
El día, igual que un año antes, ha salido de los que se marcan en el calendario como “el mejor del verano”. Buena temperatura, sin viento ni nubes que acechen el futuro de esta aventura.

La batalla que libra uno contra si mismo en estas situaciones entra dentro de la épica de este deporte. Y seguramente es lo que más engancha. No se si esta ruta está dentro de las capacidades físicas de un biker normal como yo, posiblemente no; pero el hecho de poder acabarla significa algo tan especial que todo el sufrimiento que inyecta este brutal recorrido merece la pena. Ya lo creo.
Culminado Peña Oviedo, la pista continúa subiendo hasta los Puertos de Áliva y el porcentaje se suaviza algo aunque continúa siendo notable. Un par de toros en mitad del camino me mantienen parado un rato. La longitud de sus cornamentas son como para darse la vuelta e irse a casa.

En medio del valle, dos roderas paralelas de los 4x4 indican el camino y los ladridos de un perro pastor agilizan mi salida de allí y me dirigen hacia Sotres, en Asturias. Esta población te da la bienvenida con rampas del 15% a la entrada y te despide con rampas del 15% a la salida. Un dolor.
A continuación, el Vao de los Lobos, un denso robledal por el que transitar en solitario da cierto respeto. Las vistas del salto de la cabra, un cortado hacia el infierno, invitan a observar Tresviso al otro lado del cañón. Por aquí hay que pedalear y parar varias veces para apreciar la belleza y el poder de la naturaleza. En la primera ocasión que visitamos esta zona una estremecedora tormenta nos avisó de que aquí no valen despistes ni tonterías porque se pagan caro.

En la cima siempre sale el mismo pensamiento: “Es la última vez que aparezco por aquí”. Aunque yo ya llevo dos, y conozco a otros cuantos con el mismo número de visitas.
En este punto de la ruta solo queda la bajada hacia Potes por unas rampas del mismo calado que las que acabo de subir y que exigen llevar unos frenos en condiciones para no matarte. Los últimos kms son por carretera y las piernas los agradecen porque después de 7 horas de ruta (5:15 de pedaleo) se sienten aliviadas. Yo también, mi mujer, mi padre y mis hijos me esperan en Potes para comer.

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