τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

domingo, 14 de junio de 2009

Loma del Noruego + Pasapán redited

Este fin de semana estaba reservado para la ruta Madrid-Bola del Mundo, pero las ansias aventureras del amigo Edu le empujaron a aprovechar unos días libres en su trabajo y viajar con sus alforjas hacia la sierra de Teruel.

¿Y yo que hago? De momento cambio el día de la salida al domingo. ¿Y la ruta? Tiene que ser alguna que me sirva para seguir calentando motores para la Pedals. Uff, el jueves acabé del carril bici hasta el gorro, así que la Madrid-Bola la reservaré para cuando Edu esté disponible. Y como una visión me viene a la cabeza la ruta que hicimos Edu, Feria y el que suscribe el año pasado para preparar el Soplao 08: la unión de las rutas de la Loma del Noruego y Pasapán, para fabricar una superuta que me mantenga ocupado hasta bien entrada la tarde.

El Alto de la Fuenfría.

Me levanto a las 7:30 un tanto intranquilo por las posibles tormentas que anunciaban para hoy. Efectivamente, el cielo está cubierto de una fina capa de nubes. “Ni lo pienses”, me digo ante la posibilidad de quedarme durmiendo.

Dejadas atrás las malas intenciones, llego a Cercedilla a las 9:00, y quince minutos después ya estaba comenzando con las primeras rampas de la Fuenfría. La temperatura era muy buena (19ºC) y las nubes seguían eclipsando al sol. Perfecto para montar en bici, ya veremos si todo sigue así. En las Dehesas, un par de bikers me preguntan por qué carretera se sube el puerto y yo les indico la de la derecha, la que tiene el prohibido, que es por donde subo yo. Algunas horas después me los volveré a encontrar en otro punto de la sierra de Guadarrama.

Qué gozada volver a pedalear por estas cuestas, hacía demasiado tiempo que no venía por Cercedilla, desde la Quedada de Forobici el septiembre pasado. Aprovecho para respirar las esencias de la zona y me tomo la subida con la tranquilidad que me dejan mis piernas.

La cosa se complica en el Smitd.

Una hora después llegaba al alto del Puerto, y tras dar un vistazo de 360º para empaparme de las sensaciones que provoca este lugar, pongo rumbo hacia el Camino Smidt. “Huy, creo que me ha caído una gota”. Muy débilmente pero comenzaba a “chirimirear”. Comienzo a pensar en que si sigue cayendo agua en el Alto de Navacerrada abortaré la ruta. No estaba solo. Un buen número de senderistas y un grupo de militares se cruzan en mi camino, y esto me anima: No soy el último Mohicano.

El Smitd se pasa rápido. A pesar de que en esta dirección pica para arriba y algunos de sus tramos no son ciclables, este sendero es un decorado sacado directamente de “Excalibur”. En el alto de Navacerrada la lluvia se anima y yo me vengo abajo. Me cobijo en un techado al lado del camino que sube a Las Cabrillas y pierdo mi vista en el infinito mientras como un plátano. Son casi las once y la idea de volver al coche me repatea.

Comienza a llover en el Alto de Navacerrada.

Pensando en abortar la ruta.

Como si el cielo se apiadase de mí, la lluvia ofrece una tregua y yo, antes de darme cuenta, ya estaba metido en las primeras rampas del sinuoso camino que sube a la Bola del Mundo. Como si la prisa por llegar arriba me poseyese, paso por las rampas del 15, 18, 20 y 23% más liviano de lo que he subido nunca este “cuasi infierno” llegando a la cumbre en poco más de 26 minutos y a una media de 7 km/h. “Hay va, creo que Jose el año pasado subió también en este tiempo”, y me bajo de la bici con una sonrrisilla que implica total felicidad. Durará hasta que el Feria se pase por Madrid y suba hasta las antenas en 20 minutos.

Las Antenas.

La cosa sigue bastante negra.

A 2.265 metros las vistas suelen ser espectaculares. Hoy, no. Lo espectacular era el color negro de las nubes que se divisaban encima de Valmayor y alrrededores. En cambio hacia el norte el cielo dejaba pasar débiles algunos rayos de sol que iluminaban Segovia y su entorno.

¿Qué hago? “Bajo al Alto de Navacerrada por donde he subido para evitar una más que posible chupa de agua, o me sigo dejando llevar y tiro hacia Cotos por la Loma del noruego”. ¿Llueve? No. Pues para Cotos.

La tregua de las nubes aguantaba pero su concesión me iba a costar un pequeño tributo en forma de hostión. La caída tiene lugar en las primeras estribaciones del pedregal que sale junto a la parte alta de Valdesquí. Mi rueda delantera se engancha con una de las miles de piedras que habitan este paraje y salgo volando por las orejas de la bici. Tras el golpetazo, me quedo quieto en el suelo para detectar los dolores y su intensidad. Me duele la mano izquierda y sangro por un dedo, pero parece que no es nada más que un fuerte golpe y un buen raspón. “Chchchccht“, es lo que tiene ir con guantes cortos. Mejor suerte corrió la bici, que cayó sobre el blandito colchón de unos tupidos matorrales que hay junto al camino.


Valdesquí y la Loma del Noruego.

Al fondo, el refugio del Pingarrón.

El resto de la bajada por la Loma del Noruego transcurre sin novedad, aunque voy pensando en el dolor de la mano y en el sonido de los truenos que oigo a mis espaldas. Cuando llego a Cotos o “Cima Calvi” el sol ya impone su autoridad con lo que si tengo un pelín de suerte, los nubarrones que divisé desde la Bola se estaban alejando.

El tubo.

En la fuente que hay junto a la subida a Peñalara lavo mis heridas y me pongo a charlar con unos ciclistas que venían desde Fuenfría por el Eresma y habían subido por Cotos. Resultó que dos de ellos eran los que me habían preguntado por el camino para subir a la Fuenfría unas dos horas y media antes. Sus rostros estaban marcados por la mella que deja la subidita desde el Puente de la Cantina.

Una vez que lleno el bidón de agua serrana emprendo lo que será uno de los momentos mágicos de esta ruta. La bajada hasta las Siete Revueltas, primero por la pista y después por el cauce seco del río, propone un buen montón de minutos donde la adrenalina se le sale a uno por los ojos, un disfrute que bien merece el madrugón y quizás hasta el porrazo que llevaba en mi dolorida mano. A mitad de camino me paro para embadurnarme del ambiente mientras hago una foto a dos bikers que pasaban en ese momento como dos trineos de bobsleigh.

Las veredas del GR 10.

Sufriendo para llegar a la Fuente de la Reina.

Todavía queda subida.

Abajo, cruzo la carretera y me dirijo al GR10, por donde subiré hasta la Fuente de la Reina, uno de los instantes que menos me apetecen por el atragantamiento que me supone esta durísima subida una y otra vez. El piso está asfaltado y las pendientes comienzan a endurecerse a partir del km 2 o 3 manejando entre el 7-8% hasta el 15-16%. El problema de estas subidas es que yendo por asfalto la lógica te invita a ir más rápido de lo que realmente te permite el desnivel, algo que no te ocurre cuando subes por una pista con arena, gravilla o piedras. El caso es que como ya me sucedió subiendo Bola, me encuentro bastante cómodo dando pedales y voy jugando con el platillo y los piñones medios, que me dan una velocidad constante de 9-10 kms/h. En mitad de la subida encuentro a dos almas perdidas con sus bicis de paseo y un mapa abierto. Según me acerco a ellos pienso en ofrecer mi ayuda, pero la cara agria del hombre que apenas apartó su bici para que yo pasara me hizo cambiar de opinión: “Ala pues sal tú solito del atolladero y tómate un all-bran”.

Momento cumbre del día. Me encuentro en la Fuente de la Reina. Hasta el momento llevo unas tres horas y cuarto pedaleando. La escapatoria a Cercedilla la tengo a mi izquierda; la bajada hacia Valsaín, a mi derecha. Miro al cielo y le pregunto por sus intenciones. Me dice que de momento tiene entretenidas a las nubes en una partida de mus, así que tras llenar otra vez el bidón de agua, cojo el camino de la derecha que me dejará en la ladera norte de la Sierra de Guadarrama, ya en la provincia de Segovia.

En la Fuente de la Reina comienza otra ruta.

A mitad de descenso, en una pradera a la izquierda de la pista me encuentro a cerca de 30 o 35 bikers que inician la subida hacia la Fuenfría. “¡Qué capacidad de concentración!”. Sigo mi camino hacia los Montes de Valsaín con el recuerdo constante del dolor en la mano que me impide cambiar de plato con soltura y envolver con fuerza el puño del manillar. Intento convencerme de que es lo normal después del fuerte golpe y que como mucho tendré algún tipo de distensión. Intento no ir más allá y no pensar en otra cosa que en lo que me ofrecía el paisaje.

Un cartel dando ideas

Praderas de Valsaín.

Cuando el camino deja el bosque atrás y penetra en las praderas de Valsaín te das cuenta de que ya no hay vuelta atrás. Sólo una gran tormenta (qué miedo me dan estos fenómenos en las montañas, y más con unas calas en los pies) podría hacerme poner pies en polvorosa, y tal como transcurre la partida de mus por ahí arriba, esto parece poco probable. En estos prados pastan sin levantar sus cornamentas decenas de reses, negras como el carbón, algunas de ellas con unos testículos como camiones. La verdad es que me fío bastante poco de estos animales. Y si intuyo que hay un macho en el lugar, ni te cuento.

Con viento fresco pongo rumbo hacia la Cañada Soriana, mi enlace directo con la Mujer Muerta y su puerto: Pasapán. Pero antes tendré que deshacerme de unas trialerillas que van muy bien contra el estress. A pesar de que ya he pasado por aquí en otras ocasiones, el finísimo camino de bajada se diluye entre el matorral bajo y es complicado coger su carril. Hasta que lo consigo hago varios cientos de metros por encima de hierbas, hierbajos, zarzas y un racimo “asesina ruedas” que se me cuela entre la horquilla, el disco y la rueda. Fue un verdadero milagro poder continuar sin averías ni pinchazos.

En el portón que me da salida de estos parajes, hay un cartel que reza: “Santiago: 597 kms”. Son las 13:30 de la tarde y “creo que no me da tiempo a llegar de día” … Dejo atrás las ruinas del Caserío de Santillana mientras voy comiendo una manzana que reponga las energías que a buen seguro voy a necesitar.

El embalse de Revenga.

Pasado el embalse de Revenga hay un escollo que tengo grabado a fuego de otras veces. Un rampón de unos 150 metros con una pendiente fija al 23% que hay que subir casi esprintando a pesar de que el comienzo es casi de parado. “Joder como me cuesta, no se si llego montado arriba”, pensaba mientras me exprimía al máximo. En esos momentos en los que ejerces tamaña presión sobre la transmisión, subir un piñón es jugarse partir la cadena. Y esto si que es un drama. Ya arriba, cuando termino de masticar el corazón, me doy cuenta de que he subido con el píñón del 28, desechando dos opciones más cómodas.

La ruta transcurre por los ranchos que atraviesa la cañada, hoy con el ganado buscando cobijo en las zonas más sombrías . Las montañas, a mi izquierda, vigilan mis movimientos a la vez que cuidan de que no me despiste. Pronto me presentan la impactante figura de la Mujer Muerta. que susurra mi nombre y me atrae hacia ella en una especie de hipnosis endorfínica.

La Mujer Muerta.

Antes de enfrentarme a los casi 9 kms de subida del puerto de Pasapán, recargo baterías en la fuente homenaje a Paco, “el Campero”, que hay poco antes de la entrada. Aquí lleno el bidón y el Camel de agua, me tomo una barrita y me refresco a conciencia antes de emprender la larga ascensión.

Los cantos de sirena de la montaña me hacen dudar entre las dos entradas posibles, pero un “espabílate”, me orienta hacia la más alejada. Una vez pasada la bici al otro lado de la tapia, una larga recta te da la bienvenida haciéndote pasar junto a un caserón ganadero abandonado en el margen derecho del camino. Muy propio para grabar una peli de terror. Es inevitable que una vez rebasado el fantasmagórico edificio mire un par de veces hacia atrás, no vaya a ser …

En plena subida a Pasapán.

Centrado ya en la subida, pronto compruebo que un ejército de moscas van a acompañarme pacientes hasta la cima del puerto. Dan un asco tremendo, atraídas por el sudor no hay forma de dejarlas atrás. Lo mejor es abstraerse y contemplar en la medida de lo posible el fantástico entorno que me rodea. A pesar de no llevar excesivos kms (60 en el comienzo del puerto), la dureza de la ruta comienza a pasar factura. El caballo de batalla en esos momentos era el dolor en el trasero, muy castigado después de tanta tralla. De piernas no iba mal del todo, manteniendo velocidades más que aceptables. Esto beneficia a los sentidos de uno, que tienen mayor capacidad para recibir las mil y una visiones que el monte nos regala.

Pasados los primeros 6 kms, el puerto intenta meter la puntilla a quien osa subirlo. Sin porcentajes excesivos, la constancia de los mismos son su mayor virtud. Las pendientes se endurecen en uno o dos puntos para rematar con tres kms que se hacen realmente duros.

“Pero qué ven mis ojos!!!” Después de no cruzarme con ningún alma desde aquella concentración de bikers en la bajada de la Fuente de la Reina, aprecio los colores de unos maillots unos 200 metros por delante de mí. “Se acabó mi soledad”, pienso aliviado. La imagen me da fuerzas e imprimo un ritmo más vivo para darles alcance. No me fue difícil cazar a dos de ellos que iban realmente con el mazo encima, mientras el tercero se me iba hacia el final del puerto. Bajé un piñón y apreté hasta el 100% de mis pulsaciones para llegar a la cumbre a la par que el compañero aventajado. “Vaya paseíto”, me dice mientras abro el último portón. El trío también venía de Cercedilla pero habían elegido una forma más directa de llegar a este lugar que la mía.

55 minutos después.

Tras comerme un plátano e inmortalizar el momento, me despido de mis amigos sufridores y comienzo a descender camino del embalse del Espinar. Antes, tendré que enfrentarme a una super trialera con un 34% negativo y miles de piedras que se desprenden de su lugar ante la llegada de la rueda delantera de la bici. Por momentos me digo que seguir bajando montado es una temeridad, mientras clavo los frenos para intentar controlar mi montura. La pendiente y el dolor en los antebrazos hace imposible desmontar por la vía civil, así que, o termino montado hasta abajo o me tiro contra las piedras para evitar otro posible vuelo orejero.

Demonio de bajada.

Vaya momento delicado. Una vez abajo miro hacia arriba y solo pienso en santiguarme dando gracias a Dios por haberme mantenido erguido. Los próximos kms son por pista y, salvo una bajada rápida que termina en una curva a izquierdas muy cerrada, se hacen fácil, pero conviene reservar el último aliento para arrojarlo en la subida al collado Marichiva y sus casi dos kms de piedras y porcentajes con IVA.

Terminando la arrastradera.

Hoy no he estado muy lúcido gestionando estos 200 últimos metros de desnivel, atrancándome un par de veces durante la machacona subida que me han obligado a patear algo más de lo que hubiese querido. La motivación a estas alturas está como mis fuerzas, muy baja, y ya solo pienso en la bajada por la trialera que sale frente al portón del collado. En este punto, un senderista muy curioso me pregunta si he visto a alguien por donde he venido. “Juraría que no”, le respondo, a lo que reacciona con una serie de improperios hacia su grupo de compañeros, a los que había perdido ya hacía un rato.

Comienza Marichiva.

Tras desear suerte al personaje, inicio el descenso fijándome en los puntos rojos de los pinos. La parte de las piedras la sufro sobremanera y la hago despacito y con buena letra para evitar más sustos. Las partes rápidas, las disfruto como un niño pequeño cuando se calza sus primeros patines. La verdad es que es un espectáculo descender por el corazón de una montaña, sin otro obstáculo que los miles y gigantescos vegetales que purifican el aire que respiramos.

Proteínas concentradas.

En un tris se llega a las Dehesas, y en otro tris llegas, tras coger velocidades más allá de lo razonable, al parking donde el coche espera fiel al loco que habitualmente lo conduce. Curiosamente, detrás de donde había aparcado tengo un Seat León negro y un Seat Córdoba plata,. La misma situación que el año pasado en el mismo sitio y casi a la misma hora. El espíritu de Feria y de Edu habían estado empujándome durante toda la ruta. ¡Gracias compañeros!

Son las 17:05 y el ambiente sujeta la temperatura a 23ºC. No me puedo quejar, Vaya día para montar en bici y perderse por las montañas. He disfrutado de 6:32 horas pedaleando (51 minutos menos que en mayo 08) y cerca de ocho desde mi salida y me da cierta pena que la ruta se acabe. Me siento satisfecho por haber completado los 82 kms y 2.700 metros de desnivel acumulado, pero mucho más por haberme atrevido a intentarlos, a pesar de las previsiones negativas y llenas de tormentas que se habían dado. Queda claro, una vez más, que el éxito, si viene acompañado de cierta incertidumbre previa, duplica su valor.

Realmente es un privilegio tener la oportunidad de disfrutar de recorridos como este, que es de los que hacen afición, tanto por su belleza como por su dureza, además de no dejar de lado ninguna de las variantes del MTB. Sin duda se acerca a lo que se podría denominar como la ruta perfecta.

En fin, espero que el golpe en la mano no me impida en los próximos días seguir calentando motores para el reto de la Pedals, ya a la vuelta de la esquina.

Ya os contaré.

Los números de la ruta:
82 kms.
12,5 kms/h
6:32h de pedaleo.
7:49h total de la ruta.
2700 desnivel ac+
Temperaturas <19/23>

6 comentarios:

Eduardo dijo...

Tío, ¡eres un hacha!. Un abrazo amigo y felicidades por culminar de nuevo una ruta histórica.

Eduardo.

Eduardo dijo...

Ahhh, espero que no sea nada lo de la mano, cuidala bien estos días.

pablo.bk dijo...

Enhorabuena también para tí por descubrirnos esos parajes por los que has estado perdido 4 días. Estoy deseando ver las fotos.

Jose Feria dijo...

Pero que animales que estáis hechos, si es que os dejo una temporada sin mi supervisión y os desmadráis.

Lo de subir Bola en 26 min...me pica jajaja La próxima vez que vaya a Madrizzzzz ya sé cuál es mi reto :P.

Pedazo de ruta para hacerla solo, yo no podría.

Ahora estoy un poco de parón de bici, ya que la calor me impide salir por las tardes...

Espero que cuando terminen las clases poder empezar a coger el ritmo de nuevo por las mañanas, porque estoy flojo flojo...y no es por llorar jejeje

pablo.bk dijo...

Hombre Jose, se te echaba ya en falta. Me acordé mucho de tí subiendo Pasapán el domingo, por lo del culotte sin badana, jajaja. Yo iba con el trasero hecho un cisco y pensé cómo lo debistes pasar tu el año pasado. Os eché de menos.

A ver si te subes pronto y organizamos una en condiciones.

Juanma dijo...

Si organizamos alguna en condiciones no significa meternos 400km en 8 horas... Es mejor una rutita de 60km + hamburguesas en el Julians. Qué os veo venir!!!!