τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

sábado, 24 de mayo de 2008

Los 10000 del Soplao 08


Vamos con un pequeño relato de lo acontecido el fin de semana del 23, 24 y 25 de mayo de 2008.
Viernes, 23 de mayo.- Eduardo (Frenetikow) es puntual como siempre y a las 9:30 estaba en la puerta de mi casa. Hacemos el trasvase de bicis y una vez que todos los equipos están en mi coche partimos rumbo hacia Burgos por la NI. El día había amanecido revuelto. Habíamos quedado con Jose (Joseferia) en el km 50 (desviación Torrelaguna). Según hacíamos kilómetros, más negro se presentaba el cielo. Llegados al punto de encuentro y esperamos a Jose unos minutos.

Cuatro horas después estábamos entrando en Cabezón de la Sal, lugar de salida de los 10.000 del Soplao, en un atardecer nublado pero con una temperatura agradable y las ilusiones muy elevadas. Recogimos el dorsal, el chip y el libro de ruta y otra vez para el coche. Nuestro cuartel general lo ubicamos en Somo, a 50 kms al este de Cabezón de la Sal y enfrente de la ciudad de Santander. Un lugar espectacular lleno de prados verdes, casonas, pajares y gallineros que ha evolucionado hacia el turismo residencial menos que otros puntos costeros. Un lujo.

Por la tarde, después de comer algo, nos dimos un paseo reparador por la zona durante una hora disfrutando del sol y los pastos verdes. Más tarde, tras charlar con unos amigos, nos fuimos a Liérganes a cenar. Allí, todavía se respiraba un cierto ambiente a ruedas flacuchas. El menú de la cena estuvo repleto de hidratos de carbono que nos llenó las barrigas de energía positiva para el día siguiente. A la salida de la cena, la lluvia nos anuló el paseo previsto, así que a casa… A dormir… A soñar.

Sábado, 24 de mayo.- 6 de la mañana. Tiiiiiic, tiiiiiic, tiiiiiic, el móvil de Jose rompe el silencio y anuncia que nuestro día ha llegado. No saltamos de la casa precisamente. Poco a poco nos vamos incorporando. Miramos por la ventana y “HORROR”. Desapacible total. Nublado, viento y unos 10ºC. Desayunamos unos bocadillos, zumos, fruta y unos yogures.

El tiempo apremia. La salida se daba a las 8:00 y eran las 7:10. Al coche y zumbando hacia Cabezón de la Sal. Llegamos a las 7:45. Aparcamos rápido al lado del pabellón donde se encontraban las duchas y las pistolas para lavar las bicis. Perfecto.

Montadas las bicis, salimos pitando para la salida. De camino, miro a Jose y le veo sin casco. “Pero, y el casco?”, le digo. Sin decir nada y con cara de “me cago en todo”, se da la vuelta para recoger de su coche el protector de su cabezota. Llegamos tarde, eran las 8:12 según el reloj electrónico de la salida y solamente los últimos ciclistas rezagados andaban todavía por allí. “Estamos apañados”. Edu y yo pasamos por la pancarta de meta donde se activa el chip y nos dirigimos a la carretera general rodando a la espera del señorito andalú. En un suspiro ya le teníamos con nosotros. Pero aquí no acaba todo. A la pregunta “Jose, has pasado por la salida?”, él responde “pues no lo sé, creo que sí, pero…”. “Anda y baja no vaya ser que no hayas activado el chip”. Tremendo. Vaya comienzo. Qué desastre. Y para rematarlo comienza a chispear.

Salimos los tres por fín de Cabezón de la Sal en dirección a Rioturbio. Pronto, cogemos una pista a la derecha que estaba llena de grandes charcos pero con suelo compactado. Vamos rodando tranquilos y tenemos la referencia de dos grupos delante nuestro. Sin prisa. Nos quedan 160 kms. La pista comienza a picar hacia arriba, pero nada especial. La verdad es que no sabes que ritmo poner con este kilometraje, y pecamos de conservadores. Aún con el ritmo bajo comenzamos a cazar unidades que también iban sin prisa. Ascendemos entre enormes helechos y arboledas muy tupidas. De pronto, el mar delante, el Mar Cantábrico. El contraste del verde intenso de la vegetación con el azul grisáceo del océano provoca un goce especial.

La pista comienza a descender hasta Caviedes, km 22 de carrera, lugar del primer avituallamiento. Aquí ya se veía a más gente siendo unos 50 ciclistas los que coincidimos en este punto. En 5 minutos ya estábamos montados otra vez y, por carretera, nos dirigimos a un bonito pueblo llamado La Cocina y en donde ya se notaba el calor del público. Afortunadamente dejó de llover, aunque el cielo muy nublado rebosaba humedad.

Llega el primer puerto del día. La subida al Soplao, que linda con la parte norte del Parque Natural de Cabárceno. Suponía superar 500 m de desnivel en 8 kms, siendo los primeros dos mil metros por una trialera infernal donde el 99% de los participantes ponen pie a tierra. Hay 2 que no, que tiqui taca, con la barbilla en el manillar tiran para arriba. “Joder con esta juventud”, dice un biker cuando los dos elementos rebasan a su grupo. Los dos elementos éramos Jose y yo, que subíamos a 4,5 km/h con las ruedas patinando encima del barro. Pudimos pasar a más de 40 bikers durante la subida, pero, Hay amigo!! La trialera se vengó de nosotros y no dejó que nos fuéramos de rositas. A pocos metros para llegar arriba, la cadena comenzó a bloquearse. Pie a tierra, y los últimos 50 metros a hacerlos andando. Como todo Dios!!

Ya arriba, el aspecto de la bici era dantesco. Las ruedas, la transmisión y la cadena completamente llenas de barro. Y mientras intentábamos limpiarlas nos iban pasando poco a poco todos aquellos que subían andando. Qué bien!! Le digo a Jose que así no podía seguir. Pasa Edu, y nos pregunta que qué hacíamos. “Qué cachondo!!” Le digo que estoy pensando en retirarme porque 140 kms con la transmisión atascada eran inviables. Vaya grito que me pegó “Tú estas loco. Tira para delante, anda”. Logramos aligerar un poco la bici de barro a base de aquarius a presión y aceite verde.

Continuamos unos 300 metros andando encima del barro y sobre una pendiente que se suavizaba lentamente. En cuanto el suelo se endureció, montamos de nuevo, y con la rabia del momento pasado, empezamos a tirar duro para arriba dirección El Soplao en el que nos esperaba otro avituallamiento. Allí nos encontramos los tres de nuevo. Llenamos los botes de líquido y comemos un plátano y tigretones. Salimos. Nos espera un descenso vertiginoso que será el más peligroso de toda la ruta hasta Puentenansa. Bajaríamos 400 m de desnivel por una trialera arcillosa primero, piedras y roderas (donde por lo visto hubo bastantes caídas y alguna fractura) y hormigón rallado tipo Collado Pelea al final. En esta bajada reconozco que me la jugué un poco, bajé como un poseso adelantando a más de 10 ciclistas a los que pedía paso desaforadamente.

Ya en Puentenansa, con Edu por delante y Jose por detrás, veo como unos vecinos habían sacado una manguera a la calle para que limpiáramos las bicis. La mía estaba totalmente cubierta de arcilla. Ví abierto el cielo. Además, se estaba despejando y algunos rayos de sol comenzaban a filtrarse entre las nubes. Después del lavado, otro chorrito de aceite y a tirar.

De Puentenansa salimos por carretera, cruzamos un río –en el que la organización se preocupó en poner unas tablas para que el paso fuera más fácil-, en el que hubo que mojarse un poco –yo pasé andando con la bici encima-, y entramos tras girar a la izquierda en una pista que enseguida nos pone a los pies del Monte Aa. Desnivel de 500 m sobre hormigón rallado con rampas contínuas al 20-23%. Una gloria. En poco más de media hora de sufrimiento habíamos ascendido a 600 metros por encima del nivel del mar y contemplábamos unas vistas de postal. El sol ya calentaba a radiar, el cielo estaba despejado y las sensaciones de las piernas eran buenas aunque ya llevábamos 52 kms de machaque. Nuestras posiciones seguían siendo las mismas, Edu delante en un punto indeterminado y Jose 200 metros por delante de mí. Al pobre le llevé retenido 95 kms sin dejar que se escapara.

Del monte Aa a Ruente hay una bajada por pista espectacular de 8 kms entre robles y saltos de agua. En este punto habíamos completado el primer bucle. Vamos superando ciclistas poco a poco; calculo que desde la salida dejaríamos atrás a unos 100. En ese momento las bicis iban más o menos bien, con algunos lógicos ruidos, pero rodaban que no era poco. Termina la bajada y salimos del bosque para dirigirnos a Ruente. Este pueblo estaba colapsado de gente gritando, rompiéndose las manos a aplaudir. Familias enteras tiradas en las cunetas haciéndote sentir un campeón (gracias a todos ellos). Joder que fuerte, me estoy emocionando al recordarlo otra vez. Todos esos niños agachados dándonos ánimos. Es una foto que espero no se me olvide nunca.

De Ruente teníamos 6 kms por asfalto estrecho y con una vegetación que envolvía el entorno hasta estrangularlo. Esta parte picaba hacia arriba hasta el Área Recreativa Casa del Monte (un lugar muy recomendable), paraíso frondoso acompañado de un poderoso río que fluía paralelo a la carretera. Estos kms me los tomo como recuperación, pero no de piernas, sino de tiempo. Plato grande piñones pequeños y a tirar. Adelanto a dos grupos de 4 o 5 ciclistas que me dan ánimos al pasar. Con uno de ellos estuve charlando un rato más adelante.

En el Área Recreativa Casa del Monte llevábamos 66 kms encima. Aquí teníamos un avituallamiento con bocadillos y todo tipo de comida y bebida. Los tres mosqueteros nos encontramos de nuevo en este punto, lugar en el que estuvimos unos 10 mtos.

Lo que se nos venía encima ahora eran palabras mayores. Tras una curva a la derecha comenzamos a subir el peor y más largo puerto que he ascendido nunca: El Moral. Nos obligará a salvar casi 1000 metros de desnivel positivo en 12 kms interminables. Edu se toma tranquila la subida, iba charlando con unos de Valladolid, Jose y yo, en plato pequeño con piñones medianos íbamos a buen ritmo. En los primeros 7 kms, adelantamos cerca de 30 posiciones. La velocidad de subida no pasaba de 10 kms/h. AUPA! ARRIBA! VAMOS! Podíamos escuchar mientras adelantábamos a cámara lenta. Un ambientazo tremendo. Mirabas hacia delante y una serpiente de a uno multicolor se fundía con los prados verdes y el cielo azul de ese momento. Todos nos íbamos abriendo paso en esa poderosa ladera de la montaña.

Jose comienza a despegarse y pienso “que no puedo ni debo seguirle”. Aprovecho para bajar un poco el ritmo y subo un piñón para terminar de incrustarme en un grupo con el que terminaré prácticamente el puerto. Comienza a nublarse según nos acercábamos a las puertas del cielo. Delante, Jose a 200 metros y una curva a izquierdas donde parece que se termina el puerto. Los cojones!! Cuando sobrepasamos ese ángulo, se abre la vista hacia nuevas rampas que se pierden en el infinito. Aquí comenzaron los pensamientos pesimistas. Qué martirio de subida. Se sigue nublando. Al rato, corono. Milagro! Madre que extenuación. Estábamos en el punto kilométrico 80 y pico. Tengo que parar para ponerme el chubasquero para la bajada y comer algo. Me tomo un plátano y un botellín de agua. Comienza a chispear. Tras un par de kms de sube y baja por la cuerda de la montaña comienza el ansiado descenso que nos llevará hasta Bárcena Mayor (km 95). Vamos pues. Son 10 kms de descenso hasta el arroyo Juzmeana (hago notar a los lectores que no se hayan dormido que este descenso tendremos que subirlo en unas tres horas), y de allí 4 más por carretera hasta Bárcena.

En el descenso intento recuperar las piernas, me dejo caer, para luego rodar fuerte en la carretera. Jose va delante pero no le veo, y Edu detrás no se a cuánto. A media bajada del Moral sube un Jeep de la organización voceando: “Atención, suben los primeros”. “No puede ser, pienso”. Efectivamente, unas curvas más abajo me cruzo con el 1º, que ya estaba volviendo y al que le quedaban unos 30 kms para meta. Nos sacaba más de 3 horas (5:20h al final). Un extraterreste el tal Evaristo. Llego a la carretera donde había unos Guardias Civiles cortando el tráfico y mucha gente aplaudiendo y dándonos ánimos.

Ya en Bárcena atravieso el pueblo y llego al 4º avituallamiento. Me encuentro a Jose metiéndose un bocata de jamón. También me encuentro con Toni, el amigo de Bruna con el que coincidí en la marcha por los Montes de Toledo. Después de unos 12 minutos Jose y yo salimos. Toni ya había salido un poco antes. Nos espera una subida al alto de Cruz de Fuentes de 17 kms que atraviesa la reserva natural del Saja Besaya y donde nos endosaremos otros 800 metros de desnivel positivo. La subida es un recreo para los sentidos. Un bosque lleno de hayas y robles con poderosas rocas llenas de musgo y helechos de tres metros saludaban al camino y casi se lo comían. Jose me pone su rueda para que le siga y le aguanto no más de 2 kms. Le digo que se vaya, que me deje morir en soledad. Argggggg!! La espalda me estaba matando y las piernas no me iban. En 2 curvas a Jose le perdí de vista. Yo pienso en aflojar para coger fuelle. Iba fundido. El sol sale otra vez y ya nos acompañará toda la subida. Fueron momentos muy duros en los que los espacios tan largos te invitan a pensar, a interiorizar. Los niños, tu mujer, que sentido tiene esto, qué cojones hago yo aquí quedándome sin sudor. “Joder, Pablo, párate”, pensaba. Me costaba hacerlo y seguía erre que erre con el plato pequeño y el atepenúltimo piñón. Vaya desgaste.

La espalda me dolía mucho, y sólo el hecho de alargar el brazo para coger el bote de líquido suponía un latigazo insoportable. “Ya está bien”, paré y me metí un gel. El tiempo que estás parado sirve para recuperar algo, ya te digo que sirve. Me pasan dos ciclistas y luego tres más. Éstos me preguntas si todo iba bien. Me reía por no llorar. “Todo bien”. Me monto y continúo pedaleando, las piernas estaban más relajadas pero la espalda seguía castigándome sin piedad. Un par de kms más adelante vuelvo a parar para tomarme un Ibuprofeno. Un coche de la organización pasa a mi lado y me pregunta si necesitaba algo, “no”, respondo. “ Todo bien, gracias”. A Pinoccio le creció la nariz por bastante menos.

Había llegado el momento de inflexión de la ruta, ya que entre el gel y el antinflamatorio mi cuerpo estaba reaccionando. Al cuarto de hora el dolor de espalda había desaparecido y podía ir subiendo más cómodo. Uffff, qué alivio. Comienzo a ver la Cruz que preside el alto del puerto. Recupero un par de posiciones y un vasco me pregunta si sé lo que queda para el final. “Dos o tres kms”, le digo. “Me cago en la leche”, me responde. Qué gracia me hizo esa expresión llena de desconsuelo. Ya llegamos, quedan 100 metros y habré culminado el Cruz de Fuentes. Hecho. Arriba, cojo una de las tres botellas de agua que había en el suelo. “Pobres, espero que los que vienen por detrás tengan líquido suficiente”. Allí me informan que estaba a punto de llegar una furgoneta con más bebidas. Y es que este pequeño avituallamiento no estaba en el Road Book. Fue improvisado y se agradeció. Uno de los de la organización estaba tomando posiciones (km 108) en la llegada al alto. Le pregunto y el hombre me enseña la tremenda lista: el 373º!!! Me pareció estar demasiado atrás, pero… “hay que entrenar más”, pensé. La ilusión de entrar entre los 200 primeros se convirtió en una utopía. Coger a 170 animales más era una misión imposible.
Tocaba descender hasta la carretera que sube al Puerto de Palombera. Se trataba de unos 4 kms de pista en los que estuve acompañado de 4 bikers que no iban muy rápido. Preferí no jugar a una bajada loca por ganar estas posiciones. Al llegar a la carretera me encontré muy recuperado, así que comencé a tirar a plato los dos kms hasta el alto de este puerto. Dejé a mis acompañantes y una vez en el alto, me enfrasco en una bajada en solitario a toda leche. Se estaba cerrando la niebla, pero la carretera, con buen asfalto, ofrecía curvas amplias aunque había que tener cuidado con los coches que subían en sentido contrario.

Tras cinco kms, un desvío a la derecha nos dirige al avituallamiento de Ozcaba donde ofrecían café caliente además de las cosas de costumbre. La niebla apenas dejaba ver a 20 metros. Me vuelvo a encontrar con Toni, pero el que ya no estaba era Jose. “A este ya no le veo más”, pensé. Toni sale con su grupo y yo esperé algo más para comer más. Venga!! Me monto de nuevo y enfilo una pendiente que nos llevó a la segunda zona de barro del día. Decidí no hacer la misma estupidez que en la trialera del Soplao. Anduvimos unos 3 kms sorteando el barrizal, montando y desmontando, evitando el camino y yendo campo a través sobre la hierba.

Ya arriba, pongo un poco de aceite a la cadena y continúo. Voy acompañado de un grupo de 10 integrantes por la cuerda de la montaña. En Venta Vieja (km 121) comenzaba el descenso hacia Colsa, Los Tojos y la Ctra de Bárcena Mayor. Doce kms de bajada donde los 8 primeros eran por pista con bastantes piedras y curvas que si te salían mal te despedías al vacío. Decidí jugármela por que son unos tramos que ya conocía y le doy a los pedales de lo lindo. En el descenso, frenético, dejo atrás a mi decena de acompañantes. Seguí bajando un rato solo hasta que me logré enganchar a la rueda de un biker que trazaba que daba gusto. A veces se me iba, y otras le recuperaba en alguna apurada de frenada alocada. De lo mejor de la ruta. Juntos entramos en Colsa donde nos esperan con mangueras para limpiar las bicis. Otro detallazo. En este pueblo, a Jose, un abuelo le echó aceite del coche a su cadena. Impresionante. Ya con la cadena limpia salí fustigando a las bielas hacia Los Tojos, y de este pueblo hasta las eses que desembocan en la ctra de Bárcena. Otro momento de matrícula de honor.

Abajo, en la carretera había numerosos espectadores que gritaban, aplaudían y nos tiraban fotos. VAMOS, VAMOS, QUE QUEDA POCO! YA ESTÁ HECHO! ÁNIMO CAMPEONES! Ya quedaba menos, es verdad. Sólo 37 kms hasta la meta. En el inicio de la subida al Moral por su otra vertiente, había otro avituallamiento en el que vuelvo a encontrarme con Toni. Llevábamos jugando al ratón y al gato 50 kms. Él vuelve a salir antes. Una chica me pregunta si quiero un café. La respondo que sí. Y ella, me dice “con orujo”? “Sí mujer, con lo que tu quieras”, la suelto pensando que estaba de coña. Pero cuando le dí el primer sorbo al vaso, uffff, de broma, nada. Buaajjjjj!!!, lo escupí y salí monte arriba. Los primeros 3 kms de esta nueva ascensión de 9, eran mas o menos llevaderos y los hice a buen ritmo junto con otro ciclista con pinta de pro al que no agradó mi compañía. Me miraba continuamente e intentaba acelerar para dejarme atrás. “Lo tienes claro”, me dije… “Si no me ha dejado Jose hasta el km 95, no me vas a dejar ahora tú”, y me pegué a su rueda disimulando que no me importaban los acelerones. Al poco tiempo terminamos charlando e incluso le ofrecí darle algún relevo. Pero cuando las pendientes se endurecieron el ritmo bajó y nos cogieron dos ciclistas por detrás. Delante Toni y su grupo como a 250 metros. UFF, “creo que me quedo”, pensé. Y es que era mejor no forzar y subir a ritmo más tranquilo que jugarme una pájara. Íbamos todos muy castigados. Finalmente, mi compañero se fue con los dos ciclistas. Delante, gente andando y empujando la bici. Fui subiendo como pude los últimos kms del puerto. Lo curioso es que la sensación de cansancio no existía, pero las piernas no iban. Vigilaba la cumbre, cubierta de una densa niebla, y las vistas a las partes bajas del puerto, donde se apreciaban puntos diminutos con formas de ciclista. Velocidad de crucero, 7 kms/h. “Así voy a tardar una hora en llegar arriba”, mucha tela. Decidí hacer una nueva parada para tomarme el último plátano que llevaba en la chaqueta y acelerar. Nada, 30 segundos.

Según avanzaba la pendiente se iba suavizando, estaba a punto de terminar de meterme otros 450 m de desnivel. Delante veía sombras fantasmales a no más de 15 metros. La niebla matizaba los cuerpos hasta convertirlos en espectros. Buen final para esta infernal aventura. Ni al pelo. En la cumbre del Moral, la organización revisaba el estado de los participantes ya que la bajada con esta meteorología no era apta para dudas. Quedaban 25 kms para el final. “ESTÁ HECHO, PABLO, COÑO!” me dije.

Comienza el descenso, 18 kms de bajada con todo metido. Junto con la bajada del Soplao y la de Venta Vieja y los Tojos, fueron los momentos en los que piensas que ha merecido la pena venir. Piensas en positivo. Iba recortando espacio con el que llevabas delante hasta llegar a su altura, momento en el que le pedías paso. Y así, 12 o 15 veces. Una vez en el Área Recreativa Casa del Monte, intuyo delante la figura de Toni. “No me lo puedo creer”. Ya era carretera, todo llano. Pude cogerlos para llegar todos juntos a Cabezón. Y fue más fácil porque junto a otro que bajó detrás de mí, formamos una grupeta de cinco. Faltaban 6 kms. Penúltimo pueblo, Ucieda. Allí casi se nos cae el culotte a los 5. Gente agolpada en la carretera gritando “VAMOS, VAMOS QUE YA ESTÁ” y un “GRACIAS CAMPEONES”, que nos llegó al alma. Joder que fuerte. Que fuerte. Yo de mayor quiero ser ciclista. Se me ponen los pelos de punta. Saludábamos y nos aplaudían más. Precioso.

Ya se veía Cabezón. Quedaba una última recta de 2 kms. Relevos, sprint suicida, los coches tocando el claxon. Entramos en las calles de Cabezón finalmente en fila de a uno, y así llegamos hasta la meta. El caos, la gente, el speaker, los aplausos, enhorabuenas del público, de la organización… Maravilloso. No estaba ni cansado.

Me abrazo con Toni, con todos los suyos, doy la mano a un par de chavales que me miran y me voy entre la gente hacia la carpa donde lo primero que hago es tomarme una cerveza mientras veo a los fisios dando masajes a quien lo pidiera. Llamo a los míos para decirles que había terminado entero y les doy las gracias porque se lo merecen. Llamo a Jose que estaba ya en el coche dispuesto a ducharse. Edu llegó al rato. Cenamos y bebimos. Hablamos con la gente. Todo el mundo tenía el mismo sentimiento. Una pasada. A las 12 y pico de la noche (y hasta 4 horas más tarde) seguían entrando ciclistas.

Al final no pude recuperar aquellos 170 puestos desde el Alto de Cruz de Fuentes. Solo 20 más para acabar el 354 (146 de mi categoría). Terminaron la marcha 533 de 700 que la comenzaron aunque había 900 inscritos (Moleeee!!)

25 de mayo de 2008.- Edu, Jose y yo volvimos a Los Tojos, que nos recibió con una importante granizada. Esta vez nuestra intención era comernos un buen cocido montañés y un chuletón de buey de 1,5 kgs. Paseo, al coche y a Madrid a relamer la aventura.

Gracias compañeros.

Los datos ya conocidos.
170 KMS
4400 de denivel positivo
15,2 de media (12,5 contando paradas)
11:16 horas de pedaleo
13:06 horas totales
>La versión de Tony

Estimados amigos, esta vez no sé si puedo describir a la perfección tantísimos kilómetros de ruta montañera, pero si puedo describir lo bien que me he sentido estando junto a mis dos grandes compañeros, arropado en todo momento, nunca fallaron, siempre donde tenían que estar. Gracias Lord, gracias Edu, por dejarme compartir esta marcha con vosotros, desde principio a fin. Sin vosotros no sé si hubiera terminado, pero si lo hubiera hecho, sin ninguna duda habría sido muy diferente.

Hubo una cosa que me impacto enormemente; oir gritar a las personas que nos animaban después de 12 horas en la bici, lloviendo y casi de noche: "gracias campeones por venir hasta aqui", eso te hace seguir, intentar mejorar, aunque siempre cueste un poco más, pero a esos aficionados les hace ser grandes, muy grandes.

No sé la clasificación, creo que estaremos entre los 300 o 350, pero en esta carrera y a día de hoy, carece de importancia. Lo verdaderamente importante es la huella que dejó en mi las 13 horas de bici con ese paisaje verde, esas vacas pastando, esa lluvia intermitente, ese tímido sol y toda la buena gente que allí había.

No puedo hablar por mis compañeros, pero cuando llegamos fue inevitable buscarnos para felicitarnos. Fue hasta gracioso como un chavalote de la organización, ya en línea de meta se abrazó al Edu dándole la enhorabuena y las gracias por participar. Se respiraba buen rollito. Todos llevábamos un chip de control de tiempo en la bici pero parecía que no estábamos dispuestos a dejarnos influir.

Quiero seguir dando gracias a todos aquellos que mandasteis mensajes a nuestros móviles para saber de nosotros, a aquellos que llamasteis por teléfono a las 7 y media de la mañana para desearnos suerte y, a todos aquellos que desde el correo durante días antes ya estabais dándonos ánimos. Nuestro esfuerzo es vuestra recompensa.

Eran las seis y media de la mañana cuando sonó el despertador. Empezó el dia. Chocokrispies, barritas y unos platanitos para nuestros mortales cuerpos. Fuera llovia pero parecia no hacer frio. Empiezan las dudas: dos windstoppers o uno??, de largo o con perneras??, con mochila o sin ella?? Joder, vamos Edu despierta!!! son las 7, descendemos al infierno a las 8!! y nos queda llegar desde Comillas a Cabezón.

Si señores, Eduardo Ezquerra, todo un personaje al cual quiero mandar mi más cariñoso abrazo de Bigardo de las Cumbres. Como dijo el Lord, "que raza tiene el cabrón". Pero es que manda huevos... salimos tarde y cuando llevamos unos kilómetros "el Tony" que se le ha olvidado la mochila de la ropa de repuesto… a volver a Comillas y, ya que estamos por allí, Edu aprovecha para plantar un pino y dejar un recuerdo que según él era típico de sus tiempos de profesional (podeis preguntar al Lord, él lo descubrió, jajaja!!). Por fin llegamos a Cabezón, antes habíamos hablado con Pablo un colega mio que estaba por allí e iba a participar, también iban tarde. Aparcamos la furgo un poco retirados pero cuesta abajo para empezar bien. "venga, venga, vamos coño que no nos da tiempo ni de coña" quedaban 5 minutitos, sacamos las bicis y… Edu tiene la rueda pinchada, "cagón tó!!" . A desmontar, "tienes cámara??" "que siiiii" Empezamos bien, bueno somos tres, lo haremos rápido, pero habrá que ir a comprar otra cámara a la tienda que sorprendentemente estaba abierta. Edu empieza a desmontar y "coño!! Si esta cámara es más pequeña, ahh!! Debe ser de la bici de Hernan (el peque de su casa)" "No me jodas Edu". Lord le dejó su cámara y tiró para comprar otras dos a la tienda, yo me quedé con Edu, que cuando empezó a montar la cámara ya estaban pasando el grueso del pelotón a nuestro lado. "Joder…vamos tarde de cojones", menos mal que son 165 Km y van a reventar unos cuantos, jajajaja!! Edu todavía no se había calzado ni las zapatillas con las calas, asi que decidí bajar a buscar a Lord que debía estar que mordía. La lluvia pegaba fuerte. Me reencontré con Lord (casi me muerde, jajajaja!!) y dejé a Edu poniéndose las zapatillas por lo que Lord y yo decidimos pasar bajo el arco para activar el chip de control. Se suponía que Edu tenia que estar por allí pero no estaba asi que pensamos que nos habíamos cruzado con él y que nos cogería en un minuto, asi que; comenzamos el Infierno del Norte!!!!

Edu, demostrando que todo le importa un huevo y que está por encima de los tiempos y de las carreras al ver que no estábamos por allí pues no pasó por el arco y tiró en busca y captura de sus compañeros perdidos, y digo perdidos porque debíamos llevar unos diez o 15 minutos de retraso con el pelotón y por tanto ni coche escoba, ni apoyo, ni ostias, asi que a buscar flechitas que indicaran el puto camino.

No tardamos Lord y yo en alcanzar algunos ciclistas, y poco a poco fuimos ganando posiciones, las mismas que ganó Edu que estuvo con nosotros en muy poco tiempo.

Ya desde el principio nos dimos cuenta de que la gente iba muy, pero que muy tranquila, se respiraba miedo. El ambiente húmedo pero sin frio hacia un pedaleo fácil. El inicio fue tranquilo, picando pero suave.

En uno de esos comentarios estúpidos se me ocurrió preguntar que si lo que teníamos que subir ahora era el Monte Aa y me dijeron que no. Tocaba el Soplao pero que no me preocupara porque cuando llegara al Aa lo reconocería rápido y entendería porque le llamaban Aahhh (es un juego de palabras difícil de escribir!!). Bien pues coronando un montecillo comenzamos el descenso donde decido ponerme el chubasquero que ya nunca me quitaré a lo largo de la carrera, al igual que Edu. No lo decide así Lord que como es del norte le mola lo del agua a todas horas.

Llegamos al Kilómetro 20 y primer avituallamiento. Bien, tranquilos, cómodos, sobra el agua pero… Dicen que viene el Soplao, qué será??, cogemos las bicis y nos dirigimos a un caminillo que se entra a fila de uno, "coño!!" "que es esto??" Peazo de rampa embarrada hasta las trancas. En los laterales la gente se amontona para animar a todo aquel que la supere montado, asi que como estamos en el Km 20 pues a dar satisfacción a los presentes y a tirar de molinillo, que para eso está!! Y ahí nos veis a los tres machotes entre aplausos y vítores, subiendo montados por una rampa de un 20% con barro hasta las orejas y lloviendo como si no hubiera llovido nunca, pero para arriba con dos huevos. Sin embargo, llegó lo evidente 5 minutos después, aunque la rampa no era tan dura el barro hacia derrapar la trasera y perdías el control, empezaba a ser ridículo intentar subir montado porque suponía un gran esfuerzo y quedaban aún 140 Km, que se dice pronto!! Pues pies a tierra y a empujar la bici hasta un pequeño descanso donde el barro ya parecía perdonar. Allí empezaron mis penurias. Me quedé haciendo fotos y Lord y Edu me adelantaron. Durante el barro la cadena se me iba chupando, pero mi "cacharro antichupado" había funcionado perfectamente, manteniendo a raya dicha cuestión. Pues bien, guardo la cámara de fotos me decido a montar y la bici empieza a tener un ruido muy, pero que muy extraño, de repente se bloquea la rueda trasera y me impide el avance, "la puta cadena, fijo!!" Me bajo pero sólo veo barro y más barro, intento avanzar de nuevo pero algo está pasando. Mierda, se acabó la carrera para mí y estoy en el Km 25 más o menos. La gente empezó a venir para ayudarme cuando vieron que tenía dificultades, al menos pararon dos o tres en bici, y otros tantos aficionados que estaban bajo la lluvia y el barro. Por fin limpiando la bici de barro descubrí que la chapa antichupado se había aflojado y estaba rozando en la cubierta, clavándose los tacos de la misma en la chapa e impidiendo el avance, "cagón tó!!" herramientas en mano, aflojo, recoloco, aprieto y a seguir. Todavía no estarán lejos, me he retrasado unos 15 minutos. Empiezo a montar otra vez sobre el pesado barro, pero esta vez está más pesado, y claro un compañero me dice: "tio has pinchado" No puede ser, no puede ser.. putos tubeless. 2 años sin pinchar y pincho aquí, manda huevos!! Saco trastos de matar, desmontables, cámara y bomba, y cuando me decido a desmontar, un aficionado se acerca a ayudarme y me dice que si llevo tubeless con líquido porque no pruebo a inflar, dar vueltas y a ver si sella. Coño, pues no le falta razón, por probar.. Gracias amigo, me salvaste de una engorrosa situación!! Asi terminé la carrera y asi sigue hoy la rueda, inflada!!

Pero lo mejor estaba por llegar, cuando coroné el puerto del Soplao 25 o 30 minutos de retraso, me encuentro a Edu que me estaba esperando y a Lord que se había bajado un poco por aquello del frio. Si señores, me habían esperado, porque suponían que habría pasado algo y no era normal que tardara tanto. Como agradecí verles allí, por fin alguien conocido en quien apoyarme de nuevo.

La bajada del Soplao fue espectacular, barro rojo hasta las orejas, la bici culeando y yo que venia calentito baje como que deprisa, (como me acordé del Luque en esta bajada, jajajaja). Cuando llegamos al pueblo, la gente de las casas tenían preparadas mangueras para limpiarnos las bicis, "la caña!! " como se agradece que te dejen la bici nueva y engrasada, dispuesta a seguir la ruta como si nada hubiera pasado.

De nuevo, reencuentro y comentario: " joder ha sido durillo el puerto, parece que voy cansado y todo" " si, pues quedan 130 Km".

Comienza un llaneo y cruce de un rio, después la subida al Monte Aa. Que verdad decían por ahí!! . En la entrada había un cartel : "ánimo, 23% + IVA" , coño que entrada. Las primeras rampas fueron fuertecitas, fuertecitas, ahí se nos descolgó Edu que aún no manejaba bien la bici de montaña y eso de que tenga tantos cambios… jajajaja!! La subida fue dura, pero que bonita, que paisaje, impresionante. Bajada rápida y en busca del avituallamiento del Km 66 donde prometían bocatas que ya nos hacían falta. Llegamos al avituallamiento y nos recibieron con gaitas y bocatas. Descansamos entre música, griterío y cierta inquietud para afrontar otro gran puerto, el del Moral. Después de comer, Lord y yo empezamos a subir antes que Edu que tardó algo más en recuperarse del Aa. Pronto nos dimos cuenta de que este puerto era un poco cabrón. Yo me enganché a un prenda de Santander y estuve charlando con él manteniendo un ritmo lento pero seguro. Lord por delante y Edu por detrás. Poco a poco fui comiendo terreno a Lord que iba perdiendo fuelle. Cuando llegué a su altura a mi ya me dolían las piernas y tenia que ir cambiando la posición, a veces sentado, a veces de pie, a veces con plato, a veces con molinillo, en fin buscando. "Lord, qué tal vas??" "ya voy jodido" "venga, venga" Empecé a subir y cuando llegué arriba Lord estaba lejos, pero Edu vino en un par de minutos, había recuperado y empezaba a entrar en su distancia, ya se encontraba como un chaval, jajaja!! Lord llegó un poco perjudicado al avituallamiento, que se encontraba junto a un cartel que ponía: " ya solo quedan 120 Km" (en realidad quedaban menos, unos 100). La bajada se hizo con frio y ya llevábamos 6 horas en la bici. A mitad de recorrido de la bajada un coche empezó a subir pitando y metiendo ruido, "coño!! " el primero estaba volviendo. No os podeis hacer una puta idea de cómo subia el muy cabrón, que ritmo, que energía, el pavo estaba en su kilómetro 140 más o menos, y nosotros llevábamos unos 80. Luego a unos 5 minutos pasó el segundo, el tercero, y hasta el 7 conté, después debió haber un corte importante (desde el primero al 7 habia un puerto entero de 9 Km). Estaba visto que no íbamos a ganar, jajajaja!!

Llegamos al Km 90 y Lord se quedó estirando iba jodido, no se encontraba bien. Le habían dado dos tirones nada agradables y decidió descolgarse de la grupeta. Edu empezó a subir el puerto de Fuentes (17 Kilómetros de puertecito). Yo me quedé hablando con Pablo, el colega que me había llamado, por fin le dimos caza, jajaja!! . Tiré a por Edu pero tampoco yo iba sobrado, me di cuenta en cuanto empecé a intentar forzar un poquito, asi que decidí ir a molinillo. Era un hayedo de 17 km, un perfecto lugar para poder pasar 15 dias de vacaciones. Poco a poco fui recuperando posiciones y llegue a ver a Edu un par de curvas más adelante. Ya sabéis que encima de la bici da tiempo a pensar muchas cosas, y yo pensaba en que Lord lo estaría pasando francamente mal, que mala suerte!!. Mientras los potrillos dormían plácidamente en las praderas verdes y el sol tímido asomaba de vez en cuando. Por fin el final del puerto, ahí estaba Edu, y cuando nos dimos cuenta, Lord estaba detrás, qué gran máquina!!! El muy cabrón había muerto y había resucitado, un par de estiramientos y subir un poco la tija, le habían solucionado sus problemas físicos, su fuerza de voluntad y las ganas de seguir sus problemas mentales. Según dijo después, el vernos en el puerto le hizo recuperar esa alegría por terminar.

A esas alturas, yo por mi parte, ya había tenido unas cuantas tentaciones de mandar la bici rodando por una de esas enormes praderas verdes y montarme en el coche escoba, llegar al apartamento, darme una ducha calentita…uhmmm!! Pero tenía que seguir, había que terminar, quería terminar!! Edu confesó sentirse mal en ese puerto, le había costado subir.

Ahora quedaba una bajada y un par de puertecillos más y un puerto grande. La bajada fue una de las más bonitas de mi vida, la velocidad no quiero ni mirarla, pero es que el Lord lleva el diablo en las venas y yo no podía ser menos, jajajaja!! La verdad que en esas bajadas se echa de menos una doble, pero un kilo es un kilo, jajajaja!!. Después de bajar, en el pueblo nos volvieron a limpiar las bicis y a engrasarlas, que buena gente!! No eran gente de la organización, era gente voluntaria del pueblo que tenían mangueras y nos daban aceite de las motosierras, sorprendente!!

Llegamos al puerto de Palomberas por carretera. Lord era un tiro. Yo no sé si lo de subir el sillín era efectivo, pero la transfusión de sangre que le hicieron en el km 90 seguro que si, jajajaja!!. Bajamos y tomamos un cafetito que nos vino muy bien, porque la lluvia volvía a pegar. Quedaba subir Los Tojos, y decían que estaba un poco perjudicado. Coño!! perjudicado!! Jajajaja!! Aquello era un puto barrizal impracticable por el ser humano (por supuesto ahí no incluyo a los 10 o 12 primeros), asi que tramo a empujar bici y, barro hasta las rodillas. Menuda mierda de puerto, la cantidad de tiempo perdido!! En fin terminamos el puerto y Edu no daba señales de vida, decidimos seguir al siguiente avituallamiento ya en el último puerto, el puerto de "el Moral" ese donde nos habíamos encontrado subiendo al primero hacia ya casi 6 horas, jajajajaa!!! .

El Lord se apretó un buen café con licor para recuperar energías, yo preferí seguir con el acuarius, aunque eso sí dejé los plátanos, y es que en todos los avituallamientos nos comimos un par de plátanos y claro a estas alturas el comentario era "no nos entra un plátano más ni por el culo". Bueno, café en cualquier caso reconfortante y después de la bajada de los Tojos meritorio, dado que la bajada fue también friki de cojones.

En el avituallamiento nos volvimos a encontrar con Pablo que venía un poco arrastrado pero aguantando. Edu seguía sin dar señales. Decidimos subir porque ya estábamos cansados, muy cansados. Salimos y empecé a notar que la probabilidad de tirones era alta, asi que decidí arriesgar y subir con plato mediano y mucho tiempo de pie, acerté!!.

Teníais que haber visto a Lord, que ritmo impuso. La subida del último puerto fue espectacular, yo sólo pude arrimarme a su rueda y aguantar el tirón todo lo que pude. Me subió todo el puerto, el con su molinillo, yo con mi plato, ambos concentrados y venga pasar gente, adelantamos a muchos ciclistas que iban medio muertos, otros iban un poco mejor, pero nosotros a tren. Cuando coronamos, no me quedó más remedio que darle las gracias a Lord, posiblemente sin él, lo hubiera pasado muy mal en ese puerto. Ya iba cansado, con ganas de abandonar. No lo hubiera hecho pero me hubiera pasado factura. Ya cuando coronamos, no quedaba más que un par de falsos llanos y bajar hasta el pueblo.

En uno de los falsos llanos, de repente escucho: "qué tal Tony??" Coño!! El Edu. Ha recuperado y ha subido como una puta flecha por el puerto. Según contó él, subió con mucha alegría, pero alegría fue verle allí con nosotros. Solo quedaba la bajada y allí estábamos los tres dispuestos a llegar juntos y cada uno con sus momentos de crisis. Y es que como conclusión, en una carrera de este tipo, te da tiempo, a hundirte, recuperarte, volverte a hundir y volver a recuperar.

La bajada del puerto, como no podía ser menos, espectacular. Todas las bajadas que he hecho en esta carrera se podrían clasificar casi de suicidas pero todavía había quien arriesgaba más. Si, si, ya en el asfalto siento que me tocan la espalda y me dicen "te cazé", no me lo puedo creer… Pablo!!, "Coño, que subida has hecho??", contesta: "no, no!! Qué bajada he hecho" Según contó arriesgó todo lo que pudo y más. Pero que guay, los cuatro juntitos llegando a meta. Sólo restan 5 km llanos y hemos terminado.

Pero como dice Edu, nunca se ataca una vez sino dos o tres o cuatro, asi que rodamos a plato los 5 km y con ganas de dar espectáculo hicimos una serie de ataques que culminaron con el éxito de nuestra grupeta en este Infierno del Norte que os recomendamos a todos y que os hará volar hasta el Paraiso.

Mi más sincero agradecimiento a todos aquellos que habéis sido capaces de terminar este relato ciclista poco interesante, pero muy reconfortante.

Saludos pa´tos Tony

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