τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

miércoles, 13 de mayo de 2009

Soto-Morcuera-Hoya de San Blás. Penúltimas decisiones

Parte II
viernes, 14 de mayo de 2009

Dos días después vuelvo a Soto para repetir la misma ruta que el pasado miércoles, pero con una diferencia: en el coche viene la rígida, mi querida y vieja Peugeot.

El día, la temperatura, el viento, todo parece igualar la situación del miércoles. Así las cosas, mis piernas son la única incógnita. Para igualar las condiciones de las dos bicis he cambiado la cubierta delantera de la Peugeot y la he montado una Maxxis Crossmark 2.1 por la Resolution 2.1 que calzaba antes. Atrás las dos bicis llevan Maxxis Larsen 2.0.

Salgo de Soto a las 9.30 con 9 frescos grados dirección a la Morcuera. Antes de llegar a la barrera donde comenzaré a tomar el tiempo hasta lo alto del puerto, tengo un pequeño problema con la abrazadera de la tija. Todo es parar y ajustar el tornillo. A la barrera llego a la media hora. Aquí paro, bebo un poco, e inicio la frenética subida hacia el cielo. Hoy, la última zeta antes del desvío a la Hoya se me ha hecho más durilla. Esos repechos al 12-14% con tantas piedras no los he pasado tan a la ligera.

Llegado el desvío la pendiente se suaviza y pronto estás en la segunda barrera. Aquí saludo a un par de bikers que estaban parados y continúo por la carretera. Nada más salir a ella, veo a un carretero unos 100 metros por delante. Pronto le cojo, aunque su ritmo era más bien suave. Más arriba veo a otro que parecía ir más rápido y estaba demasiado lejos como para darle alcance. Mi ritmo, el mismo del miércoles, entre 12 y 14 km/h (aunque la mayor parte del tiempo entre 12,5 y 13). Llegando al final del puerto las distancias con mi objetivo se habían reducido tan ostensiblemente que pasamos junto al cartel informativo de la altura del Alto de la Morcuera al mismo tiempo. Como él sabía que yo venía por detrás, nos saludamos y nos damos ánimos. Otros carreteros que andaban por allí parados le dicen a mi amigo antes de llegar arriba: “Cuidado que viene el Contador de la montaña”. Je, je, todo un halago, aunque solo lo decían por el maillot del Astana que llevaba puesto.

Más allá de estas anécdotas, la principal diferencia con la cronoescalada del miércoles es que en los momentos de apuro, en la rígida puedes descargar las piernas poniéndote de pie con una postura más natural que en la doble (manillar plano contra manillar de doble altura y potencia con menor inclinación). Y solo estas son las diferencias porque el tiempo de ascensión ha sido hoy 1 segundo más lento que el de anteayer, es decir 40:26. Aunque en realidad me hice un lío con el cuenta al intentar pararlo y tardé tres o cuatro segundos más allá del punto de meta. Ah, se siente!

Sin parar en el alto doy la vuelta y emprendo el descenso ya que a casi 1800 metros hacía un biruji curioso. Me cruzo con un rosario de carreteros en el tramo de asfalto y con unos cuantos montañeros en la pista hasta el desvío de la Hoya. A partir de este punto no volvería ver a nadie más.

Intento ir rápido, siempre que puedo con el plato metido, y noto de forma especial el vaivén de la bici al rodar. Los baches en esta bici se perciben bastante más que en la doble, y no digamos cuando toca bajar los senderos. Aquí si que hecho en falta la suspensión trasera.

En el “sendero del peligro” voy bastante apurado por la inseguridad que siento al intentar bajar rápido. La bici culea y vota en exceso de atrás al paso de piedras y raíces, con lo que el disfrute se torna en agonía ya que otro de los datos que van a contar para la elección final de la montura para el Soplao es el tiempo final de la ruta, y aquí voy a perderlo con respecto al del otro día.

Una vez que salgo de esta espectacular bajada en zetas, solo queda meter el plato y bajar todos los piñones para viajar lo más rápido posible hasta Soto del Real. El único punto que me hace aminorar la marcha es el sendero de las rocas redondeadas donde el otro día me crucé con la culebra verde.

Ya en Soto parece que escojo mejor las calles para llegar al restaurante Miratoros, no sin antes tener un pequeño atasco en el último tramo al no poder adelantar a una furgoneta y al coche que frenaba a ésta.

Bueno, al final paro la bici con un tiempo de 2:20:40 y una media de 19 km/h para los 44,6 kms que salen en esta auténtica zona de la sierra madrileña. Son casi cinco minutos menos que el miércoles, así que estoy más que satisfecho.

Parece que el cambio de la cubierta delantera ha igualado bastante los tiempos de las dos bicis, y siendo el Soplao una maratón 80% rodadora parece que me voy a inclinar, salvo avería de última hora, por mi querida y vieja rígida.

A ver cómo le doy la noticia a la Specialized.


Parte I
miércoles, 13 de mayo de 2009

Parece mentira, pero la fecha del día S (de Soplao) está a la vuelta de la esquina. Tan poco queda ya que uno debe tener la mayoría de las decisiones que afectan a esta carrera muy claritas. Yo todavía me encuentro en fase A, es decir, no sé ni qué bici llevarme: la rígida, con la que he entrenado todo el invierno y a la que le prometí su presencia en Cabezón; o la doble, que ha estado aparcada casi 5 meses y que, ahora, por exigencias del guión, ha salido a escena y está pulverizando muchos de los tiempos de aquella. “Y yo con estos pelos”.

Estamos en la semana llamada de descanso activo, es decir, salidas cortas pero intensas y, a ser posible, de 2 horas como máximo. Por ello, hoy me he acercado a Soto del Real, lugar perfecto para llevar a cabo una ruta de este tipo, ya que la eterna Hoya de San Blás, que baña las montañas que protegen esta población serrana, tiene un recorrido de unos 33 kms con todos los terrenos que un ciclista pueda desear: duras ascensiones, senderos vertiginosos, terrenos rompepiernas, y todo aliñado por un condensado ambiente de pura naturaleza. Y en el coche viene la Specialized.

Como quizás este recorrido se quede un poco corto, decido alargar la ruta un poquito más con la ascensión completa al Puerto de la Morcuera (1796 m) y el posterior descenso que enlaza con la Hoya de San Blás. Total, que finalmente quedan 44,6 kms con casi 1200 de desnivel acumulado.

Advertido por el atasco del miércoles pasado, hoy salgo antes de casa, para esquivar todo el tráfico de la M40. Pocos minutos después de las 9 de la mañana ya estaba callejeando por las calles de Soto dirección a la Morcuera. La temperatura, algo fresca con sus 10ºC, se deja de sentir así en cuanto las primeras rampas salen al paso. El cielo, despejado, provoca un halo de tranquilidad, aunque conforme pasaba la mañana, algunas nubes blancas tomaban posiciones en lo alto.

Los primeros 7 kms y pico (justo hasta la 1ª barrera) se hacen durillos; muchos repechos a porcentajes altos sin que el cuerpo esté todavía aclimatado al sufrimiento. Y hasta ese punto pasa la primera media hora de bici.

Pasada la barrera, entro en la pista de la Morcuera propiamente dicha. Como no podía ser de otra forma pongo a funcionar el cronómetro durante la ascensión a la cumbre del Puerto, aunque en esta ocasión no tengo referencias de otras veces. Las primeras zetas pasan deprisa y pronto llega, tras la más larga y dura de todas, el desvío a derechas que te sube a la cumbre. Aquí me encuentro a dos equipos de forestales quemando rastrojos y talando ramas bajas para poner bonito el bosque. Cuando paso junto a las hogueras, la intensidad del calor que desprenden me hace pensar en lo infernal de un incendio… Y que haya desaprensivos que los provoquen…

Llego a la carretera que sube desde Miraflores hasta el Alto sin novedad. Hasta aquí he intentado ser lo más constante posible. Ahora toca asfalto. En un principio pienso en subir a plato e incluso llego a engranarlo, pero deshecho esta opción por incapacidad total para mover ese desarrollo. Estos dos kms finales se hacen largos y duros con porcentajes en torno al 10%. Intento mantenerme entre los 12 y los 14 km/h (más cerca siempre de aquellos que de éstos) y culmino en un estado en el que las babas se le escapan a uno de la boca sin freno ni control. Paro el cuenta al pasar junto al cartel que marca la altitud del puerto y tras recuperar el aliento observo: 40:24, 8,86 kms, 13,1 km/h, 527 acumulado y 147 pulsaciones medias. No se si está bien o mal, pero yo lo he dado todo y eso me hace estar satisfecho.

Después de hacer la foto de rigor y comerme una barrita aparecen dos carreteros que al pasar a mi altura no pueden ni saludar de la hiperventilación que tienen provocada en sus circuítos respiratorios. Madre mía, qué manera de echar los bofes.

Arriba soplaba un viento norte ciertamente frío con lo que decido poner pies en polvorosa rapidamente. Al iniciar el descenso observo el sendero que se coge en el parking del puerto y que Juanma denomina opción 3. Pienso en bajar por él pero descarto esa posibilidad al ir solo y no conocerlo. Mejor la carretera y la pista.

En un santiamén estoy en el cruce donde se conecta con la Hoya. “Corre, corre que te pillo”, pienso. La pista está en buenas condiciones, aunque esta es una zona donde hay muchas piedras en el piso, o mejor dicho, es una zona donde todavía no han quitado las piedras de las pistas. Hay momentos que estas piedras hacen muy difícil rodar rápido, pero…

De los dos senderos, cada día me gusta más el del “Peligro” y menos el “Primero”. Tomo las consabidas precauciones al bajar ámbos y compruebo como la pericia en este tipo de bajadas desaparece cuando no practicas estos terrenos. ¡Tanta carretera, ay, ay, ay!

La pista que baja a Soto desde el “Sendero del Peligro” estaba siendo apisonada por una máquina, lo cual no gustará a los más puristas del MTB, pero te saca más rápido y seguro del lugar, lo que también se agradece. Ya llegando al final salgo de la pista para rodar por una zona de rocas redondeadas y senderos estrechos cuando se me cruza a escasos 5 metros una serpiente de color verde intenso de más de medio metro que al verme llegar comenzó casi a volar por encima de las hierbas. Para estar ahí de picnic.

Y poco después entraba en Soto, y me volvía a equivocar al callejear para llegar al Miratoros, aunque sin problema porque sabes que si no es esta calle, es aquella otra. ¿Porqué extraña razón la bici me ha hecho pasar delante del Julian`s?

Ya en el coche, hecho mano del bidón y veo que me quedaba casi tres cuartas partes de líquido en el mismo. Se me había olvidado hasta beber. Pues esto no está bien, no, no. Hay que crear el hábito y beber como mínimo cada media hora un par de tragos.

Total, ruta sensacional por los parajes extraordinarios que atraviesa, y datos que invitan al optimismo de cara al día S (44,6 kms, 18,4 km/h y 1160 de acumulado positivo con un tiempo final de 2:25).

Ahora toca hacer la misma ruta con la rígida y tomar una decisión. ¿Rígida o doble? He ahí la cuestión.

2 comentarios:

Jose Feria dijo...

Pablo!!! que animal!! jejeje
Para el soplao, dudas sobre rígida o blanda...jejeje Pues...depende, con la doble el dolor de espalda seguro que es menor. Con la doble tampoco creo que te vayas a poner tanto levantado que es donde máw se nota la pérdida...no sé. Yo iré con la rígida porque no tengo otra.
Yo sin embargo, de ser tú, iría con la rígida, puesto que has hecho más km con ella y el soplao tampoco exige una doble.

pablo.bk dijo...

Si, creo que finalmente será la rígida la elegida, pero más allá de esto, y como tu no tienes blog, quiero hacerte un homenaje en este comentario por el rutón que te has marcado hoy. 185 kms en 6h30. En esa barbaridad me sale una media de cerca de 29 km/h.
Hijo mío, eres de otro planeta, inalcanzable para mí. De verdad que para tí el Soplao va a ser un paseo, así que una de dos: O tiras para entrar entre los 20 primeros, o tiras de nosotros para entrar entre los 220 primeros...

Elige.