En una de las últimas salidas desde casa en las que llegué hasta la Pedriza por el carril bici, subí la primera parte de las “zetas” para volverme por Cantocochino, una vez superada la cota de 1350 m de altitud. La gracia supuso algo más de 150 kms y unos 1800 da+, y una vez terminada, me dejó ese regusto agridulce por no haber intentado subir hasta la cima del puerto, a casi 2000 metros.
Para terminar de endulzar esa sensación no cabía otra posibilidad que intentar ese reto cuanto antes. Y fue este sábado. En principio, día impecable aunque había algunos avisos de tormentas para la tarde en la sierra. Poca cosa en principio.
Me pongo en marcha sobre las 9:30 con el mínimo equipaje: un kit antipinchazos, barritas, un par de plátanos y algunas monedas por si hay que cogerse un taxi para volver, jejeje. Y la cámara de fotos!!!
Hasta la entrada de La Pedriza salen 62 kms de carril bici y carretera. En la parte carreteril, justo antes de llegar a Manzanares El Real, me pasan unos 10 obuses de ruedas finas que no irían a menos de 40-45 kms/h, pero unos 100 metros después aminoran la marcha. Como iban dejando unidades descolgadas me puse a rebufo de alguna de ellas y me terminé metiendo en el grupo de carreteros, los cuales me llevaron un par de kms a toda pastilla hasta que llegué al desvío por donde se entra al parque regional. Por cierto, atestado de una tremenda fila de coches esperando turno para entrar. Y a esta gente no se le ocurrirá madrugar un poco para evitar esos atascos.
En la barrera, tras 2h20 sin parar, detengo la maquinaria un par de minutos para comer algo y coger fuelle, ya que el enganche con los carreteros todavía lo estaba sufriendo. Ahora tenía por delante 16 kms de puerto y casi 900 de desnivel acumulado. La actitud para la subida, el sufrimiento. Quería no alargarme demasiado e intentar acercarme a mi mejor tiempo de 1h05 hasta el Collado de los Pastores, aunque sabía que tras el desgaste de sesenta y pico kms, iba a resultar complicado.
A la horquilla de la antena, situada a medio puerto, ya llego con casi 8 minutos de retraso, pero las nubes que veo posicionarse encima de la cumbre me animan a no bajar el ritmo ya que tenían un aspecto altamente amenazador. Al Collado llego con 1h15, diez minutos más lento que el pasado septiembre… Una barrita, y cojo el camino del Comedero de buitres sin tener muy claro si ascender hasta La Nava iba a ser lo más prudente. El aspecto cada vez más negruzco de las nubes prometía chapuzón.
En el momento del desvío decido subir, o por lo menos intentarlo, y si comenzaba a llover me daría la vuelta. Los casi 6 kms con cerca de 350 metros de da+ se me hacen larguitos. Llego arriba después de 36 minutos y con 91 kms en las piernas, y ya un poco desgastado. Arriba coincido con un biker que hizo la última parte del puerto andando.
Cinco minutos después de pisar cumbre comienzan a caer las primeras gotas. Bufff. ¡¡¡¡Retirada!!!! Pensamos al unísono el compañero y yo. Comienza a caer de lo lindo. La boina negra estaba estancada encima de la montaña pero parecía que en la parte de abajo del parque todavía reinaba el sol. Había que intentar posicionarse lo antes posible delante de la tormenta. Fueron unos 25 minutos de bajada alocada, casi a oscuras y bajo una cortina de agua de narices. Vaya frío.
Ya en Canto Cochino, con un poco de solecito y el aire más cálido cojo la carretera hacia el puertecillo que me sacará de la Pedriza, y de ahí, unos 10 kms de carretera hasta el carril bici. La vuelta, con buena temperatura y ya con la ropa seca, se hace larga. Una gasolinera hace las veces de avituallamiento y me provee de una CocaCola (fundamental) y agua para los últimos 55 kms. Las pulsaciones ya no dan mucho de sí y tampoco es cuestión de sufrir más, así que me tomo el regreso de forma más tranquila, comiendo cuando hace falta y sorprendido por la buena respuesta de mi caballo de batalla: las cervicales.
Llego a mi destino tras 7h45 minutos (+20’ de paradas), 175 kms y 2300 de da+ con esa sensación de regusto absoluto, de haber superado este reto (o capricho, llámese como se quiera) y de tener el cuerpo adiestrado para la paliza del 22 de mayo en el Soplao.
El problema es que después del antojo, el domingo tocaba levantarse a las 5:30am para la maratón de Sonseca en Toledo. Veremos si el cuerpo aguanta.
5 comentarios:
Al revés que tu kilometrada, la crónica me ha parecido corta. Luego he visto que no era tan corta. Pero a mí se me ha hecho corta.
¡Cómo te lo curras Pablo! Lo uno y lo otro.
Luis
No has publicado muchas crónicas este invierno, pero seguro que no has parado de pedalear!!!
Te veo muy en forma!!! En septiembre tendremos que leer las crónicas por fasciculos!!! je, je
A mi lo que más me gusta es el planteamiento: te pegas esa paliza que es como un Soplao con algo menos de desnivel y luego al día siguiente te haces la de Sonseca...
En fin, que animalito que estás hecho...
Saludos!
Joder Pablo, no creo que queden muchas dudas sobre tu estado de forma para encarar el Soplao. En cuanto a La Nava, a veces no somos conscientes de lo que tenemos en Madrid.
Felicidades.
Luis, seguramente me gustaría dedicarle más tiempo a las crónicas, últimamente estoy un poco perro para escribir y trasladar al blog todo el tinglado de cada ruta. Intentaré extenderme algo más en las próximas, especialmente en la del 22 de mayo, jejeje.
Hey Jordi, lo que yo si veo es que vosotros no paráis. Por mi parte he estado más enfrascado en carretera y he hecho menos MTB, pero esto va a cambiar en la 2ª parte del año. Lo prometo.
Bruna, venga que en breve estás tú con los mismos planteamientos. A ver si te animas el año que viene para hacer el Soplao.
Chema, efectivamente, de tanto ir restamos valor a ciertos rincones de nuestra querida sierra. Lo de La Nava es un espectáculo en si misma. Las vistas que tienes desde allí arriba y la sensación de dominio absoluto que se siente. No te digo nada si además tienes la suerte de estar allí arriba solo. Oye, tenemos que quedar para hacer alguna hombre!
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