τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

sábado, 26 de junio de 2010

24Doce 2010. Vaya monstruo!


Vaya revolcón que me ha dado el morlaco este, yo que fui con toda mi ilusión a dar más vueltas que una peonza a un circuíto de 9,1 kms y 200 metros de da+, y me volví con un severo castigo de San Agustín de Guadalix y con la cabeza más gacha que el jorobado de Notre Dame.

Esta consideración lo dice todo, aunque también es posible que no diga nada. El caso es que lo que fui a hacer no lo hice. “¿Porqué?” Pues porque hacer las cosas es bastante mas complicado que pensarlas, y más aún cuando llegas al evento para obtener el objetivo sin la suficiente mentalización. Decidí correr 24 horas en categoría individual y resultó ser muuuuuucho más duro de lo que nunca imaginé. Demasiada fiera para tan poco cazador.


Las 24 horas de Guadalix 2010 ya forman parte del pasado, pero también del futuro. Este acontecimiento betetero, en cualquier caso, ha quedado en mi retina como “INDISPENSABLE” dentro de la temporada de marchas y carreras. Por ambiente, por organización, por diferente, por cachondeo, por sufrimiento, por superación, y por satisfacer mi ego, que salió de esta prueba con el rabo entre las piernas.

Todo comenzó la mañana del sábado 26 de junio. Llegué al complejo de las 24Doce sobre las 9 de la mañana, con tiempo suficiente para montar mi tienda de campaña y empaparme del ambiente pre-carrera con un paseo entre las carpas y saludar a algunos conocidos. Con el agua que había caído por la noche, la zona de acampada tenía un poco de barrillo, pero como ya apretaba el calor no tardó mucho en secarse. El problema eran las nuevas tormentas que iban a caer, aunque la previsión no aclaraba si iban a ser de mediodía, de tarde o de noche.

Todo este tema del tiempo me tenía un poco desmotivado. Soy poco amigo del barro y sabía que si empezaba a caer agua, aquí un servidor se iba a retirar más pronto que tarde. Ahí fallaba la mentalización. En el Soplao, por ejemplo, voy a vaciarme haga calor, frío, llueva o truene, y aunque prefiero un ambiente seco no se me pasa por la cabeza una retirada por agua, salvo avería irreparable en la bici. Claro que el carro de ilusión que llevas a un Soplao se trabaja durante 4 meses, no es un dejarse llevar durante cuatro semanas para terminar con esta mega prueba de 24 horas como quien se da un paseo entre amapolas. Qué gilipollez.


Con la tienda montada y el coche descargado, tocaba preparar la máquina, el chip, el dorsal, etc… La organización dio el briefing donde explicaron las características del circuíto, las reglas de cada modalidad (individual o equipos x2 o x4 en 12 o 24 horas), tema encendido de luces, etc, etc… Y poco después empiezan a llamar a filas.

Quedaban 15 minutos para el comienzo de la carrera. No he visto tanta desgana en ocupar los primeros puestos en la línea de salida en ninguna otra prueba. Empezando por mi mismo. “Si tienes 12 o 24 horas para acumular vueltas, qué mas da salir aquí o allí”, pensábamos los aproximadamente 400 bikers que íbamos a comenzar a rodar en breve.

A las 12:00 en punto se da la salida junto a la nave de Trek (patrocinador principal de la prueba), el calor ya apretaba y el cielo estaba totalmente despejado. “Habría que aprovechar”. Damos una vuelta al Polígono para desembocar en la recta de meta donde pasamos por el arco y comenzamos la primera vuelta. En la primera curva tengo una sensación rara con la rueda delantera. Y tan rara. Había pinchado. “Increíble, no me lo puedo creer”. Intento llegar al final de la recta de meta para esconderme de las mofas del público. “Hay que ser gilipollas”, pensaba, mientras me pasaba todo el pelotón y escuchaba algunos comentarios lastimosos hacia el pringao que estaba cambiando la cámara después de 200 metros de circuíto.


Después de 10 minutos, me monto de nuevo y continúo con la vuelta intentando dar a los pedales un ritmo alto. Estaba obsesionado en coger la cola del pelotón cuánto antes. Lo hice en el km.3, pero la rabia me impedía bajar el ritmo y continué la vuelta intentando pasar el máximo número de corredores. ERROR. Iba tan cegado que cuando terminé la primera vuelta no entré en boxes para coger una nueva cámara y botella de CO2, y seguí con la segunda vuelta tan espídico como en la primera. Las dos zonas de subida las hice todo lo deprisa que pude, y la zona de senderos y bajadas, ya más despacio porque íbamos todavía en trenecito y tampoco era para ponerse en plan kamikace. La segunda vuelta la cerré en 34’. Ahora si tocaba parar. Dejé la bici colgada en boxes y me fui andando a la tienda de campaña a por otro kit antipinchazos.


En la primera clasificación que colgaron hora y pico después de la salida tenía el puesto 41º de 54 en 24solo con 2 vueltas. Iba a tocar remontada. Inicio la tercera vuelta. Me encuentro el recorrido más despejado de gente y puedo ir a buen ritmo. Intento fijarme en la gente que iba a relevos (chip en tobillo) y los individuales (chip en horquilla). Obviamente el ritmo de los primeros era más fuerte, así que no había que cometer el error de seguir ninguna rueda equivocada, aunque esto a veces, y sobre todo cuando vas bien de fuerzas, es harto difícil, jeje. Terminada la primera subida de esta vuelta cojo la rueda de un biker que inicia la bajada trazando muy bien y decido seguirle. Otra vez: ERROR. Y lo que es peor, a dos errores, PENALIZACIÓN. En la salida de una curva a izquierdas la rueda trasera pellizca un pedrolo puntiagudo y Plsssssssssssshh!!! En tres segundos no quedó dentro de la cámara ni pizca de aire. El grito que pegué creo que se pudo oir en todo el circuito.

Qué coño iba a hacer, cubierta rajada seguro (ni la miré). Estaba a unos 4 o 5 kms de meta y tenía que hacerlos andando y por una zona de senderos donde las bicis pasaban como misiles rozándome los codos. “Cuidado”, “Biciii”, “Vooyyy”… oía por detrás cada poco tiempo mientras me intentaba apartar para que no me pasaran por encima. Y mientras, pensaba cómo podía tener tan mala suerte; dos pinchazos en tres vueltas y este sin posibilidad de cambiar cámara porque mi cubierta estaba rajada (y seguía sin mirarla).

Superada la primera zona de senderos en bajada comenzaba la subida más dura del circuíto, unos tres kms de rampa-descanso, rampa-descanso, rampa-descanso donde la primera cuesta te pone al 18% durante unos 600 metros de piso blanco inmaculado sin la más mínima sombra y con el sol machacándote el cogote. Pues todo esto andandito, aunque el sendero daba paso a una pista más ancha y ya no molestaba a los que pasaban a mi lado. “Vamos Soplao”, “¿Necesitas algo?”, “¿Puedo ayudarte?”… me gritaron un buen número de ciclistas. Chapeau a todos ellos. Gracias!. Qué impotencia la de ir andando y saber que te vas a tirar un par de horas hasta llegar a meta para cambiar la cubierta. Y gracias que se me ocurrió llevar una de repuesto, que si no… (y seguía sin mirar la supuesta raja).


Cuando los gemelos empezaron a molestarme de tanta subida empujando la bici… cuando el calor se me hacía insoportable sin una maldita sombra donde refugiarme… cuando el agotamiento después de andar durante casi 1 hora con mi compañera lisiada a mi lado… cuando todo esto ocurrió, y solo entonces, me rendí bajo la primera encina que localicé en la proximidad de la pista de este mini puerto. Y ahí parado, bajo una sombrita, se me ocurrió mirar la “maltrecha” rueda trasera. “Joder, si no está rajada!!!”. Tenía los flancos bastante gastados e incluso deshilachados en un punto, pero no había raja. Saqué la rueda, cambié la cámara y le metí la botella de CO2 rezando para que aguantara hasta la meta. Anda que, vaya tela. Vaya telaza!

Una vez en meta, me metí de nuevo en boxes y me fui a recoger la cubierta que cambié bajo la carpa que la organización deja para uso exclusivo de los individuales. Se acercaban las 4 de la tarde y había dado tres míseras vueltas. No quise ver la clasificación porque asumía que iría el último. El reto con el que había venido a esta carrera (acercarme a las 25 vueltas) se había esfumado prácticamente en poco más de tres horas. Vaya disaster!


Con la rueda trasera ya montada, dejo todo el patio recogido en la tienda, me cambio el maillot para espantar el mal fario, y con otro kit antipinchazos (me quedaban 2 cámaras para el resto de la prueba) inicio la 4ª vuelta que, a la postre, sería mi vuelta rápida (33:14) y la 5ª (en la que tuve una pequeña caída en la zona de las escaleras). Después de estas dos vueltas eran casi las 5 de la tarde y decido parar a comer porque ya apretaba el hambre. Entre unas cosas y otras, las tandas de vueltas estaban siendo ridículas (2), cuando mi primera intención era una primera tanda de 5 y una segunda de 4 (todo eso ya estaba en el cubo de la basura).

Me fui a la cafetería y me tomé un bocadillo de chorizo y una CocaCola que me supieron a gloria bendita. Poco antes, pude saludar a Noe y a Ada, dos megacracks de este deporte. Antes de salir al circuíto con el estómago lleno, le echo un vistazo a la clasificación. Había subido al puesto 21º con 4 vueltas en cerca de 5 horas de carrera. La media salía a más de 1 hora por vuelta, así que solo quedaba apretar los dientes y ponerse a dar vueltas como un loco en la franja horaria más calurosa.


La siguiente tanda fue de tres vueltas a 35-36’ que tanscurrieron sin incidentes. Haleluya!!! Pero con unas sensaciones algo contradictorias. Por un lado iba sumando vueltas pero, por otro, el calor y el desánimo me iban minando la cabeza. En el horizonte aparecían nubes de evolución que podían descargar una tormenta en cualquier momento, lo cual tampoco animaba mucho.

Otra tanda de dos vueltas (8ª y 9ª) donde los tiempos se fueron a los 37’ por vuelta. Nueva parada. A las 9:00 llegó mi asistencia móvil con mi santa mujer e hijos al frente y con la cena preparada. No tenía mucha hambre así que tan sólo bebí todo el líquido que tenía cerca hasta hincharme la barriga.


“Demasiadas paradas, demasiado entretenimiento y, a pesar de que el circuito era muy divertido y las zonas de senderos se disfrutaban al máximo en cada vuelta, no me lo estaba pasando bien”. El ir a remolque desde la primera vuelta no ayudó, aunque estas cosas son parte de este deporte. Pinchazos los hubo a cientos y, muchos de ellos, con la noche cerrada…


Para dar la 10ª vuelta ya tuve que montar luces, aunque todavía se veía perfectamente. Mientras daba esta vuelta las llevé apagadas para ahorrar batería. Luego, tras una breve parada para despedirme de los míos, enlazo otra tanda de tres vueltas (11ª, 12ª y 13ª), dos de ellas con noche cerrada. Creo que en la 12º coincidí, durante la segunda subida del recorrido, con Santi (6º en la clasificación final de 12solo) con el que fui hablando hasta que la noche lo engulló y desapareció…A pesar de llevar un buen foco en el frontal del casco, había que extremar las precauciones sobre todo en la zona de senderos, donde una piedra mal vista o una rama despistada podían arruinarte la historia. Y no digo nada en las bajadas, dos de ellas muy fuertes y en las que fui testigo de alguna caída de espanto. Adaaaaaa!!!

Tras estas tres vueltas, me entró el hambre del tiburón Toro, e hice un parón para engullir la pasta que me había dejado mi mujer. Santa. Me supo a bendición. Ya con el estómago lleno, me metí en el circuíto de nuevo para dar otra tanda de tres vueltas. Eran sobre las 12:30 de la noche y la temperatura había caído hasta los 18ºC. Unos manguitos se hicieron indispensables.

Nada más comenzar la vuelta 14ª decidí que iba a ser la última. Iba vostezando cada 5 minutos, platillo en todas las subidas y a un ritmo muy bajo tanto subiendo como bajando. Durante todo este tiempo soñaba con meterme en la tienda y dormir dos o tres horas y seguir a partir de las 4 o las 5am. Ejem, ejem! En la última clasificación, sobre las 10 de la noche, tenía el puesto 17º, así que como más arriba no iba a llegar, no era cuestión de extremar el desgaste y el sacrificio. No valía la pena.

Terminé esa vuelta y a la 1:20 am me ofrecí a Morfeo sin ninguna resistencia. Agotado, exhausto, al límite del límite. Antes de dormirme comienzo a oir como las gotas de agua empezaban a golpear en el techo de mi guarida. Uffff! Qué bien me vino esta coartada. “Y que no pare”, rezaba.

Me desperté sobre las 6 de la mañana con las voces de la organización que anunciaban por megafonía la suspensión definitiva de la carrera. Por lo visto se había cancelado sobre las 3 am por una lluvia incesante que había dejado el circuíto en un estado lamentable y muy peligroso. Incluso parece que hubo algún damnificado. Total, para que voy a mentir, el anuncio me sonó a música celestial, no se si hubiera vuelto a subirme encima de esa herramienta infernal de aluminio con trozos de carbono. Argggg!

Mi salida de carrera a la 1:20 supuso la pérdida de dos posiciones, pero la ganancia infinita del descanso. Joder, que tortura. Qué lástima no haber podido escuchar los gritos de ánimo de Tony, que vino a aplaudirnos a última hora desde fuera de la barrera.

Qué poco se parecen las carreras o marchas en ruta, por muchos kms que tengan, a un monstruo de este calado. Hay que tenerlos muy bien puestos para sobre llevar con equilibrio un ritmo adecuado dentro de un circuito donde cada poco más de media hora pasas una y otra vez por la misma cuesta infernal, la misma piedra cabrona, la misma bajada alocada…

En definitiva: todo mal. Además de la mala suerte de los tempranos pinchazos, mi organización mental fue un desastre. Pero como de todo se aprende... espero que en una próxima ocasión haya un pelín más de suerte y de mentalización.

Terminé la prueba con 14 vueltas (puesto 19º en 24Solo)
127,4 kms
2800 da+
Tiempo rodando (según organización): 12h25:31 (contando paradas, pinchazos, reparaciones, abstinencia...)

No se si ha quedado una redacción excesivamente llorona, es posible... Al día siguiente de la carrera ya estaba deseando meterme de nuevo dentro del monstruo indestructible que supone una carrera de 24 horas. Reconozco que hay que estar muy mal de la cabeza...........

martes, 22 de junio de 2010

Simulacro hamsteriano

Nunca he tenido la más mínima duda de que una carrera de 24 horas tiene que ser durísima independientemente del recorrido. Si además añades que durante todo el tiempo que estás circulando lo haces dentro de un circuito cerrado, a la dureza física del reto se le añade la mental, que es casi peor que la anterior.

Este sábado participaré en mi primer evento de este tipo en categoría individual. Las 24 horas de Guadalix. He de reconocer que los tengo por corbata. Lo más largo y duro que he hecho hasta la fecha ha sido la Pedals de Foc Non Stop el verano pasado. Fueron 17 horas de recorrido y unas 15 pedaleando para terminar con una increíble ruta de 234 kms y 6100 de da+. Los datos de unas 24 horas -si logras sobreponerte a la oscuridad, el sueño y el cansancio-, son aún más duros, pero con el debe de pasar cada equis kms por el mismo punto, de tener que superar las mismas rampas una y otra vez, de comprobar como la merma física te va contaminando el pedaleo en unos lugares determinados. Nada de paisajes increíbles, nada de largos puertos con largas subidas y recuperadoras bajadas. De todo eso, nada de nada.


Para vivir esas sensaciones, o parecidas, este domingo me monté un simulacro de carrera en la Casa de Campo. Utilizando como salida la Puerta de Somosaguas, el circuíto sería el perímetro del parque en sentido contrario a las agujas del reloj. Su longitud es de 17,5 kms y tiene un desnivel acumulado de casi 200 metros positivos con cinco o seis subidas (tipo rampas) de máximo 1 km y crestas de casi el 20%. Es una vuelta que suelo hacer bastante a menudo (0h38’ la vuelta más rápida) y que conozco bien. Combina pista y senderos sinuosos, con unos tres kms de asfalto (la parte que rodea el Lago). Un contínuo rompepiernas que concentra su parte más dura en los últimos 6 o 7 kms.

La idea con la que salí a acometer esta ruta hamsteriana fue estar unas 10 horas montando para terminar con 10, 11 o 12 vueltas y un kilometraje cercano a los 200 kms. Salí a las 11:20 de la mañana (horario aproximado a la salida de las 24 horas de Guadalix) con indicaciones varias: intentar ir a un ritmo constante (entre 43 y 48’ por vuelta), no cebarme en las subidas, no picarme con nada que pasara a mi lado, bajar plato cuando fuera necesario… y comer, beber y volver a comer. Y volver a beber. Y volver a comer.

Mi empresa iba a estar apoyada por la paciencia infinita de mi familia que, además de permitirme estas locuras, me montó a las 16:30 de la tarde un avituallamiento sólido y líquido a pie de pista. Spaghettis, bebida isotónica, fruta y barritas. Gracias y mil gracias. Increíble apoyo sin el que seguramente no hubiera seguido pedaleando por la tarde.

Llegada al avituallamiento del medio día. Mmmmmmmm.

Hasta la hora del magno avituallamiento completé 6 vueltas (unos 102 kms) en unas 5 horas llenas de complicaciones por la cantidad de gente que se llega a concentrar un domingo en diversos puntos de la Casa de Campo. Si no vas con mil ojos, o atropellas a alguien o te atropellan a ti. Un pinchazo en mitad de la sexta vuelta me impidió intentar la séptima, ya que tuve que salir –todo ello en la bici- a por otro kit antipinchazos a mi central de logística: mi casa. Hasta ese momento había logrado dar las vueltas entre 43 y 44 minutos.

Después del break de unos 40 minutos, comencé de nuevo con la misma idea. Intentar agotar la luz del día dando vueltas al mismo circuíto. Ahora contaría con los caminos más despejados, una temperatura no demasiado alta y el estómago lleno de energía para unas cuantas horas más.

A las 21:21 y después de 5 vueltas más decido parar. STOP. Basta! Aunque el ritmo no había decrecido demasiado y las vueltas las estaba completando en unos 47 minutos, las sensaciones eran de hartura absoluta. Sólo con pensar que el próximo sábado quedará toda la noche y parte de la mañana para seguir encima de la bici me pongo vizco. Imposible.


Recorrido final: 11 vueltas al perímetro más las salidas y entradas de la Casa de Campo.
Terminé con 10h:01
8h37 minutos pedaleando.
198 kms.
1900 de desnivel acumulado (todo a base de superar cuestecitas)

Y una sensación de cansancio y escozor en el trasero impresionantes.

Definitivamente: estoy acojonado.

Lo que nos encontraremos el sábado será un circuíto con el mismo desnivel acumulado (200 m+) pero con una longitud de 9,1 kms. Así todo estará bastante más concentradito…

A ver que pasa!