Gratamente sorprendido quedo, cuando llego al punto de reunión a las nueve y un minuto, y misteriosamente están todos los ``voluntarios´´ a la ruta prevista. Tened en cuenta que algunos vienen desde Madrid e incluso más lejos (Fuente el Saz). Yo que me he levantado una hora después que ellos, casi llego tarde. En fin ...
Nuevos foreros se suman a nuestras aventuras, Brunaita y Chemis. Es inevitable cuando ves por vez primera a una persona (humana), hacer un juicio de valor por su aspecto y vestimenta. Brunaita, impecable. Buena bici, perfectamente equipado y las piernas... (es casi lo primero en lo que nos fijamos muchos ciclistas). Se nota que Bruna monta bastante y concluyo que no habrá ningún problema.
Chemis es otro cantar. También lleva buena bici, aunque su equipación no parece la más adecuada. Además trae una tos bronquítica que da miedo y nos confiesa que se ha acostado bastante tarde. Empezamos a dudar de que siquiera pueda llegar al Puerto Malagón. Pronto comprobaremos que el hábito no hace al monje y que los pre-juicios son sólo eso: prejuicios.
Entre presentaciones, charleta, preparativos, etc., nos dan casi las 9.30. Necesitamos mejorar en este aspecto. ¿Alguien me llamó cagaprisas?.Tranquilamente (como siempre), nos encaminamos hacia el cuestón-penitencia de todos los días. Ocho o nueve km. nos separan de la cumbre de Abantos. Hay dos formas de subir este puerto. Una: despacio con amena charla, se sufre poco. Otra: a saco. Sufres mucho pero menos tiempo. Optamos por la primera.
A medida que vamos subiendo nos vamos encontrando pelotones de ciclistas de carretera y montaña. Nunca, en todas las veces que hemos subido este puerto, habíamos visto estas multitudes. Funchifuni y yo no damos crédito a lo que vemos. Cruzar el límite provincial (Madrid-Avila), nos supone que empezaremos a bajar hacia ``la tierra prometida´´. La llegada a la Fuente de Las Negras nos dice que en un buen rato no vamos a tocar asfalto. Sí, mucho sendero, pista e incluso campo a través (en busca del sendero perdido). La bajada hasta la Casa de la Cuevas es siempre así. Por evitar la carretera nos metemos en un guirigay que no sé si merece la pena.
Sobrepasada esta casa forestal, reconvertida en albergue, empezamos uno de los senderos más bonitos de todo este pinar. Trialeras, praderas, vadeo de arroyos, hacen que en cinco o seis km., no hagamos otra cosa que disfrutar con mayúsculas. ¡Qué bonita es tu tierra Peguero! Grita Sportbilly.
Primer vadeo. Está estadísticamente demostrado que cuando un grupo de ciclistas cruza un arroyo, por lo menos uno hace pie en el agua. Esta vez le toca a Pablo. Pero tiene suerte, la temperatura es agradable y no tiene que sufrir como Funchifuni, que este invierno, en el mismo punto le pasó lo mismo pero con cuatro grados bajo cero. A los pocos metros, segundo vadeo. Paso primero. Elijo una trazada equivocada. No caigo pero me doy un baño de pies. Demasiado hondo. Los demás astutamente, bici en mano, pasan por otro sitio.
Sobrepasamos el camping de Peguerinos (poblado chabolista diría alguno), y por pista en buenas condiciones al principio y de grava suelta después, enfilamos hacia nuestro objetivo: Cueva Valiente, 1.902 m. de altitud. Cuando se atisba la cumbre de este monte (Qué curioso que a un monte se le llame cueva. Es porque en la falda de esta cumbre hay una cueva horadada en el granito), nos encontramos una fuente. Es el lugar perfecto para reponer fuerzas. Las vamos a necesitar para poder encaramarnos por las pendientes de esta cumbre. Y digo cumbre, que no puerto, pues se llega prácticamente hasta la misma cima con la bici. Bueno, hasta aquí la primera parte. Luego en este mismo post os contaré el resto. (Es que ahora no puedo seguir escribiendo y todavía queda un rato).
Después de un breve buen rato y algunas fotos, proseguimos por la misma pista que traíamos hasta el Alto de la Gargantilla. Cruce de caminos desde el que se puede acceder a varios sitios. Si continuamos de frente, bajaríamos al Espinar o a San Rafael. Si giramos a la izquierda, se acabaría llegando a Peguerinos. Si vamos a la derecha, nuestro objetivo, ya sabéis...
Lo que al comienzo era una pista buena, luego fue pista regular (mala). Ahora se convierte en otra cosa. Aún queda algún tramo con asfalto, pues esta pista en un principio hace muchos años, estaba asfaltada en su totalidad, no sabemos muy bien por qué. Actualmente es un cacho-camino (con tramos al 18 ó 19 %), casi impracticable, que no permite el menor descuido para no hechar pie a tierra. Con todo metido ascendemos penosamente hacia lo que será nuestro justo premio a tanto esfuerzo. (Esto me suena). Algunos hacemos una paradita para recuperar el resuello. A veces hay que esquivar piedras del tamaño de adoquines, pero finalmente el premio llega. Entre veinte y veinticinco minutos coronamos todos.
Unos antes que otros. Al fondo, la meseta castellana. Los heridos en combate también están presentes. Se está tan bien aquí, que no queremos ir a ningún sitio. Cinco minutos, diez, veinte, barritas, fotos,... Puedo aseguraros que estamos en un lugar estratégico, desde el que se ve la sierra de Gredos, los picos más altos de la sierra del Guadarrama, y a nuestros pies el maravilloso pinar de Peguerinos.
¡Hey chavales, algún día tendríamos que volver! -Además, mirad qué sendero nos espera. Es el comienzo del regreso. Descendemos unos cientos de metros hasta un senderito que sale a la izquierda. El sendero de Cueva Valiente a Collado Hornillo... ¿es más bonito que el de la Casa de Las Cuevas? Es más técnico y tiene mejores vistas. Lo único malo es que en él, Jesús perdió su cuenta en una caida y no volvió a aparecer más. No siempre se puede ir sobre la bici. Pero generalmente sí. Incluso alguna mosca se monta sobre el objetivo.
En Collado Hornillo suena por primera vez un móvil: ``Cari, que la mesa está puesta´´. Pues... ¡no queda ná! Proseguimos el descenso por un sendero paralelo a la carretera, pero desde que montaron una alambrada al lado, casi se lo cargan. Este sendero desemboca en la pista de Peñas Blancas, que es más o menos llana, pero los kms y la dureza del recorrido van pesando en las piernas. Chemis aguanta como un jabato el ritmo (a pesar de las apariencias). Pablo va un poco tocado. Los calambres le deben llegar a las orejas. Tres semanas de inactividad total, después de la caída y una boda ``mal colocada´´ hacen estragos en cualquiera.
En Collado Hornillo suena por primera vez un móvil: ``Cari, que la mesa está puesta´´. Pues... ¡no queda ná! Proseguimos el descenso por un sendero paralelo a la carretera, pero desde que montaron una alambrada al lado, casi se lo cargan. Este sendero desemboca en la pista de Peñas Blancas, que es más o menos llana, pero los kms y la dureza del recorrido van pesando en las piernas. Chemis aguanta como un jabato el ritmo (a pesar de las apariencias). Pablo va un poco tocado. Los calambres le deben llegar a las orejas. Tres semanas de inactividad total, después de la caída y una boda ``mal colocada´´ hacen estragos en cualquiera.
La ascensión hasta Abantos la hacemos por el mismo sitio por el que descendimos por la mañana. La escalonamos haciendo una paradita en la fuente Las Negras.Cuando llegamos al carte del Abantos. Brunaita lleva una cubierta rajada, repara ¡con el DNI!. Son casi las tantas, por lo que los que más prisa tienen optan por bajar por carretera hasta El Escorial. Otros vamos por nuestra bajada favorita: el camino del Gitano. Se nos ha hecho tarde a todos, por lo que la despedida es un poco anárquica. Pero como siempre nos queda la gran satisfacción de haber concluido una ruta muy interesante, tanto por los sitios recorridos, como por los valientes que acuden a estos embolados.
Un placer como pocos.
Datos según mi cuenta:
Distancia: 45.77 Km.
Tiempo de pedaleo: 3 h 47 min.
Desn. Ac. : 1.318 m
Vel. med.: 12 km/h.
Pend. Max subida 20%
Pend. Max bajada 30%
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