Allá por el km 60 de ruta que a continuación intento describir (a 170 del final), ya tenía muy claro que esta era la primera y última vez que iba a intentar completar la Pedals en su versión ‘Non Stop’, es decir, 230 kms del tirón. Demasiado madrugón, una tralla exagerada… A día de hoy, 24 horas después de acabar, pienso que es más que posible que los Pirineos vuelvan a verme disfrutar por sus caminos, senderos, pistas y no-pistas el año que viene.
Plasmadas estas consideraciones, los hechos que provocan este giro tan radical sucedieron de la siguiente forma:
Viernes, 26 de junio.-
Salgo en coche junto a Eduardo sobre las 7:00 am dirección Lleida con un porrón de ilusiones y también con unas buenas dosis de incertidumbre. Al meter las bicicletas en el coche me doy cuenta de que la rueda delantera de mi máquina está pinchada, así que aprovecho una parada para repostar gasolina para arreglarla.
Aunque el viaje es largo, vamos despacio ya que tenemos tiempo de sobra y hasta las 17:00 no se repartirán los dorsales. Los temas de conversación giran en torno a la ruta y a las dudas que nos genera tamaña empresa, aunque también Eduardo enriquece la charla con sus impresionantes aventuras de cicloturismo y con sus aún más impresionantes proyectos.
A las 14:30 entrábamos en Vielha, epicentro del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio, después de haber contemplado absortos la puerta de los Pirineos con sus gigantescas presas y sus maravillosos paisajes. Poco después, con el equipaje en la habitación y contempladas las espectaculares vistas que nos proporcionaba nuestro hotel, dejamos las bicis en su lugar de descanso y nos vamos al centro del pueblo a comer algo, estirar las piernas y descuadrar el trasero.
Aunque el viaje es largo, vamos despacio ya que tenemos tiempo de sobra y hasta las 17:00 no se repartirán los dorsales. Los temas de conversación giran en torno a la ruta y a las dudas que nos genera tamaña empresa, aunque también Eduardo enriquece la charla con sus impresionantes aventuras de cicloturismo y con sus aún más impresionantes proyectos.
A las 14:30 entrábamos en Vielha, epicentro del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio, después de haber contemplado absortos la puerta de los Pirineos con sus gigantescas presas y sus maravillosos paisajes. Poco después, con el equipaje en la habitación y contempladas las espectaculares vistas que nos proporcionaba nuestro hotel, dejamos las bicis en su lugar de descanso y nos vamos al centro del pueblo a comer algo, estirar las piernas y descuadrar el trasero.
Las máquinas apunto de salir a rodar.
El pueblo, de unos 7.000 habitantes, está enclavado en el Valle de Arán, en pleno pirineo ilerdense. Sus edificaciones tienen la misma estructura visual, con sus cubiertas de pizarra y sus ventanas de madera, que dan al conjunto una sensación de unidad y recogimiento muy agradable. La iglesia de San Miguel, transición del románico al gótico, y situada en pleno centro, le da el toque histórico necesario a esta población fundada en 1970 por la unión de algunas aldeas de la zona.
Después del paseo y la comida, y visitados los lugares más céntricos, vamos en busca del macuto que la organización reparte. Dentro encontraremos el dorsal, el road book y el porta mapas para el manillar, y algunas barritas y geles típicos de estos eventos. Como el briefing estaba previsto para las 19:00 horas, nos vamos al hotel a montar el artilugio de navegación y dar los últimos retoques a las bicis.
Preparadas... Listas...
Durante la charla se explican las características de la prueba, las recomendaciones para superar 8 puertos con relativo éxito, las dos modalidades (oro y plata), y se da un repaso al road book haciendo hincapié en los puntos más conflictivos del recorrido. Y todo esto en castellano por primera vez, algo que se agradece para agilizar la reunión, ya que a las 20:00 se comenzaba a servir la cena. A las 22:00 horas, tanto Edu como yo nos encontrábamos buscando los brazos de Morfeo con el estómago a tope y el equipo y las bicis listas para el gran momento.
Sábado, 27 de junio.-
Ese instante llegaría con el toque de queda a las 3:30 am. Prácticamente saltamos de la cama como dos resortes y nos espabilamos con una buena lavada de cara. El balcón de la habitación nos enseña la noche cerrada en Vielha y las estrellas en el cielo, que están expectantes ante lo que en breve iba a suceder. Bajamos a desayunar ya vestidos de romanos. Somos los primeros y el restaurante todavía no está abierto. En pocos minutos, nos juntamos 10, 15, 40 guerreros ansiosos por inflarse de las últimas energías antes de la gran batalla.
4:50 am. En la línea de salida nos concentramos los casi 300 locos que vamos a afrontar este reto. De todos ellos, solo 130 vamos a intentar el Recorrido Oro o ‘Non Stop’ (230 kms). El resto hará el Plata (150+80 kms) que se divide en dos días. Los nervios están a flor de piel. La temperatura es buena, unos 10ºC, y la previsión meteorológica para el día da calor y cielos despejados.
Momento memorable.
5:00 am. Se encienden todos los frontales, suenan cientos de calas y PLASH!!! Se da la salida. Avanzamos neutralizados unos 400 metros por las calles de Vielha y … primera cuesta. Como es de noche no se aprecia el porcentaje real de lo que uno sube, pero lo que tenemos bajo nuestras cubiertas es un rampón de hormigón rallado con porcentajes cercanos al 20%. Serán casi 4 kms que nos dejan las piernas ya calentitas.
Los primeros toman sus posiciones.
Salvado este primer escollo y los primeros 500 metros de desnivel llegamos a la carretera donde nos esperan los Mossos para escoltarnos hasta la entrada del túnel viejo. Cuando salimos del mismo, aparte de sentir una bofetada fría y húmeda que nos deja aturdidos, comenzamos a apreciar las primeras luces del día. Tras la puesta de sol, muchos de nosotros seguiremos dando pedales. Y esto si pasamos el corte del km 150 que se cerrará a las 20:00 horas.
Es curioso como en una ruta indomable como esta, cuando vas de novato, el cuerpo te frena las ansias de dar pedales. Los primeros kms pasan rápido aunque los hacemos con la prudencia lógica de quien está haciéndose con las viñetas y explicaciones del road book. Pasamos los primeros senderos que desembocan en las primeras trialeras. También llegan los primeros descabalgamientos y los descenders sacan a relucir su pericia. Cada cual intentaba buscar poco a poco su lugar en el pelotón, pero sosegadamente y sin hacer ruido.
Llega la primera equivocación en la lectura del Road book al coger una carretera en descenso rápido y no ver el sendero que salía a la izquierda. Teníamos como referencia una caseta pero los primeros no cayeron, y los últimos nos fiamos de los primeros. El error no duró mas de 500 metros pero nos hizo perder unas cuantas posiciones. “Esto va a ser una merienda de negros”, pienso bastante apesadumbrado. Y es que el tema de la navegación no me hacía ni chispa de gracia.
En el pueblo de Vilaller (km. 33) tenemos el primer avituallamiento y control de paso. Aquí se forma un pequeño atasco al tener que firmar y poner la hora de paso todos los bikers en la misma hoja, asunto que arreglaría la organización en los siguientes controles.
Intentando tirar del grupo.
Comenzamos a subir el Coll Serreres (400 de desnivel en unos 4 kms). Edu y yo seguimos juntos en un grupo de unos 20 bikers más o menos homogéneo. Todavía vamos muy relajados, tanto que en la subida a este collado la cadencia es exagerada y se hacía muy difícil negarse a bajar piñones. Si lo hacías te ibas del grupo. Llegamos al alto en formación de a uno y perfectamente alineados unas 10 unidades. La vegetación es una explosión de colores verdes que refresca el ambiente “¡Qué maravilla!”, voy pensando hacia mis adentros. Pero una larga bajada nos obliga a centrarnos en la conducción, y más yendo en grupo; y más aún con algunos tramos de barranco al borde de la pista, aunque todos respetábamos las posiciones de descenso. Edu se pone a tirar –ya sabemos como baja el chaval-, y yo voy en la cola aprovechando las trazadas de los de delante. Un delirio que duró unos buenos minutos.
Tras un pequeño tramo de carretera, en el km 47 cogemos el ‘Camino del Agua’, una especie de ‘Camino del Ingeniero’ con subibajas bastante potentes (alguno del grupo partió su transmisión en este punto) y donde nuestra cuadrilla se redujo a 5 componentes ya que el resto se quedó cortado por detrás. Este sendero no tendría más de 1 metro de ancho y zigzageaba entre árboles y rocas con un firme compacto que invitaba a ir rápido, aunque sin perder de vista algunos vértices con barrancos de quitar el hipo.
Ada se nos escapa.
Serían alrededor de las 8:30 de la mañana y la sensación que yo tenía era de llevar miles de horas encima de la bici. El salir de madrugada, atravesar ya un par de puertos, trialeras y algunos buenos descensos le daban al recorrido hasta este punto la categoría de 10. Además, el plus de estress que te imprimía no saber si ibas por el camino correcto, aunque el road book fuera muy claro, te desgastaba un poco más de lo normal.
¿Sufriendo, o disfrutando?
Tras abandonar el ‘Camino del agua’ nos metemos en carretera a subir unas rampitas de cuidado. Me da por tomarme una barrita en marcha y no me ahogo de casualidad. Pedalear por esa pendiente masticando y sin poder coger casi aire me daba un cuadro de asfixia total. Claro, aquí me quedo descolgado de mi grupo, y no me apeo de la vida de milagro. Voy haciendo la goma con Edu que aminora el ritmo en algún tramo mientras me saca alguna foto. Delante, a unos 300 metros, Ada (ganadora del Soplao 09 en féminas), y dos o tres más nos servían de referencia para no perder demasiado tiempo. Llego arriba bastante cansado (Coll de Sant Salvador, km 57) y pienso que en el descenso tengo que recuperar por narices, aunque la gravilla de la carretera me mantiene en vilo hasta la entrada de Gotarta.
Disfrutando!!
Navegando por los montes.
Las banderas de Power bar nos anuncian el segundo avituallamiento (km. 62) en el pueblo de Raons. Parada, aceite a la cadena, e intento solucionar un molestísimo ruido que llevaba en el disco delantero. Los controles se hacen más ágiles al anunciar tu dorsal y firmar el de la organización por ti. “Salgo ya”, oigo mientras comía un plátano. Era Edu, que hasta el momento iba desaforado. Dejo que se vaya y salgo 2 minutos después esperando a algún biker que me sirvieran como referencia. La salida del pueblo es por pista en bajada. De los cuatro que salimos, uno se descuelga al volársele todo el Road book “Joer que p.tada”, seguimos hasta la carretera que continúa en bajada y “Mmm, que demonios pasa?” La rueda de atrás me hacia extraños. Pinchazo!! “Mierda”. Paro rápido, saco los utensilios y arreglo el desaguisado en diez minutos que se me hicieron eternos. Menos mal que los flancos de la Larssen entran y salen de la llanta muy rápido. Fuum, fuuum, fuuuuuuum, fuuuuuuuuuuuum, pasaban a mi lado los misiles que bajaban en ese momento. Tras meter una bombona de aire comprimido y sin hinchar más la rueda salgo para no perder más tiempo. Llevaría la rueda con 1,5 bares y pensaba terminar de hincharla en el siguiente punto de control con una bomba de pie.
Me quedo, me quedo, me quedo...
Salgo rápido para intentar cazar a un numeroso grupo que acababa de pasar mientras pensaba que a Edu ya no le vería más. Alcanzo a mis antecesores justo en las primeras rampas del Coll de Sas, unos 15, entre ellos 5 bikers de Bikezona con los que hicimos camarilla. El Road book anunciaba rampas duras y pista con gravilla. Esta subida se me hizo durísima. El calor ya apretaba de lo lindo. Me quito el pañuelo de la cabeza que ya me estaba agobiando. Aguantamos en grupo hasta el barranco de Ert (km 75), y aquí el grupo se va diluyendo. Los de Bikezona tiran por delante y yo me quedo con dos bikers del club Desnivel. Me tengo que parar a evacuar y me quedo solo. En este punto el sufrimiento era bastante intenso. Iba haciendo las cuentas para ver a qué hora iba a llegar al corte, aunque no recordaba bien cuando se cerraba. A las 17:00? Eran trece horas? “Estás bueno!!!”, pensaba exhausto. En cualquier caso tenía una cosa muy clara: “No sé si terminaré o no, pero es la primera y última vez que me meto en una cruzada como esta”.
Así da gusto pedalear.
Terminado el Coll de Sas (km 81) y superados sus durísimos 600 metros de desnivel con piedra suelta y gravilla, comienza un lujo de descenso que se ve cortado por las dudas que generan algunos desvíos. Cruzamos Sentis y seguimos bajando, ahora por carretera, juntándonos algunas grupetas. Estos momentos son básicos para recuperar y también para apreciar la naturaleza de los paisajes que te rodean, de una belleza increíble. El aire en la cara también te da cierta vidilla, así que estos kms fueron una bendición.
Aprieta los dientes, amigo, apriétalos.
En Les Iglesies (km 89) había otro punto de control con avituallamiento. A estas alturas las paradas se reducían a proveerme de líquido (Camel+bidón), y tomarme un pequeño bocadillo (impresionantes con el pan bien untado de tomate y Philadelfia) y una CocaCola o un vaso de Aquarius.
Seguimos subiendo por otra pista pedregosa que ya empieza a rallarme desde el principio. No es que no andara fino, es que iba agotado. Se me estaba haciendo todo muy largo y la cabeza no tiraba tampoco de las piernas. “He ido dosificando y me he quedado sin fuerza demasiado rápido”, intentaba razonar. “Creo que es el momento de un antinflamatorio antes de que las lumbares se quejen más de lo que lo hacen ya”.
La Santa Madre Naturaleza.
En el Coll de Pemir (km 95) se nos viene encima la “Luna”. Atravesamos unos senderos poco marcados con abundante ganado suelto y comienzan unos tramos donde no solo hay que desmontar sino que hay que trepar con la bici al hombro montaña arriba en plan “Ironbike” durante una buena minutada. El calor apretaba, eran sobre las 12:00 pm y menos mal que me tocó hacer estos tramos en grupo. Tras superar el collado (Coll de Oli, km 97), la bajada es igualmente insufrible, muy poco ciclable, de fácil caída, con escalones pronunciados y la gente ya muy quemada. Cuando conseguimos llegar abajo, nos paramos unos 5 o 6 en un río a la sombra de unos grandes árboles y con una cascada a nuestra izquierda que nos invitaba a refrescarnos. Bufffff, me quito el casco, los guantes y no sigo por respeto a la compañía… Meto la cabeza bajo el poderoso chorro de agua helada y bebo y bebo hasta saciarme. Quizás este fue mi punto de inflexión en la ruta ya que al montarme de nuevo en la bici me sentía mas fresco y con más ganas de pedalear que en todas las horas pasadas. Es verdad que la media hora larga de pateo por la cresta de la montaña había relajado mis piernas cambiando el chip al modo “andar”.
Los senderos que nos devuelven del infierno.
Los siguientes tramos de carretera nos lleva a Guiró (km 100) donde estaba el avituallamiento fuerte del día. Platos de pasta, bocadillos y un largo etcétera. Aquí vuelvo a encontrarme con el grupo de Bikezona, aunque tras comer medio plato de macarrones salgo antes que ellos. Voy por carretera hacia la Torre de Capdella y veo que voy a un ritmo superior al resto del día. Como iba solo, me paro a un lado a centrar las pastillas traseras que desde el pinchazo iban haciendo un ruido muy molesto.
Me junto con unos 10 o 12 bikers para hacer los 10 kms de carretera hasta el comienzo del puerto más duro de la Pedals: el Coll del Triador, con 1.100 metros de desnivel en 13 kms, y donde todas las referencias nos decían que es el punto clave y más duro del recorrido. “¿Más duro?, pensaba yo. “Imposible, yo ya he superado mi umbral de sufrimiento”.
En el km 108 nos desviamos a la derecha y cogemos la pista que sube al “cielo”. Poco a poco nos vamos metiendo en un bosque donde la sombra nos protege de los rayos solares. Yo ya había comenzado con la táctica de beber agua y escupírmela a los brazos para refrescarme del calor. Las primeras unidades se van descolgando ya que los de Bikezona habían puesto un ritmo bastante bueno en la subida. Pasados los primeros 5 kms y no se cuantas revueltas, me apoyo en un paso canadiense para meterme la mitad de un gel de membrillo que me había dejado Edu la noche anterior. Edu, “dónde andará Edu”, pensaba.
Subiendo el Coll del Triador.
Sigo subiendo aunque ya voy sin los de Bikezona que van por delante. Voy cogiendo algunas unidades sueltas que iban bastante tocadas. Comienzo a encontrarme realmente bien y creo que puedo subir con un piñón más bajo. Vale, entre el tercero y el cuarto y con el plato pequeño haré toda la subida. Voy descontando kms… Quedan 8… Quedan 7… Quedan 6… Los últimos 5 kms son absolutamente impresionantes. Vas viendo la montaña de enfrente por donde bajamos del Coll de Oli y como nuestra pista va superando la altura de la carretera por donde descendimos. A la vez, tras algunas revueltas ves el inicio del puerto del Triador y a algunos ciclistas comenzando su ascensión a escala hormiga. Ni eso. Mientras subo me fijo en uno de azul que tiraba con buena cadencia dos revueltas más abajo. Parece que le aguanto la distancia y hasta se la estoy aumentando. En esos momentos te animas bastante, las fuerzas te responden y el fondo que has cogido durante el invierno empieza a aparecer como un décimo de lotería premiado.
Impresionantes vistas.
Quedan 4… Quedan 3… Veías a muchos Ironbike desmontando de sus bicis para hacer algunos metros andando, a otro tirado en medio de la pista con el gesto desencajado. Les dabas ánimos a todos, ya no queda nada. Quedan 2… Supero a un rebaño de vacas enormes con sus terneros y un pastor negrito guiándolas… Queda 1… Voy a rozar la gloria… La pendiente se suaviza… Comienzo a bajar… Veo el avituallamiento… Los ojos me brillan y sueltan alguna lagrimilla… ¡Estoy arriba! Superado el Coll del Triador. Son la 16:00 hrs. Km 122. Hasta este punto nos hemos cargado 4.300 metros de desnivel (Todo el acumulado del Soplao, pero en 43 kms menos). Estamos a 2.200 metros de altura y el panorama era cautivador. Montañas rodeando nuestra posición parecen bendecirnos y darnos ánimos para continuar.
En el avituallamiento oigo “Pablo!”, me giro y veo a Edu. Creo que nos fundimos en un abrazo, aunque no lo recuerdo bien. Me cuenta su andadura hasta aquí en 2 minutos mientras doy cuenta del bocadillo de turno y la Coca Cola. Allí también estaban los de Bikezona: Luis, Gorka, Rober, otro que no recuerdo su nombre, y al poco llegaba Nico, el más sufridor de todos.
Mis piernas me pedían guerra así que le digo a Edu que voy saliendo. Había que pedalear 11 kms hasta el Coll de la Portella (2300 mts de altura y techo de la Pedals), pero las rampas ya eran muy suaves y muy tendidas. Tanto que un biker me pasó como un avión recién abandonado el avituallamiento. Metí el plato grande a ver si iba cómodo y como las sensaciones eran muy buenas continué así hasta que di caza al ‘avión’ y un poco más. Ahora iba solo. Ya sabía que para llegar al corte de Espot (km 150) me iban a sobrar unas tres horas ya que se cerraba a las 20:00 (Este año el corte se redujo en una hora con respecto a ediciones anteriores).
En el Coll de la Portella me uno a Santi (del equipo Basolí de Ada y Noe), a un alicantino que estaba bajando tres horas su tiempo del año pasado en el recorrido Plata, y con alguno más. Casi juntos iniciamos el descenso a Espot. Vaya locura de bajada, pista en perfectas condiciones con curvas muy abiertas, salvo los vértices de 180º, donde bajar a 60 km/h significaba que estabas tocando los frenos. Aventurarse a más era jugársela. Un poco antes de Espot estaba el avituallamiento y control de paso del corte de la Pedals. Pasamos las bicis por encima de la alfombra para que el chip marcara tu tiempo, y me siento en una silla con la tranquilidad que me daba saber que el resto del recorrido (unos 80 kms) me los podía tomar más relajados. Las referencias que la organización me dio eran de unas 5 horas hasta Vielha, así que podría llegar de día. Lo que no me dijeron es que este año había más sendero y menos carretera con lo que llegar de día iba a estar ahí-ahí.
Después de unos minutos y al ver que Edu no venía, decido ir saliendo para terminar la bajada hasta Espot, donde terminaba el recorrido Plata. Aunque bajo con 4 o 5 bikers, todos se quedan en el pueblo, y yo continúo solo por la carretera que me sacará de esta población. Delante, a unos 300 mts, veo a un ciclista que decide esperarme. “Juntos será más fácil”, pensamos ámbos. Un catalán y un madrileño rodando por los Pirineos y cada uno tirando de su lengua materna no tiene demasiado sentido. Después de dos intercambios, mi compañero decidió ceder y comenzó a parlar en castellano.
El agua salía a borbotones de la montaña.
Tras la salida de Espot había que coger una serie de senderos y pendientes que nos mantuvieron muy alerta unos kms. Entre Estais y Jou vamos por un camino impresionante con barranco a nuestra derecha, algunos escalones y unas vistas paranormales. Delante, como a 1 km, veo un grupo de unos 5 o 6 ciclistas. Le digo a mi compañero que si aceleramos y les cogemos podremos ir más tranquilos con el tema de la navegación. En el grupo iban Santi y alguno más con los que coroné el Coll de la Portella. Así fue, y desde el km 162 hasta el final fuimos junto a este grupo compuesto por tres catalanes, dos valencianos y un madrileño (el que suscribe).
Senderos hacia el Camí del Calvari
Los siguientes tramos iban a deleitar nuestros sentidos con una serie de rápidos senderos donde rodar era fácil pero donde también había que tener cierto cuidado con el paso entre algunos árboles, ya que el manillar entraba por milímetros. La luz de la tarde comenzaba a darle al ambiente un poso diferente, distinto, más cálido.
Llegamos, tras salir del super sendero, a Son. La tarea era ir en busca del ‘Camí del Calvari’, punto conflictivo del recorrido ya que aquí nos perdimos casi todos, incluido el que iba primero. Había que entrar en el bosque y continuar por otro sendero mágico, donde seguro que las hadas y los gnomos nos miraban escondidos detrás de las rocas llenas de verdín. “Qué pasada”, solo acertaba a pensar mientras me descolgaba hasta la cola del grupo para dejar las tareas directivas a mis compañeros y así, poder disfrutar de lo que me rodeaba. Algunos tramos había que hacerlos a pie, lo que servía para contemplar más despacio hasta qué punto la naturaleza es increíble.
En el km 170, tras dejar el ‘Camí del Calvari’, el camino desembocaba en un prado que había que atravesar para llegar a la carretera. Nos costó encontrar el lugar una buena pensada y tras llegar al prado, todavía nos separaba de la carretera una fuerte pendiente de bajada con una red de tupida arboleda y cientos de ramas bajas que nos costó más de una caída. Y eso que íbamos a pie.
Conseguida la carretera, y ya bastante justos de fuerzas, enfilamos uno detrás de otro hacia Sorpe, y más allá hasta Isil, (km 175) donde nos esperaba avituallamiento y control de paso solo para nosotros. Es curioso llegar a estos lugares de descanso y no encontrarte con nadie más allá de la organización. De Isil salgo el último de mi grupo ya que recargo de líquido todos mis recipientes. Mis referencias del recorrido me indicaron la dureza de la última cota del día, la de Pla de Beret, aunque todavía quedaban kms para llegar, así que tomé precauciones por si no había más avituallamientos.
El Control de paso y avituallamiento de Montgarri.
A todo esto, se me había olvidado ponerle más presión al neumático trasero, con lo que en los tramos de carretera iba algo lastrado con los 1,5 bares de la botella de CO2. Tras unirme de nuevo a mis compañeros de viaje, pedaleamos juntos hasta Montgarri por una pista que va paralela a uno de los numerosos ríos de la zona. Pero RÍO con mayúsculas, por su anchura, por el poderoso caudal, por la transparencia de sus aguas, por el ruido al fluir… Que belleza Dios mío!
Y de pronto, comienzo a pensar que en el control de paso de Alós de Isil no había firmado, “joder, espero que el de la organización me haya oído cantarle el dorsal”, en fin. La verdad es que le fui dando vueltas a esto durante algunos kms más. El tiempo pasaba y ya había comenzado a atardecer; la luz, poco a poco se iba haciendo más tenue y a pesar de que nuestro ritmo no era malo, ya dudaba si podriamos llegar de día. En este trayecto entablo conversación con Santi que me dice que Noe está en las 24 horas de Guadalix dando vueltas como un hámster… “Un año u otro tengo que probar esa experiencia”, voy pensando.
Km.193. Último avituallamiento y control de paso. Firmo a las 21:12. Comemos un bocadillo y una o dos Coca Colas. El lugar era una esplanada entre las montañas y los víveres estaban en la entrada de un recinto eclesiástico sacado directamente de la Edad Media. Además, la señora que nos repartía lo que íbamos pidiendo era de una amabilidad extraordinaria con lo que la breve estancia se hizo muy agradable. Aquí nos juntamos dos grupos de ciclistas, siendo unas 15 unidades en total. Como yo estaba listo y los míos seguían zampando, salgo detrás del primer grupo. Después de superar en la ascensión a Pla de Beret (no me enteré de esta última subida ya que esperaba algo bastante más duro) a tres de sus componentes, dos iban muy por delante y, aunque les tenía en referencia visual, me fue imposible llegar a ellos. Entré en Baqueira pedaleando solo y ya prácticamente de noche.
En el km 204, deberíamos abandonar la carretera para bajar por una trialera que era bastante peligrosa para afrontarla a oscuras y en solitario, así que aprovecho para ponerme el frontal en el casco y esperar al grupo con el que había venido desde el km 160. Llegan los primeros componentes y me dicen que bajan por carretera, que por la trialera es una locura. Decido esperar al resto y después de pensarlo, y muy a pesar de Santi, decidimos todos bajar por la carretera.
En el descenso se nos cierra la noche, atravesamos la bonita zona de apartamentos de Baqueira, - estampa digna de observar-, y nos lanzamos a mil por hora dirección Vielha. Sin darnos cuenta nos encontrábamos a 18 kms de la meta. Y todo bajada. Voy abriendo el grupo, hace un frío que pela cuando bajas a tanta velocidad, y solo al pararnos para reagrupar volvías a recuperar el aliento. Ya no hay cansancio, solo gloria. Las conversaciones entre nosotros giraban en torno a la extrema dureza de la prueba, y alguno me dijo lo mismo que pensé yo allá por el km 60: “Primera y última vez que me meto en esta locura”.
Entramos en Vielha, no tengo palabras, ni pensamientos, la mente se me queda en blanco, la sensación es como si estuviera acostumbrado a meterme 224 kms Y 6150 metros de desnivel cada poco tiempo. Pero, no. Cuando cruzamos la meta y después de mirar el tiempo, nos fundimos en un abrazo 6 tíos que antes de esta prueba no nos conocíamos de nada y que seguramente no nos volvamos a ver nunca más. Pero da igual, ha sido sensacional compartir con todos ellos los casi 80 kms desde Espot hasta aquí.
En la carpa de meta, la organización nos da el maillot “Pedals de Foc Non Stop” a los finishers, que guardaré como el mejor de los trofeos. Mi tiempo final fue de 17:36 horas, y mi posición la 67 de los 137 que apostaron por el Recorrido Oro.
Sin saber muy bien si quedarme un rato por allí a esperar a Edu o irme al hotel, aproveché para comer algo más y viendo que el frío se estaba apoderando de mí, me fui al hotel a pegarme una ducha y cambiarme esa segunda piel en la que se había convertido el maillot y el culotte.
Al final, los puntos de mi cuerpo que más sufrieron el castigo físico de esta mega ruta fueron el trasero, del que prefiero no dar detalles, y los dedos gordos de los pies. La uña del izquierdo está mutando a color morado y pronto abandonará el pie.
Edu I, el Triunfador.
Al rato llega Edu a la habitación con una sonrisa de oreja a oreja y el maillot en la mano. Otro finisher más. Nos lanzamos el uno contra el otro como los jugadores de baloncesto cuando hacen una buena jugada y nos abrazamos conscientes de que habíamos superado el reto. La Pedals de Foc 09 ya era solo una muesca más en nuestras bicis.
En la cena nos juntamos con los de Bikezona (que entraron con Edu) a repartir anécdotas y a reírnos de la capacidad de sufrimiento que habíamos demostrado todos y cada uno de nosotros. Compartimos escenas del Soplao de este año –tardaron 9:50-, de algunas rutas por Picos de Europa, incluida la de Collado Pelea, y de mil cosas más. Ha sido un placer conocerles, la verdad.
Y a medida que el tiempo me distancia de la ruta, de sus luces y sus sombras, soy más consciente del disfrute que he tenido durante todo el recorrido, de la recompensa tan enorme que ha supuesto intentarla y acabarla; y de la compañía y el estímulo, muchas veces en la distancia, de mi compañero Edu, un sufridor nato, pero a la vez, alguien que se bebe la vida saboreando cada uno de sus sorbos como si fuera el último.
Y así es como le doy la vuelta al pensamiento del km 60, echando ya de menos todos y cada uno de los momentos y sensaciones por los que atravesó mi cuerpo a lo largo de algo más de 17 horas. In-creíble!
Gracias también a Chango, al cual le debo haber podido pedalear en la noche, y al que deseo fervientemente que de un paso adelante y el año que viene se atreva, por lo menos, con el Soplao. Gracias Jorge!
Datos finales.-
223,41 kms
Tiempo Total: 17:36 horas
Clasificación Non Stop: 67 de 137.
Tiempo de pedaleo: 15:52 horas.
14,0 kms/h en marcha sin paradas.
12,6 kms/h en marcha con paradas.
Tiempo 1º sector (hasta km 150): 12:08:02
Tiempo 2º sector (del 150 al 223) 5:28:29
Media 1º sector (hasta km 150) 11,7
Media 2º sector (del 150 al 223) 14,6
Desnivel acumulado total 6.121 metros.
Clasificación General.
El track no es el de la Pedals de Foc 09, pero se aproxima bastante.
Noticias relacionadas:
http://www.esmtb.com/mountainbike/noticias/3571.html
Un sufridor. Un disfrutón.
15 comentarios:
Has sabido plasmar al detalle el relato de tu vivenia, con ello has compartido en todo moemnto tu sufrimiento tu alegria tu impotencia y como no la satisfación y el orgullo de haber sido capaz de finalizarla, en situaciones como esta es cuando te das cuenta que cuando crees que no puedes dar mas de ti, aparece esa fuerza inexplicable que te hace avanzar...INCREIBLE PABLO FELICIDADES..
PD: Por cierto animo a Chango a que el ño que viene se anime, YO ESTARE ALLI
¡Que guapa la crónica tío!
Ufff, me has hecho recordar momentos increibles de una ruta increible.
Compañero ha sido un verdadero placer compartir semejante locura contigo.
Acabo de subir el segundo vídeo al blog, échale un vistazo.
Bueno Crack, ¡enhorabuena!, un fuerte abrazo.
Eduardo.
Bueno increible! que petada en toda regla, la verdad no se si algún año me atreveré a hacerla,
pero tiene muy buena pinta. Enhorabuena por que el sufrimiento para llegar a conseguir esto, que te voy a contar yo, es mucho,mucho!!! pero merece la pena ;)
No sé de que tengo mas envidia, de la experiencia vivida o de la estupenda manera de describirla en la cronica!?!?!
Enhorabuena campeon! El año que viene, si vuelves, igual nos vemos por allí.
Un abrazo
Me atrevería a decir que es la mejor crónica y mas detallada que he leído nunca y no me cabe la menor duda de que hay que ser muy valiente para terminar una prueba como ésta. Si volvieses a afrontar un reto de este calibre y yo tuviera que pagar una pasta para leer tu relato, empezaría a ahorrrar desde hoy mismo.¡Enhorabuena tio!
Uffff, gracias a los cinco por vuestros comentarios. Vuestras palabras son lo que le empujan a uno a seguir sufriendo y disfrutando.
Además, todos sois un modelo a seguir y apostar por vosotros tiene premio fijo...
Seguro que nos vemos pronto en alguna otra...
Emocionante, increible, crónica sencillamente genial, no se puede describir mejor semejante hazaña, no se si eres más genio con la pluma o sobre la bici, impresionante el paisaje y muy buenas las fotos.
Si se realiza es viaje por el sur espero poder compartir contigo una ruta por la serrania Rondeña o Gaditana, pero de tranqui eh!!! maquina, que despues de leer esto me pensare mucho salir contigo en bic´.
Un abrazo fiera.
En casa tenemos la suerte de contar con el relato en persona: SUMA Y SIGUE ARRIBAAA!!
No he podido evitarlo, tenía que volver a leerla, jeje, ¡un abrazo máquina!.
Eduardo.
Muchas felicidades por conseguir tu reto y por la estupenda crónica con la que nos has deleitado, yo ya estoy muerto de tanta dureza tan solo de leerla.
Lo dicho que es un lujo poder encontrar a gente como tu y eduardo que afrontan estos retos y nos los saben hacer vivir en la red con vuestras crónicas.
Saludos alakan
Biker, si bajo a tu tierra 'habemus ruta', seguro, y de tranqui. Además, si nos ponemos a correr dudo que te pudiera seguir, que los tiempos que te leo son la leche! En fin, que vamos con la cá,ara de fotos y a retratar esos maravillosos paisajes que os gastáis.
Edu, es un honor que te releas la crónica... Cada vez que le echo un vistazo, más ganas tengo de hacerla de nuevo... Aunque ya conociendo a la FIERA!!!
Alakán, tenemos que juntarnos en alguna y conocernos, que nos dáis mucha envidia con las crónicas... Un placer seguir tus relatos.
Ahrggg! Se me olvidaba FAMILIA! Agradeceros la paciencia que mostráis con mis historias de abuelo cebolleta, así como las ausencias cada fin de semana. Gracias por comprenderme!!! A la siguiente os venís conmigo!
Pablo!!!! Que bueno encontrar está crónica, no sabes la ilusió que me ha dado y la de momentos que he rememorado leyendola!! Muy buenas las reuniones de equipo que tuvimos para decidir el camino correcto y el 'sufrimiento compartido' subiendo a Montgarri, por dios que largo se hizo!!!
Un placer rodar contigo y seguro que volveremos a coincidir por los montes!!!
¡¡¡ HOSTI...!!! (Con perdon) ¡¡Enhorabuena campeon!!
Por finalizar... por tu cronica... por ese maillot que vestias, je,je... desde Cantabria... un gran admirador tuyo, que le has hecho vibrar con tu relato, te da las gracias por este blog.
Me haces vivir grandes momentos "beteteros" sin montar en la burra.
¡GRACIAS CAMPEON!
despues de secarme las lagrimas de la emocion de leer esta aventura mas que ruta, la verdad es que no se que poner, solo puedo agradecer el relato que trae hasta los mortales hazañas que realizamos mientras soñamos, ha sido un honor para mi participar con mi pequeño granito de arena, como lo es pedalear a vuestro lado aunque sea de vez en cuando
un abrazo y muchas gracias comañero
...quien sabe si algun dia...
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