Salvo la parte central, la ruta elegida no tiene demasiado atractivo. La motivación es hacer muchos kms y volver a exigir al cuerpo esfuerzos largos y continuados. Así, se trata de salir desde Pozuelo para llegar a Soto del Real por el Anillo Ciclista y el Carril bici (108 kms ida y vuelta), subir hasta el Alto de la Morcuera y terminar completando la Hoya de San Blás (43 kms) para regresar a casa por el mismo carril bici.
Salgo a las 8:20 de Pozuelo en dirección a la Casa de Campo para enlazar con el Anillo Ciclista dirección Norte. Ya a esa hora el termómetro llegaba hasta los 16ºC y el sol reinaba en el cielo calentando ya los caminos, así que me embadurno de cremita protectora para no volver hecho una tostada. Voy pensando si al ir con un solo culotte no terminaré hechando de menos la doble badana.
Una vez en el Anillo comienzo a pedalear paralelo al Manzanares, cuya ribera en esta zona está bastante poblada de vegetación. Paso por encima de la carretera de La Coruña, bordeo Puerta de Hierro y me dirijo a Montecarmelo. Un poco más adelante dejaré el Anillo para coger el carril bici que sale de Madrid y llega hasta Soto del Real. Ése es mi destino.
El trayecto se realiza paralelo a la carretera de Colmenar y su perfil pica hacia arriba de forma constante aunque sin porcentajes considerables. Tres Cantos, Colmenar Viejo y, por fin, Soto. Tras poco más de dos horas y 54 kms bastante monótonos llego a esta población, en donde tengo que recargar el bidón de agua. Un super me suministra de líquido.
Próxima estación: Alto de la Morcuera. Ahora comienza lo mejor de la ruta, los próximos 43 kms los haré por las pistas y senderos de la Hoya de San Blás, previo paso por la fuente de Cossío que se encuentra muy cerca del refugio de la Morcuera y donde buscaré de nuevo recargar líquidos.
La subida hasta el Alto la hago un poco más tranquilo que de costumbre ya que el día de hoy será largo y no hay un coche esperándome para volver a casa. En el tramo final del puerto me pasan varios carreteros que van como tiros. Yo a lo mío, manteniendo los 10-11 kms/h para llegar a la cumbre con relativa frescura.
Arriba, y ya en la vertiente norte de las montañas, unas nubes, de las llamadas de evolución, comienzan a tapar al sol. La temperatura cae estrepitosamente así que después de beber y comer un plátano, salgo de allí rápido. Eso sí, no sin antes ponerme un periódico bajo el maillot, ya que el resfriado que me llevé al Soplao y la posterior sinusitis se la debo a bajar este puerto a “pecho descubierto”.
Termino la Hoya con la satisfacción que me proporciona este lugar al bajar los dos supersenderos, especialmente el segundo. Entro en Soto y vuelvo al supermercado donde compro un par de botellines de agua. Uno cae allí mismo; el otro me sirve para rellenar el bidón.
Llevo 95 kms en las piernas y algo más de 4:40 horas pedaleando prácticamente sin paradas o con pausas muy cortas. En el restaurante Miratoros miro a los coches que estaban aparcados por si lo de volver en bici solo fuera un mal sueño, jeje. No, creo que mi coche no me ha leído el pensamiento y sigue descansando en el garaje. Así que toca meterse otros 54 kms.
La salida de Soto hasta la carretera que va a Cerceda y Navacerrada pica para arriba. Las piernas siento que están ahí, no me llegan a doler, pero se que ahí van. El cuello comienza a quejarse y el culo está harto de ir encima de su potro de tortura. Continúo a unos 20 kms/h deseando llegar al cruce. Me pasa un carretero a una velocidad alucinante y los malos pensamientos comienzan a aparecer, aunque de momento logro domesticarlos.
Una vez en el cruce de las carreteras de Colmenar y Cerceda todo irá picando hacia abajo aunque algunos repechos se encargarán de recordarte que vas hecho polvo. Es fácil ir rodando a 40-45 km/h y de hecho no me cuesta mantener toda la transmisión metida. Voy mirando con nostalgia a los coches que van dirección a Madrid, y con envidia a los que llevan bicis en sus bacas. “Ellos si que saben”, pienso.
Pasado Colmenar Viejo me fijo en una bici que tengo por delante. Estará a un km de distancia y le voy recortando camino pero no llego a alcanzarla. El carril tiene una cierta afluencia y entre la ida y la vuelta habré pasado a unos 30 bikers y me habrán rebasado media docena de ellos (todos con flacuchas …). Poco a poco voy alcanzando a mi predecesor. Veo que va mirando para atrás y al darse cuenta de mi cercanía se deja llevar hasta que me pongo a su altura.
Una vez rebasado siento su sombra detrás de mí. Yo no estaba ya para florituras así que sigo a mi ritmo. De pronto el tío me rebasa y se pone a tirar, y yo le sigo la rueda pensando “hasta que pueda”. Mi compañero me ofrece que le releve y entro al trapo. Mal. Muy mal. Sin ir demasiado deprisa, si íbamos rapidito y las reservas ya estaban a punto de agotarse.
En este trasiego de pedaleo nos pusimos a charlar y me di cuenta de que me había ido a juntar con el otro “loco de la colina” del día. El amigo, una carretero empedernido, aunque en esta ocasión iba con su Trek de montaña, había salido de Madrid dirección Manzanares del Real, subió hasta el Comedero de buitres de la Pedriza y no llegó hasta la Nava porque ya le “parecía mucho”. Y ahora volvía a Madrid donde terminaría con 165 kms como si tal cosa. “Me duelen algo las piernas, los pies y la cabeza”, me dice. A mí me dolía el alma solo de escucharle.
Me despido de él en el desvío a Montecarmelo. Eran las tres y pico de la tarde, llevo 127 kms y no he comido nada más que el plátano de la Morcuera y dos barritas. Voy en luz roja, pero sobre todo voy con un dolor de culo y una rigidez en el cuello que no se si podré aguantar. Sueño con las fuentes de la Casa de Campo para poder meterme bajo ellas. Intento aguantar sin tomarme el antinflamatorio que llevo, y de hecho renuncié a el hasta 6 kms antes de llegar a casa. La otra opción era desmontar y finalizar andando pero lo veía un recurso poco digno para terminar una ruta de 150 kms, 2400 de desnivel acumulado y 7:15 horas pedaleando.
El último sendero antes de salir de la Casa de Campo observó como me iba arrastrando por su camino a 9-10 kms/h cuando normalmente lo subo entre 16 y 20 kms/h. A las 16:20, ocho horas después de los comienzos llegaba a casa. Bendito momento.
Cabe destacar la importancia de los avituallamientos en este tipo de recorridos ultra largos, lo importante que es ir bien hidratado (los 4,5 litros de líquido que hoy bebí no fueron suficientes), con los depósitos de glucógeno hasta arriba, y la ayuda extra que supone tomarse un gel o una barrita de hidratos o proteínas concentradas antes de que las fuerzas te abandonen. Lo difícil es mentalizarse para hacer esto fuera de las marchas organizadas.
3 comentarios:
¡Eres un crack!, nos vemos mañana sábado.
¡Saludos!.
Eduardo.
Menuda salida Pablo, buf se nota que a ti lo que te va son los maratones...
Un crack buf se corto
Pablo, creo que ya no lo haces por entrenarte para la pedals, (que la acabas más que de sobra), ya lo haces por masoquismo!
Cómo decimos en la pandilla: Qué animalito!!!
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