga y ya tendré tiempo de correr... En la subida hay tramos con mucho barro y mucho desnivel, iba montado mientras era lógico hacerlo. Cuando el barro era excesivo desmontaba y a patas. Unos 200 metros a patas yo creo.

Arriba, una manguera alivió mi cadena y el aceite volvió a fluir por ella dándole un aspecto plateado que tanto me gusta. Llegado arriba al Soplao, un nuevo avituallamiento; aceite, plátano, líquido y a bajar por una pista embarrada donde muchos bikers me pasaban como si no tuvieran miedo o respeto. Tanta carretera me ha hecho un blandito bajando...Acabé cansado de bajar puesto que era técnica la bajada y requería de hacer fuerza en los brazos. Tengo ganas de subir ya y dejarme de tanto bote, me decía a mí mismo.

Subida a Monte Aa: Ronda el km 40 y la carretera pasa por Puente Nansa. Voy dándome relevos con otro biker al cual descuelgo porque se ha desfondado. Echando cálculos me queda 1 km antes de empezar a subir y decido aflojar el ritmo. La subida a Monte Aa se me atraviesa. Las rampas del 20% me desmoralizan, me duelen las piernas y me voy descolgando de los grupos que voy viendo por el camino. El último tramo, pasadas los rampones del 23% es más liviano y me ayuda a 'descansar'.

Sé que queda poco y tras un par de tragos de agua empiezo a tener de nuevo buenas sensaciones. De nuevo una fila de aventureros y muchos ánimos de las personas que estaban alrededor inflaron mis piernas de energía y ganas de dar pedales. Casi sin darme cuenta, he pasado de unas rampas muy duras con mucho dolor en las piernas a una bajada preciosa de nuevo hasta Ruente. Este tramo de enlace por Ruente lo hago en grupo, carretera y dándole respiro a las piernas

Primera subida a El Moral. km 65. Esta subida tiene unos 15 km y decido poner un ritmo constante. Meto plato chico y piñones intermedios para no castigar la cadena. Voy constante, a 8...8,5...9 de velocidad. De vez en cuando aprieto y me pongo a 11 para comprobar si responden las piernas y así lo hacen. Es una subida en la que no ves el final. Llegas a una curva donde no se ve nada más y al girar de nuevo ves otra hilera por la que circulan bikers a modo de gusano multicolor. Intento que esta vez no me pillen los primeros bajando mientras ellos vienen ya de vuelta...

Tras casi una hora, estoy arriba y me queda un largo descenso para liberar las piernas y comer algo que había cogido en lo alto del Moral. Desde el Moral hasta el siguiente avituallamiento hay unos 5 o 6 km de carretera que los hago dándo relevos con los que me voy cruzando. Me uno a un grupo de baiknoseque y me coloco resguardado detrás. Me llevaron hasta Bárcena a un ritmo alegre pero sin mucho esfuerzo

Subida a Fuentes: Ronda el km 90 y son las 13:38, me quedan 16 km de subida casi sin tregua. Me comentan que los primeros han pasado por aquí a las 12, menudos machacas...Decido comer un bocata, un plátano, un poco de gel y mucho líquido. Intento ver a algún grupo para no ir solo pero no hay nadie saliendo del avituallamiento, así que decido salir en solitario. Voy tranquilo y a lo lejos veo un par de ciclistas que van a buen ritmo y decido unirme a ellos.

Cuando las rampas empiezan a endurecerse en torno al 8% uno de ellos se descuelga y nos pasa uno a buen ritmo. Pensé en apretar y pegarme a él, pero aún era pronto y no quería arriesgar. Voy subiendo y hablando con el compañero de ascensión. Vamos cómodos y a buen ritmo y poco a poco vamos dando alcance a otros bikers, incluído el que nos pasó como un tren, y casi sin darnos cuenta estábamos llegando arriba. Miro atrás y voy solo de nuevo pero con otros objetivos por delante en el punto de mira.

El tramo de Palombrera es carretera, un par de km que hago suave, detrás de un grupito diverso. Llegado arriba queda bajar y volver a subir Venta Vieja. En este año, el barro está seco pero se pega mucho y se me hace duro, muy duro. Voy solo, no veo a nadie y estoy un poco harto de subir jejeje. Pero pronto llegará la bajada donde me pasan de nuevo los de baiknoseque. La pista está bastante bien, bajo rápido pero no pillo ni adelanto a nadie. En poco tiempo estoy atravesando los Tojos donde la carretera con giros de 180º me hacen frenar con fuerza pues no tengo ganas de arriesgar. Después del descenso un tramo de enlace de un par de km hasta el siguiente avituallamiento en el km 133

2ª subida al Moral: Son las 4 de la tarde y me queda subir el moral por segunda vez. Mi mente empieza a motivarme ya que me quedan 10 km de subida donde de la mitad para delante supone un 8% para salvar la pendiente. Es posible llegar antes de las 10 horas de ruta si todo va bien. Me como un plátano, dos vasos de líquido con sales y cojo una botella de agua y un pastelito para el camino. Trago de gel y zumbando, no hay tiempo que perder Empiezo bien, la pendiente es suave en torno al 4% que me permite ir rápido, más o menos a 15 - 16 por hora. Veo de nuevo al grupo de baiknoseque (que pesados pienso), pues siempre me pasan bajando...y yo siempre subiendo a ellos.

No se ven muchas bicis subiendo, muy distanciados pero poco a poco voy dando alcance a todos los que me encuentro. Voy muy cómodo, las pulsaciones las mantengo y las piernas responden cuando algún repecho o cambio de desnivel se avecina. En poco menos de una hora estoy arriba, he llegado y casi terminado!!

Llegada a meta: Ahora sólo queda bajar y bajar, pedalear con todo metido hasta cabezón. Los últimos km son llanos, con el viento en contra. Las piernas responden y no dan síntomas de mucha fatiga. Voy a 30...32...con el viento en contra y cuando no hay viento me pongo a 39-40. Lo estoy dando todo ya, las pulsaciones van a tope pero hay que terminar sudando el maillot.

Entro a Cabezón con todo metido, la gente aplaudiendo y...cuidado!!! una mujer mayor se me cruza en medio la carretera y casi me tira al suelo del susto y del derrapaje de 4 metros o más que tuve que hacer para esquivarla. Por suerte no pasó nada y entré por meta. Miro el reloj: 9h:44min, genial, no me lo creo!! Puesto 123 Según mi cuenta 9h:08min de pedaleo y con la sensación de haber podido rebajar aún un poco más el tiempo, pero lo dejaremos para el año que viene...

La versión de Juanma.

Viernes 22 por la mañana, salida de Madrid dirección a Cabezón, te invade una sensación de ilusión, alegría, como la de un niño de 10 años a la espera de realizar una excursión escolar. Así era cómo estábamos Jose y yo.

Viernes 22 medio día, sensación de protagonistas, de gente importante. Estamos en Cabezón recogiendo los dorsales y con las bicis. La gente te mira y sientes esas miradas y la verdad es que te gusta la sensación, te miran casi con respeto y admiración.

Viernes de madrugada: Pesimismo... Son las 4:30h y está cayendo el diluvio universal, parece que se aproxima el fin del mundo. No puedes dormir, salvo alguno que ni se entera y al que estoy por pegarle un "puñetazo" a ver si se despierta...

Sábado 23, 6.30h: Nerviosismo, suenan los despertadores y los 5 de un salto salimos a ver el cielo: Nublado pero no llueve, temperatura perfecta. Desayunamos como posesos, nos vestimos y NOS VAMOS!!!!!!!!!!!!!

Sábado 23, 8.00h en la salida: Impresionante, salimos la gente aplaude, dan ánimos, nos dan alas para comenzar... Uffff, madre mía!!!!

Primeros kilómetros: Agridulce: Tristeza por saber que al resto de la panda (Jose, Edu, Pablo y Victor), no creo que los vuelva a ver hasta dentro de muuuchas horas y el tener que hacer todo sólo me deprime. Alegría porque desde la parte mitad-trasera del pelotón, pienso en ellos y les envío todas las fuerzas y ánimos posibles para que tengan una buena carrera y no tengan problemas.

Primer tramo de pista: Esperanza: Veo a Victor por delante y me pongo a su rueda, si sigo con él, tengo alguna esperanza de acabar. Si voy solo, no creo que pueda.

Cima Soplao: Cutremorillo: los que me conozcan saben a lo que me refiero: Mucho barro, demasiado para llegar allí y quedan muuuchos kilómetros. Sigo con Victor, disfrutando de los increibles paisajes cantabros.

Inicio Monte Aa: Dolor: La rodilla y el hombro empiezan a dar señales de vida. Todavía quedan 115km... Reflex y para arriba. Coronando Monte Aa: Risas! Hemos llegado y comentamos entre los dos las duras rampas del 23 + IVA de pendiente y el por qué le llaman Aa: Cuando subes sólo puedes decir AAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!!!!!!

Bajada de Aa: Disfrute. Te invade una sensación de alegría y disfrute bajando por la pista perfecta rodeada de hayas impresionantes que te dejan con la boca abierta según vas pasando.

Ruente: Protagonista: Otra vez esa sensación, la gente te aplaude, te grita, te anima... Te vuelven las fuerzas y sólo puedes darles las gracias cada vez que pasas a su lado.

Inicio del Moral: Hambre. En el avituallamiento antes del moral, piensas que quedan 100km con lo más duro de toda la ruta, tengo un hambre que me muero, dos bocatas de chorizo, un plátano, un dulce, mucha agua... y Mucha moral!!!!!!

Coronando el Moral: Depresión. Estamos arriba, no vamos mal de fuerzas (aunque sigo pensando que soy un lastre para Victor...), pero los primeros ya están de vuelta, Madre mía, eso significan que van a hacer la mitad de tiempo de nosotros. De mayor quiero ser así.

Barcena (inicio Cruz de Fuentes): Ánimo: Si logramos coronar Fuentes, terminamos seguro, aunque tengamos que subir el Moral la última vez arrastras. Mitad Cruz de Fuentes: Calambres en los femorales, me tengo que parar y no puedo andar. Me bajo y estiro. Victor se para y me ayuda. le digo que continue, pero me espera. Gracias Victor.

Corono Cruz de Fuentes: Emoción. Última curva y veo las furgos y a Victor de pie sonriente (ya había llegado), hemos coronado, me anima para que continue y cámara en mano retrata el momento. Paramos, reponemos líquidos y estiramos. Disfrutamos de las vistas y paisajes y descansamos. Estamos a punto de conseguirlo.

Venta Vieja: Satisfacción: último minipuerto antes de empezar la bajada infernal con niebla hacia el incio del Moral de nuevo. Diversión durante la bajada y pensando que sólo queda una última subida al Moral.

Inicio Subida Moral: Sufrimiento, en el último avituallamiento, el hombro, cuello y rodillas me están matando. Reflex a mogollón y rezando para poder sobrevivir al último reto. Victor continúa conmigo, seguro que podría hacer mejor tiempo, pero es de agradecer hacer la ruta al lado de un amigo. Coronamos el moral: Satisfacción absoluta. Entre la niebla y un tímido sol del que su esfera apenas se dislumbra, me invade un sentimiento de satisfacción plena. LO HEMOS CONSEGUIDO!!!!

Sólo quedan 23km de bajada! Tenemos una sonrisa en la boca que no se nos quita... Nos ponemos los chubasqueros y para Cabezón!!!!! Ucieda (a 7km de meta): Vacio... Estoy sin fuerzas. Victor me dice que me coloque detrás que tira de mi hasta meta. De nuevo, gracias Victor.

Cabezón: Locura, Alegria, Emoción sin límites. Los últimos 2 kilómetros de carretera están flanqueados de casas con lo que hay gente que te grita diciendote que lo han conseguido, !Vamos campeón, ya lo tienes!!!!! venga!!!!!!. Te cruzas con coches que te pitan y te aplauden. Se me nubla la vista, estoy emocionado. Es indescriptible. Da lo mismo que seas el primero que el 900, te siguen dando ánimos aunque no te conozcan...

Meta: Curva derecha, curva izquierda y curva derecha, gente aplaudiendo, el speaker diciendo nuestros nombres y dorsales acabando. Victor y yo cruzamos juntos y abrazados la meta... Sensación: Hay que vivirlo para sentirlo, no tengo palabras. Sólo de recordarlo, me vuelvo a emocionar. "Estamos locos, pero que locura tan maravillosa"...

Cena: Victor y yo, nos dirigimos a la carpa a dar el chip, que nos den un malliot de recuerdo y a cenar lo que nos tiene preparado la organización. De repente vemos a Pablo, dice que han vuelto desde casa a esperarnos y estar con nosotros cuando llegásemos. Nos abrazamos, le pregunto el tiempo que ha hecho. (impresionante, ha bajado 3 horas el tiempo del año pasado). Vemos a Jose y Edu, (otros dos máquinas, Jose ha quedado el 123, estoy convencido que el año que viene puede quedar entre los 20 primeros) más abrazos y mucha emoción. Hemos acabado. HEMOS ACABADO!!!!!!

Un sentimiento de tranquilidad y paz me invade. Hemos acabado los 742 de un total de 1200 locos, con 14h 01 minutos, pero eso no nos importa. Lo importante era participar y si se podía, acabar. Seguro que repito el año que viene. Gracias a la pandilla: Pablo, Edu, Jose y en especial a Victor, que sin él hubiera sido imposible el poder acabarla. Un autentico honor y placer poder compartir pistas y senderos con vosotros, SOPLAOS!!!!

You´ll never ride alone...

La versión de Edu

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lunes, 18 de mayo de 2009

Último test antes del Soplao

Si es que esto es un no parar. Después de leer ayer todas vuestras crónicas, pensé: “Y yo, el domingo en casa por un molesto picor de garganta. Como mañana me levante medio bien hago del lunes el día de recuperación por lo que no hice el domingo”.

Y así ha sido. Me he levantado bastante mejor de lo que estaba ayer, con lo que me he vestido y tras un buen desayuno me he ido con la rígida a la Casa de Campo a hacer la última ruta en carretera (A este paso me termino comprando una flaca).

Ha amanecido un día de sol sensacional con 16ºC y nada de viento, condiciones perfectas para tratar de bajar un tiempo de la pasada semana sobre un recorrido de 83 kms y casi 900 metros de desnivel acumulado, e intentar hacerlo en menos de tres horas sin ninguna parada.

Ya en la Casa de Campo, mal empiezo cuando veo que el primer tramo de asfalto está totalmente removido por máquinas y la superficie lisa ahora es una mezcla de tierra, arena y trozos de alquitrán solidificado. Como mal menor, hay un sendero a la izquierda de la carretera por el que tendré que bajar para comenzar con el circuíto. Creo que nos vamos a tener que acostumbrar a esto porque van a quitar la mayoría de las zonas asfaltadas de la Casa de Campo.

Hoy, igual que la semana pasada, he dividido la ruta en tres sectores para que no se haga muy repetitivo el asunto. Uno lo he hecho 3 veces, y los otros dos, una cada uno. El primero consta de unos 13,5 kms y su mayor dificultad está en los dos kms finales donde las rampas no son muy duras y las subo a 20-21 km/h en las primeras vueltas cuando voy sentado, y a 16 o 17 yendo de pie cuando el cansancio va haciendo mella.

El segundo sector es básicamente el primero pero añadiéndole una subida tendida de unos 3 kms, que termina en “Cuatro Caminos”, en la que sentado se puede ir a 20, 21 o 22 km/h, según el %. Y el tercero, es igual que el primero pero con una subida de casi 3,5 kms llamada “Camino de los Pinos” y que es la cuesta que tiene los mayores repechos dentro de la Casa de Campo. Este último sector casi tiene 21 kms. En esta subida un carretero me ha hecho sacar todo lo que llevaba dentro y más, y ha sido divertido como nos hemos hecho la goma mutuamente, él en los tramos más empinados, y yo en las partes más suaves. Al final hemos llegado juntos arriba y nos hemos dado ánimos al despedirnos.

En general, la ruta ha ido bastante bien, salvo los primeros tres cuartos de hora donde me cuesta entrar en harina. Quitando esos compases iniciales pronto he visto que iba a buen ritmo, con las pulsaciones recuperándose bien después de los esfuerzos, y con facilidad para mantener las velocidades de crucero.

Quizás lo más duro ha sido al finalizar, cuando he tenido que coger el sendero que me saca de la Casa de Campo por la Puerta de Somosaguas, pero esta vez de subida. Aquí la media de 28 y pico km/h que había conseguido sobre asfalto se me ha caído a 28 exactos al finalizar en casa.

El tiempo final logré bajarlo a 2:57, siete minutos menos que la semana pasada, donde además, fue 100% carretera, ya que no tuve que coger el sendero como hoy. Creo que estoy preparado para la aventura de este año donde mi principal aspiración es bajar las 13 horas del año pasado a 12. Bueno, a 12 o menos. Esperemos que la climatología, las averías y demás imponderables ayuden en lo posible a conseguirlo.

Se que el esfuerzo de hoy se salta las normas del calendario lógico con el Soplao el sábado que viene, pero es que, qué queréis, entre todas vuestras crónicas y conversaciones telefónicas de ayer, no he podido resistirlo.

Sólo me queda desear toda la suerte del mundo a Jose, Juanma, Edu y Víctor para que el sábado por la noche podamos estar cenando juntos repartiendo anécdotas de esta aventura que vamos a compartir y que seguro vamos a finalizar con éxito.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Soto-Morcuera-Hoya de San Blás. Penúltimas decisiones

Parte II
viernes, 14 de mayo de 2009

Dos días después vuelvo a Soto para repetir la misma ruta que el pasado miércoles, pero con una diferencia: en el coche viene la rígida, mi querida y vieja Peugeot.

El día, la temperatura, el viento, todo parece igualar la situación del miércoles. Así las cosas, mis piernas son la única incógnita. Para igualar las condiciones de las dos bicis he cambiado la cubierta delantera de la Peugeot y la he montado una Maxxis Crossmark 2.1 por la Resolution 2.1 que calzaba antes. Atrás las dos bicis llevan Maxxis Larsen 2.0.

Salgo de Soto a las 9.30 con 9 frescos grados dirección a la Morcuera. Antes de llegar a la barrera donde comenzaré a tomar el tiempo hasta lo alto del puerto, tengo un pequeño problema con la abrazadera de la tija. Todo es parar y ajustar el tornillo. A la barrera llego a la media hora. Aquí paro, bebo un poco, e inicio la frenética subida hacia el cielo. Hoy, la última zeta antes del desvío a la Hoya se me ha hecho más durilla. Esos repechos al 12-14% con tantas piedras no los he pasado tan a la ligera.

Llegado el desvío la pendiente se suaviza y pronto estás en la segunda barrera. Aquí saludo a un par de bikers que estaban parados y continúo por la carretera. Nada más salir a ella, veo a un carretero unos 100 metros por delante. Pronto le cojo, aunque su ritmo era más bien suave. Más arriba veo a otro que parecía ir más rápido y estaba demasiado lejos como para darle alcance. Mi ritmo, el mismo del miércoles, entre 12 y 14 km/h (aunque la mayor parte del tiempo entre 12,5 y 13). Llegando al final del puerto las distancias con mi objetivo se habían reducido tan ostensiblemente que pasamos junto al cartel informativo de la altura del Alto de la Morcuera al mismo tiempo. Como él sabía que yo venía por detrás, nos saludamos y nos damos ánimos. Otros carreteros que andaban por allí parados le dicen a mi amigo antes de llegar arriba: “Cuidado que viene el Contador de la montaña”. Je, je, todo un halago, aunque solo lo decían por el maillot del Astana que llevaba puesto.

Más allá de estas anécdotas, la principal diferencia con la cronoescalada del miércoles es que en los momentos de apuro, en la rígida puedes descargar las piernas poniéndote de pie con una postura más natural que en la doble (manillar plano contra manillar de doble altura y potencia con menor inclinación). Y solo estas son las diferencias porque el tiempo de ascensión ha sido hoy 1 segundo más lento que el de anteayer, es decir 40:26. Aunque en realidad me hice un lío con el cuenta al intentar pararlo y tardé tres o cuatro segundos más allá del punto de meta. Ah, se siente!

Sin parar en el alto doy la vuelta y emprendo el descenso ya que a casi 1800 metros hacía un biruji curioso. Me cruzo con un rosario de carreteros en el tramo de asfalto y con unos cuantos montañeros en la pista hasta el desvío de la Hoya. A partir de este punto no volvería ver a nadie más.

Intento ir rápido, siempre que puedo con el plato metido, y noto de forma especial el vaivén de la bici al rodar. Los baches en esta bici se perciben bastante más que en la doble, y no digamos cuando toca bajar los senderos. Aquí si que hecho en falta la suspensión trasera.

En el “sendero del peligro” voy bastante apurado por la inseguridad que siento al intentar bajar rápido. La bici culea y vota en exceso de atrás al paso de piedras y raíces, con lo que el disfrute se torna en agonía ya que otro de los datos que van a contar para la elección final de la montura para el Soplao es el tiempo final de la ruta, y aquí voy a perderlo con respecto al del otro día.

Una vez que salgo de esta espectacular bajada en zetas, solo queda meter el plato y bajar todos los piñones para viajar lo más rápido posible hasta Soto del Real. El único punto que me hace aminorar la marcha es el sendero de las rocas redondeadas donde el otro día me crucé con la culebra verde.

Ya en Soto parece que escojo mejor las calles para llegar al restaurante Miratoros, no sin antes tener un pequeño atasco en el último tramo al no poder adelantar a una furgoneta y al coche que frenaba a ésta.

Bueno, al final paro la bici con un tiempo de 2:20:40 y una media de 19 km/h para los 44,6 kms que salen en esta auténtica zona de la sierra madrileña. Son casi cinco minutos menos que el miércoles, así que estoy más que satisfecho.

Parece que el cambio de la cubierta delantera ha igualado bastante los tiempos de las dos bicis, y siendo el Soplao una maratón 80% rodadora parece que me voy a inclinar, salvo avería de última hora, por mi querida y vieja rígida.

A ver cómo le doy la noticia a la Specialized.


Parte I
miércoles, 13 de mayo de 2009

Parece mentira, pero la fecha del día S (de Soplao) está a la vuelta de la esquina. Tan poco queda ya que uno debe tener la mayoría de las decisiones que afectan a esta carrera muy claritas. Yo todavía me encuentro en fase A, es decir, no sé ni qué bici llevarme: la rígida, con la que he entrenado todo el invierno y a la que le prometí su presencia en Cabezón; o la doble, que ha estado aparcada casi 5 meses y que, ahora, por exigencias del guión, ha salido a escena y está pulverizando muchos de los tiempos de aquella. “Y yo con estos pelos”.

Estamos en la semana llamada de descanso activo, es decir, salidas cortas pero intensas y, a ser posible, de 2 horas como máximo. Por ello, hoy me he acercado a Soto del Real, lugar perfecto para llevar a cabo una ruta de este tipo, ya que la eterna Hoya de San Blás, que baña las montañas que protegen esta población serrana, tiene un recorrido de unos 33 kms con todos los terrenos que un ciclista pueda desear: duras ascensiones, senderos vertiginosos, terrenos rompepiernas, y todo aliñado por un condensado ambiente de pura naturaleza. Y en el coche viene la Specialized.

Como quizás este recorrido se quede un poco corto, decido alargar la ruta un poquito más con la ascensión completa al Puerto de la Morcuera (1796 m) y el posterior descenso que enlaza con la Hoya de San Blás. Total, que finalmente quedan 44,6 kms con casi 1200 de desnivel acumulado.

Advertido por el atasco del miércoles pasado, hoy salgo antes de casa, para esquivar todo el tráfico de la M40. Pocos minutos después de las 9 de la mañana ya estaba callejeando por las calles de Soto dirección a la Morcuera. La temperatura, algo fresca con sus 10ºC, se deja de sentir así en cuanto las primeras rampas salen al paso. El cielo, despejado, provoca un halo de tranquilidad, aunque conforme pasaba la mañana, algunas nubes blancas tomaban posiciones en lo alto.

Los primeros 7 kms y pico (justo hasta la 1ª barrera) se hacen durillos; muchos repechos a porcentajes altos sin que el cuerpo esté todavía aclimatado al sufrimiento. Y hasta ese punto pasa la primera media hora de bici.

Pasada la barrera, entro en la pista de la Morcuera propiamente dicha. Como no podía ser de otra forma pongo a funcionar el cronómetro durante la ascensión a la cumbre del Puerto, aunque en esta ocasión no tengo referencias de otras veces. Las primeras zetas pasan deprisa y pronto llega, tras la más larga y dura de todas, el desvío a derechas que te sube a la cumbre. Aquí me encuentro a dos equipos de forestales quemando rastrojos y talando ramas bajas para poner bonito el bosque. Cuando paso junto a las hogueras, la intensidad del calor que desprenden me hace pensar en lo infernal de un incendio… Y que haya desaprensivos que los provoquen…

Llego a la carretera que sube desde Miraflores hasta el Alto sin novedad. Hasta aquí he intentado ser lo más constante posible. Ahora toca asfalto. En un principio pienso en subir a plato e incluso llego a engranarlo, pero deshecho esta opción por incapacidad total para mover ese desarrollo. Estos dos kms finales se hacen largos y duros con porcentajes en torno al 10%. Intento mantenerme entre los 12 y los 14 km/h (más cerca siempre de aquellos que de éstos) y culmino en un estado en el que las babas se le escapan a uno de la boca sin freno ni control. Paro el cuenta al pasar junto al cartel que marca la altitud del puerto y tras recuperar el aliento observo: 40:24, 8,86 kms, 13,1 km/h, 527 acumulado y 147 pulsaciones medias. No se si está bien o mal, pero yo lo he dado todo y eso me hace estar satisfecho.

Después de hacer la foto de rigor y comerme una barrita aparecen dos carreteros que al pasar a mi altura no pueden ni saludar de la hiperventilación que tienen provocada en sus circuítos respiratorios. Madre mía, qué manera de echar los bofes.

Arriba soplaba un viento norte ciertamente frío con lo que decido poner pies en polvorosa rapidamente. Al iniciar el descenso observo el sendero que se coge en el parking del puerto y que Juanma denomina opción 3. Pienso en bajar por él pero descarto esa posibilidad al ir solo y no conocerlo. Mejor la carretera y la pista.

En un santiamén estoy en el cruce donde se conecta con la Hoya. “Corre, corre que te pillo”, pienso. La pista está en buenas condiciones, aunque esta es una zona donde hay muchas piedras en el piso, o mejor dicho, es una zona donde todavía no han quitado las piedras de las pistas. Hay momentos que estas piedras hacen muy difícil rodar rápido, pero…

De los dos senderos, cada día me gusta más el del “Peligro” y menos el “Primero”. Tomo las consabidas precauciones al bajar ámbos y compruebo como la pericia en este tipo de bajadas desaparece cuando no practicas estos terrenos. ¡Tanta carretera, ay, ay, ay!

La pista que baja a Soto desde el “Sendero del Peligro” estaba siendo apisonada por una máquina, lo cual no gustará a los más puristas del MTB, pero te saca más rápido y seguro del lugar, lo que también se agradece. Ya llegando al final salgo de la pista para rodar por una zona de rocas redondeadas y senderos estrechos cuando se me cruza a escasos 5 metros una serpiente de color verde intenso de más de medio metro que al verme llegar comenzó casi a volar por encima de las hierbas. Para estar ahí de picnic.

Y poco después entraba en Soto, y me volvía a equivocar al callejear para llegar al Miratoros, aunque sin problema porque sabes que si no es esta calle, es aquella otra. ¿Porqué extraña razón la bici me ha hecho pasar delante del Julian`s?

Ya en el coche, hecho mano del bidón y veo que me quedaba casi tres cuartas partes de líquido en el mismo. Se me había olvidado hasta beber. Pues esto no está bien, no, no. Hay que crear el hábito y beber como mínimo cada media hora un par de tragos.

Total, ruta sensacional por los parajes extraordinarios que atraviesa, y datos que invitan al optimismo de cara al día S (44,6 kms, 18,4 km/h y 1160 de acumulado positivo con un tiempo final de 2:25).

Ahora toca hacer la misma ruta con la rígida y tomar una decisión. ¿Rígida o doble? He ahí la cuestión.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Zetas de la Pedriza: Retos, dudas y soluciones para el Soplao

Esta ruta la tenía entre ceja y ceja desde hace varias semanas, pero el inclemente invierno había cerrado el Parque Regional de La Pedriza para los usuarios de sus pistas.

Hoy es el día. La orografía de la Pedriza es ideal para comprobar algunas cuestiones sobre las que tengo algunas dudas de cara a los 10000 del Soplao de este año. Y de paso, puedo comprobar mi estado de forma con una cronoescalada de casi 16 kms y cerca de 900 metros de desnivel acumulado (muy parecido a Cruz de Fuentes –el puerto rey del Soplao-).

Después de comerme un buen atasco mañanero en la M40 (me pregunto a dónde irá tanta gente un miércoles tan temprano…), llego al parking situado a las afueras del Parque de La Pedriza. El día, absolutamente veraniego, me presenta credenciales con un cielo azul intenso y 18 grados a las 10:30. Así da gusto!
A las 10:51, y tras estirar un poco más de lo normal, me pongo en marcha. La idea es cronometrar la ascensión al Collado de los Pastores y compararla con el tiempo que hice en septiembre del año pasado, momento en el que me encontraba bastante bien. Es una subida larga, con más de 15 kms de pendiente ininterrumpida, solo con un pequeño descanso en mitad del puerto.

Pienso en tirar desde el principio aunque la salida en frío hace bastante pupa y a mí, además, me cuesta coger el ritmo. Tengo el dudoso propósito de no bajar al plato pequeño en toda la subida e intentar esquivar los dos o tres piñones más grandes.

A la media hora llego a la encrucijada de pistas por donde una viene del parking de Canto Cochino. Un pequeño flato inquieta el pedaleo y por ello intento respirar regularmente. Ahora llegan rampas más duras, cercanas al 15%, las solvento, y continúo subiendo.

La pista da un respiro alrededor del km 10 y se suaviza bastante. Tanto que hay momentos que no hay plano inclinado. Es el momento de meter el plato y bajar todos los piñones. A velocidades de 30 km/h los momentos dulces pasan deprisa y la situación pronto se vuelve a endurecer. Llevo 47 minutos penando y acabo de dejar las antenas a mi izquierda. “No las tengo todas conmigo”. “Creo que voy rápido y constante”, pienso, pero el tiempo también pasa que se las pela.

Me queda afrontar la última zeta, la más larga de todas. Parece que termina pero no termina nunca. El giro no llega y el tiempo sigue pasando. Me parece que no finalizo antes del tiempo de septiembre.

Ahí está el giro, ufff, por fín. Solo queda uno más a la derecha y 200 metros hasta el Collado. Aprieto los dientes intentando, como en toda la subida, que las pulsaciones no se me disparen más allá de 160.

Conseguido. 1:06:14, seis minutos menos que hace siete meses con una media de 14 km/h. Mucho menos de lo que esperaba, la verdad; con un minuto menos que entonces me hubiera conformado. Me bajo de la bici muy satisfecho y pienso que el entrenamiento empieza a rendir sus frutos. Eso sí, no se si seré capaz de repetir tamaño esfuerzo. Más allá del tiempo empleado, también me interesaba saber cómo dosificaría el bidón de agua durante esta prueba, ya que era el único líquido que hoy llevaba. Y también respondió positivamente.

Ahora me dirijo hacia el Comedero de Buitres, pero ya menos alborotado. Me encuentro a unos forestales talando árboles y quemando ramas. Disfruto un poco más de ese paisaje espectacular de esta zona que ve nacer al Manzanares entre sus rocas. Por cierto que es un gozada observar cientos de pequeñas cascadas cristalinas fluir desde lo alto de las montañas, beber de ellas y refrescar el sudoroso y sufridor pescuezo. El Manzanares, por su parte, bajaba potente, con fuerza, con las ganas que dan las nieves que casi han desparecido ya de las cumbres pero que han llenado de vida toda la sierra de Madrid.

En el Comedero giro a la izquierda para coger la pista que sube a la Nava. Empiezo a subir tranquilo y voy incrementando el ritmo paulatinamente. Me cruzo casi arriba con un senderista que ya bajaba desde los casi 2000 metros de La Nava. Utilizo la misma secuencia de marchas que en la subida al Collado de los Pastores y culmino los 5,5 kms y casi 400 metros de desnivel en 32:02. Arriba, y sin poner pie a tierra inicio la bajada que me llevará de nuevo al Comedero de Buitres. En la bajada me cruzo con un biker que sube y al que levanto la mano dándole ánimos.

Termino el descenso, bebo un poco, como una barrita y ala! pa`rriba de nuevo. Esta vez quiero ser más regular, empezar más fuerte y mantener las 150-155 pulsaciones. En la subida veo de nuevo al biker que un rato antes subía y que al verme otra vez debió pensar “Pobre, se le habrá olvidado algo arriba”. En la segunda parte de la subida empiezo a notar el cansancio y las piernas bastante cargadas. Llego arriba en 31:10. Y esta vez ya si, descabalgo de mi atormentada montura y me tiro en una piedra a observar el horizonte infinito.


Y aquí las dudas han terminado. 38 kms. Desde fuera del Parque hasta La Nava, bajar al Comedero y volver a subir a La Nava administrando un bidón de líquido es posible. Pienso que en el Soplao si bebo cada veinte minutos- media hora (que es lo recomendable) el bidón aguanta sin vaciarse entre avituallamientos. Bien es verdad que si el día sale muy caluroso habrá que hacerse con un segundo recipiente por si las moscas.


Otra de las dudas que tenía era la capacidad de los tres bolsillos de un maillot. Y hoy los he llenado con una cámara de fotos y el móvil (en bolsillo izquierdo); una cámara embalada en su caja y una funda con multiherramientas, bombona de CO2 y su adaptador (en el central); y dos barritas, llaves del coche y bote de aceite (en el derecho).

Conclusión: Al Soplao iré sin mochila (el año pasado me destrozó la espalda), con bolsa bajo sillín, los bolsillos del maillot apretados y con un bidón en la bici.

La bajada desde La Nava hasta el coche me la tomo tranquila y evitando en la medida de lo posible los típicos “sustitos”. Una inoportuna caída que eche al traste todas las ilusiones de tantos meses no sería de recibo. El firme de la pista desde el Comedero de Buitres, muy arreglado, es casi una alfombra roja sin apenas obstáculos. El descenso desde La Nava, en cambio, sigue en su estado original, bastantes piedras sueltas y mucha arenilla seca que te puede deslizar contra un árbol o al vacío en cualquier descuido.

Ya en la carretera y a punto de terminar el mini puerto que te saca del Parque un coche me pide paso. Le digo que no me adelante porque en la bajada seré más rápido que él. El conductor atendió a razones y no puso pegas.

Ya en el coche contemplo los datos de la ruta donde lo más destacable son los 60 kms finales y 1800 de desnivel acumulado, además de las buenas sensaciones con las que me marcho a casa, máxime cuando este esfuerzo viene inmediatamente detrás de otro de 83 kms en una ruta de asfalto. Esto es un no parar!!!

Espero que tras el Soplao todo vuelva a la normalidad, ciclísticamente hablando, y restablezca el disfrute de una forma más sosegada que ésta, la cual ahora me tiene absolutamente enganchado, imbuído y obsesionado.

Ansia viva.