τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

sábado, 21 de noviembre de 2009

Pinilla-Malagosto-Navafría-Pinilla. Una ruta Cinco Estrellas


En general, las cosas que cuesta más conseguir, las que más tardan en llegar desde el deseo inicial, son las que más valoramos y con más cariño tratamos. Yo todavía tengo guardado como un tesoro el Scalextric que me trajeron los Reyes Magos después de pedirlo dos o tres años sin respuesta alguna. Cuando, por fín, vi consumado aquel circuito de carreras en mi habitación, la ilusión casi me impidió comenzar a jugar. De esto hace ya treinta años pero, de año en año, los coches salen a correr bajo la tutela de los peques de la casa.

La ruta que hice el sábado junto con mi amigo y maestro Luis (Peguero) ha estado latente desde este verano dentro de mi cabeza, una vez que Chemabtt la explicó muy acertadamente en su blog. Ya terminado el recorrido, el resultado ha quedado como aquel regalo ansiado que se resiste a llegar. Y es que han tenido que pasar tres años dando vueltas con la bici por la Sierra de Guadarrama para descubrir este rincón de los Montes Carpetanos. Increíble escenario para una ruta Cinco Estrellas. Debí sospechar lo especial de esta zona cuando Luis decidió salir al “extranjero” desde sus territorios escurialenses y acompañarme en esta aventura.


Tras salir de Pinilla del Valle sobre las 9:30 de la mañana y con 7ºC, la pista que une esta localidad con Alameda, Oteruelo y Rasafría, viene a ser un buen calentamiento durante unos 6 kms. Después llegarán las primeras rampas del puerto de las Calderuelas (alt.1998) y el puerto de Malagosto (alt.1930), aunque entre ámbos nuestras bicis llegaran a una cota de 2011 metros.


En el puerto de las Calderuelas se acaba la pista tras superar 900 metros de desnivel y unos 10 kms desde Rascafría. La ascensión ha sido relativamente cómoda, en gran medida por la conversación amena de mi compañero de fatigas. Tanto tiempo sin vernos ha dado para mucha charleta y algunas risas. A partir de este punto comenzó un devenir por la cuerda de la montaña donde hubo que superar un par de rampones estilo “Tres Provincias” de cuidado. Uno de ellos con una longitud y un porcentaje más allá de lo razonable.


Detrás de mí, la rampa de lanzamiento del puerto de las Calderuelas. Unos 200 metros de tierra y piedra suelta con un porcentaje del 20%. El viento del suroeste, siendo de cola, no terminaba de favorecernos para mantener el equilibrio en una superficie tan dura de domesticar. Ahí íbamos los dos superándonos cuando el de delante ponía pie a tierra.


Cruz de Juan Ruiz “Arcipreste de Hita” situado en el puerto de Malagosto, un impresionante balcón expuesto a las inclemencias meteorológicas desde los cuatro puntos cardinales. A estas alturas de la ruta, la naturaleza nos ofrece ya este regalo espectacular bajo un cielo enmarañado por multitud de nubes altas pero con el sol como espectador principal. Uno siente un cosquilleo especial al pensar que el autor del “libro del Buen Amor”, durante la primera mitad del s.XIV, anduvo por estos lares uniendo las poblaciones de Rascafría y Navafría. Vaya atributos debía tener el tipo.


En la misma atalaya donde se encuentra la cruz, una bandera española con el lema “A España servir hasta morir”, ondeaba orgullosa mientras Peguero se encaramaba hasta lo alto de la roca para divisar la meseta norte infinita. Este lugar acoge el segundo domingo de cada verano una misa precedida por una romería que reúne a montañeros, vaqueros y pastores que escenifican el encuentro del Aripreste de Hita con la Chata.


“Creo que nunca he estado tanto tiempo en bici a más de 2.000 metros”, me dice Luis mientras rodamos por la cuerda de la montaña, ya con Malagosto a nuestras espaldas. Es en una gran pradera -estábamos avisados de que el camino desaparecía (alt. 2138)-, donde decidimos consultar mapas y meternos algo más sólido que las dichosas barritas: “Vivan los bocadillos de chorizo”. El viento parecía amainar y el sol calentaba lo suficiente para mantenernos en el lugar. Las ventiscas y los temporales en este lugar deben ser para echarse a temblar, no hay más que mirar los escasos cms que la vegetación asomaba por encima del raso. Mientras comíamos, el Nevero (alt. 2209) vigilaba nuestra posición señalándonos la salida de tan salvaje lugar.


Tras seguir las indicaciones de Luis, salimos atravesando una portezuela y comenzamos a perder altura en busca de la ladera por la que bajar a Navafria (alt.1194). Son momentos para disfrutar encima de la bici ya que estaremos descendiendo por senderos pedregosos, llaneando por bosques de pinos con figuras caprichosas, y cayendo por pistas forestales durante casi una hora para perder cerca de 1000 metros de altura. El puerto que termina en la población segoviana, con una pista excelente y un largo kilometraje, recuerda a la bajada hasta Espot desde el Coll de la Portella en la Pedals de Foc pirenaica.


Por fin abajo. Después de tomar una Vía Pecuaria, llegamos a la Cañada Soriana que nos introduce en Navafría, nuestro destino segoviano. Serían sobre las 13:00 horas. El tiempo había pasado volando. En este punto llevábamos unos 45 kms y 1250 de desnivel. Desde luego, lo más duro de la ruta había pasado ya, pero en una ruta nueva, siempre puede haber sorpresas, ¿verdad Luis?


Salimos a la carretera que sube al puerto de Navafría y, al poco, nos desviamos a la derecha por una pista que nos subirá a lo alto de la montaña. La densidad del bosque y lo salvaje de la zona, distinguen esta parte de la sierra de las áreas más pobladas y conocidas por todos. “Seguro que por aquí, además de jabalíes, hay venados, corzos y zorros”, pensamos mientras pedaleamos despacio pero sin pausa. Las rampas del puerto no son pecata minuta para unas piernas que ya empiezan a notar el castigo.




Casi arriba y a más altura que el alto del puerto nos paramos en el refugio de Navalcollado, cuyo techo sirve de mirador hacia el este para divisar los Horcos y algunos montes más que rodean nuestra fantástica y vertiginosa posición. También se divisan otras pistas que surcan las laderas opuestas en dirección al puerto de Navafría (alt. 1773).


En el alto, echamos unos minutos de charla mientras vemos como las nubes comienzan a ocultar el sol. La temperatura arriba no pasaba de 7 grados así que antes de quedarnos fríos comenzamos a bajar por la carretera. Buscábamos una pista que debería salir a la derecha del asfalto y que nos dejaría cerca de nuestro punto de partida al borde del embalse.


Tras un par de dudas y salidas de los tramos correctos, la pericia de Peguero en encontrar lo inencontrable nos presenta la guinda de la ruta. En un área recreativa entre los kms 9 y 10 del puerto, hay un sendero escondido que nos deslizará por la montaña entre un sinfín de pinos primero y robledales después. Según bajábamos nos íbamos mirando con cara de alucinados y disfrutando como aquellos niños que reciben ese tardío Scalextric.



A mitad del descenso, paramos para saborear nuestra posición sobre el Valle de Lozoya. A la derecha, Pinilla, nuestro destino; a la izquierda, Lozoya; y en el centro, el embalse de Pinilla se abre ante nosotros dándonos la bienvenida pasadas ya las 16:00 horas.



En la hipnosis del descenso nos desviamos del camino correcto una vez más y nos introducimos en una vía muerta que no nos desgastó demasiado. Corregido el error, seguimos bajando, pero la pista casi ni se percibe porque la montaña y la vegetación casi la han engullido. Los arbustos fustigan nuestras piernas cual látigos al pasar a gran velocidad por sus dominios, pero nuestros sentidos siguen en grado de éxtasis alucinando con el maravilloso final de ruta que nos hemos encontrado.


El marco final, con los robledales despidiéndose, el cielo ya gris y la encrucijada de caminos como último cruce a resolver antes de llegar a la base de la montaña, es una situación esplendorosa donde uno ya comienza a relamerse por lo pasado. La salida de la montaña la hacemos por un portón situado justo enfrente del desvío de la carretera a Pinilla del Valle, con lo que terminamos de una forma perfecta esta ruta de Cinco Estrellas, digno regalo tardío en un rincón de los Montes Carpetanos.

Maestro, un verdadero placer!

Finalmente los datos que arrojaron los cuentas fueron:
69,35 kms
2005 de desnivel acumulado
6h52 de ruta (4h59 de parcial)
13,88 km/h
Temperatura <7/10>ºC

La crónica del Maestro.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Las crónicas de rutas que más gusta leer son en las que uno participa. Pero gusta mucho más hacer la ruta con alguien que posteriormente verbalizará magníficamente esas vivencias.

Luis

Javier dijo...

Pablo, los montes carpetanos son una pasada para rodar con la bici y perderte mas de un día, muy buena crónica.

JM Echeverría dijo...

¡Por fin lo has conseguido!. Enhorabuena. Cuando yo la hice, me quedó pendiente bajar de Navafría por los senderos que tan bien describes, ya que bajé por carretera. Bueno, cualquier excusa es buena para volver.

MTBCANTABRIA dijo...

Joder que envidia!!!

Vosotros tampoco os lo montais mal...¿eh?

Para no variar... ¡Buena ruta! ¡Buena cronica!

Saludos desde Cantabria.

Eduardo dijo...

Buena crónica y mejor aventura, enhorabuena a los dos, ¡vaya pareja estáis hechos!. Pablo solo te queda convencer a Luis para que se venga este año a Cabezón de la Sal. -Creo que este año ya le toca, no?-

¡Un abrazo campeón!

Por cierto, si algún día quieres probar esto de la escalada será todo un placer.

Eduardo.