Hoy ha sido el día elegido para enfrentarme a uno de mis fantasmas del pasado. La ruta por Picos de Europa donde tuve mi primera caída seria en bici.
Por tercera vez comienzo este recorrido, y en esta ocasión con una inquietud añadida porque voy en solitario. De las dos anteriores guardo un sabor agridulce. Fue la primera gran ruta que hizo la Pandilla Quedadas fuera de Madrid, dos meses más tarde repetida con Juanma, Jose y Raúl; pero tambien me proporcionó la primera lesión seria en aquella caída bajando a Sotres desde los Puertos de Áliva, a la vez que me enfrentó a una de las peores rampas, si no la peor, a las que se puede encarar un ciclista en la montaña: Collado Pelea.
El día, igual que un año antes, ha salido de los que se marcan en el calendario como “el mejor del verano”. Buena temperatura, sin viento ni nubes que acechen el futuro de esta aventura.
A las 10:20, y después de un trayecto en coche de una hora, salgo de Potes por la carretera hacia Fuente Dé. Cinco kms después cojo el desvío hacia Mogrovejo. Desde este punto hasta los Puertos de Áliva me esperan unos mil y pico metros de desnivel acumulado en mas menos 10 kms. La cuenta sale fácil, durante 10 kms el desnivel medio será del 10 %. Interesante.
La batalla que libra uno contra si mismo en estas situaciones entra dentro de la épica de este deporte. Y seguramente es lo que más engancha. No se si esta ruta está dentro de las capacidades físicas de un biker normal como yo, posiblemente no; pero el hecho de poder acabarla significa algo tan especial que todo el sufrimiento que inyecta este brutal recorrido merece la pena. Ya lo creo.
Culminado Peña Oviedo, la pista continúa subiendo hasta los Puertos de Áliva y el porcentaje se suaviza algo aunque continúa siendo notable. Un par de toros en mitad del camino me mantienen parado un rato. La longitud de sus cornamentas son como para darse la vuelta e irse a casa.
En Áliva el espectáculo se multiplica por infinito. Las montañas de granito y los recuerdos del grupo pasando por estos parajes se echan encima de mis pensamientos. La pradera que tengo delante evoca algo prehistórico y solo la presencia de cientos de animales de este mundo, vacas, caballos, ovejas… me impide ver algo más allá.
En medio del valle, dos roderas paralelas de los 4x4 indican el camino y los ladridos de un perro pastor agilizan mi salida de allí y me dirigen hacia Sotres, en Asturias. Esta población te da la bienvenida con rampas del 15% a la entrada y te despide con rampas del 15% a la salida. Un dolor.
A continuación, el Vao de los Lobos, un denso robledal por el que transitar en solitario da cierto respeto. Las vistas del salto de la cabra, un cortado hacia el infierno, invitan a observar Tresviso al otro lado del cañón. Por aquí hay que pedalear y parar varias veces para apreciar la belleza y el poder de la naturaleza. En la primera ocasión que visitamos esta zona una estremecedora tormenta nos avisó de que aquí no valen despistes ni tonterías porque se pagan caro.
El siguiente pueblo es Bejes, ya en Cantabria de nuevo, muy próximo al desfiladero de la Hermida, su salida por carretera natural. Para evitar este peligroso tramo la alternativa es meterse en una subida de 2,5 kms con 366 metros de desnivel en la que tardo 51 minutos de reloj a 3,1 kms/h de media. Las rampas de este puerto, conocido por Collado Pelea o el Infierno Pelea, son de hormigón rallado y agarran las ruedas en su tran-tran mientras el ciclista hiperventila sus pulmones para mantener el pulso y el equilibrio. Pero lo más probable es que, al menos, un 20% de la ascensión se haga andando.
En la cima siempre sale el mismo pensamiento: “Es la última vez que aparezco por aquí”. Aunque yo ya llevo dos, y conozco a otros cuantos con el mismo número de visitas.
En este punto de la ruta solo queda la bajada hacia Potes por unas rampas del mismo calado que las que acabo de subir y que exigen llevar unos frenos en condiciones para no matarte. Los últimos kms son por carretera y las piernas los agradecen porque después de 7 horas de ruta (5:15 de pedaleo) se sienten aliviadas. Yo también, mi mujer, mi padre y mis hijos me esperan en Potes para comer.
Es más que probable que vuelva el próximo verano. Los 2261 metros de acumulado de esta ruta enganchan de verdad.
Anterior edición de esta ruta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario