Con británica puntualidad, lo que es muy de agradecer,estaban en el lugar de la cita al lado del Monasterio de El Escorial (1.028 m), los amigos Sportbilly y Pablobike. Después de varios findes regularcillos, por fin se presenta un domingo inmejorable, sol y temperatura ideal. A los pocos minutos aparecen los que faltan (funchifuni, sin. y Jesús).
Iniciamos suavemente la ruta por carretera llana, para enseguida, meternos hacia el monte atacando las primeras rampas en subida. Surgen algunas dudas si ascendemos por ``el rampón que nadie quiere´´ o por otra alternativa que implica salto de tapia. El rampón (del 27 %) gana y los primeros resoplidos en platillo aparecen.
Afortunadamente este cuestón es corto y el sufrimiento es breve. Proseguimos entre pinos por un sendero en zig-zag (el caracol) muy entretenido y después de sus 16 ó 17 curvas llegamos a la casa de Los Llanillos. En poco tiempo llegamos a la carretera que sube al Puerto de Malagón.
En la cumbre del puerto, breve descanso y fotos de rigor. Llevamos hora y pico subiendo de contínuo, más lo que nos queda. Este Puerto es un poco falso, pues para continuar hacia el Pico de Abantos, claramente hay que seguir subiendo. Y lo hacemos al poco, por una pista bastante rota al principio, pero que nos ofrece unas vistas tremendas hacia El Escorial y los montes que lo circundan.
El abalconamiento de esta pista, da una cierta sensación de vacio, mitigada por los pinos que crecen al borde y que hacen de quitamiedos.
Nos queda el esfuerzo final hasta la cumbre del Pico de Abantos (1756 m.). Un camino, por decir algo, lleno de piedras y con bastante pendiente, nos conduce hasta la cima. Este sitio es el justo premio a tanto sufrimiento. Las vistas son espectaculares hacia la Sierra del Guadarrama, Madrid y Sierra de Gredos. En días claros se divisan los Montes de Toledo (a 150 Kms.), El casi último pueblo de la comunidad de Madrid, Chinchón (a 87 kms.). Cuando de niño subía a este monte, creía que el mar estaba un poco más alla.
Después de la barrita, las fotos y un poco de charleta, reiniciamos la marcha por un sendero más o menos técnico (de auténtico Mountain), que discurre paralelo a la tapia del Valle de Los Caidos. Primero por pista y después por un trozo de asfalto, volvemos a pasar otra vez por Malagón. Desde aquí y por una pista en buenas condiciones, nos encaminamos hacia el pequeño pueblo serrano de Robledondo.
El descenso hacia este pueblo se hace a gran velocidad. Buen firme, excepto en las curvas, las cuales hay que negociar con cierto mimo para no salirse ¿eh Pablo?. Enseguida nos vemos metidos en otro fregao de trialeras y algo de barro y por una estechísima vereda de cabras, llegamos a la Cruz Verde.
El panorama ha cambiado radicalmente. Motos, muchas motos, ruido, gasolina, concentración humana y de máquinas que rugen enfebrecidas y apiñadas en unos cuantos metros cuadrados.
Rápidamente nos quitamos de allí, ascendiendo por un durillo sendero y en pocos minutos perdemos de vista todo ese horror. Mientras, nos acercamos lentamente al Pico del Fraile y al comienzo de nuestro sendero preferido: Los indios. El final de este sendero tiene como recompensa unas guapas vistas de la ladera de Abantos, los dos Escoriales y sobre todo su enorme Monasterio.
Entre robles, primero por una carretera cortada al tráfico y por unos divertidos senderos después, llegamos hasta la Ermita de la Virgen de Gracia. Aún nos queda subir hasta donde Pablo y Juanma habían dejado los coches.
Cansadillos, (unos más que otros) y felices, nos despedimos, después de la foto de familia y después de 37 intensos kilómetros y 1.100 m de desn. acumulado, con bastantes ganas de volver a repetir.
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