A las 9:25 arrancan las primeras pedaladas, unas redondas, otras ovaladas. Destino: Monte Abantos. A Luis, se le ocurre que en vez de subir por carretera, acortemos campo a través por la montaña. Así ahorraríamos unos 20 minutos. El atajo, del que he olvidado el nombre, nos deja ya tocadetes. Con pendientes endiabladas y casi sin sendero que seguir, subimos a molinillo lento en vertical al cielo. Una vez alcanzada la carretera y vencidos los primeros kms de la misma, nos tomamos un respiro y continuamos el puerto hacia el alto. Allí llegamos después de una hora de pedaleo. El viento pegaba. Una pena no parase a disfrutar de las cumbres nevadas de Gredos. Otro día.
Comenzamos a bajar hacia Pinares Llanos. Y Peguero habla otra vez. Cada vez que este hombre abre la boca me echo a temblar. Esta vez su idea era llegar hasta La casa de la Cueva, a las puertas de Pinares Llanos por una seudo trialera infame, donde era aconsejable salir campo a través para evitar el sufrido camino. Una vez abajo, comentarios varios sobre lo destroyer de la bajada, peor técnicamente que la Super trialera. Continuamos hacia La casa de la Cueva, donde un Campamento de Scouts nos da la bienvenida. Allí, raudos iniciamos las sinuosas trayectorias por Pinares Llanos. Este lugar es impresionante, cada vez me gusta más, aunque te ponga la bici echa un cisco de barro, ya que hay que pasar dos riachuelos.
Llegados al desvío de Cueva Valiente, continuamos en pos de la famosa trialera. Se nota que ya se acerca el momento de ponerse en vertical al suelo, hay nervios en el ambiente, y por ello decidimos hacer la primera parada del día. Barrita, tumbing en prado, e historias del lugar. Una gozada porque el viento había remitido y el sol calentaba un poquito. En pie!!! Arrrr!!! Monten!!!! Atravesamos un denso pinar con piso enfangado, agua por doquier y cada cual buscándose la vida de aquella manera para llegar al portón que da paso a nuestra trialera. Decido adelantarme para parar en algún lugar de la misma y hacer algunas fotos de la gente rodando montaña abajo. Y cuando digo rodando no es sobre ruedas. Según bajaba iba pensando lo loocos que estamos. El suelo estaba en peores condiciones que la última vez. En esta ocasión no bastaba con sentarse en la rueda trasera, la bici tenía vida propia y el paso no estaba muy claro por la cantidad de pedrolos enormes y troncazos que dificultaban el descenso. Decido pararme, no sin esfuerzos ya que la gravedad me tiraba para abajo, en un punto bastante bueno para hacer fotos. Qué miedo. Y que emocionante es bajar por estos sitios. Nos retozamos haciendo retratos ensañándonos en el corazón de la trialera. Que si me subo y la hago otra vez, que si ahora sube tú, qué mira como lo hago ahora. Qué colgaos, amigo.
Superado este punto llegamos al Camino del Ingeniero donde clac-clac aceleramos todos juntos como un trenecito. A los que no conocían el lugar les pareció mentira. El sinuoso sendero con subibajas y buen firme se presta a ir rápido, a veces más de lo aconsejable porque puedes salirte en una curva y volar ladera abajo o estamparte contra un pino. Ojo!!! Pero esto en esos momentos nos da igual. Primero la locomotora Juanma y luego el AVE Luis tiran de los vagones de forma desenfrenada. Tremendo. Pero todo termina.
Y cuando este sendero pone su fín y has pasado sus más de 5 kms, toca sufrir, pero sufrir-sufrir. Hay que subir hasta Collado Hornillo por la vertiente norte de la montaña. El camino es pedregoso, en algún punto hay que descabalgar, y los metros pasan muy despacio. Transitamos montaña arriba, pasamos dos veces el río y, tras un rampón tremendo y una subida final más estable, llegamos a la pista que nos llevará al Collado. El grupo es bastante homogéneo con lo que no existen los reagrupamientos. El único que se salta la norma es Frenetikow que está en un estado de forma temible, y allí donde encontraba una subida tiraba con desenfreno hasta explotar a sus perseguidores.
En Collado Hornillo hay otro momento divertido, bajar hasta la pista del Campamento de Peñas Blancas, una bajada campo a través primero y en sendero después donde a la velocidad que vamos, sin duda, nos vamos jugando el tipo. Mención especial de nuevo para Frenetikow que cual flecha pasó la primera parte del descenso como si lo hiciera por mármol pulido. La pista que nos lleva hasta la carretera que sube a Abantos pica hacia arriba y nos demuestra que la tranquilidad de pedaleo no existe aunque vayamos exhaustos. En fin, somos así. Final de la pista, comienzo de carretera. Descanso. Íbamos ya tocados y tiramos de las últimas existencias de barritas y líquido. Bueno, pues vamos para arriba. Ufff!!! Alto de Abantos. Yo iba ya fundido, el resto no sé, no tenía fuerzas ya ni para preguntar.
Afortunadamente nos encontramos con otro de los platos apetitosos de la jornada: el descenso por el camino de los Puntos. Se llama así porque algún avezado ciclista ha señalado con spray rojo aquellos árboles que van haciendo de vallas a esquivar al estilo eslálom olímpico. Aquí yo me enganché a la rueda trasera de Juanma que me bajó de forma impecable. Peguero y Frenetikow abrían camino y Bruna lo cerraba. Bueno lo cerraba. Le llevaba enganchado a mi rueda trasera y lo sentía encima, encima.
Afortunadamente nos encontramos con otro de los platos apetitosos de la jornada: el descenso por el camino de los Puntos. Se llama así porque algún avezado ciclista ha señalado con spray rojo aquellos árboles que van haciendo de vallas a esquivar al estilo eslálom olímpico. Aquí yo me enganché a la rueda trasera de Juanma que me bajó de forma impecable. Peguero y Frenetikow abrían camino y Bruna lo cerraba. Bueno lo cerraba. Le llevaba enganchado a mi rueda trasera y lo sentía encima, encima.
Tras este descenso, la bajada se remata por una especie de cortafuegos con mucha tierra y piedra suelta que tiene bastante peligro porque vas muy rápido. Frenetikow vuelve a hacer magia y convierte la montaña en una perfecta plancha. Qué pirao!!! El cortafuegos se enlaza con una pista rápida con algunas curvas tramposas. En una de ellas, mido mal las distancias y veo a 50 por hora que no me da tiempo a girar la bici. Que si, que no, que si, que no. Que NO!! Trash!!!. Menos mal que me frenaron unas zarzas en las que me metí de lleno. MMM, creo que tengo unos cuantos pinchos por mi cuerpo. Y la bici, está pinchada seguro. Me libero de la trampa y parece que las ruedas continúan duras. La llegada a los coches se hace sin novedad y con mi bici respetando los tiempos. Fue llegar y la rueda delantera hacer Plofffff!!!! Igual que el que la montaba. Vaya paliza!!! Una ruta excepcional con una compañía frenética!!!
Un verdadero placer, amigos. Al final salieron 51 kms en 4h10 de pedaleo. La media, 12,1 kms/h. Desnivel acumulado 1600 metros. Próxima en Escorial: Cueva Valiente. A poner fecha.
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