Por Bruna
Muy buenas, Pues nada, como prometí, paso a relatar la historia de la ruta… DOLORES DE MONTEJO Al final he decidido obviar la comparación con las tierras de Sauron, no me sentía inspirado…
Todo empieza una soleada mañana de finales de octubre. 10 felices foreros, todos equipados hasta los dientes, es disponen a comenzar una divertida y sencilla ruta (eso se decía, ilusos de nosotros) por los alrededores del Hayedo de Montejo. Los nombres no los digo, creo que son de sobras conocidos por la mayoría de los de aquí o los voy diciendo por la crónica, ya que tampoco estoy 100% seguro de todos.
Lo dicho, al principio todo es alegría, sonrisas, buenas caras (pese al madrugón) y cosas de esas, vamos, el ambiente que hace tan buena a la pandilla quedadas. Observamos a nuestro lado otro grupo de ciclistas que se hacen al caminos con algo de antelación y nada, comenzamos nuestra ruta dirección al collado del mosquito, ascensión larga pero no exigente con los porcentajes, que si se sube tranquilo se lleva bien.
La primera parte hasta el puerto del Cardoso la hacemos en grupo bastante unido, pero es a partir de este punto donde se empiezan a enseñar las cartas de cada uno: Delante Jesús, Juanma, Pablo, Mole (no me acuerdo del nombre) y Eduardo (frenetikow). Entre medias Luis (negris) y yo. Algo más atrás Chango, Delfi1 y Ghostman. Esta subida la verdad es que se disfruta muchísimo, hay unas vistas preciosas sobre el hayedo (aunque colores tiene pocos, más bien tiende al verde que te quiero verde) y como tampoco tiene porcentajes brutales, se sube bastante a gusto, cada uno a su aire, negris pensando, yo cantando, los de delante y detrás vete a saber que…
Total que después de 15 Km de ascensión vamos llegando al collado del mosquito, donde nos reagrupamos. Hasta aquí esto es una ruta “normal”, con un tiempo excelente y un ambiente aun mejor. Claro que no sabíamos lo que nos esperaba y éramos felices en la ignorancia….
Finalmente, después de mirar hacia la derecha por el cortafuego que supondría la variante uno, se decide de forma más o menos democrática que hacemos LA VARIANTE TRES. Genial idea vamos, sobre todo porque no se le ocurrió a nadie más que a mí dicha variante…en fin. La verdad que mirar el mapa y ver el camino elegido atravesando curvas de nivel como si fueran churros, subiendo y bajando sin pausa siguiendo la cuerda de unas montañas donde cualquier resto de presencia humana es un espejismo, da miedo: allí sólo pueden habitar las criaturas del mal. Sin embargo, esa comunidad del platillo decide seguir hacia delante unida y llegar hasta la cima de las tres provincias, cueste lo que cueste…
Al principio el camino es sencillo, una bajada rápida por una pista en buen estado, aunque interrumpida por un ligero percance en la montura de Ghostman hasta un cruce en la que Juanma dice: POR LA DERECHA…claro, por la derecha empieza una pared, llena de piedras y terreno roto que nos da un aperitivo de lo que nos espera en las próximas horas. Subiendo está primera parte, la comunidad se rompe. Delante quedan los más fuerte, seres de una pasta especial, como son Juanma, Pablo, Mole y Jesús, que dejan al resto de la comunidad.
Chango y yo tomamos la excusa de esperar a Ghostman (el dice que no sabía como nos los agradecía, lo que no sabía él es como agradecíamos los dos esperarle), que bastante tenía el hombre con controlar sus impulsos homicidas cada vez que recordaba los comentarios de la ruta como “facilita” “larga pero con subidas de las que no rompen” y resto de falacias contadas en este post. Así que nos quedamos los tres a cola y vemos que delante de nosotros hay otra grupeta de 3. Nos sorprende el casco amarillo ácido de frenetikow, sobre todo porque toda la vida habíamos tomado a este personaje como una de las lagartijas que siempre tiran delante.
Aunque parezca increíble, el camino va de mal en peor. Cada vez hay más piedras, la pendiente sube hasta que ya no quiere más, la vegetación desaparece y acabamos arrastrándonos por encima de “algo” que debería ser un camino o algo así, probablemente en tiempo de los celtíberos, pero que en realidad son una serie de piedras sobre terreno arenoso que hacen casi imposible el andar. Hay restos de orugas, nos se sabe si del servicio forestal (para que si no hay árboles ni nada) o restos de los blindados de la guerra civil. Si tenemos en cuenta pendientes que rondaban el 30%, hasta andar empujando la bici suponía ir a 160 pulsaciones. EN este momento, con el paraje casi lunar que tenemos frente a nosotros, Chango y yo nos ponemos a coñear con la historia del señor de los anillos, formato bikero. Curiosamente le digo a mi fiel compañero que si la quiere la anilla de mi dirección junto con todo las piezas que lleva pegadas (cuadro, horquilla ruedas etc) y me dice que me zurzan que si quiere me suelta su carga a cambio… que diferente es la realidad de los libros y las películas, aquí cada uno lleva lo suyo. También sospechamos que esos personajes que están por delante, vaya usted a saber donde, en el fondo son elfos y otras razas extraordinarias, por ello el ritmo que llevan en un terreno así no es normal.
Finalmente los dos grupos de cola nos acabamos por reunir, repartimos los últimos restos de comida como buenos hermanos, frenetikow deja sin agua a todo el que tiene cerca y básicamente nos dedicamos a despotricar con respecto a las ideas geniales de hacer una ruta de semejantes características. La verdad es que la moral del grupo anda baja y cuando vemos, después de superar la enésima pared, como aparece por la derecha la “variante 1” que nos llevaría en un momento de vuelta al collado del mosquito se piensa en abandonar a los de delante. Pero lo que es estar en un grupo, el que esta algo más fuerte ayuda al que está algo más débil, le anima, le da de su agua, su apoyo y las fuerzas que tiene, para que al final se acabe por tirar todos juntos para adelante.
Claro, que el que llevaba el altímetro (yo) y que me acordaba del mapa de memoria, no les dice aún queda un buen rato de subidas hasta llegar al objetivo final. Cada nuevo peñasco que subimos es una tortura, algunos preguntan que si es el último. Unos en su desesperación dicen si, otros callan, porque saben que al menos quedan dos más…en todo caso, el dolor y el sufrimiento de este terreno endiablado, no nos impide el disfrutar de las impresionantes vistas que tenemos alrededor. La ausencia de vegetación, la altura y la claridad del día permiten ver la silueta de los nuevos rascacielos de Madrid, el ancho de castilla y un paisaje sencillamente extraordinario. En un determinado momento, perdida ya la noción del tiempo, (la volvemos a tener cuando llaman al móvil a Ghosman y dice que son casi las dos) vemos las siluetas de nuestros compañeros en la cima de un montículo y sabemos que finalmente vamos a alcanzar nuestra meta. Sacamos fuerza de donde no hay, unos empujando la bici, otros intentando subir por donde no se puede y llegamos a la cima.
Cuando llegamos, vemos sonriendo y relajados, después del pedazo de descanso que se deben haber tomado a Juanma, Jesús, Pablo y Mole. Según va llegando gente comienzan algunas de las frases que ya se han comentado “la variante 3, la variante 3…” es una de las mas escuchadas con otras como “¿pero es que hay un hayedo?” Total, que tras descansar un rato, finalmente vamos al vértice geodésico donde, aunque parezca increíble, nos encontramos con gente que nos hace algunas fotos. Las vistas allí son impresionantes y la verdad que una vez que se esta arriba, merece la pena el sufrimiento que se ha pasado para llegar a ese lugar…bueno, al menos eso es lo que nos decimos, para justificar la locura.
En todo caso el ambiente es mejor, lo peor ha pasado y no escuchamos un comentario entre dientes de Juanma diciendo “todavía queda un repechito…” . Así nos lanzamos a un desbocado descenso dirección puerto de Somosierra. La primera parte de la bajada tiene un terreno parecido al que hemos sufrido en la subida: piedra suelta sobre terreno blando, vamos, lo ideal para romperse los dientes. Este aspecto pareció no ser comprendido por el resto de la gente del grupo y todos se lanzaron como kamikazes por la cuesta para abajo excepto yo ya que después de mis últimas experiencias y con esas heridas que duelen cuando la cosa se pone algo más rápida, voy más tranquilo, que no quiere decir que baje despacio. Básicamente bajo como un desequilibrado, pero es que el resto bajan como dementes.
Curiosamente en la bajada suceden pocas cosas. Bueno si, que el tiempo pasa muy deprisa. Sin apenas percances (reventón de Mole) llegamos a la vertiente norte del puerto de Somosierra, donde nos espera un ligero repecho hasta llegar a la cima del mismo. Aquí hacemos una nueva parada, para llenar nuestros bidones y camelbacks con cloro con sabor agua. Vamos, que van a quedar desinfectadas para las próximas tres generaciones de bikeros que beban de ellas. Aquí se hace un breve resumen de lo que queda: un poco de bajada por carretera, luego el famoso repecho y luego una bajada final hasta Montejo.
Nos ponemos en marcha, bajamos por la carretera un ratillo y rápido nos desviamos hacia la izquierda para tomar de nuevo un camino. Pues nada, empieza el repecho en el idioma de Pablo, Juanma y Jesús, pero que en el del resto es básicamente “una putada”, “trampa” y demás improperios. El repecho en cuestión tiene 200 metros de desnivel y por un terreno que cualquier otro día nos parecería roto, pero que hoy nos parece una autopista. Eso si, aquí si que vemos los colores de Montejo, al menos durante 50 metros que hay árboles con las hojas en color ocre. Cada uno sube como buenamente puede, con la estructura grupal que se llevaba ya repitiendo desde la subida de las tres provincias. Yo subo con Chango y la verdad es que dentro del dolor de todo que tenemos, no vamos demasiado mal y en ningún momento perdemos de vista a los galgos que llevamos delante. Llegamos al collado, de nuevo reagrupación y sobre todo miedo por parte de algunos miembros del grupo a que la gente se revele tirando piedras a la cabeza o que cometa cualquier barbaridad. Ghostman, que sigue cerrando la marcha, llega literalmente reventado, pero llega. Negris, otro de los que van más tocado, ni habla, cosa difícil de creer en este hombre. Delfi 1 se nos tumba en plan Sireno, ya con todas sus fuerzas agotadas.
Pero vamos, aquí si, aquí si que se sabe que ya todo es para abajo y comienza un descenso donde definitivamente he comprobado que esta gente esta chalada. Bajamos por una pista ancha y con excelente pavimento, prácticamente sin piedras, curvas amplias, buena visibilidad etc. Yo, que sigo tomándome las bajadas con calma veo que la gente se me va…pienso, ¡qué lento eres Bruna! Miro al velocímetro y veo que marca algo así como 65/68 por hora…vale, no eres lento, están tarados. El momento más espinoso es el encuentro con la vaca y sus ternerillos. Visto desde atrás estaba casi seguro que en vez de bocadillos podíamos tomar pate de ternera con forero sudado, pero milagrosamente no sucede nada. Finalmente y de nuevo agrupados, llegamos al primer pueblo (horcajo), vuelta a la civilización después de nosecuantas horas, donde excepto la carretera de Somosierra no habíamos visto más que piedras, árboles y cuestas. De allí a Montejo hay un suspiro y en un momento llegamos allí sin más novedad.
Al llegar a los coches tenemos una mezcla de cansancio, satisfacción, dolores varios, cabreos de buen rollo y más sensaciones contrarias, lo que todos tenemos es una sonrisa de oreja a oreja. Tras las fotos de rigor viene lo mejor de la ruta: los bocadillos y la mesita de Jesús. Efectivamente esto no era coña y allí que nos ponemos con todo lo que tenemos. Debo de agradecer el que trajeran comida de más, porque yo no tenía nada y estaba que me caía. Allí pasamos un buen rato, comentamos la jugada, nos pasamos unas buenas risas y sobre todo lo pasamos genial, el broche final perfecto a una jornada de ciclismo de las buenas.
Así que nada de nuevo pensando en repetir. Eso si, a mi esta semana toca descansar. Seguro que cuando este metido en el baño finlandés me acuerdo de la ruta esta jojojojo.
Saludos y hasta la próxima.
3 comentarios:
Bruna, no sabes lo que me he alegrado al recuperar de Bikezona tu crónica de esta ruta.
Me parece una de las más ocurrentes y divertidas.
No me he reido nada leyéndola de nuevo y recordando aquel día.
Maravillosa.
que gran dia!! que gran cronica!!!
que bueno volver a recordarla
de esta primavera no puede pasar que volvamos a conquistar, el pico de las tres provincias
Acabo de leerla de nuevo y sólo de pensar en aquel día se me ponen los pelos como escarpias. (literalmente).
Qué ganas de repetirla (aunque la última vez que la hice me rompí el abductor y significo no poder ir al Soplao!!!
Bruna, la crónica es espectacular. !Qué recuerdos!!!!
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