τὸ νικᾶν αὐτὸν αὑτὸν πασῶν νικῶν πρώτη τε καὶ ἀρίστη
"La victoria de uno sobre sí mismo es la primera y la mejor de todas las victorias"

jueves, 12 de julio de 2007

La Hoya de San Blás en masa

16:40, 11 de julio, restaurante Miratoros de Soto del Real. Soy el primero en llegar, cosa bastante inhabitual. No llega la temperatura a los 30 grados. Se aguanta el calor. Por el carril bici se acercan Ghostman y Salva. Poco más tarde Asturiano, Cazatopos y Diego. Barbarroja es el último de los “nuevos” en incorporarse. Me encuentro rodeado de nuevas caras y todos parecen bastante jóvenes. “Estarán preparados para aguantar la ruta?”, me pregunto. Hay otra posibilidad, y es que nos den pa’l pelo y se caiga de una vez y para siempre el rumor que circula por el foro de que nuestro grupo es implacable con los caminos. La literatura deformada es lo que tiene.

Pronto saldríamos de dudas. Con la llegada de Sportbilly, Joseferia, Perrolobo y los Delfis, la excursión estaba preparada para salir. La idea es completar la Hoya de San Blas subiendo parte de la Morcuera para poder bajar las dos trialeras-senderos y poder disfrutar de un recorrido bastante divertido.

Los primeros metros son llanitos, los doce bebeteros salen de Soto del Real y la charla ameniza los diversos grupitos que se han formado. “Vaya polvareda levantamos, la leche”, dice alguno. El pedaleo es sosegado, tranquilo. De pronto, Sportbilly sprinta y dice algo que sólo su maillot escucha. El resto, desconcertado continúa. Pero pasan los metros y en una encrucijada hay diversidad de opiniones sobre por dónde ir. Faltan Sportbilly y Perro lobo. Nada. Los móviles no tienen cobertura. Al fin aparecen.

Se decide tomar la pista de la derecha que comunica con la subida a la Morcuera. Alguno no está muy de acuerdo con la decisión por la dificultad que entraña, pero es la opción adecuada para no perdernos el primer sendero (sería muy del gusto de Peguero). Además, la subida haciéndola tranquilo no tiene pendientes excesivas.

Me adelanto para sacar las primeras fotos del pelotón en subida. FOTO. El terreno comienza a cambiar, las rampas se van endureciendo y se hecha de menos las sombras que ofrecen los pinos de la base de la Morcuera. Se establecen las primeras selecciones. Madre mía, como suben estos jovencitos, piensa el “abuelo” del grupo. Cazatopos comenta durante el ascenso que sólo lleva tres meses montando en bici… este chico va para profesional. Pero es que Barbarroja y sobre todo Asturiano no le andan a la zaga. Sobre todo este último, que tiene un historial sobre la carretera bastante importante.

Culminada la ascensión, llega el primer descanso. Es el bendito momento de toda ruta que se precie y donde se aprovecha para coger agua de alguna fuente cercana y comer alguna barrita. Cuando las fuerzas se reponen, preparamos las mentes para iniciar el sendero esperado. Aunque alguno quería hacerlo sin gafas, eh, Perrolobo!



Plato grande y a dar pedales. El descenso es fácil pero pasados unos 2 kms se corta y desaparece la pista. Para el que no conozca el terreno puede suponer un buen susto. Aquí comienza lo bueno. Toman la iniciativa los dos Delfis que bajan como posesos. El terreno es estrecho, con muchas ramas fustigando los cuerpos, raíces, piedras y buenas curvas. Pura técnica y muchos huevos, como decía alguno. Pablo, Perro lobo, Jose, Sportbilly y Ghostman mas o menos van agrupados. Hay cambio de posiciones porque Perrolobo decide atajar y meterse campo a través. Hay momentos en que para mantener la bici por donde uno quiere con cierta velocidad se pasa un poco regular. Los que van por delante tienen un susto con la caída de Delfi2; y Perro lobo echa un cable a Pablo para que éste no siga los pasos de aquel. Nada importante.

Pero faltan cinco por completar la bajada. Pasa el tiempo y sin noticias de ellos. Sale a colación el tema de los Walkis, que deberíamos atajar ya para solucionar problemas de esta índole. La vegetación del lugar, casi amazónica, impide cualquier comunicación por terminal móvil, así que hay que recurrir a la búsqueda a pie, ya que en bici subir el desnivel que acabamos de bajar es imposible. Sportbilly se echa su camelback a la espalda y sin más dilación comienza a dar saltos en pos de los desaparecidos. “Qué vitalidad tiene este chico”. El resto nos quedamos comentando las numerosas caídas que este lugar a visionado a lo largo del tiempo, en especial una de un tal Kilo que consiguió volar cinco metros más lejos que su bici.

“Alguien baja por allí”, dice uno. “Si, baja una bici”, dice otro. No, no es una bici. Es un OVNI. Es Sportbilly que se había calzado las botas de las Siete Leguas y bajaba por el sendero cual potente canguro australiano. Lo de este chico no merece ya más comentarios.

Afortunadamente el retraso del resto del grupo se debía a una indecisión de caminos y no a una caída o reventón inoportuno. Y es que la experiencia bajando no se coge en tres meses ni en seis. Las diferencias bajando este tipo de terrenos pueden ser mayores que las que se marcan subiendo. Pero todo es coger la técnica y la confianza adecuada.

Superado el primer gran momento de disfrute-suplicio, según para quién, se inicia un sube-baja, con más sube que baja, donde el pelotón va, mas o menos, agrupado. Son unos kms donde todos disfrutamos del excelente paisaje que nos rodea y nos da tiempo varias veces a repudiar las malditas moscas que nos acompañan en nuestro viaje.

Tras otra parada donde algunos finiquitamos todo el líquido que transportamos, nos embarcamos en busca del segundo sendero, calificado meses atrás como “sendero del peligro”. Se trata de un sendero con una pendiente considerable, y bien surtida de piedras y raíces que esquivar, aunque su principal virtud es la unión de todos los pinos que encorsetan el camino, trampas saca hombros como uno se descuide un poco. Además, los vértices de sus curvas, de 170 grados y la poca visibilidad de éstas, lo encasillan como un parque de atracciones para el mountain bike. Uno, tras otro lo vamos culminando con las lógicas paradas para hacer fotos, ya que el lugar lo merece.

Algunos tardan demasiado en bajar, y es que como en la anterior ocasión, hay que echarle confianza al asunto. Todos parecen haber disfrutado del momento. Bueno, toodos menos Cazatopos y Diego que deciden bajarlo andando. En fin, en la próxima ocasión será…

El resto de la ruta es una bajada desenfrenada por pista arenosa hasta Soto del Real que variamos en un punto para realizar un poco de Bike trial (permítaseme). Aquí tuvimos otra pequeña caída sin consecuencias. Suerte de lo mullido del terreno, casi arcilla.

Una vez en Soto, sorteamos cual procesión las calles de la localidad en busca del restaurante Miratoros, punto de despedida.

Un placer.

No hay comentarios: