celebraba otra marcha muy a tener en cuenta para el futuro.
Nosotros tuvimos más suerte. Mucha más. El día había amanecido espléndido y el agua caída durante la jornada anterior se condensaría en algunos charcos a lo largo del recorrido, pero el piso había filtrado de forma casi milagrosa todo el líquido elemento.
Vamos ya! La salida como siempre se hace a cuchillo de la parte intermedia hacia delante. Antes de meternos en la pista que nos sube al Cerro de San Pedro cogemos la carretera que sale de Colmenar y ahí ya veo que no voy bien, me duelen las piernas y ni sentado ni de pie cojo el ritmo. Calculo que estaré en mitad del pelotón, con Edu ya escapado y Víctor unos metros por detrás.
Los primeros kms de subida se hacen por pista rota y complicada, terreno donde algún “voceras” iba pidiendo paso sin control y dando el cante. La gente hace lo que puede y con las pulsaciones a mil es difícil pensar en todo lo que te rodea, otra cosa es bajando, donde los más lentos siguen empeñándose en desmontar en medio de la trazada. Pero es parte del juego y todos lo aceptamos así.
Una vez que nos desembarazamos de las primeras trialeras de subida llegarán otras de bajada donde ¡madre mía!, cómo se disfruta. Según bajaba, me iba acordando de Edu y de cómo habrá volado al pasar por aquí.
El paisaje espectacular daba preferencia al verde intenso de la vegetación bien alimentada, aunque la verdad, poco me fijé en lo que me rodeaba salvo un par de veces donde fue inevitable levantar la cabeza para disfrutar de algunas postales embaucadoras.
En el km 23 llegó el primer avituallamiento, un plátano, rellenar el bidón y aceite a la cadena para prevenir. Ya había visto gente tirada con el troncha en la mano. Continuamos por una carretera en regular estado que pasa junto al acueducto del Enebral y que con un trazado serpenteante y algún subibaja facilita el rodar a plato. Parece que las piernas se me empiezan a soltar y de hecho me sorprendo cuando miro el cuenta y veo que vamos a casi 40 km/h por un tramo en ligera ascensión.
Cruzamos el carril bici y nos metemos por unos senderos que nos llevarán hasta la pista donde surcamos el arroyo Tejada unas cuantas veces, en alguna ocasión con más de medio metro de agua. En esta zona, que es el comienzo de la ruta del Puente de la Marmota cuando sales de Tres Cantos, es donde empiezo a sentirme realmente bien encima de la bici y comienzo a desembarazarme de mis compañeros de viaje.
Tras una subida durilla pero corta y un par de kms de pista llega una de las visiones de la ruta: la sierra en primer plano con las nieves pintando las montañas desde las cumbres hasta la media ladera de un blanco impoluto.
Vaya, vaya, llega el 2º avituallamiento. Estamos cerca del km 50. Lo mismo que en el 1º, rellenar el bidón, medio plátano a la boca y otro al bolsillo por si hay pájara y para delante. Salgo con un grupo de unos siete bikers y nos ponemos en fila de a uno. Llega una larga bajada donde pierdo la noción de la velocidad y rozo los 60 kms/h. Voy siguiendo a un pirao del club Mammoth que bajaba como un demonio, pero esta gente te hace bajar bien. Del resto del grupo no tendremos más noticias.
Toca subir un rampón para girar, junto a la tapia de El Pardo, a la izquierda. Aquí abandono a mi compañero a su suerte. Me voy encontrando cada vez mejor y como en un videojuego, me voy tragando participantes sin que ninguno me moleste por detrás.
La bajada al Puente de la Marmota la hago solo. Un fotógrafo avispado está atento a esta bajada que, la verdad, es disfrutona-disfrutona. Pasado el puente, nos metemos en un sendero rodeado de vegetación que desemboca en una pista que nos subirá durante un par de kms y donde la gente ya iba justilla. Arriba, en vez de seguir el camino tradicional de esta ruta, cogemos una trialera bestial donde la organización nos avisa de que hay una ambulancia atendiendo una caída. Un par de costillas rotas. Si es que algunos bajan como locos.
Seguimos sendereando por unos lugares preciosos hasta que salimos a la carretera de Cerceda, donde la Guardia Civil tiene cortado el tráfico.
El tercer avituallamiento está bajo el puente del Batán, ya a las afueras de Colmenar, aunque queda un trecho muy divertido con muchas piedras que se hace complicado si vas justo de fuerzas. El resto lo haremos bordeando Colmenar por una subida tendida que termina en el carril bici. Y tras 4 horas exactas, entro en meta con muy buenas sensaciones aunque con un sabor agrio por la mala salida que tuve, quizás producto del excesivo entrenamiento, o de la falta de montaña que estamos teniendo este invierno.
Me encuentro a Edu que aún rezuma humo por las narices, y con unos macarrones y unas cervezas comentamos la jugada muy satisfechos. Realmente lo hemos pasado muy bien. Este tipo de eventos son la fiesta mayor del Mountain Bike. A mí me ponen los pelos de punta.
Al rato llega Víctor también con un pedazo de sonrrisa en su boca. Juntos recogemos los diplomas que estaba repartiendo la organización donde te marcan posición y tiempo.
Terminado el cuento y 71 kms después, posición 161 de casi 700 inscritos en 4:00 horas contando paradas con una media de 17,7 km/h.
Hay que mejorar!
2 comentarios:
¡¡¡Gran día de mountain bike y excelente crónica Pablo!!!
Con días así da gusto pasar un montón de horas subido a la bicicleta. Creo que iba tan enfrascado en la carrera que tendremos que pedir el track para hacerla de nuevo y disfrutar plenamente de esas espléndidas estampas.
Sin duda ha sido el mejor recibimiento que podía tener después de mi vuelta por el espectacular universo marroquí.
Eduardo.
que pasada! no se como aguantais esas medias
yo me quedaria en el puente de la marmota mirando el rio y haciendo fotos jajajaj
pasar por semejante paraje y no levantar la vista tiene que ser cuanto menos....SACRILEGIO!!
Publicar un comentario