τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

domingo, 30 de marzo de 2008

Tres Cantos-Emalse de Pedrezuela. En busca del Festibike perdido

Por Frenetikow.

Crónica de una dura jornada. -30/03- Quedamos en la gasolinera de Soto de Viñuelas a las 9:00, allí nos presentamos a la cita: Juanma, Jose Feria, Pablo, Bruna y un servidor, conseguimos aparcar los coches en un residencial y nos disponemos a preparar el equipo, la moral y la animosidad del grupo es exultante y, además, el tiempo parece que nos va a acompañar, así pues, no hay nada mejor que comenzar el día.

Nada más salir tenemos un pequeño problema mecánico, un disco de freno parece que está flojo, y ello nos retrasará la salida considerablemente. Acordamos en este punto esperar a Juanma y a Feria que van a buscar las herramientas necesarias, mientras tanto, Bruna decide esperar en el coche, mientras que Pablo y el que suscribe, deciden ir soltando las piernas, pues, tenemos media hora larga hasta que vuelvan Jose y Juanma con la máquina a punto; total, que salimos de Soto de Viñuelas a través de un sendero entre la carretera y una tapia, por el cual, nos cruzamos con numerosos ciclistas, senderistas, en fin, gente disfrutando de una buena mañana de Domingo, calculo que a los 7 u 8 km. decidimos dar media vuelta para recoger al resto del grupo, dicho y hecho, puntuales nos presentamos todos, unos con la rueda reparada y otros con las piernas, ya, sueltas y calentitas, mientras que Bruna nos esperaba en el coche.

Segunda salida del día: La mañana torna su destino y el grupo se reduce a cuatro componentes debido a que Bruna decide a última hora retirarse, deben ser las 10:30 así que, en fin, hemos venido hasta aquí con la idea de conocer e investigar ésta ruta, y, creo que, el grueso del grupo no va a doblegar en sus propósitos, así pues, tomamos el mismo sendero que discurre junto a la tapia, pero, esta vez somos cuatro los integrantes.

Afrontamos esta primera parte relajados y dispuestos a disfrutar del día pese a los contratiempos, el terreno es un continuo sube y baja que nos hace levantarnos continuamente de nuestros sillines, bueno, la cosa pinta bien, la temperatura aumenta y decidimos parar a quitarnos ropa. El camino de tierra discurre a través de pequeñas lomas, no especialmente duras, pero sí, de forma muy continua, exactamente lo que todos conocemos por un auténtico terreno rompepiernas, así pues, avanzamos por pistas hasta cortar con la carretera muy cerca de San Agustín del Guadalix.

A partir de aquí, cogemos unos caminos, unas veces de tierra otras de asfalto, que discurren por una zona del Canal de Isabel II, paramos a observar el paisaje, a retratarnos, etc., en fin, vamos realmente disfrutando de la ruta, del paisaje, de los numerosos acueductos que existe en la zona, poco a poco, se van cumpliendo las expectativas de lo que veníamos a buscar. Nos adentramos en una cuenca de una belleza impresionante, una auténtica sorpresa la que nos tenía preparada Juanma, nuestro guía en el día de hoy, se trata de un camino estrecho que recorre el largo de la cuenca en paralelo al pequeño río que discurre en su fondo.

Una vez que hemos dejado atrás la cuenca y después de tomar un curva cerrada a la derecha comienza una rampa exigente, en la cual, algunos exhiben su buen momento de forma mientras que otros, sencillamente, suben a ritmo. Nos acercamos a Pedrezuela, cruzamos el pueblo para coger una carretera dirección Corepo, éste pequeño trozo de carretera tiene puntos de cierta inclinación que hacen que cada cual tome su ritmo y dosifique sus fuerzas, aunque alguno sigue exhibiendo su buen momento. Dejamos el pueblo y decidimos hacer una parada para retomar fuerzas y ojear el mapa que llevamos, en este momento el cielo se va cerrando por momentos y las primeras gotas de agua hacen aparición, el viento también hace acto de presencia, así que, replanteamos la situación viendo las nubes que no traen buenos presagios, decidimos continuar y aventurarnos, pues esto era a lo que veníamos, sin lugar a dudas.

Nos adentramos por caminos que discurren entre jara y monte bajo, se trata de una zona de abundantes ganaderías, poco a poco, nos vamos acercando al embalse de El Vellón, debo decir que se veía poco agua, pero, ya, el cielo dejaba caer tímidas gotas, decidimos aumentar el ritmo, ya que, el cielo poco a poco se va cerrando completamente y el viento y el agua no hacen nada agradable pedalear por el monte.

Llevamos dirección suroeste dejando a nuestra derecha el alto de San Pedro, todo hace indicar que llevamos buena dirección de regreso, a esta altura, poco a poco, cada uno de nosotros ha ido quedándose sin agua y sin los pequeños y variados alimentos que portábamos, el día toma un color un tanto desagradable y después del esfuerzo acumulado comienzan los primeros síntomas de fatiga, el camino


discurre entre granjas ganaderas por terreno pedregoso y continuo sube y baja, alcanzamos cierto punto en el que una larga bajada hace que volvamos a disfrutar, por momentos, encima de la bicicleta. Al final de este descenso comienza una no muy fuerte pendiente, pero que, debido al esfuerzo previo hace que cada cual busque la mejor manera de sobrellevar la rampa, a partir de aquí, el sufrimiento y la fatiga, ya, son explícitos, y el que escribe estas líneas va pasando momentos delicados, obligando al resto del grupo a esperarle de vez en cuando, para colmo de males, la lluvia aprieta y la humedad se cuela por todas partes, la chaqueta va empapada, y el frío hace mella en los cuerpos, en este punto debo decir que, una vez más descolgado del grupo, veo que el camino gira 180 grados, y ello significa, gracias a mis escasos conocimientos en orientación, que: ¡¡nos estamos alejando!!, no puede ser ¿?, ¿cómo es posible?, ahora llevamos dirección noreste, de nuevo dirección Corepo.

Cuando sabes que vas justito de fuerzas y que en lugar de acercarte al punto deseado, lo que haces, es alejarte más, es un duro golpe para la moral. Aquí hay que mantener la cabeza fría y avanzar, ese es el único objetivo, seguir avanzando, poco a poco, seguir ganando terreno, la dureza del día se hace máxima, serían alrededor de las tres de la tarde, el mal tiempo, los kilómetros, la imperdonable falta de agua, el terreno abrupto y pedregoso, la humedad, el frío, el viento, la paliza acumulada…demencial…esa es la palabra para aproximarnos a la descripción del momento. A duras penas seguimos avanzando, en mi mente solo hay un objetivo: ganar terreno, aprovechar las bajadas para recuperar algo y sufrir en los repechos, ese es el panorama en los próximos quince kilómetros, así pues, no se puede hacer otra cosa que tirar para adelante como se pueda, aquí, alcanzamos de nuevo las viejas carreteras del Canal, en estos momentos rodar por este viejo asfalto hace que mis piernas lo agradezcan enormemente, seguimos avanzando a través de las lomas y repechos.

De nuevo cogemos una pista de tierra, el aire entra de frente y la temperatura está cayendo, uno de nosotros pincha, es verdaderamente uno de esos momentos comprometidos, a duras penas reparamos la avería y continuamos, cada uno tira como puede, y, solamente gracias al compañerismo existente, aquellos que van delante, esperan cada cierto tiempo a que entre en el grupo, reconocemos esta última parte del recorrido junto a la tapia, y a partir de aquí sabemos que está cerca el final, pero todavía dos o tres lomas nos separan del final de esta dura jornada.

Esta última parte, qué decir, solo pensaba en llegar y las fuerzas definitivamente habían desaparecido, solo pensaba en avanzar, aunque fuera muy despacio, y así, poco a poco, muy, poco a poco, conseguimos llegar al final de la ruta. En este punto la satisfacción me embarga, y poder compartir estos momentos con el grupo es todo un verdadero lujo. De nuevo, ¡gracias compañeros!.

Dejo los datos aproximados de la ruta: 90 kilómetros, 1700m de acumulado y 6 horas de pedaleo.

domingo, 16 de marzo de 2008

El Camino del Ingeniero II. Revisited

9 de la mañana, hora de quedada en la Universidad Maria Cristina de El Escorial. Quedadores: Peguero, Sportbilly, Bruna, Frenetikow y el que suscribe. Temperatura fresquita, unos 8º y vientecillo del noroeste. Todos puntuales, todos listos.

A las 9:25 arrancan las primeras pedaladas, unas redondas, otras ovaladas. Destino: Monte Abantos. A Luis, se le ocurre que en vez de subir por carretera, acortemos campo a través por la montaña. Así ahorraríamos unos 20 minutos. El atajo, del que he olvidado el nombre, nos deja ya tocadetes. Con pendientes endiabladas y casi sin sendero que seguir, subimos a molinillo lento en vertical al cielo. Una vez alcanzada la carretera y vencidos los primeros kms de la misma, nos tomamos un respiro y continuamos el puerto hacia el alto. Allí llegamos después de una hora de pedaleo. El viento pegaba. Una pena no parase a disfrutar de las cumbres nevadas de Gredos. Otro día.

Comenzamos a bajar hacia Pinares Llanos. Y Peguero habla otra vez. Cada vez que este hombre abre la boca me echo a temblar. Esta vez su idea era llegar hasta La casa de la Cueva, a las puertas de Pinares Llanos por una seudo trialera infame, donde era aconsejable salir campo a través para evitar el sufrido camino. Una vez abajo, comentarios varios sobre lo destroyer de la bajada, peor técnicamente que la Super trialera. Continuamos hacia La casa de la Cueva, donde un Campamento de Scouts nos da la bienvenida. Allí, raudos iniciamos las sinuosas trayectorias por Pinares Llanos. Este lugar es impresionante, cada vez me gusta más, aunque te ponga la bici echa un cisco de barro, ya que hay que pasar dos riachuelos.

Llegados al desvío de Cueva Valiente, continuamos en pos de la famosa trialera. Se nota que ya se acerca el momento de ponerse en vertical al suelo, hay nervios en el ambiente, y por ello decidimos hacer la primera parada del día. Barrita, tumbing en prado, e historias del lugar. Una gozada porque el viento había remitido y el sol calentaba un poquito. En pie!!! Arrrr!!! Monten!!!! Atravesamos un denso pinar con piso enfangado, agua por doquier y cada cual buscándose la vida de aquella manera para llegar al portón que da paso a nuestra trialera. Decido adelantarme para parar en algún lugar de la misma y hacer algunas fotos de la gente rodando montaña abajo. Y cuando digo rodando no es sobre ruedas. Según bajaba iba pensando lo loocos que estamos. El suelo estaba en peores condiciones que la última vez. En esta ocasión no bastaba con sentarse en la rueda trasera, la bici tenía vida propia y el paso no estaba muy claro por la cantidad de pedrolos enormes y troncazos que dificultaban el descenso. Decido pararme, no sin esfuerzos ya que la gravedad me tiraba para abajo, en un punto bastante bueno para hacer fotos. Qué miedo. Y que emocionante es bajar por estos sitios. Nos retozamos haciendo retratos ensañándonos en el corazón de la trialera. Que si me subo y la hago otra vez, que si ahora sube tú, qué mira como lo hago ahora. Qué colgaos, amigo.

Superado este punto llegamos al Camino del Ingeniero donde clac-clac aceleramos todos juntos como un trenecito. A los que no conocían el lugar les pareció mentira. El sinuoso sendero con subibajas y buen firme se presta a ir rápido, a veces más de lo aconsejable porque puedes salirte en una curva y volar ladera abajo o estamparte contra un pino. Ojo!!! Pero esto en esos momentos nos da igual. Primero la locomotora Juanma y luego el AVE Luis tiran de los vagones de forma desenfrenada. Tremendo. Pero todo termina.



Y cuando este sendero pone su fín y has pasado sus más de 5 kms, toca sufrir, pero sufrir-sufrir. Hay que subir hasta Collado Hornillo por la vertiente norte de la montaña. El camino es pedregoso, en algún punto hay que descabalgar, y los metros pasan muy despacio. Transitamos montaña arriba, pasamos dos veces el río y, tras un rampón tremendo y una subida final más estable, llegamos a la pista que nos llevará al Collado. El grupo es bastante homogéneo con lo que no existen los reagrupamientos. El único que se salta la norma es Frenetikow que está en un estado de forma temible, y allí donde encontraba una subida tiraba con desenfreno hasta explotar a sus perseguidores.

En Collado Hornillo hay otro momento divertido, bajar hasta la pista del Campamento de Peñas Blancas, una bajada campo a través primero y en sendero después donde a la velocidad que vamos, sin duda, nos vamos jugando el tipo. Mención especial de nuevo para Frenetikow que cual flecha pasó la primera parte del descenso como si lo hiciera por mármol pulido. La pista que nos lleva hasta la carretera que sube a Abantos pica hacia arriba y nos demuestra que la tranquilidad de pedaleo no existe aunque vayamos exhaustos. En fin, somos así. Final de la pista, comienzo de carretera. Descanso. Íbamos ya tocados y tiramos de las últimas existencias de barritas y líquido. Bueno, pues vamos para arriba. Ufff!!! Alto de Abantos. Yo iba ya fundido, el resto no sé, no tenía fuerzas ya ni para preguntar.

Afortunadamente nos encontramos con otro de los platos apetitosos de la jornada: el descenso por el camino de los Puntos. Se llama así porque algún avezado ciclista ha señalado con spray rojo aquellos árboles que van haciendo de vallas a esquivar al estilo eslálom olímpico. Aquí yo me enganché a la rueda trasera de Juanma que me bajó de forma impecable. Peguero y Frenetikow abrían camino y Bruna lo cerraba. Bueno lo cerraba. Le llevaba enganchado a mi rueda trasera y lo sentía encima, encima.

Tras este descenso, la bajada se remata por una especie de cortafuegos con mucha tierra y piedra suelta que tiene bastante peligro porque vas muy rápido. Frenetikow vuelve a hacer magia y convierte la montaña en una perfecta plancha. Qué pirao!!! El cortafuegos se enlaza con una pista rápida con algunas curvas tramposas. En una de ellas, mido mal las distancias y veo a 50 por hora que no me da tiempo a girar la bici. Que si, que no, que si, que no. Que NO!! Trash!!!. Menos mal que me frenaron unas zarzas en las que me metí de lleno. MMM, creo que tengo unos cuantos pinchos por mi cuerpo. Y la bici, está pinchada seguro. Me libero de la trampa y parece que las ruedas continúan duras. La llegada a los coches se hace sin novedad y con mi bici respetando los tiempos. Fue llegar y la rueda delantera hacer Plofffff!!!! Igual que el que la montaba. Vaya paliza!!! Una ruta excepcional con una compañía frenética!!!

Un verdadero placer, amigos. Al final salieron 51 kms en 4h10 de pedaleo. La media, 12,1 kms/h. Desnivel acumulado 1600 metros. Próxima en Escorial: Cueva Valiente. A poner fecha.