
Terminada la primera tanda de carreras con el objetivo del año cumplido (un pódium), y un paréntesis de casi dos semanas sin ni siquiera mirar a mis dos caballos de batalla, era el momento de volver al monte a respirar el olor a pino, perderse entre montañas inhóspitas y olvidar las pulsaciones, el cronómetro y el sabor a sangre en la boca...

Para ello nos citamos en el pueblo de Pinilla del Valle a las 8:30 de la mañana, lugar estratégico ya que la ruta termina en un portón frente a esta población enmarcada frente al embalse de Lozoya. Desde allí nos dirigimos por pista hacia Rascafría con el peso del madrugón todavía sobre nuestros ojos, y en 10 kms y tras callejear un poco, comenzamos la subida del primer puerto del día y que ya nos situaría a 1900 metros de altitud. Se trata de una subida muy tendida de cerca de 12 kms que se hace cómoda si vas en modo conversación. De esta manera te plantas en la cima casi sin darte cuenta.
Desde allí otro gallo iba a cantar. Comenzaba el sube y baja por las crestas de estas montañas que tan pronto te sitúan a 2100 metros ó te deslizan 200 metros hacia abajo, y vuelta a empezar. Y así durante un buen rato. Nada más pasar la cancela de Malagosto, hay un ramal: el de la derecha, recto, todo para arriba con unos porcentajes de hasta el 24% y mucha piedra suelta; el de la izquierda, se abre en curva y tiene pinta de ser algo más suave. Digo tiene pinta ya que nosotros, como siempre, cogimos la alternativa más recta, aunque sea la más dura. Ya conocía esta rampa de mis anteriores travesías por este lugar, pero la época del año tiene el terreno muy seco, y mis blanditas piernas no pudieron esta vez con ella.


Superado este escollo continuamos pedaleando y disfrutando de las espectaculares vistas que ofrece el lugar, a la derecha, el embalse de Lozoya con todo el valle vigilado por el Collado de Hontanar y, a la izquierda, se abren poco a poco los colores amarronados de la meseta castellana. Pronto nos acercaríamos a una segunda pared que termina en la atalaya donde está situada la cruz de Juan Ruiz, lugar de peregrinación todos los veranos para los vecinos del pueblo segoviano de Sotosalbos que escenifican el encuentro del Arcipreste de Hita con la Chata. Pues si, achatado te quedas cuando tienes que portear la bici sobre tu espalda para superar este desnivel, imposible de rebasar montado... ni ganas de intentarlo.



Una vez puesto el punto y seguido a las subidas, lo que nos quedaba antes de comenzar la infinita bajada hasta Navafría, era una mezcla de sensaciones increíbles por poder compartir con Juanma uno de los parajes más expuestos a las inclemencias meteorológicas de la Sierra de Madrid. En el día de la ruta, el sol fue el castigo, pero normalmente, el viento, el frío y la nieve suelen hacer intransitables estas montañas.
A medida que íbamos perdiendo altura, la vegetación refloraba y la altura y densidad de los pinares volvía a la normalidad. "Cómo se parece esto a Pinares Llanos", acertó a decir Juanma. Ese momento en el que te sientes fundido con la naturaleza, donde el silencio hace ruido, en el que cualquier población se encuentra a varias horas andando... esas sensaciones las siento en estos lugares como en ninguna otra parte de la Sierra de Madrid. Y allí, entonces, nos cruzamos con los únicos cuatro bikers que vimos en toda la mañana...


El descenso al pueblo de Navafría se realiza por una pista nada limpia que se hace larga de narices. A Juanma se le veía disfrutar como un chiquillo, no se cómo se puede bajar tan rápido por un camino con tantas piedras. Cada vez que nos parábamos a hacer una foto, le decía "no se si llevo la horquilla un poco dura", o "creo que voy sin pastillas traseras", jejeeje, excusas del mal bajador.
En Navafría cogimos agua en una fuente y sin detenernos más allá de 5 minutos y todavía masticando la barrita salimos en búsqueda de la pista por la que subiríamos la vertiente segoviana de estas montañas. Esta opción fue la que cogimos en la 2ª etapa de la Madrid Bikex, y aunque el recuerdo era durillo tenía muchas ganas de repetirla. Los dos primeros kms ya anuncian dureza con "falsos llanos" al 15% que nos hacían ir "parados". Cuanto más nos acercábamos a la falda de la montaña, mas se diluía el camino entre la yerba y la vegetación. "Papá, queda mucho???"... "Seguro que vamos bien???"... iba escuchando de cuando en cuando. La verdad es que no hay nada como circular con cierto sufrimiento por un sitio desconocido para amplificar el estado de ansiedad y del eterno pensamiento: "Cuándo terminará este p*to infierno!".


Los kilómetros iban pasando con ayuda del plano de la zona ya que no teníamos el track de la ruta. Incluso hubo algún despiste que nos obligó a algún kilometrillo de más... Siempre cuesta arriba, claro. Otra de las cosas que echaba en falta: el sabor de la aventura, de la duda por donde ir, que si por aquí, que si por allí. Es, no es... Las primeras revueltas del puerto delataban una ausencia de paso por la zona alarmante. Ni el tato. La yerba casi tenía conquistada la pista.
Una vez en el alto de Navafría, y comparándola con la subida tradicional que se coge en el Chorro, me quedo con esta opción aunque se de un poco más de vuelta. El resto, hasta Pinilla del Valle fue un placentero dejarse caer por los caminos y senderos que salen desde una de las Áreas Recreativas próximas a la cumbre.
El merecido homenaje, tras los casi 72 kms y 2000+ nos lo dimos en la terraza que está al otro lado del embalse de Pinilla. Cinco horas y pico sintiendo las sensaciones del ruteo puro y duro. Sin más. Del disfrute total de otro rincón increíble de la inmensa sierra que tenemos en Madrid. Ya hacía falta otra de estas. Y con una compañía, como siempre, de lujo. Gracias Juanma.
4 comentarios:
¡Que recuerdos de esa ruta!. La zona de Malagosto y las crestas es, sin duda alguna, de lo más salvaje que se puede encontrar en todo el Sistema Central.
Me has transmitido unas ganas de repetirla...
Saludos Pablo.
Lo dicho durante la ruta y la postruta: (y no es lo de cuando llegamos y si quedan más cuestas!!!!): Un placer y honor compartir kilómetros por la sierra madrileña en plan disfruton con uno de los subcampeones de España de las 24Doce. Era un continuo recuerdo de gente y de rutas realizadas durante estos últimos años. La ruta es de las que merece la pena, pero para hacerla cuando no haga demasiado calor por la excasa vegetación que hay cuando estás cresteando sin fin por encima de los 2000m. Lo mejorcito el bocata con las patatas y la jarra de cerveza (yo con limón) después del esfuerzo. Gracias por esperarme en cada subida e ir a un ritmo que no es el tuyo, ni siquiera sudaste!!!!!
Gracias por escribir la crónica, que quedará para la posteridad, al igual que todas las demás crónicas y que bastante a menudo me conecto, leo y recuerdo...
Un placer, Maestro!!!!!!
Da gusto y envidia leer tu blog, Pablo. Cuando uno va a decir "a ver cuándo coincidimos en alguna salida" echa números... y 72 km y más de 2000 dac+ en 5 horas y pico "en plan disfrutón" me parecen palabras mayores! La mayoría de los mortales tendría que dejarse los higadillos para tardar ese tiempo!
En fin, espero que coincidamos en la Madrid Extrema en septiembre ;)
Hasta entonces, iré entrenando
Un abrazo.
Nacho C.
Qué bien os lo pasáis, chicos!
Yo leo las crónicas de pablo y los comentarios que hacéis, y solo soy capaz de identificarme en sensaciones con la parte del bocata, las patatas y las cervezas!!!
Ánimo y a por más rutas!
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