Esta ruta en concreto no nace por mis frecuentes lecturas de los mapas, sino del imperturbable espíritu libre de otro ser que vive en continua simbiosis con la naturaleza: Eduardo Pedales. Ambos propusimos a principios de semana nuestras alternativas aventureras y, después de un concienzudo examen, se terminó impusiendo su opción. La mía, más al norte que ésta y más expuesta al frío, quedará para la primera oportunidad que se presente.
Quedamos en que el punto de partida fuera el puerto de El Cardoso (alt. 1358), todavía en el municipio de Montejo de la Sierra y en el límite noreste de las provincias de Madrid y Guadalajara. A las 9.30 de la mañana, la temperatura no pasaba de 1ºC, pero el día prometía cielo azul y escasez de nubes, con lo que el termómetro se recuperaría rápidamente.
Escarpando hacia el Collado Salinero.
Ufff, que vistas.
Las primeras pedaladas nos llevan por una pista en subida que nos dejará en el puerto de la Hiruela (alt. 1477), donde cruzamos la carretera y nos metemos campo a través en escalada pura y dura con las bicis al hombro hacia el Collado Salinero. La idea de mi amigo era atravesar este monte a machete para coger la pista que nos llevase hasta el Collado de las Palomas bordeando el monte Porrejón (alt. 1827).
Genial día otoñal para esta pareja.
Vistas desde el Puerto de la Hiruela.
La otra opción era descender por carretera unos tres kms para coger otra pista que nos subiría a nuestro punto de destino. Pero este tramo asfaltado no aparecía en el mapa que nos acompañaba. He de reconocer que hubo momentos en que pensé que mi acompañante iba a ciegas (y le maldije por ello, jeje). Pero no, ciertamente, y tras quince minutos de sufrimiento, enlazamos con un sendero que iba a resultar ser el GR88 y que, al más puro estilo Mountain Bike (que diría Peguero), nos llevaría a nuestra pista deseada para poco después desembocar en el Collado de las Palomas (alt. 1647).
Primer gran escollo superado con más pena que gloria... Ay Edu, Edu!
La mañana estaba en pleno apogeo, el viento se había tomado vacaciones, y el sol brillaba para calentar estos montes de la Sierra de la Puebla para nuestro absoluto regocijo. Los próximos kms resultarían muy cómodos y placenteros. Poca subida, buena pista e impresionantes vistas. Y esto aliñado con una buena conversación que determina el estado de locura de los tertulianos. Buenas dosis de risas.
Desde el Collado Salinero.
Al oeste, las cumbres que llegan desde Peñalara hasta Somosierra.
Al sur, el embalse del Atazar.
Más estampas de la Sierra de la Puebla.
Nos vamos acercando al Cerro de la Torrecilla (alt. 1500) y vamos dejando atrás la impresionante garganta del Portillo que atraviesa el mismo GR88 al que tanto nos costó llegar unas horas antes. Ya en el cerro, y tras cruzarnos a dos parejas de ciclistas, comenzamos una fulgurante bajada de más de 8 kms hasta El Atazar (alt. 995) -población que da nombre al mayor embalse de la Comunidad de Madrid-. Aqui tocaba parar para comernos algo de lo que llevábamos como avituallamiento (sandwiches y pan élfico!). Eran las 12:45 y habíamos dejado atrás unos 32 kms. Si las previsiones de la ruta eran correctas llegaríamos al coche bastante justos de tiempo como para poder cumplir con mi promesa de llegar a casa sobre las 16:30.
Bordeando Peña Cabra.
La marcha continuó, dejando El Atazar atrás y su esplendoroso embalse. La temperatura alcanzaba los 16ºC y era un gusto pedalear. Pronto comprobaríamos como lo más duro de la ruta estaba a punto de llegar, pero ya sabemos que recompensa sin sufrimiento no existe. Para endulzarnos la penuria, el monte nos iba a regalar unas estampas dignas de los más recónditos lugares de cualquier lugar por descubrir.
Buitre retratado en Peña Cuervo.
Montejo de la Sierra desde nuestra atalaya.
La pista poco a poco iba cogiendo altura en su destino hacia el norte. Sin saber muy bien en dónde nos metíamos, el desnivel a superar en unos 10 kms era de 800 metros ante la única y atenta vigilancia de Peña Cabra (alt. 1834). El puerto apretaba en unos puntos con porcentajes hasta del 17%, y relajaba las pendientes en otros lugares. Las piernas ya comenzaban a pesar, especialmente en Edu, que llevaba sin coger la bici desde la ruta por Casillas y la Reserva de Iruelas y esto es un 'debe' importante cuando afrontas estos puertos largos y exigentes. Pero como todo se sube, especialmente si tienes un don para luchar (caso de mi acompañante) en pos de una satisfacción infinitamente superior al sacrificio, el tiempo que se emplee es lo de menos. Lo importante era alcanzar Peña Cuervo y sus casi 1700 metros.
Increíble postal con el Pico de la Miel saliendo de la neblina.
En el ascenso, dos venados cruzaron la pista unos 30 metros delante de mi posición. Ante tamaño espectáculo solo se me ocurrió lanzar un grito de aviso en el vacío para que Edu “se diera prisa en llegar para verlos”. De qué forma más extraña funciona nuestra mente cuando la exigencia física anula el raciocinio. Edu iría unos 100 metros por detrás, y a mí ni siquiera me dio tiempo a sacar la cámara de fotos ante la aparición de los animales.
El éxito del disfrute en la cara de los dos.
Ya en el alto, con el puertaco superado, una espectacular postal se abrió ante nuestros ojos. Pocas veces he tenido una sensación tan magna de altura y dominio, ni siquiera en la Bola del Mundo. Situados en lo más alto de la cuerda de la Sierra de la Puebla, a casi 1.700 metros de altura, Prádena del Rincón, Horcajuelo y Montejo de la Sierra aparecían como mínimas maquetas a nuestros pies. Enfrente, el manido collado del Mosquito y a su derecha, los picos que desembocan en Peña Cebollera con sus cumbres nevadas. Espectacular. La luz de la tarde le daba a toda esta visión unas tonalidades diferentes. Como si estuviéramos en un lugar diferente al de la mañana.
Pista hacia el Puerto de la Hiruela bajo el sol del atardecer.
Ya estaba claro que en mi casa me iban a cambiar la cerradura. No había ya ni la más remota posibilidad de llegar a la hora prometida. La ruta había terminado siendo más larga y dura de lo previsto, y las paradas habían sido demasiado frecuentes. Ya solo quedaba rezar para que los daños colaterales fueran mínimos. Rezar, y disfrutar estos irrepetibles momentos.
Espíritu animal.
A veinte metros de nuestra posición, dos buitres nos miraron desde su atalaya (y quien sabe si su nido-hogar) preocupados por que los dos de los cascos no superaran su línea de seguridad. Cuestión difícil. Di dos pasos y se lanzaron pausados al vacío en busca de esas corrientes de aire que les mantienen arriba sin esfuerzo. Momentos que no tienen precio.
La ruta llega a su fin en los senderos que llevan hacia el Pto del Cardoso.
Pero había que seguir, quedarían no más de 10 o 15 kms. Al subirnos en nuestras monturas aparecieron dos de los ciclistas que nos habíamos cruzado en el cerro de la Torrecilla. Uno de ellos iba con una Gary Fisher roja de época. Vaya pepino de museo. E iba fino, fino. Tras despedirnos (a ellos todavía les quedaba un trecho hasta El Atazar) y desearnos buen final de ruta, Edu y yo nos pusimos en marcha en busca, de nuevo, del Puerto de la Hiruela, que ahora sí alcanzaríamos desde la carretera. Y desde aquí, por pista, hasta el puerto del Cardoso, no sin antes hacer un nuevo descubrimiento made in Edu de un sendero indómito que nos dejaría en los coches con esa cara de bobos disfrutones que cada vez se repite más. 16:42. Fin de la aventura. En casa me cortan los huevecillos.
“Amigo”, le digo a Edu, “no se porqué, pero últimamente, tengo la sensación de que ruta que acabo, ruta que supera todo lo anterior”. Será eso que dices de surcar territorios nuevos, encontrar nuevos senderos, escalar desconocidas montañas... sufrir y aventurarse por caminos que esconden mil y una sorpresas... Deleite total.
Espero que haya alguna otra aventura antes de tomarme las vacaciones bicicleteras que me permitan afrontar los retos del próximo año con ciertas garantías.
Hasta la próxima!
Algunos datos:
65,7 kms.
1760 de desnivel positivo.
6h54 de ruta (5h14 parcial)
1697 m punto más elevado
880 m punto menos elevado
1358 m media de altura durante la ruta
<1/16> ºC
10 comentarios:
Soy repetitivo, pero cada día que pasas me das más envidia. Aunque luego pienso: "otra ruta más que me tiene que enseñar y la disfrutaré como la ha disfrutado él!!"
De este enero no pasa que me enseñéis todas esas rutas, pero tendréis que tener paciencia conmigo.
Muchas gracias por compartir la ruta!!!!
El rock&roll es lo que tiene... suele llevar mas tiempo... ¡mas disfrute!
¡Vaya fotos! Ir cumbreando a esa cota debe ser el climax, je,je...
Recuerdos desde Cantabria!!!
Eso de parar me suena, pero no hay forma!! jaja!!
Muy bonitas las fotos y menudo rutón!
¡Qué buena ruta nos quedó!
Habrá que ir mirando posibles nuevas aventuras para un futuro inmediato.
Venga máquina, un abrazo!!
Eduardo.
Señores, un rutón en toda regla con unos paisajes de postal. Qué buena idea tuviste Edu!
Desde luego estas son las que hay que repetir.
Seguimos en ruta...
Un abrazo a todos!
Es envidia positiva la que siento cada vez que leo un relato vuestro, tal vez sea repetitiva, pero me encanta la fluidez de palabra que tenéis ambos( Edu-Pablo)para trasmitir lo que sentís en cada una de vuestras aventuras, creo que un día de estos voy hacer una escapada a Madrid, para poder disfrutar de dichos parajes que muestra la sierra...Un abrazo
Perdona que me ría Ja, ja, ja, por eso de lo de las vacaciones bicicleteras. ¿Cuanto van a durar? ¿Ocho días? Bueno, pongamos diez.
Lo tuyo es como decir: disfruto tanto con esto de la bici, que lo voy a dejar unos días y de paso me doy unos latigazos.
Claro que, a lo mejor deberían darte unos latigazos para que dejaras de darnos envidia mala. Aunque por otra parte me encanta leer tus crónicas.
No sé que hacer....
Bueno, sí lo sé.
Luis
Clara, te tomamos la palabra. Será un lujazo teneros por la Sierra de Madrid de nuevo. De todas formas, siempre estará el Soplao para rodar juntos, no?
Luis, cachondo, incluso te voya dejar que me des los latigazos tú si estos son mientras pedaleamos. Siempre dolerán menos, jeje. Lo del descanso dominical espero que dure al menos tres semanas... aunque no estoy seguro de que lo soporte, jajaja.
Ruta alucinante Pablo, ya me has puesto los dientes largos con esa zona. Espero que tu descanso no se muy largo para volver a leerte pronto.
Alakan, me alegro de que te crezcan los dientes un poco. Por tu culpa, los míos están a la altura de mis pies.
Oye, deberíamos organizar una ruta de bloggeros en 2010, ahí queda eso...
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